16 marzo, 2011

Obama busca recuperar el liderazgo de EE.UU. con su visita a América Latina

La gira, que se llevará a cabo entre el 19 y el 23 de marzo, incluirá paradas en Brasil, la potencia sudamericana, Chile, un exitoso ejemplo de economía de libre mercado, y el pequeño estado centroamericano de El Salvador.

Washington. El presidente Barack Obama viajará a América Latina esta semana para intentar recuperar el liderazgo económico en una región en la que ahora enfrenta un renovado protagonismo de China.

En su primer viaje al sur del continente en casi dos años, Obama visitará países donde muchos cuestionan que un mandatario preocupado por las revueltas en Oriente Medio, la crisis nuclear en Japón y los problemas internos en su país tenga algo que ofrecer a un continente que se siente cada vez más independiente.

La gira, que se llevará a cabo entre el 19 y el 23 de marzo, incluirá paradas en Brasil, la potencia sudamericana, Chile, un exitoso ejemplo de economía de libre mercado, y el pequeño estado centroamericano de El Salvador.

Desafío para Obama. El desafió de Obama será convencer a los latinoamericanos, que siempre han resentido la noción de que sus países son "patios traseros" de Estados Unidos, sobre su compromiso en priorizar el comercio y la inversión, frente a una enérgica iniciativa de China por pisar fuerte en la región.

La Casa Blanca defiende a América Latina como un mercado fértil para aumentar las exportaciones, que Obama considera como el camino indicador para crear empleo, un aspecto crucial para sus chances de disputar la reelección en el 2012.

La gira también tiene importantes implicancias políticas para su país. La Casa Blanca defiende a América Latina como un mercado fértil para aumentar las exportaciones, que Obama considera como el camino indicador para crear empleo, un aspecto crucial para sus chances de disputar la reelección en el 2012.

Pero América Latina, apuntalada por un crecimiento que supera al de Estados Unidos, no sólo se está diversificando económicamente, sino que está demostrando que ya no está dispuesta a seguir las directivas de Washington.

"No podemos ignorar al Hemisferio Occidental ni darlo por sentado, debido a que otras personas se están moviendo rápida y efectivamente", dijo Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas.

Expectativas no cumplidas. Obama creó expectativas en la Cumbre de las Américas en Trinidad en el 2009 cuando prometió una "sociedad equitativa" con América Latina, basada en el respeto mutuo y los valores compartidos.

Su mensaje fue considerado como un cambio de tono en una relación que a menudo estuvo caracterizada por el abuso del poderío militar y económico estadounidense durante gran parte del siglo XX y evolucionó en una política de olvido cuando muchos países atravesaron transiciones democráticas luego de gobiernos militares.

Aunque la imagen de Washington ha mejorado en comparación con la era del presidente George W. Bush y Obama sigue siendo personalmente popular, los avances diplomáticos no se han materializado, al igual que las esperanzas de un significativo alivio del embargo estadounidense sobre Cuba o de una reforma de las leyes inmigratorias.

También ha habido frustración por el fracaso de Obama a la hora de convencer al Congreso de que apruebe los estancados pactos comerciales con Colombia y Panamá y por lo que se ha percibido como una confusa respuesta al golpe de Estado en Honduras en el 2009.

Preocupado por las crisis en el extranjero, las batallas por el presupuesto en el Congreso y su propio deseo de obtener la reelección, América Latina parece haber perdido importancia en la agenda de Obama.

Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que ha estado "profundamente comprometido", organizando regularmente reuniones con los líderes de la región en cumbres mundiales.

"Los otros países quieren ver a Estados Unidos involucrado en asuntos económicos internacionales y demostrando liderazgo", dijo el vice asesor de seguridad nacional de Obama, Mike Froman, a periodistas antes del viaje. "Creo que el presidente ha hecho eso", agregó.

Los funcionarios estadounidenses esperan que la gira de Obama -la más extensa por la región desde que asumió- transmita tranquilidad a sus vecinos y consolide las relaciones.

Nueva realidad. Si bien la visita estará edulcorada con acuerdos comerciales y pactos complementarios, el resultado será más simbólico que sustancial.

También pondrá de relieve que la era en que Estados Unidos tenía una opinión irrefutable en materia económica está terminada.

China e India están incursionando en la región. La demanda de materias primas en sus países está ayudando a impulsar el crecimiento latinoamericano, que en el pasado estaba muy rezagado al de Estados Unidos.

El reconocimiento de esta tendencia se refleja en la elección de Brasil, la principal economía de la región y una emergente potencia mundial, como la primera parada de Obama.

Según funcionarios estadounidenses, el mandatario quiere aprovechar el viaje para reparar las relaciones desde que la presidenta Dilma Rousseff asumió en enero, dejando atrás las tensiones surgidas durante los mandatos del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, entre otras cosas, por su apertura hacia Irán.

Rousseff, una política de izquierda pragmática, se ha mostrado más inclinada hacia Washington que hacia líderes anti-estadounidenses como el venezolano Hugo Chávez, pero de todas maneras se prevé que demandará resultados a Obama.

Luego de que China superó a Estados Unidos como principal socio comercial de Brasil, el Gobierno de Obama está decidido a usar su visita para apuntalar los intereses del país norteamericano.

"Este viaje se trata fundamentalmente de la recuperación y las exportaciones de Estados Unidos y de la crítica relación que tiene América Latina en nuestro futuro económico y en (la creación de) empleo", dijo Froman.

Pero dejó en claro que China será un tema de discusión entre Obama y Rousseff, sobre todo por las preocupaciones de ambos gobiernos ante lo que consideran como la subvaloración del yuan.

La visita a Chile exaltará el modelo de reforma de mercado y estabilidad apoyado por Estados Unidos desde que el país sudamericano emergió de la dictadura militar que vivió en la década de 1980. Obama usará Santiago como el escenario de un discurso sobre política para América Latina.

