Que el dictador Gadafi sea el que ha acudido a aviones de combate para masacrar civiles; el mismo que fue comparado con Simón Bolívar; y de quien recibió el presidente Chávez un premio como defensor de los derechos humanos, no es propiamente un efecto dominó, es una ironía del destino
El efecto dominó, entendido como un fenómeno social que ocurre en un país y provoca una reacción en cadena en otros, surgió en la década de los 50
Por Orlando Ochoa Terán
La caída de los regímenes de Túnez y Egipto en dramática sucesión y sus efectos en Bahréin y Libia, así como en otras regiones ha actualizado la controvertida teoría del dominó que se originó en los albores de la guerra fría.
El efecto dominó, entendido como un fenómeno social que ocurre en un país y provoca una reacción en cadena en otros, surgió en la década de los 50 y era parte consustancial de la Doctrina de la Contención formulada por el presidente Truman en 1947 para detener el avance comunista en Europa Occidental. El primer intento de impedir esta expansión consistió en la ayuda financiera a Grecia y Turquía para evitar que cayera bajo la influencia de la Unión Soviética. La derrota del gobierno de la República Nacionalista de China en 1949 por rebeldes comunistas causó nuevos temores del efecto dominó que se acrecentaron con la división de las dos Coreas en 1953 y la derrota de los franceses por el ejército nacionalista de Viet Minh en lo que entonces era conocido como la Indochina Francesa.
Bajo la premisa de que este ejemplo y el apoyo material de China harían que Burma, Tailandia, Malaya e Indonesia cayeran bajo la égida comunista, el gobierno de EE UU se involucró en la guerra de Vietnam con resultados catastróficos. Tan equivocados estaban los americanos con la extrapolación del efecto dominó en Asia como lo estuvo el Ché Guevara en su Mensaje a la Tricontinental donde clamaba por “dos, tres Vietnam, muchos Vietnams” a través del mundo para hacer retroceder al capitalismo.
Nixon se propuso desestabilizar el gobierno de Salvador Allende bajo el temor del efecto dominó en Sur América. Con la misma justificación el gobierno del presidente Ronald Reagan intervino en Centro América y Grenada. En la invasión a Irak en marzo de 2003 siempre estuvo subyacente la idea de que una vez establecida una democracia tendría un efecto expansivo en otros regímenes del Medio Oriente.
Fidel Castro, en su tiempo, se enamoró de la idea de que su revolución podía exportarse y provocar un efecto dominó. Venezuela fue la primera y es la última víctima de este delirio que hoy el presidente Chávez remeda. Con mucha razón el internacionalista Fred Halliday, autor de Revolution and World Politics, decía que “el mundo de la ideología y la retórica, y el mundo real, nunca han coincidido”.
Dominó en el trópico
Estos ejemplos demuestran, como decíamos en nuestra anterior entrega, que las sociedades no son sistemas lineales integrada por componentes repetitivos, identificables en sus relaciones causa-efecto y susceptibles de manipulación como quisieron los soviéticos, chinos, cubanos y EE UU. Los analistas están contestes que el detonante de este fenómeno social que se inició en Túnez y contagió a la región fue el vendedor tunecino de 26 años, Mohamed Bouazizi, que se prendió fuego el pasado 17 de diciembre.
Las súbitas rebeliones de Túnez, Egipto, Bahréin, Libia y en menor escala en Irán, Argelia, Marruecos y China hacen pensar que efectivamente existe un efecto dominó que lo provoca causas indeterminadas pero que en ningún caso responden a la manipulación ideológica de otros países. No hay gobierno que esté a salvo de esta onda expansiva cuando las condiciones están dadas.
El fenómeno es tan complejo que ni el gobierno bolivariano ha podido responsabilizar al imperialismo por ser precisamente EE UU unos de los que tiene mucho que perder en esta inestable e impredecible situación. Sin contar el daño colateral a la economía mundial debido al impacto en los precios del petróleo.
