Se inaugura un nuevo orden de las finanzas mundiales
Los bancos comerciales, como Bank of America y Santander, triunfan sobre las firmas de valores
Más de 200 años después de haber nacido a la sombra de un árbol en la calle que le dio su nombre, el Wall Street que conocemos está dejando de existir.
La desaparición de Lehman Brothers Holdings Inc., un banco de inversión fundado hace 158 años, la súbita adquisición de Merrill Lynch & Co. y el colapso de Bear Stearns Cos. representan un hito en la mayor reestructuración de la industria bancaria desde la Gran Depresión.
Durante décadas, firmas de valores como Lehman, Merrill y Bear tomaron grandes riesgos, obtuvieron jugosas ganancias y asumieron pérdidas ocasionales. Ahora, a medida que estas firmas de valores se desvanecen, el viejo negocio de captar depósitos y construir redes de sucursales recobra su importancia como la manera confiable de ganar dinero. Instituciones como las estadounidenses Bank of America Corp. y Wells Fargo & Co. el alemán Deutsche Bank AG y el español Banco Santander SA, ascienden a la cima de una industria financiera que probablemente será más segura pero menos lucrativa para los accionistas.
De los cinco mayores bancos de inversión independientes que existían hace dos años, sólo dos (Goldman Sachs Group Inc. y Morgan Stanley) siguen en pie.
Un sello característico del nuevo orden probablemente será un alejamiento de los grandes riesgos —un alto nivel de endeudamiento, valores complejos— que imperaron en los últimos años. Los bancos están "volviendo a lo básico, al principal propósito del sistema sin toda la parafernalia", dice Douglas Flint, director financiero de HSBC Holdings PLC y copresidente de un grupo de banqueros que elabora un marco para prevenir un riesgo bancario sistémico. "Reconocen que cuando se calmen las aguas... la industria en su esencia será diferente".
El cambio refleja una reevaluación más amplia sobre cuál es la mejor forma de abordar el negocio central de los bancos, el cual tiene un papel principal en la economía al convertir el efectivo y los depósitos de los ahorradores en inversiones a largo plazo como hipotecas y préstamos a empresas. La contracción del crédito ha desnudado las fallas de los esfuerzos de los bancos por trasladar gran parte de ese negocio desde sus balances a los mercados, donde los préstamos son agrupados y vendidos a inversionistas y a una gran gama de fondos especializados. Las firmas de valores y los fondos de cobertura tuvieron un rol clave en el sistema bancario virtual. Ayudaron a los bancos a agrupar sus préstamos e incluso asumieron parte del negocio de créditos, pero con menos protecciones contra pérdidas y sin el respaldo estatal a los depósitos de los clientes.
El nuevo orden financiero también pone de relieve el duradero impacto de los esfuerzos de Wall Street hace casi una década para derogar la ley Glass-Steagall, que impedía que los bancos comerciales de EE.UU. incursionaran en la banca de inversión. La revocación en 1999 de dicha ley permitió que los bancos comerciales entraran al negocio de valores y pudieran competir contra firmas como Bear Stearns y Merrill. El modelo de banco universal que surgió resultó difícil de manejar. No obstante, los grandes bancos comerciales, como Bank of America, que son regulados y tienen que mantener grandes provisiones contra posibles pérdidas, hasta ahora han soportado mejor la crisis financiera que las firmas de valores.
La renovada importancia del negocio bancario tradicional es un fenómeno global. Deutsche Bank, que se había concentrado en fortalecer su negocio global de banca de inversión, acordó la semana pasada pagar cerca de US$4.200 millones para adquirir las 850 sucursales en Alemania y los 14,5 millones de clientes de Deutsche Postbank AG, el banco comercial del sistema postal del país. Santander, que también cortejó a Postbank, pagó US$2.230 millones por el banco hipotecario Alliance & Leicester, que refuerza su ya importante red de sucursales en Gran Bretaña. Antes de ser adquirida por Bank of America, Merrill había estado expandiendo su unidad de banca comercial.
Los depósitos han sido una de las escasas luces en medio de un panorama oscuro para las firmas financieras. Han crecido rápido aun cuando otras formas de financiación casi se han agotado. En EE.UU., por ejemplo, los ahorros y depósitos a plazo pequeños en bancos comerciales totalizaron US$6,9 billones (millones de millones) a fines de agosto, un alza de 7,6% con respecto al mismo mes del año previo, según la Reserva Federal.
El modelo bancario básico, sin embargo, no ha funcionado para todos. Los bancos pequeños en EE.UU. y Europa han sufrido, en parte porque no tienen la escala y la diversificación para absorber las grandes pérdidas generadas por las crecientes cesaciones de pagos en las hipotecas y los préstamos corporativos.
De todos modos, el regreso de los bancos a su negocio más tradicional representa un marcado contraste con la tendencia predominante en los últimos años. En lugar de ganar dinero captando depósitos a tasas de interés a corto plazo y conceder préstamos a tasas más altas a largo plazo, los bancos crearon una estructura que hacía esencialmente lo mismo. Establecieron fondos especializados, conocidos como canales y vehículos de inversión estructurados (o SIV, por sus siglas en inglés), los cuales tomaron prestado dinero en el mercado de papeles comerciales y compraron valores agrupados con préstamos. Las firmas de valores y los fondos de cobertura también entraron en el juego, creando y comprando bonos que contenían préstamos corporativos e hipotecarios. Sin acceso a los depósitos, las firmas de valores y los fondos de cobertura se dirigieron a otros mercados para pedir dinero. Toda la actividad e innovación ayudaron a los bancos a alcanzar un nuevo nivel de rentabilidad después de varios años de vacas flacas. Los bancos europeos produjeron un retorno promedio de 21% sobre las inversiones de sus accionistas en 2007, comparado con el 13% de 1996, según un reciente informe de Citigroup Inc. Pero recurrieron a altos niveles de endeudamiento para conseguir tales retornos.
Cuando empezó la contracción del crédito hace un año, las fallas de la nueva arquitectura financiera se volvieron evidentes. El mercado para valores respaldados por préstamos hipotecarios casi desapareció. Los bancos se vieron forzados a asumir los miles de millones de dólares en préstamos y valores que habían puesto en conductos y SIV. Para las firmas de valores se ha vuelto mucho más difícil y caro obtener préstamos y otros tipos de financiación. Esto hace que surjan dudas sobre si las firmas de corretaje no ligadas a bancos comerciales podrán sobrevivir.
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