Como contrapunto político de Chile, donde gobierna la centroderecha, Obama viajará a El Salvador. Su Gobierno recientemente electo, liderado por un ex movimiento rebelde de izquierda al que Washington se opuso durante la guerra civil salvadoreña, busca mejorar sus relaciones con Estados Unidos.

El itinerario de Obama transmite el mensaje de que quiere evitar ver a la región a través del prisma ideológico que prevaleció durante el Gobierno de su antecesor Bush.

Pero aunque la visita a El Salvador se centrará también en los problemas generados por la pobreza y la propagación de la guerra de México contra el narcotráfico, hay pocas expectativas de un nuevo compromiso de asistencia debido a las dificultades económicas de Estados Unidos.

En algunos países excluidos de la gira podrían surgir rencores. Por ejemplo, algunos medios argentinos describieron la elección de Obama de visitar a dos vecinos pro-mercado como un desaire a la presidenta Cristina Fernández y sus políticas económicas intervencionistas.

Mujeres, justicia y Juárez

Mujeres, justicia y Juárez

Phoebe Gloeckner: “Me preocupaba no ser capaz de escribir una historia que no fuera más que pura mierda, salpicada de culpa, miedo y excusas”.

Phoebe Gloeckner, ilustradora médica, dibujante de cómics y profesora de arte en la Universidad de Michigan en Ann Arbor, realiza desde hace varios años un proyecto plástico-narrativo en torno a los feminicidios en Ciudad Juárez, sobre el cual habla para M Semanal.

JF: ¿En qué momento te enteraste de los feminicidios de Juárez?

PG: En 2003, unos meses antes de terminar un libro (The Diary of a Teenage Girl). Me contactó una actriz que me pidió que viajara a Ciudad Juárez a obtener material para una historia sobre el número aparentemente alto de mujeres asesinadas en ese lugar. La historia era para un libro a beneficio de Amnistía Internacional. Sentí que yo no venía al caso para escribir una historia sobre México, ya que ni siquiera hablaba español y, en ese entonces, sólo había venido a México una vez: a Tijuana, por un par de horas, con un grupo de caricaturistas estadunidenses para distraernos de la ComicCon de San Diego. El libro I Live Here (Pantheon , 2008) era una colección de trabajos de muchos autores sobre asuntos mundiales que afectan a mujeres y a niñas. Pero la actriz, que también fue la editora del libro, tenía una rígida agenda política que esperaba fuera expresada y apoyada por el proyecto, y esto fue un problema para mí desde el principio; como artista, sentí una fuerte responsabilidad de explorar la situación por mí misma antes de sacar conclusiones.

Mi primer viaje a Juárez (en noviembre de 2003, al lado de la actriz) estuvo altamente controlado. Entrevistamos a personas que reunían ciertas características y parecía algo ya determinado que las mujeres habían sido asesinadas debido a su conexión con las fábricas extranjeras y, por lo tanto, se podía culpar a la globalización de sus muertes.

Tuve que cuestionar esa conclusión. Los asesinatos sexuales son, me imagino, acciones íntimas que expresan un desorden intolerable en la vida interna del perpetrador. Para mí resultaba imposible imaginar que la política tenía la culpa, aunque los factores políticos y sociales pudieran facilitar el comportamiento del individuo. Al revisar las listas de mujeres asesinadas (recopiladas en los periódicos locales PM, El Diario, El Mexicano y otros), parecía ser que la mayoría de los asesinatos, aunque sin resolver, eran cometidos por esposos, novios u otros conocidos: es decir violencia doméstica. Pocas de las víctimas eran empleadas de las maquiladoras. Sumado a eso, en proporción a todos los asesinatos cometidos en un año determinado, el número de mujeres asesinadas en Juárez parecía ser casi igual a la misma estadística en muchas ciudades estadunidenses grandes.

Regresé a Estados Unidos aturdida por el dolor y la pobreza que atestigüé. Fue una batalla comprender cómo sería posible contar historias acerca de mujeres muertas que jamás fueron “como yo”, porque soy una gringa de una familia más o menos de clase media, porque no hablo el idioma, porque mi hija no había sido asesinada; además, porque tengo estudios, tengo un buen trabajo, porque usualmente puedo hacer que la gente me escuche... Me preocupaba no ser capaz de escribir una historia que fuera algo más que pura mierda, salpicada de culpa, miedo y excusas. Sentía empatía y compasión, pero mi punto de vista se hallaba desconectado de las experiencias de la gente que había conocido en Juárez.

Necesitaba estar en un punto donde pudiera aceptar la pobreza como un estado normal para que cualquier impacto o incomodidad que sintiera no evitara que viera más allá de eso. Tenía que abandonar la culpa que sentía por tener más. No le ayudaba a nadie. No sólo se trata de los feminicidios, es la frontera (esa membrana semipermeable), y tiene que ver con diferencias de clase, educación, depresión, benevolencia, avaricia, narcisismo, odio hacia sí mismo, aquiescencia... al investigar un solo asesinato tan a profundidad como lo hice, me construí una idea del impacto que el evento tiene en una familia, en una calle, en un barrio, en una ciudad.

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Imágenes del reportaje gráfico "La tristeza" publicado en el libro I Live Here

ATRAPADA EN MEDIO

JF: Describe tu proyecto. ¿Es un cómic?

PG: Al principio, la idea era crear una historia en cómic de unas 25 páginas sobre los feminicidios en Juárez. Creé una serie de viñetas que trataban sobre asesinato, mujeres y muerte. Así, combiné reportajes periodísticos (basada libremente en traducciones en Google de artículos de El Diario de Ciudad Juárez), la mayoría acompañados de versos del “Canto a mí mismo”, de Walt Whitman: “¿Alguien ha supuesto que es una suerte haber nacido? Me apresuro a informarle que morir es igualmente una suerte, y yo lo sé”. De alguna manera, no entender por completo el español me volvió más hipersensible a otros detalles: los gestos y expresiones de la gente, así como al medio ambiente.