Lo que llama la atención es que en Túnez y Egipto o cualquiera que sea el desenlace en Bahréin, Libia o cualquier otro país, la rebeliones generalmente la integran entre cien mil y doscientos mil activos y perseverantes manifestantes, en su mayoría jóvenes, que han decidido por millones de ciudadanos que votaban en elecciones amañadas pero estaban conscientes de la imposibilidad de una salida pacífica.
El régimen bolivariano ya ha recibido su cuota. El hecho de que el ministro de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña, William Hague, en esos momentos de agitación, cuando el mundo entero estaba pendiente del desenlace en Libia haya propagado la especie, más tarde desmentida, de que el dictador Gadafi se refugiaba en Venezuela, no fue precisamente una buena publicidad.
Que el dictador Gadafi sea el que ha acudido a aviones de combate para masacrar civiles; el mismo que fue comparado con Simón Bolívar; y de quien recibió el presidente Chávez un premio como defensor de los derechos humanos, no es propiamente un efecto dominó, es una ironía del destino.
La conspiración de los idiotas
Las Naciones Unidas, esa respetable organización de narcotraficantes bolivarianos, asesinos musulmanes y dictadores comunistas, sigue silenciosa. Les cuesta mucho trabajo decidir qué hacer con tan notable y magnánimo revolucionario socialista cual es Gaddafi, quien fue uno de sus mejores amigos durante 42 años.
Por José Brechner
A los embajadores en la ONU se les cae Gaddafi, el Ché Guevara árabe. No saben si llorar o salir a ayudarlo. ¿Condenarlo? No estaba en sus planes.
Chávez, Ortega y Castro le brindaron solidaridad y apoyo. Cristina Kirchner lo alabó en 2008 cuando fue a visitarlo. Dijo que se sentía identificada con el líder de la revolución libia. Coinciden en ideología y en los esperpentos que se ponen en la cabeza. Tal vez comparten el mismo diseñador de ropa.
Estando en el barrio, Cristina pudo darse una vuelta por Israel, pero no lo hizo. Prefirió visitar Argelia, Túnez y Egipto. Ella es amiga de los judíos que le convienen socialmente. O que cree que le convienen. Su elección de canciller le está costando cara.
"Yo y el líder de la nación libia hemos sido militantes políticos desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes y con un sesgo fuertemente cuestionador del status quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse", dijo entonces la presidente argentina.
El único gobernante en el mundo que brilló por su integridad fue Alan García que rompió relaciones con el régimen libio.
En un nivel y escenario algo más importante, Washington no reaccionó con la agilidad que lo hizo con Egipto. Hillary recién empezó su campaña de aglutinar interesados en Europa para tomar medidas “diplomáticas” e imponer “sanciones económicas”. ¡No saben cómo eso le va a afectar a Gaddafi, es posible que se quede sin caviar!
Las Naciones Unidas, esa respetable organización de narcotraficantes bolivarianos, asesinos musulmanes y dictadores comunistas, sigue silenciosa. Les cuesta mucho trabajo decidir qué hacer con tan notable y magnánimo revolucionario socialista cual es Gaddafi, quien fue uno de sus mejores amigos durante 42 años.
Por un lado deben apoyar la democracia, por otro, los menos democráticos controlan la ONU y están que les tiemblan las rodillas. La revolución global puede no tener los resultados que imaginaban. Y no los tendrá.
Siempre fui enemigo de las teorías conspirativas, pero en el caso islam-izquierda no hay nada escondido. Vienen diciendo de frente que están unidos para someter al mundo. Se abrazan, besan y felicitan públicamente. Claman con acabar con el “imperio”, su “aliado sionista”, Europa, y todo lo que sea decencia y democracia.
Hay un plan definido y concreto de destrucción de la civilización occidental capitalista para que el Islam se yerga victorioso junto a los progres. Cada uno de los “revolucionarios” hace lo que puede en su feudo y todos después se reúnen en su sede de las Naciones Unidas para comparar logros y condenar a los demás.
