La crisis financiera que comenzó hace un año muta y entra en una fase crítica
Por Jon Hilsenrath, David Enrich y Carrick Mollenkamp
Cuando ya se ha cumplido más de un año de la crisis de crédito que empezó con las hipotecas de alto riesgo, el sistema financiero vuelve a tambalear. Pese a los denodados esfuerzos de las autoridades por contener los problemas, la crisis amenaza con arrastrar a una amplia gama de instituciones financieras.
En momentos en que los precios de las acciones de Lehman Brothers, Merrill Lynch y otras firmas de valores se encuentran en una verdadera montaña rusa, es posible que la crisis esté a punto de entrar en una fase crítica.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ya recortó abruptamente las tasas de interés para contrarrestar el congelamiento del crédito y puso a disposición de los bancos líneas de crédito que no se utilizaban desde la Gran Depresión, con la intención de mantener los mercados financieros en funcionamiento. A su vez, el Departamento del Tesoro colocó a las dos principales firmas hipotecarias del país, Fannie Mae y Freddie Mac, bajo el control del gobierno.
Las autoridades federales y participantes del mercado enfrentan los mismos problemas: ¿Por qué no han mejorado las cosas? ¿Qué se puede hacer ahora? ¿Debería el gobierno de Estados Unidos dejar que una gran institución se hunda? ¿O debería orquestar otro oneroso rescate?
Lehman, una de las últimas grandes firmas independientes de Wall Street, vio cómo su acción se precipitó un 42% el día después de anunciar un plan para reducir su tamaño como una forma de salir de la crisis. Ahora está en conversaciones para ponerse en venta, aunque no está nada claro quiénes serían los compradores.
La acción de Merrill Lynch cayó 16,6%, a US$19,43. La de Washington Mutual, el mayor banco de ahorros y préstamos de EE.UU., fue vapuleada en la mañana de ayer pero cerró la jornada con un alza de 22%.
De momento, los mercados financieros en general no han entrado en pánico. El Promedio Industrial Dow Jones ha oscilado desde julio entre los 11.200 y los 11.800 puntos. Pese a que registra una caída en lo que va del año, muchas bolsas de Europa, Asia y América Latina han mostrado un desempeño mucho peor. Las tasas de interés de referencia a corto plazo se han mantenido estables en las últimas semanas.
Sin embargo, otros indicadores financieros han vuelto a los niveles de marzo, cuando la Fed y el Tesoro orquestaron el repentino rescate de Bear Stearns, que quedó en manos de J.P. Morgan. Los bonos chatarra, por ejemplo, rinden 8,55 puntos porcentuales más que los bonos del Tesoro, una diferencia o spread similar al de marzo. Estos spreads se amplían cuando los inversionistas se vuelven más temerosos frente al riesgo.
A los bancos, por su parte, les cuesta financiarse. El mes pasado, sin ir más lejos, Citigroup Inc., AIG y American Express Co. recibieron una débil demanda por emisiones de bonos, lo cual subió los retornos que tuvieron que pagar.
"El mercado no tiene tolerancia para la incertidumbre", dice Laurence Fink, presidente ejecutivo de la gestora de fondos BlackRock Inc.
Tres factores ayudan a explicar la actual ola de incertidumbre. Primero, la economía estadounidense muestra signos de debilidad a medida que se desvanece el efecto del paquete de estímulo fiscal. Un grupo de economistas encuestados por WSJ.com pronostica que el consumo se contraerá durante el tercer trimestre por primera vez en 17 años. El abaratamiento de la energía está ayudando, pero no basta para contrarrestar los daños provocados por el colapso inmobiliario y el aumento del desempleo.
En segundo lugar, los hogares y las instituciones financieras no han concluido el doloroso proceso conocido como desapalancamiento, en el que reducen su endeudamiento.
Todos estos procesos se retroalimentan, creando un círculo vicioso. El desapalancamiento contribuye a la caída en los precios de las viviendas, lo que a su vez fuerza a las instituciones financieras a un mayor desapalancamiento. De igual manera, el descenso en los precios de los bienes raíces exprime a los hogares, lo que hace que las personas reduzcan sus gastos y retrasen la recuperación inmobiliaria. Las numerosas intervenciones por parte del gobierno buscan interferir en este ciclo, pero aún no han rendido frutos. "No hay una tendencia hacia la mejoría. No hay una mejoría, ni siquiera paulatina", dice Laurence Meyer, ex gobernador de la Fed y ahora vicepresidente de la consultora Macroeconomic Advisers LLC.
El tercer problema es que las firmas financieras están pasando cada vez más apuros para recaudar el capital que necesitan para acelerar el proceso de desapalancamiento. En los últimos doce meses, los fondos soberanos y otras instituciones han inyectado miles de millones de dólares de capital fresco en Lehman, Merrill Lynch, Citigroup, y otros gigantes de Wall Street. Sin embargo, tras absorber pérdidas gigantescas en estas inversiones, ahora se han mantenido al margen.
Las autoridades europeas enfrentan un reto similar. Los bancos centrales buscan dar con el financiamiento más adecuado para los bancos en problemas. Los ingleses decidieron no ampliar un plan de financiamiento extraordinario que expira el 21 de octubre. "Los bancos centrales no pueden proveer financiamiento indefinidamente", señaló el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King.
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