Cada una de estas viñetas representa un asesinato real, aunque me tomé algunas libertades con la manera en que están descritas. El lenguaje usado se basa en la sintaxis de esas traducciones de Google, mi manera primera y primaria de entender las noticias en Juárez. Con el tiempo, me acostrumbré a los patrones lingüísticos y a la extraña verborrea de los motores de traducción, y empecé a usar patrones similares de acomodo de las palabras y las frases al escribir. Parecía reflejar mi experiencia como una artista que trata de entender una situación; me encontraba atrapada en medio, como la mayoría de la gente de la frontera Estados Unidos-México, y, en realidad, en cualquier espacio geopolítico transitorio o temporal.

No se trata de una historia, sino de un juego de imágenes que representa historias más grandes. En la superficie, las páginas no son bonitas. En México es frecuente que se publiquen fotos de muertos, pero la cultura periodística es diferente en Estados Unidos, donde estamos mucho más “protegidos” de ese tipo de imágenes. De nuevo, al vivir al norte de la frontera, me sentí atrapada en medio. Mi primer impulso era “normalizar” la muerte, enseñándola. Sin embargo, mi propósito no era reportar noticias, y mi trabajo no estaba tan íntimamente ligado a los detalles objetivos como lo estaría el de un reportero. Mi segundo impulso fue tratar de encontrar belleza en la muerte, la cual, naturalmente, se ve oscurecido por el horror o el dolor. Traté de hacer las imágenes “bellas” y usé las líneas de Whitman.

No dibujé las imágenes como casi siempre lo había hecho en mis trabajos anteriores. Descubrí que dibujar la muerte me hacía sentir muchísimo como una perpetradora de los asesinatos que estaba retratando. Más bien, reconstruí los lugares donde habían sucedido los hechos, e hice muñecas para representar a la gente. Sentí que podía “matar” a las muñecas y no sentirme tan mal por ello, porque después de tomar las fotografías, las limpiaría y resucitaría. Sentía que no tenía derecho a contar la historia. Yo era una extraña. Sin embargo, yo creo (de manera bastante simplista, supongo) que todos somos básicamente iguales, más o menos, y me sentí en la obligación de tratar de contar una historia que dejara esto claro.

Gloeckner en la preparación del set.
Gloeckner en la preparación del set.
JF: ¿Cuánto tiempo te ha llevado realizar tu proyecto?

PG: Regresé a Juárez varias veces al año. Fue difícil, porque la gente sobre la que estaba escribiendo no tenía teléfono, y en ese tiempo el correo no llegaba a su barrio. Cuando quería hablar con ellos, tenía que ir a México. He estado viviendo con y trabajando en este proyecto por casi ocho años. Se ha vuelto parte de mí y yo me he vuelto parte de las vidas de la gente sobre la que estoy escribiendo. Era necesario que pasara el tiempo, era la única forma de que pudiera entender las complejidades de la vida en la frontera. Ahora soy una persona distinta.

JF: ¿La ola de crimen que vive México en la actualidad ha afectado tu trabajo?

PG: Sí. En 2008 me dieron una beca Guggenheim para continuar el proyecto. Mi intención era vivir en Juárez por al menos tres o cuatro meses, por lo que fui a buscar un departamento en mayo de 2008, pero algo se sentía diferente: la gente ya se movía más rápido, había menos turistas, el ambiente se sentía más pesado. Al final del verano la escalada de violencia era evidente. Yo soy de piel y ojos claros, e incluso con la boca cerrada habría sido difícil hacerme invisible en Juárez. Para el otoño de 2008 había tan pocos turistas gringos en la ciudad que simplemente jamás habría podido vivir y observar tranquilamente, que es lo que yo quería hacer. En lugar de eso, hice viajes cortos cada cuantos meses.

La construcción del escenario.
La construcción del escenario.

EL DOLOR COMPRENDE AL DOLOR

JF: ¿Percibes alguna diferencia significativa entre la época en que empezaste y ahora?

PG: La ciudad parece más pobre, la gente parece resignada a que la vida sea así. Los pequeños brotes de esperanza se han extinguido. En algunos barrios, cada cuarta o quinta casa está abandonada y destruida: balaceada, saqueada, quemada. La gente está habituada a la violencia. Está cansada de tener miedo, así que hace fiestas y se divierte, pero evita mirar a los extraños a los ojos. Con los federales y el Ejército parece una zona de guerra. He hecho buenos amigos en Juárez, y todos siguen con vida: espero que sigan así. Me preocupo por ellos todo el tiempo, y me pregunto cómo se sienten.

JF: Suena a que realmente hiciste vínculos con la gente sobre la que estás escribiendo.

PG: Sí. Algunos de mis mejores amigos viven en Juárez. El año pasado mi familia no quería que cruzara la frontera; en lugar de eso, invité a alguna gente para que me visitara. Por supuesto no todos los que conozco en la ciudad pueden obtener una visa, o ni siquiera tienen pasaporte. Pero seis de mis amigos pudieron venir a Ann Arbor en diferentes momentos durante el verano. Fue maravilloso y me hizo sentir que mi proyecto comenzaba a cerrar el círculo, como si el mundo se empequeñeciera de una buena manera. El paso siguiente es conseguir sacar visas para algunos más.

JF: Quiero saber cómo es que las madres lidian con la muerte de sus hijas, hermanas, etcétera. ¿Ser mujer facilitó que se sintieran cómodas hablando de su experiencia contigo?

PG: La gente se abre para hablar una vez que te conoce bastante bien. No creo que el hecho de que yo fuera mujer ayudara. En general, basada en la experiencia y la observación, cuando uno sale de casa, la mayoría de las cosas son más fáciles si eres hombre.