Lo que falta por resolver es el propósito final de los musulmanes de montar un califato, por el que se pelean sunís y chiís. El califato debe dominar a todos, eso significa que los socialistas tendrán que someterse a los moros. Ese alboroto vendrá más tarde. Mientras tanto unifican esfuerzos.
¿Quiénes son más idiotas: los musulmanes, los izquierdistas o los occidentales? Pues, existen tres clases de idiotas: 1) El idiota que sabe que es idiota. 2) El idiota que no sabe que es idiota y que se cree vivo y 3) El idiota que no tiene nada de idiota, pero que se hace al idiota.
El primero y el segundo es un mérito que comparten musulmanes y progres. Perdedores tradicionales que se agrandaron con unos pesos en el bolsillo. El tercero es Occidente: Estados Unidos, Europa e Israel.
Occidente sigue obrando de forma políticamente correcta esperando por la gota que rebalse el vaso. Cuando éste se desborde, se acabará la corrección y comenzará el periodo final del Islam y el socialismo sobre la faz de la tierra.
La semilla de la libertad de Cuba
La semilla de la libertad de Cuba
El ángel de la vida, esperaba al alma de Orlando con un haz de luz radiante en sus manos, para iluminar el camino de aquel que tenía como misión ir regando la semilla de la libertad en cada cubano
Por Mercedes Montero
Admirada Reina Luisa Tamayo:
Digna Madre de Orlando Zapata, la semilla de la libertad de Cuba
Cuando tu hijo Orlando tomó la valiente decisión de luchar hasta el final por la reconquista de la libertad y democracia de su Patria, en defensa de sus principios y los derechos de sus hermanos de nación, estaba consciente que tal decisión podría implicar tener que rendir su vida. Sin embargo siguió adelante porque para él, era preferible morir, a que Cuba siguiera bajo la égida del Castro comunismo, esclavitud y miseria absoluta.
Cuando Orlando Zapata murió tenía dos ángeles a su lado, el de la muerte que usaría su guadaña, no para cercenar su vida, sino para abrir el pecho del hombre y dejar que su alma libre remontara el vuelo hacia el cielo de Cuba. Por su parte el ángel de la vida, esperaba al alma de Orlando con un haz de luz radiante en sus manos, para iluminar el camino de aquel que tenía como misión ir regando la semilla de la libertad en cada cubano consciente de que el mundo es una realidad mucho más grande y noble, que el marasmo ofrecido por la revolución castrista.
Desde arriba Orlando fue recorriendo toda la extensión de su isla, vio a todos sus compañeros de lucha, a quienes les pasó el mensaje del verdadero significado de su muerte, y, a ti Reina, mujer que una vez lo trajo al mundo, le pasó el testigo de su lucha. Con ese gesto te dijo, que había vuelto simbólicamente a tu vientre, pero esta vez para nacer como la libertad de Cuba.
Reina tienes en tu alma el caudal de la esperanza de un pueblo, tienes la fortaleza que da el saber que tu lucha es por la mas justa de las causas, que no es solo por tu hijo, sino también por sus ideas que trascienden a toda una nación que ha sido sometida a la ignominia desde hace 52 años, por una de las más viles dictaduras que hayan existido en el planeta.
Si hay algo que el régimen castrista domina perfectamente son las técnicas de la erosión emocional. Primero trató de descalificar a Orlando tratándolo de suicida, su muerte por inanición fue una denuncia a un régimen malvado que causó revuelo internacional, pero aún más importante movió la fibra cubana. Te han hecho a ti y a la Damas de Blanco objeto de la más cruel represión y abuso, te han perseguido hasta la saciedad, han tratado de impedir tu visita a la tumba de tu hijo. Pero tu lucha continúa, razón por la cual representas la imagen de Orlando Zapata, esa misma que el régimen cubano quiere que borrar.
