por Steve Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
En octubre el Índice de Precios al Productor se hundió en un 2,8%, su mayor caída en un mes desde que el Departamento de Trabajo de EE.UU. comenzó a medirlo en 1947. Al mismo tiempo, el Índice de Precios al Consumidor cayó casi en un 1%. Era de esperarse que todo el mundo en EE.UU. esté hablando de una deflación. De hecho, el mercado de bonos está poniéndole el precio a la deflación. El hecho de que el retorno a cinco años de los bonos de la Tesorería de EE.UU., sin ser ajustados a la inflación, es de 2% mientras que el retorno a cinco años de aquellos bonos de la Tesorería, protegidos de la inflación, es de 2,4% implica que el mercado de bonos espera que la inflación anual promedio sea de un 0,4% negativo.
Esa es una previsión objetiva y basada en el mercado, pero yo creo que está equivocada. Si, la reducción del apalancamiento de la economía ha desatado fuerzas deflacionarias. Sin embargo, la Reserva Federal ha presionado a toda fuerza el pedal del dinero, y es difícil ver alguna manera en la que la deflación podría acaparar la atención de los titulares por lo menos durante muchos meses por venir, ni hablar de en cinco años. Los bonos ajustados a la inflación de la Tesorería de EE.UU. siguen siendo una buena compra.
La deflación no está en la mente de todos, no obstante. Los sufrientes ciudadanos de Zimbabwe están atrapados en la primera hiperinflación del siglo XXI. En marzo de 2007 la tasa de inflación de Zimbabwe sobrepasó 50% al mes, un buen punto de quiebre para definir una “hiperinflación” e igual a 12.875% al año. Desde ese entonces, se ha empeorado mucho más.
La causa de la hiperinflación es un gobierno que obliga al Banco de la Reserva de Zimbabwe (RBZ, por su sigla en inglés) a imprimir dinero. El gobierno financia su gasto al emitir deuda que el RBZ debe comprar con nuevos dólares de Zimbabwe. El banco también produce trabajos, a expensas de cada ciudadano que utiliza esta moneda. Entre 2001 y 2007 el personal de este banco creció en un 120% desde 618 hasta 1.360 empleados, el aumento más grande dentro de cualquier banco central en el mundo. Aún así, el banco no produce información precisa o actualizada.
Las últimas estadísticas oficiales de inflación, para julio, ya no están actualizadas y no hay esperanza de que sean actualizadas pronto. La información acerca de la oferta de dinero es peor aún; las cifras más recientes son de enero de 2008 —historia antigua.
En la ausencia de buenos números oficiales, yo he desarrollado mi propio índice de hiperinflación para Zimbabwe. Yo derivo de este información basada en el mercado acerca de los precios comenzando en enero de 2007. El índice nos dice que la tasa de inflación en Zimbabwe recientemente llegó a su tope en 80.000 millones al mes. Eso significa alrededor de 65 seguido de 107 ceros. Para comprender esto, imagínese el equivalente a una inflación de 98% al día. Los precios se duplican cada 24,7 horas. Las tiendas simplemente han dejado de aceptar dólares de Zimbabwe.
¿En dónde se ubica Zimbabwe en los records históricos de hiperinflación? Los episodios de verdaderas hiperinflaciones son raros. Ocurren solamente cuando la oferta del dinero ha sido alimentada por una imprenta con rienda suelta para imprimir. Ninguna hiperinflación alguna vez ha sido registrada cuando el dinero estaba basado en o era convertible a una commodity. La primera hiperinflación ocurrió durante la Revolución Francesa. Hubieron otras 28 hiperinflaciones antes de la de Zimbabwe, todas en el siglo XX.
EE.UU. no ha tenido una. Estuvo más cerca de tenerla durante la Guerra Revolucionaria, cuando imprimió moneda Continental para pagar las cuentas. La tasa mensual de inflación más alta fue de 47,4% en noviembre de 1779. Durante la Guerra Civil los dólares eran impresos para financiar la lucha, y la inflación llegó a su tasa más alta mensual de 40% en 1864.
La tabla adjunta muestra las seis peores hiperinflaciones de todos los tiempos. El famoso episodio alemán solo fue la cuarta más virulenta de ellas. No estuvo ni remotamente cerca de la experiencia en Yugoslavia bajo Slobodan Milosevic. El desastre de Mugabe de ahora sobrepasa a Yugoslavia, y si continúa creciendo al paso actual, puede que ya haya sobrepasado a Hungría para fines de diciembre.