Mientras me encontraba trabajando en este proyecto, mi sobrino, que tenía 16 años, murió de cáncer cerebral. Era hijo único y un chico brillante. Tenía dolores de cabeza y pensaba que eran migrañas. Murió siete meses después de que lo diagnosticaron. Cuando eso pasó yo estaba muy triste. La fragilidad de lo que más amamos se hizo tan clara... Y luego, el verano pasado, otro sobrino joven cometió suicidio. Lo conté a las familias en México: el dolor comprende al dolor...

Banamex, IMEF y PAN, contra el plan fiscal priista

Banamex, IMEF y PAN, contra el plan fiscal priista

Consideran que tendrá implicaciones negativas e inadecuadas en la recaudación en el corto plazo y advierten que generará un “agujero” de entre 150 mil y 170 mil millones de pesos en los ingresos del país.

Los panistas Josefina Vázquez Mota y Luis Enrique Mercado fijaron la postura blanquiazul en San Lázaro.
Los panistas Josefina Vázquez Mota y Luis Enrique Mercado fijaron la postura blanquiazul en San Lázaro. Foto: Jesús Quintanar

Grupo Financiero Banamex, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) y la fracción del PAN en la Cámara de Diputados descalificaron la propuesta de reforma fiscal del PRI por considerar que tendrá implicaciones negativas en la recaudación en el corto plazo y generará un “agujero” de entre 150 mil millones y 170 mil millones de pesos en la recaudación fiscal, lo cual sería “inadecuado y excesivo” para el desarrollo del país.

Además, la American Chamber México (Amcham) afirmó que si bien se apoya la iniciativa priista, el organismo tiene dudas sobre los beneficios para sus empresas con los cambios en el impuesto sobre la renta que plantea la iniciativa.

“Como Amcham, siempre hemos apoyado cualquier reforma fiscal que sea integral. Pero en el caso de la propuesta actual del PRI, nosotros estamos en pleno análisis, tal es el caso de los cambios en el ISR, estamos evaluando cómo afecta la inversión de algunas empresas, sobre todo de servicios”, dijo la asesora fiscal de la Amcham, Patricia González.

El análisis económico de Banamex indica que, contrario a declaraciones recientes que afirman que los ingresos pueden aumentar hasta más de un punto porcentual del producto interno bruto, la propuesta priista no hace un balance preciso del impacto recaudatorio.

Según estimaciones de la institución bancaria, los cambios en la tasa del IVA disminuyen la recaudación en aproximadamente 0.3 puntos porcentuales del PIB.

“La recaudación del ISR empresarial representó alrededor de 1.9 por ciento del PIB en 2010, reducir la tasa hasta 25 por ciento implicará —según nuestras estimaciones— una pérdida de la recaudación de hasta 0.4 por ciento como proporción del PIB”, afirmó el equipo de Alberto Gómez Alcalá.

Respecto al planteamiento de aplicar IVA de 13 por ciento en alimentos y medicinas, excluyendo una canasta básica y medicinas de patente, precisó que dicha medida tendrá un impacto inflacionario de al menos un punto porcentual.

“Consideramos que las medidas propuestas al régimen del ISR son positivas en lo estructural y en el largo plazo, pero afectan negativamente la recaudación en el corto plazo. Suponiendo la actual base gravable, esta medida disminuye la recaudación”, expuso.

Banamex añadió que más allá de la pérdida recaudatoria, la medida puede tener un efecto favorable sobre la inversión productiva, ya que condiciona la baja en la tasa a la reinversión de utilidades.

Asimismo, indicó que la nueva propuesta de tasas de ISR para las personas físicas hace más progresivo el cobro del impuesto y, por tanto, tiene un carácter más distributivo.

“Restará competitividad al país”

A su vez, el IMEF resaltó que la intención de gravar con una tasa adicional de 10 por ciento en el impuesto sobre la renta (ISR) el pago de dividendos “resulta inapropiado, ya que restaría competitividad al país para captar inversiones productivas”.

Enrique Ramírez, presidente del comité técnico nacional de estudios fiscales del instituto, señaló en conferencia que la pretensión de no permitir la deducción en ningún caso de los pagos por concepto de regalías es excesiva, pues la planta productiva es sólo importadora de tecnología, en gran medida por el bajo desarrollo de las actividades de investigación en el territorio nacional en los últimos años.

Ramírez mencionó que la iniciativa de devolver parte del impuesto al valor agregado (IVA) puede resultar compleja y costosa en relación al beneficio, por lo que sugirió una mayor evaluación.

Asimismo, reconoció que el proyecto del senador priista Manlio Fabio Beltrones no contempló ninguna consideración sobre estados y municipios, debido a que se “antoja políticamente inviable”.

Pese a ello, el IMEF indicó que se trata de una iniciativa encaminada a sacar adelante a una de las muchas reformas que requiere el país.

El PAN, dispuesto a corregirla

Por separado, la fracción panista en San Lázaro advirtió que el proyecto presentado por el senador Beltrones generará un “agujero” de entre 150 mil millones y 170 mil millones de pesos en la recaudación fiscal.

Al fijar la posición de su bancada, el legislador panista Luis Enrique Mercado sostuvo que la referida reforma “no es exactamente por la que el país debiera transitar”.

Acompañado por la coordinadora de su fracción, Josefina Vázquez Mota, el diputado expresó la disposición del PAN a “corregir” el planteamiento de Beltrones.

Mercado precisó que la reducción al ISR considerada en la iniciativa priista significará una merma de hasta 100 mil millones de pesos en las finanzas públicas, en tanto las modificaciones al IVA representarían entre 50 mil y 70 mil millones de pesos menos en la recaudación.

Instó por ello a los diversos grupos parlamentarios a debatir sobre los regímenes especiales y todos los gravámenes del sistema fiscal.