Como la represión no te ha detenido y quitarles la vida a ti y a los miembros de tu familia sería dejar al régimen en el descampado, te fue ofrecido el exilio a ti y a todos tus hijos. Para quienes han sufrido tanto la propuesta era un descanso para el espíritu. Pediste que te dieran los restos o las cenizas de tu hijo, te pusieron en una disyuntiva cuando te dijeron “te las doy si te vas” y al hacerte esta proposición el régimen estaba estableciendo para su propio beneficio una transacción macabra, entre tus más hondos sentimientos contra las profundas convicciones que llevaron a Orlando a librar una lucha hasta la muerte contra ese régimen que humilla a su pueblo. Orlando Zapata no quería salir de Cuba, quería vivir en ella pero con libertad, democracia, justicia y respeto a los derechos de su pueblo. Durante casi un año te enfrentaste a las turbas que te acosaban, a los gendarmes del régimen.
El día 14 de febrero, 2011 te fue concedida a ti y a tu familia la visa para entrar en USA, tierra libre. Como madre no quieres ver morir a otro hijo y es comprensible. Has tenido la nobleza de declarar al mundo que primero saldrán todos tus hijos y serás la última en salir de Cuba, por supuesto llevándote los restos mortales del mártir Orlando Zapata.
Desde el exilio en cualquiera de sus formas, forzado o auto impuesto no se logra alcanzar la libertad o la democracia perdidas. Orlando no volverá a vivir, pero la libertad por la cual luchó y por la cual tú llevaste la antorcha ha de llegar más temprano que tarde. Con razón Reina declaraste con los ojos llenos de lágrimas que desde dondequiera que estés gritarás ¡ Zapata Vive!
Estoy segura que serás bien recibida por una comunidad cubana solidaria y generosa. Animo mujer valiente, tu mereces el triunfo, no lágrimas
Organización Presidio Político Histórico Cubano
Nota enviada por el delegado de Puerto Rico
El 23 de Febrero se cumplirá el primer año de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, después de su prolongada huelga de hambre. Ese mismo día en el Aula Magna de la Universidad de Tarragona, Cataluña, Aleida Guevara, hija de ese personaje siniestro que fue Ernesto “Che” Guevara dictará una conferencia contentiva de un mensaje contradictorio a los principios de una sociedad democrática que hace gala el gobierno regional de Cataluña
Antonio Abradelo
País de monopolios
Interludio
Román Revueltas Retes
Somos una economía “emergente” que no emerge como las otras (miren, para mayores señas, el crecimiento de Perú y de Colombia y de Chile) sino que apenas asoma la cabecita.
Somos, también, una sociedad tan desencantada que no pareciéramos estar transitando apenas por la transición (democrática) sino confirmando, con la amargura del exigente ciudadano que lo ha visto todo y que viene ya de vuelta, las irremediables falencias de un “sistema” que no nos resuelve automáticamente la existencia.
Suponemos que México es un país riquísimo y que no nos ha tocado, a cada uno de nosotros, la correspondiente tajada de un tesoro que no habría más que repartir equitativamente entre todos los peticionarios para solucionar el tema de la “justicia social”.
El mexicano, además, es un individuo de la especie profundamente individualista que, al mismo tiempo, no reconoce los esfuerzos individuales de los otros porque toda fortuna le parece mal habida y todo logro opacado por la sombra de la sospecha.
La “meritocracia” —es decir, la adjudicación de riquezas y beneficios en función de los esfuerzos personales de cada quien— no es todavía una fórmula con plena vigencia en nuestra colectividad porque nuestra aspiración secreta no es lograr retribuciones debidas a los méritos individuales sino recompensas alcanzadas gracias a las relaciones con el poderoso de turno, sea éste un compadre recién nombrado jefe de compras en una secretaría de Estado o un compañero de la escuela bendecido con algún otro cargo público de relumbrón.
No crecemos, dicen, porque no hay verdadera competencia entre unos actores económicos que lo único que saben es repartirse el pastel.
