27 julio, 2009

MISERIA DEL DOBLE RASERO

Honduras y liviandades

Por Marcelo Birmajer

Parece ser que Cuba y Honduras quedan en dos planetas distintos; pero esos dos planetas comparten instituciones con nombres iguales.
En el planeta donde está ubicada la dictadura genética de los Castro existe una ONG, llamada OEA, que, luego de expulsar a aquélla de su seno, como ha durado lo suficiente le invita a volver a casa. En el planeta donde se alza Honduras, la OEA es la Organización de Estados Americanos, y suspende a aquellos de sus miembros que desconocen la legitimidad de un presidente elegido en elecciones libres, sin que le importe el comportamiento posterior del mismo.

Esta realidad biplanetaria ha generado una cantidad considerable de expertos, capacitados no sólo para determinar las distintas leyes que rigen en cada uno, sino para descubrir nuevos planetas, como el que aloja a la república islamofascista de Chávez, que a su vez es regida por leyes distintas de las de los otros dos planetas y de nuestra Tierra.

Para los expertos biplanetarios, que Estados Unidos y el resto del mundo apliquen sanciones económicas a Honduras es un buen método para que prospere la democracia en este país. Las mismas sanciones aplicadas contra Cuba, según los mismos expertos, sólo retrasarán la llegada de la misma democracia.

Para los expertos biplanetarios, la posible intervención armada del depuesto presidente Zelaya, acompañado de los esbirros de Chávez y los empobrecidos soldados de Daniel Ortega –abusador de su propia hijastra–, generaría una legítima guerra civil en Honduras, en la que apoyarían a Zelaya. En cambio, el desembarco de efectivos cubanos en Bahía de Cochinos en 1961, con leve apoyo de los Estados Unidos, fue una invasión inaceptable, y cualquier intento de exiliados cubanos de regresar a su patria a luchar por la democracia y sus propiedades es igualmente inaceptable.

El tercer planeta, donde no sólo se sitúa Venezuela, sino que la totalidad del mismo parece dirigido por el islamofascista Hugo Chávez, las leyes del magnetismo, la gravedad y la institucionalidad varían radicalmente.

En el planeta donde se halla Honduras, si un militar saca de la cama a un presidente en pijama pero no mata a ciudadano alguno, es considerado un reprobable golpista; en el planeta de Chávez, si uno atenta contra la legítima democracia de Carlos Andrés Pérez –en 1992– y mata docenas de ciudadanos, es un digno candidato a ser elegido democráticamente en las urnas. No se sabe si lo que permite esta distinción es que Chávez atentara contra Carlos Andres Pérez y no contra Zelaya, que fracasara –en contraste con Micheletti– o que su intentona fuera en 1992 en vez de en 2009; pero lo cierto es que, para los especialistas triplanetarios, si Chávez da un golpe es un excelente candidato a dirigir ya no sólo Venezuela, sino todo el planeta, mientras que en Honduras un gesto menos cruento y más ambiguo es considerado indiscutiblemente un golpe de Estado, y sus ejecutores merecen la condena universal.

Mientras que en el planeta de Chávez los presidentes pueden desconocer el resultado de las urnas cuando se eligen intendentes, en Honduras los especialistas triplanetarios exigen que las autoridades acepten como presidentes y candidatos incluso a aquellos que desobedecen la Constitución.

En fin, yo soy de esos cínicos que, si bien creen a pies juntillas en que los norteamericanos alunizaron en 1969, no creen, en cambio, que Cuba, Honduras y Venezuela habiten distintos planetas. Al mismo tiempo, creo que debería haber elecciones libres en Cuba, en Venezuela y en Honduras; con las mismas garantías que hay en Estados Unidos, en Brasil o en Chile.

No se puede luchar por rincones de democracia; debemos luchar al menos por continentes democráticos. Si se exige a Honduras lo que no se exige a Venezuela y a Cuba, si invitamos a Cuba a la OEA por el mismo motivo por el cual se suspende a Honduras, entonces continuaremos la injusticia de tratar con hondura a los constitucionalistas tal vez equivocados y con liviandad a los dictadores convencidos.

MISERIA DEL DOBLE RASERO

¡Todos contra Honduras!