El pasado jueves, la fracción priista en el Senado presentó su propuesta de reforma fiscal, en la que plantea un IVA generalizado de 13% al consumo en el sector formal y un ISR de hasta 35%. De inmediato la iniciativa generó reacciones encontradas.

El presidente Felipe Calderón consideró que el proyecto puede hacer crecer a tasas más altas la economía mexicana y elevar su competitividad; en sentido contrario, los perredistas Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, lo descalificaron porque, afirmaron, “afectará más a la economía de los mexicanos”.

En respuesta, Manlio Fabio Beltrones tachó a AMLO de “ligero e ignorante”, mientras que al jefe de Gobierno del DF le dijo que nunca ha representado a la izquierda.

Ebrard reviró las acusaciones del legislador sonorense y señaló que éste tiene miedo de los avances de la izquierda; además calificó la propuesta tricolor de “un engaño, regresiva, conservadora y de derecha”.

- Claves

Coparmex la apoya

• El dirigente nacional de la Coparmex, Gerardo Gutiérrez Candiani, consideró viable y seria la propuesta de reforma fiscal del PRI, por lo que demandó a los diputados comenzar a analizarla y enriquecerla.

• Respecto al impuesto sobre la renta, Gutiérrez propuso un impuesto competitivo de 5 por ciento, además del gravamen por contratación de personal.

• “Creemos que se debe tomar de los dos impuestos para no golpear las finanzas públicas; se requieren gravámenes blandos, equitativos y simplificados, y no lesivos. Sólo debe pagarlos quien tienen posibilidades de hacerlo”, señaló.

¿Tanto por tan poquito?

¿Tanto por tan poquito?

Guillermo Fárber

Se mencionan en la web (los medios ortodoxos siguen encubriendo estas incómodas realidades) cifras descomunales e inciertas: 15, 20, 25... quién sabe si más. Millones de millones (trillones, en anglo) de esa nada agonizante llamada "dólar" (la nada más reputada en ese batidillo de nadas arrogantes: euros, yenes, yuanes, pesos, coronas, francos).


Es el "dinero" fiat que en estos últimos tres años los bancos centrales de todo el mundo (agencias todas del mismo Casino Global), liderados por la Fed, han inyectado (la mayor parte subrepticiamente) a mega bancos, mega empresas y bolsas de las economías más importantes, para mantener así por unos meses más (con bits a la manera de los palillos tradicionales) la fantasía de que aún sigue en pie ese zombie grotesco llamado "sistema financiero mundial".


Curioso que los manipuladores habituales todavía no hayan bautizado a este inmenso esfuerzo de prestidigitación monetaria como oooooootra absurda "Guerra" inganable (como la Guerra contra la Pobreza, la Guerra contra las Drogas, o la Guerra contra el Terrorismo): "La Guerra contra las 4 D, Deflation, De-leveraging, Default, and Depression".


¿Y qué dicen, mientras este terremoto histórico sucede, los políticos de todas partes, sus partidos y sus congresos? Nada, ni una sola palabra: no se les vayan a enojar sus patrocinadores. Todos esos políticos, lo mismo en EU que en Suecia o en todos lados, están más en la luna que nunca, discutiendo estupideces y distrayendo a los pueblos con intrascendencias.


La burbuja final


Reventada la burbuja bursátil en 1995, la tecnológica en 2000 y la inmobiliaria en 2007, el desesperado Casino Global recurrió en 2008 a la burbuja final:


La de las deudas nacionales (que hoy está tronando también).


Así, se puso a andar en muchas partes (sobre todo la Fed) la maquinita de hacer "dinero" para "rescatar" a los principales dealers de este mega Esquema Ponzi planetario, encabezados por Wall Street.


Por ejemplo, los países más fuertes de la Unión Europea, como Alemania y Francia, dizque pusieron el dinero para rescatar a Grecia, Irlanda. ¿Fue así, en realidad? No, desde luego. A quienes "rescataron" fue a sus propios bancos (alemanes y franceses), que podían perder esos préstamos si los países endeudados se declaraban en moratoria.


Pero esa "salvación" implicó (igual que nuestro infausto Fobaproa en 1998) hundir aún más a esos países en deudas (todos ellos: tanto los prestatarios como los prestamistas).


¿Y qué ha logrado todo ese inmenso dineral ficticio volcado sobre la economía mundial? Muy poco, por poco tiempo.


Siguen estancados o avanzando el desempleo, el empobrecimiento, la inflación de precios, los embargos habitacionales, las quiebras personales, el cierre de empresas y comercios, país tras país adopta medidas de austeridad ("dolorosas pero necesarias"), desde los vapuleados tercermundistas Grecia, Irlanda y Portugal hasta las huecas "potencias" como Inglaterra y el mismo Estados Unidos?


Pero el juego está por concluir y los indicios abundan. Por ejemplo, Sudcorea acaba de cerrar por varios días algunos de sus bancos, asaltados por clientes afanosos de retirar sus depósitos.
General en retiro
Héctor Aguilar Camín

Habla el general en retiro Carlos Bibiano Villa Castillo, ex director de seguridad pública de Torreón:


El personal militar está adiestrado para el combate. No se raja. Hemos tenido civiles que a la hora de los chingadazos se les frunce. Antes, aquí correteaban a los policías, ahora ni madres, los correteamos a ellos y donde los alcanzamos los matamos. Aquí hay que romperle la madre al cabrón que ande mal.


El general es nieto de Jesús Arango, un primo de Doroteo, mejor conocido como Pancho Villa.


Me gusta la adrenalina. Venir a patrullar. Cuando agarro a un Zeta o Chapo lo mato. ¿Para qué interrogarlo? Que le vaya a decir a San Pedro lo que hizo. El Ejército tiene seguridad e inteligencia, no necesita información.