Y sí, en efecto, donde te sirven una Coca Cola no puedes pedir una Pepsi y todas las cervezas que se consumen en este país han sido confiscadas por un duopolio tan restrictivo como avasallador.
¿Qué cervezas tiene?, le preguntas al mesero en el restaurante, y te recita la consabida letanía de unas marcas en las que no figura ninguna de las otras.
Y, mira tú, todos tan contentos.
País de monopolios
Interludio
Román Revueltas Retes
Somos una economía “emergente” que no emerge como las otras (miren, para mayores señas, el crecimiento de Perú y de Colombia y de Chile) sino que apenas asoma la cabecita.
Somos, también, una sociedad tan desencantada que no pareciéramos estar transitando apenas por la transición (democrática) sino confirmando, con la amargura del exigente ciudadano que lo ha visto todo y que viene ya de vuelta, las irremediables falencias de un “sistema” que no nos resuelve automáticamente la existencia.
Suponemos que México es un país riquísimo y que no nos ha tocado, a cada uno de nosotros, la correspondiente tajada de un tesoro que no habría más que repartir equitativamente entre todos los peticionarios para solucionar el tema de la “justicia social”.
El mexicano, además, es un individuo de la especie profundamente individualista que, al mismo tiempo, no reconoce los esfuerzos individuales de los otros porque toda fortuna le parece mal habida y todo logro opacado por la sombra de la sospecha.
La “meritocracia” —es decir, la adjudicación de riquezas y beneficios en función de los esfuerzos personales de cada quien— no es todavía una fórmula con plena vigencia en nuestra colectividad porque nuestra aspiración secreta no es lograr retribuciones debidas a los méritos individuales sino recompensas alcanzadas gracias a las relaciones con el poderoso de turno, sea éste un compadre recién nombrado jefe de compras en una secretaría de Estado o un compañero de la escuela bendecido con algún otro cargo público de relumbrón.
No crecemos, dicen, porque no hay verdadera competencia entre unos actores económicos que lo único que saben es repartirse el pastel.
Y sí, en efecto, donde te sirven una Coca Cola no puedes pedir una Pepsi y todas las cervezas que se consumen en este país han sido confiscadas por un duopolio tan restrictivo como avasallador.
¿Qué cervezas tiene?, le preguntas al mesero en el restaurante, y te recita la consabida letanía de unas marcas en las que no figura ninguna de las otras.
Y, mira tú, todos tan contentos.
Eran tan fuertes que los dejaban traficar tranquilamente
Román Revueltas Retes
Es turbiamente probable que Sócrates Rizzo no haya dicho literalmente lo que dicen que dijo. Nuestra ferocidad con los boquiflojos es tan exorbitante como irremediables son sus presuntos tropiezos. El hombre, sin embargo, quería hablar de algunas cosas.
Por ejemplo, evocó unos tiempos en que el jefe del Estado mexicano era “un presidente fuerte”. Y de ahí, de esa fortaleza, se derivaba en automático “un control desde el Gobierno; el Ejército controlaba. Lo que controlaban los gobiernos priistas es que ese tráfico [de drogas] no perturbara la paz social…”.
O sea, que, si hemos entendido bien, había un tráfico más o menos encubierto de sustancias ilegales. Y ese tráfico era tolerado, digamos, como una especie de mal menor que debía ser simplemente “controlado” para “mantener la paz social”.
Hasta ahí, creo que el mensaje está bien claro.
Lo interesante, justamente, es el tema de un “control” que se podía ejercer porque en México existía “un Estado fuerte y un presidente fuerte y una Procuraduría fuerte”. Gracias a dichas fortalezas, se “tenía resuelto que el tráfico de droga no creara más problemas. En pocas palabras, se lograba un blindaje de seguridad al ciudadano…”.
Pues bien, más allá de cualquier sospecha de complicidad del antiguo régimen con las organizaciones criminales, deberíamos de aclarar, primeramente, un problema conceptual.
