Sucesión mexiquense, ¿algo crucial?
Muchos suponen que el Estado de México es el ensayo general que determinará los resultados presidenciales.
René Avilés Fabila
Muerto el presidencialismo mexicano en 2000, un absolutismo impresionante, los gobernadores priistas pasaron de virreyes a monarcas locales. El PRI poco podía hacer, porque nunca hizo otra cosa que seguir las disposiciones del presidente en turno y desde que perdió Los Pinos la orfandad ha sido evidente. De milagro, y a causa de sus muchos años, ha dejado un fuerte impacto en el imaginario social, que lo ha regresado a la vida.
Ello, y los errores de los partidos rivales: PAN y PRD.
Muchos suponen que el Estado de México es el ensayo general que determinará los resultados presidenciales. Podría ser. No estoy convencido, porque todavía faltan movimientos y actitudes importantes.
Por ejemplo: ¿cómo se moverá López Obrador, qué harán los panistas, aparecerá el tan anhelado candidato presidencial “ciudadano”, cómo actuará México en conjunto ante la ruindad del PRD, su inmensa corrupción y cómo ante la ineptitud del panismo?
Por ahora, un punto ya está resuelto y es un golpe a la posible alianza PAN-PRD: la decisión tomada por el puntero Enrique Peña Nieto para elegir correctamente a su sucesor. En lugar de poner a Alfredo del Mazo, permitió que fuera Eruviel Ávila el candidato, contra lo que muchos esperaban.
Casi nadie suponía que el PRI se inclinara por una hábil decisión para desarmar a sus críticos y rivales en general. Ahora sólo falta esperar la reacción de los aliancistas que hoy buscarán el apoyo de los ciudadanos mexiquenses para derrotar a los caciques.
PAN y PRD, individualmente, no ganarán y menos con los candidatos que por ahora aparecen: Bravo Mena y Alejandro Encinas, ya registrado precandidato con apoyo de Ebrard y de AMLO, en un madruguete. Para decirlo de modo antiguo: ese estado pareciera tener vocación priista, como Veracruz, pero como en el Veracruz de Fidel Herrera, sus rivales podrían darle un susto.
Al momento, en el Edomex, no veo cómo se puedan frenar el paso siguientes: la elección presidencial. Es casi un hecho, por más esfuerzos que hagan los aliancistas en detener al PRI, que Eruviel se imponga con facilidad a cualquier candidato.
Si triunfa el PRI mexiquense, el camino hacia Los Pinos quedará prácticamente despejado. La famosa unidad que los priistas han exaltado, se hizo realidad.
Seleccionar a Alfredo del Mazo, era una decisión esperada y un argumento para hacer una campaña contra el grupo que ha detentado el poder en el Estado de México desde hace décadas: el aparentemente invisible Atlacomulco.
Peña Nieto ha hecho una maniobra habilidosa: el dedazo en la designación del candidato se inclinó con astucia hacia la parte más fuerte del estado: Eruviel Ávila, un hombre que de muchas maneras se formó a sí mismo y no es parte de una dinastía familiar.
Imposible saber cómo ocurrió exactamente el movimiento, pero se dio antes de lo previsto por los medios de comunicación y ahora los aliancistas tendrán que buscar otros caminos para derrotar a Peña Nieto, su obsesión de los últimos meses. La ventaja del gobernador aumentará. Podría ser una prueba de que hay un nuevo PRI o que al menos actúa con sensatez. Antes podía ufanarse de mandar cualquier candidato y triunfar, hoy las cosas han cambiado.
Peña Nieto ve, como debe ser, a López Obrador como una figura clave en la sucesión, no porque vaya a ganar sino porque muchos hilos dependen de él. La alianza PAN-PRD, por ejemplo, está sujeta a su voluntad. De lo contrario, el PRD se fragmentará (de hecho lo está, su unidad es artificial) y el PAN, sin un buen candidato y mal conducido, no parece capaz de retener la presidencia.
La salida de Alfredo del Mazo fortalece la posibilidad de recuperar la presidencia. Eruviel Ávila fue la mejor opción. Tiene méritos propios. Lo que sigue, está del lado de sus enemigos.
