26 marzo, 2011

La Fed vuelve a barajar el naipe inflacionario

La Fed vuelve a barajar el naipe inflacionario

Las crisis de Japón y Medio Oriente amenazan con desbaratar sus planes para seguir estimulando la economía de EE.UU.

Por David Wessel

La palabra que tal vez mejor reflejaba la actitud de la Reserva Federal de Estados Unidos respecto a la inflación antes de los disturbios en Medio Oriente y la crisis en Japón era: relájense.

Con tanta gente sin empleo y tantas fábricas, oficinas y centros comerciales vacíos, pocas personas pueden obtener grandes incrementos salariales y pocas compañías pueden subir los precios.

De acuerdo, los precios de los alimentos han subido, pero nada que esté a nuestro alcance va a hacer que el sol brille o que las lluvias caigan en el momento adecuado para que crezca la producción agrícola. Los precios de las materias primas están subiendo, pero eso se debe a la alta demanda de los mercados emergentes. Sí, estamos inyectando miles de millones de dólares en los mercados financieros, pero vamos a retirar ese dinero antes de que genere presiones inflacionarias. Y, por favor, no nos culpen por la inflación en China, India o el Reino Unido. Combatir la inflación allí es un trabajo que le corresponde a las políticas fiscales, monetarias y cambiarias de esos países, no a nosotros.

Entonces, mientras la gente crea que la Fed no va a dejar que la inflación trepe mucho, y actué conforme a eso, no lo hará.

Luego ocurrió lo de Túnez, lo de Egipto y lo de Libia. El petróleo Brent de referencia pasó de US$90 por barril en diciembre a US$115.

Después golpeó el terremoto de Japón. Eso está tensando las cadenas de suministro y deprimiendo la demanda de los consumidores y las empresas japoneses.

[Fed]

¿Entonces, cuál es la palabra que mejor describe la inflación hoy? La respuesta no es obvia. Los vientos económicos soplan en dos direcciones al mismo tiempo. La demanda ha sido golpeada. Aunque acaba de ser superada por China, la economía de Japón es equivalente a las del Reino Unido y Francia combinadas. Consumirá un poco menos por un tiempo, lo mismo que las empresas y consumidores de otras partes, muchos de los cuales serán un poco más cautelosos que antes.

El alza en los precios, por otra parte, golpea el bolsillo. Cada moneda extra que se gasta para llenar el tanque no se destina a otra compra. Por cada diez dólares que sube el precio del barril, los economistas calculan que el crecimiento de EE.UU. se reduce en 0,2%.

Mientras más débil la demanda, menos probable es que la inflación despegue. Habitualmente.

Pero la oferta también importa. Los precios del petróleo han subido, no debido a la robusta demanda global sino a la ansiedad imperante sobre el flujo de crudo desde Medio Oriente. Las fábricas cerradas, la escasez de autopartes fabricadas en Japón y de los chips para computadoras limitan la oferta.

Cuanto menor sea la oferta, más presión habrá para que suban los precios. Habitualmente.

La Fed ha aprendido con el tiempo que no es sensato apresurarse a subir las tasas de interés cuando los precios del petróleo reflejan un shock de la oferta. Eso intensifica el dolor y no reduce los precios del petróleo rápidamente. En la medida que los consumidores y las empresas vean cualquier alza del petróleo como temporal, la inflación no infectará la economía.

"El desenlace más probable es que el reciente aumento en los precios de los commodities llevará, como mucho, a un aumento temporal y relativamente modesto en los precios al consumidor en Estados Unidos", dijo el presidente de la Fed, Ben Bernanke, en el Congreso el 1 de marzo.

Sin embargo, ¿qué podría salir mal?

Primero, la Fed aún no ha tenido que optar entre combatir la inflación y combatir el desempleo, sus dos tareas, y ha mantenido abierto el grifo del crédito. Espera de que el crecimiento se acelere y que el desempleo caiga antes de que aparezca una amenaza inflacionaria. Pero las corrientes cruzadas de las pasadas semanas podrían producir un escenario menos agradable: menos crecimiento y más inflación, acompañados de un desempleo aún alto.

Segundo, durante la crisis financiera Bernanke consideró tan baja la inflación que vio una amenaza deflacionaria. Se propuso acelerar la inflación y tuvo éxito. Como la política monetaria funciona con un cierto rezago, la Fed tiene que restringir el crédito antes que la inflación llegue a su meta de 2%. "Tenemos que estar por delante de lo que vaya a pasar", dijo el 22 de marzo Richard Fischer de la Reserva Federal de Dallas.

Pero si la inflación sorprende, la Fed no está en una buena posición para moverse rápido: planea seguir inyectando fondos en la economía mediante la compra de valores públicos hasta junio y ha prometido mantener las tasas de interés bajas "durante un período extendido".

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