Porque, con perdón, la fortaleza de las instituciones del Estado se manifiesta, antes que nada, en su capacidad para anular, de manera terminante y absoluta, cualquier actividad ilegal.
No es un asunto, señor Rizzo, de administrar con mayor o menor eficacia la inobservancia de las leyes sino, por el contrario, de hacerlas cumplir cabalmente, en todo y lugar y en todo momento.
Ahí es donde está la verdadera fuerza.
Por favor, ya entiendan, una reforma no basta
Por favor, ya entiendan, una reforma no basta; tendremos que aprobar varias más
Para desgracia nuestra, la posibilidad de crecer y generar empleos exige contar con más de una iniciativa.
Ángel VerdugoLas reacciones al mero anuncio del senador Beltrones de la presentación —en pocos días— de una iniciativa que buscaría la aprobación de una reforma fiscal provocaron, no risa sino pena ajena. La avalancha de descalificaciones de la iniciativa fue la regla; en no pocos casos el argumento ad hominem (es un tipo de razonamiento que se construye a medida de la persona a quien se dirige, apoyándose en sus convicciones; no argumenta sino ataca o descalifica al adversario) sustituyó la crítica fundamentada la cual, qué lástima, habría sido de gran utilidad por la importancia del tema.
Para algunos, las
reacciones que el anuncio provocó evidenciaron una idea equivocada acerca de las reformas que el país requiere con urgencia la cual, por más esfuerzos que hacen los interesados en el tema, no logra ser aceptada y menos que se actúe en consecuencia. Aquella idea errónea tiene que ver con “el número de reformas” que debemos, a la brevedad posible, concretar.
Entre nosotros, no hay comprensión clara de que el problema no es causa de la falta de una sola reforma sino de muchas; la fiscal, no obstante su importancia y peso en el conjunto, no es la única que debemos concretar para hacer que la economía crezca a tasas elevadas por periodos prolongados. Es más, no hay país alguno en el que la modernización y el avance, que reducen la pobreza y la marginación y en general, elevan la calidad de vida de sus habitantes, se hayan logrado con una sola reforma.
Para desgracia nuestra, la posibilidad de crecer y generar los empleos que millones de mexicanos demandan desde hace muchos años, exige aprobar más de una reforma —sea la fiscal o cualquier otra—; debemos aprobar un conjunto mínimo que dé forma a un país que estimule la inversión, elimine trabas y obstáculos de todo tipo a la iniciativa individual y flexibilice el mercado laboral a fin de emplear a millones de jóvenes que habiéndose capacitado, no encuentran empleo.
Debemos ver lo que muchos países hicieron para eliminar la pobreza, o reducirla casi en su totalidad; si revisaremos con la debida seriedad el proceso en cada uno de ellos, nos daríamos cuenta que los avances y logros partieron de la aprobación de un conjunto de reformas que sentaron las bases de un nuevo país.
Fue, la aprobación de aquel conjunto, el sólido cimiento de un edificio que poco a poco cobró vida; que al paso de los años pagó con creces la decisión que los políticos tomaron años atrás.
Las reformas abarcaron —en los casos exitosos— todo; no dejó —el esfuerzo reformador para poner al día al país—, áreas intocadas.
El trabajo, la educación y la salud; las pensiones y las finanzas públicas; inversión permitida en todas las áreas de la economía y la seguridad jurídica que el inversionista que toma riesgos merece; la educación y su calidad junto con la erradicación de la impunidad fueron, entre muchos aspectos, lo que la clase política debió reformar para darles un nuevo sustento jurídico.
Sobran ejemplos de lo que afirmo; aquellas reformas abarcaron —en donde han salido adelante— todos los campos ya que no es posible avanzar si quedan áreas cuyo soporte jurídico, en vez de estimular la consecución de un mejor futuro conserva intocado lo que es un lastre para el desarrollo.
¿Por qué entonces oponerse así a una sola de las reformas? ¿Acaso no entendemos que aun si aprueban la propuesta de Beltrones, faltarían muchas reformas por concretar?
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