11 septiembre, 2008

EldiarioExterior.com
José Brechner

¿La culpa es del elegido, del elector o del sistema?

¿Quién es peor, el elector o el elegido? La máxima que dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, es fulminante.

José Brechner

¿Quién es peor, el elector o el elegido? La máxima que dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, es fulminante. Nos quejamos de los gobernantes que tenemos, pero estos no llegaron al poder por arte de magia. Fueron votados para estar donde están.

Asumiendo que en Latinoamérica el fraude electoral o la compra de votos es una práctica común en varios países, de cualquier forma, el votante juega un papel primordial en los comicios.

La democracia así como todo aquello donde la mayoría es la que decide, tiene falencias, porque las masas en todas partes son por regla general inexpertas, ignorantes o carentes de sentido común.

En política la decisión mayoritaria es la más peligrosa, porque pocos comprenden la trascendencia que implica el manejo de un estado y se dejan llevar por las esporádicas emociones que provoca el candidato en el momento de la campaña sin vislumbrar el futuro al que puede encaminarnos.

Desgraciadamente todavía no se inventó un sistema electoral ecuánime e inteligente que permita elegir a los mejores, por los mejores. Estamos sometidos a la aritmética, donde el voto de un experto vale igual que el de un iletrado. Si se escogiera con los mismos parámetros a los médicos o científicos para dirigir los hospitales e institutos de investigación tecnológica, todos estarían enfermos y el mundo seguiría en la Edad Media.

Las elecciones de hoy son un fenómeno cultural excepcional, porque gran parte de aquellos que tienen menos de 40 años son minusválidos políticos que están arriesgando su libertad y seguridad, sustentando a extremistas del más grueso calibre.

Vivieron sin percibir la Guerra Fría, no saben que fue la URSS ni los Gulags, ni lo que pasó con Hitler en Europa. El reclutamiento militar obligatorio fue abolido en casi todo Occidente desvirtuando las ideas sobre seguridad nacional, disciplina y patriotismo, y la única literatura política que leyeron es la propaganda electoral del momento. Para entender lo que es el Materialismo Histórico Dialéctico están esperando que se haga la película.

En Latinoamérica donde la inhabilidad para leer y escribir es parte de las lacras sociales, los resultados son visibles. El votante recurre casi exclusivamente al consenso para decidir su elección.

Entre las irracionalidades que caracterizan a algunos, está el de votar por "tradición": ¡Mi familia siempre fue --por decir—socialista, y yo continúo la tradición! Ese es el voto más superficial, pero goza de respeto.

Los que votan por tradición creen haber heredado una religión determinante e incuestionable. Efectivamente, para muchos la política es su religión. Marx decía que la religión es el opio de los pueblos. Yo diría que el marxismo es la religión de los imbéciles. No existe concepción filosófica más fallida, sin embargo los socialistas siguen pregonando su alucinación y enriqueciéndose a coste de los pobres.

El mejor sistema político según Aristóteles, es la Aristocracia: el gobierno de los mejores. ¿Pero quién y cómo está calificado para elegir a los mejores? ¿Y quién y cómo define quién es mejor que otro?

La monarquía, que muchos confunden con aristocracia, si bien hoy sólo cumple un papel protocolar en Occidente, fue el sistema que más tiempo perduró en la historia, pero abunda en errores y excesos cuando los monarcas se desvían de las virtudes y caen en los vicios. Además no se pueden crear monarquías de la nada, se supone que obedecen a cierto linaje, que muchas veces produjo verdaderos idiotas.

El Siglo XXI va a traer cambios en los sistemas gubernamentales a emplear. Uno que de seguro empezará a cobrar mayor vigencia es el de la democracia parlamentaria, con un primer ministro con restricciones como jefe de estado, para evitar la potestad exagerada de los presidentes y su permanencia por poco inamovible en el poder. Casi toda Europa optó por él con buen éxito, y tal vez sea el camino que deberían seguir la mayoría de los países.

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