El día que ellos me agarren a mí no me van a agarrar a besos. ¿Verdad? Me van a hacer pedazos. ¿Y qué? A eso estoy expuesto. El día que me toque, allí nos amarramos y punto.


El general ha sufrido al menos una emboscada, informa Sanjuana Martínez, autora de la entrevista de donde cito (La Jornada, 13/3/2011). El 2 de marzo pasado, cinco camionetas lo interceptaron y le dispararon más de 500 tiros.


Lo salvó el blindaje número seis de su propia camioneta. La emboscada tuvo origen en la traición de uno de los mil 14 hombres que el general tiene a su servicio.


¿Quién traicionó? Eso no lo sabe el general: Si supiera ya lo hubiera matado al cabrón. Los que nos venden no merecen vivir.


Cuando el general llegó al puesto de jefe de seguridad de Coahuila, despidió a más de 500 policías:


El cabrón que no quiera trabajar, a chingar a su madre. Punto. Aquí se paga bien (8 mil pesos). Logramos tres objetivos: darle casa a cada policía, seguros médicos mayores y un seguro de vida de 700 mil pesos. De modo que el que quiera cobrar el seguro de vida, pos que se muera.


Desde que llegó a su puesto el general Villa Castillo ha perdido a seis policías en 76 enfrentamientos.


¿Sólo seis? Explica:


Lo que pasa es que esos cabrones nunca dan batalla. Nomás rafaguean y huyen. La ventaja de nosotros es nuestro armamento: tiro a tiro, pero bien apuntado.


Por eso les hacemos muchas bajas. Hemos matado a unos 200. El problema es que matamos unos y salen más, levantamos otra piedra y salen más... Civiles han muerto muy pocos. Nosotros siempre tiramos a matar al narcotraficante. Nunca al civil.


En cuanto ellos ven que empieza la balacera corren y todos pecho a tierra y a cuidarse”.


El general Villa Castillo fue anunciado como jefe de seguridad del nuevo gobierno de Quintana Roo.

Brindis en Washington

Brindis en Washington

por Sergio Sarmiento

Sergio Sarmiento es articulista de Reforma y comentarista de TV Azteca.

La reunión en Washington entre el presidente Barack Obama de EE.UU. y el de México Felipe Calderón no había estado programada antes del asesinato del agente estadounidense Jaime Zapata en San Luis Potosí el 15 de febrero. Al gobierno estadounidense no había parecido importarle la ejecución de 35.000 personas en nuestro país en el actual gobierno. En cambio, la muerte de un solo agente estadounidense ha echado a andar la maquinaria de cooperación entre los dos países.

Es positivo, por supuesto, que México y EE.UU. lleguen a acuerdos para fortalecer el combate contra el narcotráfico. Pero cabe preguntarse si las medidas que están tomando llevarán a un avance real.

La muerte de Zapata tuvo resultados muy distintos a la de la mayoría de los que se han registrado en México en la guerra contra el narco. Las fuerzas de seguridad de los dos países hicieron esfuerzos excepcionales para detener no sólo a los responsables sino a muchos otros delincuentes que en realidad tenían o poco que ver con los hechos.

Los responsables materiales del homicidio, y en particular un delincuente conocido como El Piolín, Julián Zapata Espinoza, fueron detenidos en nuestro país tras una buena labor de inteligencia que aparentemente llevó a cabo el Ejército. La policía federal estadounidense, a su vez, detuvo a más de 600 delincuentes que identificó como miembros de “bandas mexicanas” en EE.UU. Incluso una de las armas que se utilizaron en el ataque contra Zapata y un compañero, Víctor Ávila, fue rastreada a una persona en el estado de Texas, quien aparentemente se dedicaba al lucrativo negocio del contrabando de armas a México.

Las otras 35 mil ejecuciones en nuestro país no han recibido hasta ahora una atención tan intensa. La tasa de impunidad es muy alta. De hecho, las autoridades con frecuencia se lavan las manos de las investigaciones al afirmar que las víctimas deben estar vinculadas con el crimen organizado. Esto es algo que nunca se atrevieron a hacer con Zapata, quien por el contrario fue enterrado con honores de héroe en la ciudad fronteriza de Brownsville.

Las promesas de los presidentes reunidos en Washington para ofrecer un espectáculo de unidad y cooperación difícilmente lograrán avances reales en esta guerra. El gobierno de EE.UU. no tiene la capacidad de frenar el consumo de las drogas en su territorio, que es el origen de este problema. La guerra contra las drogas lleva ya medio siglo pero la demanda de enervantes en EE.UU. no ha hecho más que aumentar. Las autoridades mexicanas, mientras tanto, parecen incapaces de frenar la violencia que azota a nuestro país. Ningún gobierno ha invertido tanto dinero y personal de fuerzas de seguridad en este esfuerzo como el del presidente Calderón, pero eso no evitó que el 2010 fuera el año más violento en la historia registrada de México.

Es positivo ver a los dos presidentes juntos, brindando por la amistad de nuestros países. Para resolver el problema del consumo de drogas en EE.UU. o el de la violencia en México, sin embargo, se requiere más que un brindis. Es preciso identificar las razones de fondo de estos problemas y tomar medidas para atacarlas. Y no continuar, como hasta ahora, simplemente combatiendo los síntomas.

El aniversario de la guerra contra las drogas

El aniversario de la guerra contra las drogas es una oportunidad para reflexionar y actuar

por Ethan Nadelmann

Ethan Nadelmann es Director Ejecutivo de la Drug Policy Alliance (DPA).

Algunos aniversarios proveen una ocasión para celebrar, otros un momento para reflexionar y otros para la acción. El próximo junio habrán pasado 40 años desde que el ex presidente estadounidense Richard M. Nixon declaró una “guerra contra las drogas” e identificó al abuso de las drogas como “el enemigo público número 1”. Hasta donde sé, no se planean celebraciones. Lo que se necesita, y de hecho es esencial, es reflexión —y acción.