Muchos piensan que este será que el golpe que finalmente derribe la dictadura de 28 años de Mugabe. No se confíen de eso. La hiperinflación de Yugoslavia llegó a su tope en enero de 2004, pero los yugoslavos sufrieron alrededor de siete años más de inflación alta antes de que Milosevic accediera con reservas a conceder su derrota luego de las elecciones de septiembre de 2000. Esperen que Mugabe se mantenga en el poder por un tiempo todavía, a menos que la vejez (él tiene 84 años) o un asesinato lo detengan antes. También esperen un retorno a por lo menos una inflación mediana en EE.UU.
Pasión y desencanto cubano
por Ángel Soto
Angel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
A 50 años de la revolución cubana, La pasión según Carmela nos ambienta en los meses previos a la llegada de Fidel Castro a La Habana en enero de 1959 y lo que ha significado para los cubanos medio siglo de dictadura.
Es una historia de amor entre Carmela, una médica cubana e Ignacio, un economista argentino que durante la segunda mitad de 1958 está en la Isla acompañando y luchando por la revolución. Para él, es una aventura “que viene repitiendo la humanidad desde que empezó a ser oprimida… es la rebelión de Moisés, de Espartaco, de Jesús, de los campesinos medievales, de los sans-culottes de Francia, de los ejércitos libertadores en América Latina” (p. 27).
Carmela pertenece a la clase alta cubana, pero tras romper con su esposo sigue los pasos de su hermano y se interna en la Sierra Maestra para acompañar a los revolucionarios que confían en que esta insurrección significará la llegada de la democracia a la Isla. Es el anhelo de la ansiada libertad, pues la rebelión será contra la hipocresía, los prejuicios y las injusticias de la dictadura de Batista.
Al decir de la contratapa, ambos “construyen su amor duro y bello en uno de los escenarios más sísmicos y románticos de la historia latinoamericana. Nadan con la corriente, la gozan y agrandan. Pero también son arrastrados por remolinos que quitan el aire y ponen el mundo al revés”.
La historia está bien ambientada con nombres reales: Húber Matos, Ernesto “ché” Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, Gabriel García Márquez y el propio Fidel. Además, la lectura —y por un momento cerrar los ojos— nos transporta a lugares como Matanzas, Santiago de Cuba, la Sierra y La Habana con sus distintos barrios.
La novela devela el desencanto de los rebeldes y las justificaciones de sus seguidores. ¿Hay justificación a las guillotinas y las purgas? Las intrigas, los fusilamientos, las venganzas y un Fidel que irritado por la difusión internacional de las ejecuciones convocó a un acto masivo en La Habana en donde lejos de inclinarse a la moderación exigió la pena de muerte a todos los culpables de los crímenes políticos (p.136). Ante ello, “jueces asustados debían acatar las exigencias de una muchedumbre fuera de sí” (p. 137). Pero la gente quería Fidelismo, es decir “democracia y libertad con justicia social”, y no Comunismo que equivale a “justicia social sin democracia ni libertad” (p.146). Húber lo anuncia, “la Revolución resbala hacia la dictadura… tal vez sea una dictadura diferente a las que conocemos, pero será una dictadura; se trata de una redonda traición a nuestros ideales” (p. 153). ¿Qué te paso Fidel?
El desastre económico de Ché, visitas de los intelectuales, la condena a Matos, la cárcel, el exilio de los disidentes, el fracaso de la zafra, las contradicciones de los visitantes de la Europa Oriental, la libreta de racionamiento y las fugas en balsa dan el entorno a un romance pasional y doloroso.
No doy más detalles ni me referiré al desenlace para que el lector disfrute y mantenga la atención, pero hay una pregunta central “¿yo soy igual a los comandantes? ¿Por qué no soy yo el que manda?” (p. 177). “A ciertos funcionarios y comandantes ya se los empezaba a calificar como los Gorditos, porque comían en los mejores restaurantes, salían de viaje al exterior disfrutaban viviendas lujosas”. Luego viene la sentencia de Ignacio: “Ansiábamos construir un mundo mejor por la vía del voluntarismo. Ahora pienso que el voluntarismo debería asociarse a la omnipotencia y, también a la crueldad. O la estupidez…”(pp. 218-219).
La novela de Aguinis nos conmoverá con el amor, con la lucha en pro de la libertad, pero sobre todo nos mostrará la pasión y el desencanto cubano.
Frase destacada: “Lo nuestro no es traición ni cobardía, le dije, sino lucha por la libertad, la tuya y la mía. Cuba se ha convertido en una enorme cárcel, asintió ella con voz quebrada. La cárcel que nos construyó Fidel” (p. 255).
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