Y no parece, francamente, ser mucho.
Muchos suponen que el Estado de México es el ensayo general que determinará los resultados presidenciales.
René Avilés Fabila
Muerto el presidencialismo mexicano en 2000, un absolutismo impresionante, los gobernadores priistas pasaron de virreyes a monarcas locales. El PRI poco podía hacer, porque nunca hizo otra cosa que seguir las disposiciones del presidente en turno y desde que perdió Los Pinos la orfandad ha sido evidente. De milagro, y a causa de sus muchos años, ha dejado un fuerte impacto en el imaginario social, que lo ha regresado a la vida.
Ello, y los errores de los partidos rivales: PAN y PRD.
Muchos suponen que el Estado de México es el ensayo general que determinará los resultados presidenciales. Podría ser. No estoy convencido, porque todavía faltan movimientos y actitudes importantes.
Por ejemplo: ¿cómo se moverá López Obrador, qué harán los panistas, aparecerá el tan anhelado candidato presidencial “ciudadano”, cómo actuará México en conjunto ante la ruindad del PRD, su inmensa corrupción y cómo ante la ineptitud del panismo?
Por ahora, un punto ya está resuelto y es un golpe a la posible alianza PAN-PRD: la decisión tomada por el puntero Enrique Peña Nieto para elegir correctamente a su sucesor. En lugar de poner a Alfredo del Mazo, permitió que fuera Eruviel Ávila el candidato, contra lo que muchos esperaban.
Casi nadie suponía que el PRI se inclinara por una hábil decisión para desarmar a sus críticos y rivales en general. Ahora sólo falta esperar la reacción de los aliancistas que hoy buscarán el apoyo de los ciudadanos mexiquenses para derrotar a los caciques.
PAN y PRD, individualmente, no ganarán y menos con los candidatos que por ahora aparecen: Bravo Mena y Alejandro Encinas, ya registrado precandidato con apoyo de Ebrard y de AMLO, en un madruguete. Para decirlo de modo antiguo: ese estado pareciera tener vocación priista, como Veracruz, pero como en el Veracruz de Fidel Herrera, sus rivales podrían darle un susto.
Al momento, en el Edomex, no veo cómo se puedan frenar el paso siguientes: la elección presidencial. Es casi un hecho, por más esfuerzos que hagan los aliancistas en detener al PRI, que Eruviel se imponga con facilidad a cualquier candidato.
Si triunfa el PRI mexiquense, el camino hacia Los Pinos quedará prácticamente despejado. La famosa unidad que los priistas han exaltado, se hizo realidad.
Seleccionar a Alfredo del Mazo, era una decisión esperada y un argumento para hacer una campaña contra el grupo que ha detentado el poder en el Estado de México desde hace décadas: el aparentemente invisible Atlacomulco.
Peña Nieto ha hecho una maniobra habilidosa: el dedazo en la designación del candidato se inclinó con astucia hacia la parte más fuerte del estado: Eruviel Ávila, un hombre que de muchas maneras se formó a sí mismo y no es parte de una dinastía familiar.
Imposible saber cómo ocurrió exactamente el movimiento, pero se dio antes de lo previsto por los medios de comunicación y ahora los aliancistas tendrán que buscar otros caminos para derrotar a Peña Nieto, su obsesión de los últimos meses. La ventaja del gobernador aumentará. Podría ser una prueba de que hay un nuevo PRI o que al menos actúa con sensatez. Antes podía ufanarse de mandar cualquier candidato y triunfar, hoy las cosas han cambiado.
Peña Nieto ve, como debe ser, a López Obrador como una figura clave en la sucesión, no porque vaya a ganar sino porque muchos hilos dependen de él. La alianza PAN-PRD, por ejemplo, está sujeta a su voluntad. De lo contrario, el PRD se fragmentará (de hecho lo está, su unidad es artificial) y el PAN, sin un buen candidato y mal conducido, no parece capaz de retener la presidencia.
La salida de Alfredo del Mazo fortalece la posibilidad de recuperar la presidencia. Eruviel Ávila fue la mejor opción. Tiene méritos propios. Lo que sigue, está del lado de sus enemigos.
Y no parece, francamente, ser mucho.
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