25 septiembre, 2008

Los inquietantes paralelismos entre el rescate nórdico de los 90 y la actual crisis de EEUU

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"¿Cuál serán las consecuencias de nuestro plan de rescate?". Si el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, y Ben S. Bernanke, presidente de la Fed, se hacen esta pregunta, deberían "aprender sueco" para encontrar la respuesta. Los intentos de Finlandia, Suecia y Noruega por salvar los bancos en dificultades a principios de los años 90 es el paralelismo más cercano a la situación actual de EEUU.

La sugerencia de aprender sueco es de Charles Dumas, director de Lombard Street Research en Londres. Este analista recuerda que el intento nórdico -similar en velocidad y alcance al que Estados Unidos está planeando ahora, aunque más pequeño en tamaño- logró acabar con la crisis financiera. Pero, al mismo tiempo, no impidió una recesión más profunda y un incremento en el desempleo en los tres países.

"A largo plazo hubo beneficios, pero para que empezaran a manifestarse en la economía tuvo que pasar media década", ha recordado Esko Ollila, miembro del Consejo del Banco de Finlandia desde 1983 a 2000.

Con los mercados financieros estadounidenses conmocionados, Paulson está intenta llevar a cabo un plan de 700.000 millones de dólares que permitirá a Estados Unidos comprar a los bancos activos ilíquidos, como deuda vinculada a hipotecas. La semana pasada, el Gobierno y la Fed se comprometieron a garantizar fondos en el mercado interbancario, tomaron el control de American International Group (AIG) e intervinieron en los mercados de pagarés y deuda a corto plazo de Fannie Mae, Freddie Mac y de otras agencias.

Economías en ascenso

A finales de los 80, las economías de Suecia, Finlandia y Noruega se habían recuperado porque la desregulación y los bajos tipos de interés animaron a los bancos a prestar más. Los precios del mercado finlandés de la vivienda subieron un 80% en términos reales y sus bolsas un 164% en cinco años, según los datos recogidos por JPMorgan.

Las consecuencias fueron una creciente deuda. Mientras los responsables de la política económica intentaban reducir la inflación y proteger sus tipos de cambio fijos, los bancos vieron sus balances diezmados por la morosidad, que alcanzó el 10% del PIB de la región.

La respuesta a la consiguiente crisis financiera fue "rápida y enérgica", destacó el entonces presidente de la Fed Alan Greenspan en un discurso de 1999. Suecia garantizó la deuda de los bancos contra posibles pérdidas y estableció un fondo de reestructuración de 14.000 millones de dólares para proporcionar capital a los bancos en dificultades a cambio de acciones. Además de tomar el control de Nordbanken, el Gobierno creó un "banco malo" que compró los activos problemáticos con descuento, y dejó a las instituciones financieras la gestión de sus carteras con los activos más líquidos.

El Gobierno de Noruega tomó pasos similares al garantizar los ahorros y tomar el control de los tres mayores bancos del país. Finlandia fusionó más de 40 bancos en una única entidad gestionada por el Gobierno y trasladó los activos morosos a sociedades administradoras gestionadas por el banco central.

Consecuencias económicas

Aunque las intervenciones "fueron generalizadas y al final un éxito", no aliviaron inmediatamente las economías de lo tres países, debido a que los bancos redujeron la concesión de créditos y las empresas y consumidores gastaron menos, explica Lauri Uotila, economista jefe en Sampo Bank, una filial de Danske Bank en Helsinki.

Las economías finlandesa y sueca se contrajeron en 1991, 1992 y 1993. Norges Bank calcula que a principio de los años 90 la producción cayó un 12,3% en Finlandia, un 5,8% Suecia y un 4,1% en Noruega. El desempleo no tocó máximos hasta mayo de 1994, cuando la tasa alcanzó el 19,9%, tras haber descendido hasta el 2,1% en 1990. En Suecia, llegó al 9,9% en 1997, desde el 1,6% en 1990.

Comparaciones

"Las agresivas medidas tomadas por los Gobiernos escandinavos no fueron suficientes para evitar recesiones profundas", indica Nicola Mai, economista de JPMorgan en Londres.

Mai dice que el Gobierno estadounidense y la Fed fueron más rápidos en acomodar la política fiscal y en reducir los tipos de interés en cuanto afloró la crisis, algo que Noruega, Finlandia y Suecia no pudieron hacer porque tenían que mantener fijo el tipo de cambio.

Jim O'Neill, economista jefe en Goldman Sachs, cree que actuando rápidamente, Estados Unidos podría todavía evitar una "década pérdida" de deflación como en Japón después de que los responsables de dirigir la segunda economía mundial vacilaran en actuar ante la crisis bancaria. "Estados Unidos podría incluso hacerlo mejor que Suecia, cuyo Gobierno ganó dinero cuando pudo vender más tarde lo activos", añade.

Cuando las burbujas bursátil e inmobiliaria en Japón estallaron a principio de los años 90, se abandonó a los bancos con billones de yenes en préstamos morosos en sus libros. No fue hasta 1999 -dos años después del colapso de Yamaichi Securities- cuando Japón tomó la decisión política de utilizar el dinero de los contribuyentes para empezar a rescatar el sistema bancario.

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