Resulta difícil creer que los estadounidenses han gastado alrededor de un billón de dólares (súmele o réstele unos cuantos cientos de millones) en esta guerra de 40 años. Es difícil creer que decenas de millones de personas han sido encerradas en cárceles y prisiones por cometer actos no violentos que hace un siglo ni siquiera constituían delitos. Es difícil creer que el número de personas encarceladas por acusaciones relacionadas a las drogas se multiplicó por un factor de 10 mientras que la población del país apenas creció en un 50 por ciento. Es difícil creer que millones de estadounidenses han sido privados del derecho a votar no porque hayan asesinado a un conciudadano o traicionado a su país, sino sólo porque compraron, vendieron, produjeron o sencillamente poseían una planta o químico psicoactivo. Y es difícil creer que se ha permitido que cientos de miles de estadounidenses mueran —por sobredosis, sida, hepatitis y otras enfermedades— porque la guerra contra las drogas bloqueó e incluso prohibió que se atendiera la adicción a ciertas sustancias como un problema de salud, en lugar de penal.

Necesitamos reflexionar no sólo acerca de las consecuencias de esta guerra en nuestro país, sino también en el extranjero. El crimen relacionado con la prohibición, la violencia y la corrupción en el México de hoy recuerdan a Chicago en la época de la prohibición —multiplicado por 50. Partes de Centroamérica están todavía más fuera de control y muchas naciones caribeñas sólo pueden esperar que no sean las próximas. Los mercados ilegales de opio y heroína en Afganistán, según informes, representan entre la tercera parte y la mitad del PIB de ese país. En África, el lucro, el tráfico y la corrupción ocasionados por la prohibición se extienden rápidamente. En cuanto a Sudamérica y Asia, escójase un momento y un país —y las historias son muy similares, desde Colombia, Perú, Paraguay y Brasil hasta Pakistán, Laos, Birmania y Tailandia.

Las guerras pueden ser costosas —en dinero, derechos y vidas— pero todavía son necesarias para defender la soberanía nacional y valores fundamentales. Es imposible sostener tal argumento en cuanto a la guerra contra las drogas. La marihuana, la cocaína y la heroína son más baratas hoy que cuando se inició la guerra, hace 40 años, y están al alcance hoy, como en ese entonces, de cualquiera que realmente las desee. La marihuana, que está detrás de la mitad de los arrestos por droga en EE.UU., jamás ha matado a nadie. La heroína es básicamente indistinguible de la hidromorfona (o Dilaudid), medicamento para el dolor prescrito por doctores que cientos de miles de estadounidenses han consumido de manera segura. La gran mayoría de personas que han consumido cocaína no se volvieron adictas. Cada una de estas drogas es menos peligrosa de lo que la propaganda gubernamental afirma, pero suficientemente peligrosas para merecer regulaciones inteligentes en vez de prohibiciones generales.

Si la demanda de alguna de estas drogas fuera dos, cinco o diez veces la existente hoy, la oferta estaría allí. Eso es lo que hacen los mercados. Y, ¿quién se beneficia de persistir con estrategias fútiles de control de la oferta, pese a sus evidentes costos y fracasos? Básicamente, dos grupos organizados: aquellos productores y vendedores de drogas ilícitas que ganan mucho más de lo que ganarían si su producto estuviese legalmente regulado en vez de prohibido; y los oficiales de la ley, para quienes la expansión de las políticas prohibicionistas resulta en empleos, dinero y poder político para defender sus intereses.

Los gobernadores republicanos y demócratas que confrontan enormes déficit presupuestales respaldan ahora alternativas al encarcelamiento de delincuentes no violentos relacionados con drogas que hace unos cuantos años hubieran rechazado de plano. Sería una tragedia, sin embargo, si esos cambios, modestos pero importantes, resultaran en nada más que una guerra más suave y amable contra las drogas. Lo que en verdad se necesita es un tipo de enfoque que identifique que el problema no es sólo la drogadicción sino también la prohibición —y que apunte a reducir al máximo posible el papel de la criminalización y del sistema de justicia penal en el control de las drogas, mientras que resalta la protección y la salud pública.

Qué mejor manera de marcar el aniversario No. 40 de la guerra contra las drogas que romper los tabúes que han impedido la franca evaluación de los costos y fracasos de la prohibición de drogas, así como de sus variadas alternativas. Apenas ha habido una audiencia, auditoría o análisis realizado o comisionado por el gobierno a lo largo de los últimos 40 años que se haya atrevido a intentar una evaluación de este tipo. No se puede decir lo mismo de las guerras en Irak o Afganistán o de casi cualquier otro campo de política pública. La guerra contra las drogas persiste en buena medida porque quienes tienen el control sobre el gasto enfocan su atención crítica sólo en la aplicación de la estrategia, más que en la estrategia misma.

La Alianza sobre la Política de Drogas (DPA, por sus siglas en inglés) y nuestros aliados en este movimiento de rápido crecimiento, se proponen romper esta tradición de negación —transformando este aniversario en un año de acción. Nuestro objetivo es ambicioso: lograr una masa crítica en la cual el impulso por la reforma exceda la poderosa inercia que ha sostenido por tanto tiempo las políticas prohibicionistas punitivas. Esto requiere trabajar con legisladores que se atrevan a plantear las preguntas importantes, organizar foros públicos y comunidades en línea en los que los ciudadanos puedan emprender acciones, reclutar un número sin precedente de individuos poderosos y distinguidos que expresen en público su desacuerdo, y organizarse en ciudades y estados para instigar nuevos diálogos y orientaciones para las políticas locales.