Por Jorge Salaverry

Por una diferencia horaria, los europeos fueron los primeros en condenar los hechos ocurridos en Honduras en la mañana del 28 de junio. Unas horas más tarde lo hizo la OEA, activada por el sentido corporativista de los presidentes que la controlan y por los intereses personales y mezquinos de su secretario general. Dos días después se sumó la ONU, incitada por el presidente actual de la Asamblea General, el ex ministro sandinista –al servicio de Ortega, Chávez y Castro– Miguel D'Escoto Brockman. El lema era: ¡Todos contra Honduras!
El problema, sin embargo, no está en las reacciones iniciales. El problema está en que, después de un mes, las democracias de verdad, con Estados Unidos a la cabeza, siguen haciendo frente común con gobiernos abiertamente antidemocráticos, como los de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Cuba, y persisten en que "la restauración de la democracia y del orden constitucional en Honduras pasa necesariamente por el retorno de José Manuel Zelaya a la presidencia de la República".

Esa posición, además de injusta, es hipócrita y cobarde. A estas alturas ya no es válido aferrarse al pijama de Zelaya; ya nadie puede alegar ignorancia de que lo que en verdad ocurrió en el país centroamericano es que sus instituciones legítimas se activaron para frenar legalmente los muchos y continuados atropellos del ex presidente Zelaya a la Constitución y al orden institucional. Esa activación oportuna, valiente y apegada a derecho salvó la libertad y la democracia en el pequeño país centroamericano. Todo lo demás son cuentos chinos.

¿Por qué entonces las democracias siguen con la cantaleta de la restitución de Zelaya? Empecemos por Estados Unidos. En primer lugar, la actual administración demócrata, enfrentada como está a enormes problemas internacionales y domésticos, lo menos que desea en estos momentos es que se le alborote el patio trasero y cree, equivocadamente, que la mejor manera de lograrlo es no irritando a los déspotas de la región. En segundo lugar, tiene horror de ser percibida como una administración que apoya un golpe de estado, cosa que en Honduras no hubo. En tercer lugar, tiene miedo de que su nueva política hacia América Latina fracase si incomoda al bloque chavista. Por último, cree que debe sacrificar a Honduras para enseñar a los otros países del hemisferio que los golpes de estado ya no se toleran. Ilusos.

¿Y qué decir de los europeos? El siguiente caso es ilustrativo. En agosto de 2008 un generalote derrocó mediante un golpe de estado puro y duro al presidente civil de Mauritania, elegido democráticamente, y se apoderó del gobierno. Hace poco más de una semana, el mismo golpista se afirmó en el poder ganando unas elecciones que él mismo ayudó a organizar. El gobierno de España se ha congratulado por esas elecciones y ha declarado su disposición a colaborar con el generalote "en la consolidación de la gobernabilidad constitucional y el desarrollo económico y social de este país vecino y amigo". ¿Y qué dice respecto a Honduras? Que Zelaya debe ser restituido a la presidencia.

¿Y del secretario general de la OEA qué hay? Pues que se disponía a ser cómplice de la consulta ilegal que Zelaya esperaba realizar el 28 de junio. En una conferencia organizada por el Inter American Dialogue en Washington el pasado día 16, Insulza –admirador confeso de Fidel Castro– declaró que estuvo en contacto con Zelaya en los días anteriores al 28 de junio, y que en la víspera de su deposición le llamó para decirle que el lunes 29 arribaría a Tegucigalpa una misión de la OEA. ¿Alguien que no se chupe el pulgar podrá creer que esa misión llegaría para cuestionar la legitimidad de la consulta que Zelaya tenía organizada para ganar con una amplísima mayoría? Pues no: el objetivo de la misión era justificar la consulta y paralizar las instituciones hondureñas. Encima de eso, Insulza tuvo el descaro de anunciar la semana pasada que la OEA no reconocerá al gobierno que elijan los hondureños en noviembre si Zelaya no es restituido.

Es tiempo de poner punto final a tanta cobardía y al doble rasero. La Unión Europea, Estados Unidos y todas las democracias de verdad están claras en el fondo de que Zelaya fue depuesto de manera legal y legítima y de que no puede ni debe volver a la presidencia. Es tiempo de reconocerlo abiertamente y de mostrar el debido respeto hacia las instituciones hondureñas y hacia la mayoría de los hondureños, pacíficos y amantes de la libertad. Pero ya sé que esto es pedirle demasiado a la comunidad internacional.

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