Cuenten con que estos cinco temas afloren una y otra vez durante este año de aniversario:

1. La legalización de la marihuana ya no es cuestión de si se va a dar o no, sino de cuándo y cómo. Las encuestas de Gallup descubrieron en 2005 que 36 por ciento de los estadounidenses favorecían legalizarla contra 60 por ciento que se oponían. Hacia finales de 2010, el apoyo se había elevado a 46 por ciento y la oposición había descendido a 50 por ciento. La mayoría de ciudadanos en un número cada vez mayor de estados dicen ahora que regular legalmente la marihuana tiene más sentido que persistir en la prohibición. Sabemos lo que necesitamos hacer: trabajar con aliados locales y nacionales para preparar y ganar la aprobación de iniciativas en consultas populares sobre la legalización de marihuana en California, Colorado y otros estados; apoyar a legisladores federales y estatales en la presentación de iniciativas para despenalizar y regular la marihuana; aliarnos con activistas locales para presionar a la policía y a los fiscales con el fin de que dejen de darle prioridad los arrestos relacionados con la marihuana; y respaldar y fortalecer a individuos destacados en el gobierno, las empresas, los medios, la academia, el mundo del espectáculo y otros campos para que respalden públicamente el fin a la prohibición de la marihuana.

2. La sobrepoblación en las cárceles es el problema, no la solución. Tener el primer lugar mundial en población penal absoluta y per cápita es una vergonzosa distinción que EE.UU. debería apresurarse en perder. La mejor manera de abordar este problema es reducir el número de personas encarceladas por delitos no violentos relacionados con las drogas —despenalizando y eventualmente legalizando las drogas; ofreciendo alternativas al encarcelamiento para quienes no constituyen una amenaza fuera de los muros de la cárcel; reduciendo las sentencias mínimas obligatorias y otras sanciones severas; atendiendo la drogadicción y otros abusos de las drogas fuera del sistema de justicia criminal y no dentro de este; e insistiendo que nadie sea encarcelado sólo por poseer una sustancia psicoactiva y si es que no ha causado daños a terceros. Todo esto requiere de acción legislativa y administrativa del Estado, pero la reforma sistémica sólo ocurrirá si el objetivo de reducir la sobrepoblación penal es ampliamente aceptado como una necesidad moral.

3. La guerra contra las drogas es “el nuevo Jim Crow”. La magnitud de la desproporcionalidad racial en la aplicación de las leyes sobre drogas en EE.UU. (y muchos otros países) es grotesca: los afro-estadounidenses tienen dramáticamente más probabilidades de ser arrestados, procesados y encarcelados que otros estadounidenses que cometen las mismas violaciones a las leyes de drogas. El año pasado, la preocupación por la justicia racial contribuyó a motivar al Congreso para que este reforme las notorias leyes que prescribían sentencias mínimas obligatorias por delitos relacionados con el crack, pero se necesita hacer mucho más. Nada es más importante en este momento que la voluntad y capacidad de los líderes afro-estadounidenses de darle prioridad a la necesidad de una reforma fundamental de las políticas sobre drogas. No es tarea fácil, dada la desproporcionada extensión e impacto de la drogadicción entre las familias y comunidades pobres afro-estadounidenses. Pero es esencial, tal vez sólo sea porque nadie más puede hablar y actuar con la autoridad moral requerida para trascender tanto los temores profundamente arraigados como los poderosos intereses creados.

4. Ya no se debe permitir que la política venza a la ciencia —y a la compasión, al sentido común y a la prudencia fiscal— al lidiar con las drogas ilegales. Evidencia abrumadora apunta a que es más efectivo y menos costoso abordar la adicción y otros abusos de las drogas como asuntos de salud y no de justicia penal. Por eso la DPA incrementa los esfuerzos por transformar la manera en que se discuten y atienden los problemas de drogas en las comunidades locales. “Pensar globalmente y actuar localmente” se aplica tanto a la política sobre drogas como a cualquier otro campo de política pública. Por supuesto que sería mejor si un presidente designara a alguien que no fuera un jefe de policía, un general del ejército o un moralista profesional como zar antidrogas. Pero lo que en verdad importa es desplazar la autoridad en las políticas municipales y estatales sobre drogas desde la justicia penal hacia las autoridades de salud y otras. Igual de importante es garantizar que los nuevos diálogos sobre políticas de drogas sean informados por evidencia científica, así como por las mejores prácticas dentro y fuera del país. Una de nuestras especialidades en la DPA es hacer que la gente piense y actúe fuera del marco establecido en materia de drogas y de política sobre drogas.

5. La legalización tiene que ponerse sobre la mesa, no porque sea necesariamente la mejor solución ni porque sea la alternativa obvia a los evidentes fracasos de la prohibición, sino por tres importantes razones: primero, porque es la mejor forma de reducir en forma dramática el crimen, la violencia, la corrupción y otros costos extraordinarios y consecuencias perniciosas de la prohibición; segundo, porque existen tantas opciones —de hecho más— para regular legalmente las drogas que para prohibirlas; y tercero, porque poner la legalización sobre la mesa implica plantear preguntas fundamentales acerca de por qué surgieron las prohibiciones inicialmente, y si en verdad fueron o son esenciales para proteger a las sociedades humanas de sus propias vulnerabilidades. Insistir en poner la legalización en la mesa —en audiencias legislativas, foros públicos y discusiones internas del gobierno— no es lo mismo que abogar por que todas las drogas reciban el mismo tratamiento que el alcohol y el tabaco. Es, más bien, una demanda de que los preceptos y políticas prohibicionistas dejen de tenerse por sagrados y sean considerados como opciones políticas que ameritan una evaluación crítica, incluida la comparación objetiva con enfoques no prohibicionistas.

Ése es el plan. Cuarenta años después de que Nixon declaró la guerra a las drogas, aprovechamos este aniversario para impulsar la reflexión y la acción. Y estamos pidiendo a todos nuestros aliados —de hecho, a cualquiera que tenga sus dudas acerca de la guerra contra las drogas— que se nos unan en este esfuerzo.

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