18 abril, 2011

Argentina: ¿Es sostenible la bonanza?

Argentina: ¿Es sostenible la bonanza?

Por Andrea y Miguel Angel Broda
La Nación

La Argentina es el país de América latina que más creció desde 2003 (70%). En 2010, creció 9,2% (y algo más si se toma en cuenta el PBI verdadero). Y en 2011, podría mostrar un crecimiento (piso) del 7%, con una verdadera "fiesta" del consumo (en el cuarto trimestre de 2010 el consumo privado creció a una tasa anualizada récord de 20%, según las cifras oficiales). El "maratonista ha hecho una buena carrera". Pero luce fatigado (¿será sostenible esta indiscutida bonanza?). Veamos los "problemas de salud y los métodos de entrenamiento" que están dando lugar a semejante cansancio. Los análisis reflejan que el maratonista tiene seis problemas de salud:

1. Inflación: es elevada, 22% anual y estable desde hace 12 meses (aunque marzo dio más alta). Es una de las tasas de inflación más altas del mundo y encima se da en un contexto de inflación reprimida por tres razones: i) la tasa de devaluación es sustancialmente menor a la tasa inflación (4,5% vs. 22%) y ello tira para abajo la inflación de los bienes transables; ii) es casi nulo el aumento de las tarifas, con lo cual para alcanzar el precio promedio de nuestros vecinos el gas tendría que aumentar 400%; la electricidad, 213%, y las naftas, 61%, y iii) la intervención estatal en algunos precios internos para que sean menores a los internacionales (el precio interno del trigo es sólo el 55% del internacional, pese a que las retenciones son "sólo" del 23 por ciento).

2. Inversión: la acumulación de capital y la productividad de la inversión condicionan la tasa de crecimiento futura. En 2010, la inversión total fue de 22,7% del PBI, con una inversión privada de 18%. Pero para el crecimiento inédito de los últimos ocho años estarían faltando cuatro o cinco puntos de inversión privada. Además, la inversión pública en general cuesta el doble que en los países vecinos. Por lo tanto, su eficacia para aumentar el PBI es baja. Por último, la Argentina ha dejado de atraer inversión extranjera directa (IED): por ejemplo, entre 1996 y 2000 recibíamos casi cuatro veces más IED que Colombia; hoy, sólo el 90 por ciento.

3. Integración al mundo: la participación de las exportaciones argentinas en el comercio mundial es hoy de sólo 0,45%. De haberse mantenido la participación histórica, deberíamos estar exportando US$ 113.000 millones vs. los 68.500 millones exportados en 2010.

4. Competitividad: excepto en agricultura, vinos y algunas pocas actividades industriales, hemos venido deteriorando nuestra productividad relativa. El mejor ejemplo es nuestra balanza comercial con Brasil, que, pese al súper real (apreciado más de 40% respecto del promedio histórico), es deficitaria en US$ 3400 millones, con un sector industrial que exhibe un notable déficit comercial de 6100 millones.

5. Tamaño e ineficacia del Estado: se gasta mucho y mal. Con un crecimiento récord del gasto público en los últimos años, sólo comparable al del Congo, Lesotho y Letonia, hoy el gasto consolidado asciende a 44% del PBI vs. un promedio de 30% en los 30 años previos a 2001. Y la presión tributaria es récord. Pero, a pesar del "súper-Estado", la sociedad sigue insatisfecha y reclama más seguridad, más y mejor educación pública, salud, justicia.

6. Pobreza: hoy, por lo menos, uno de cada cuatro argentinos es pobre y este drama afecta sobre todo a la niñez: el 40% de los pobres tiene menos de 15 años. Con el agravante que habiendo crecido el doble que el resto de América latina redujimos la tasa de pobreza sólo la mitad.

El maratonista no sólo tiene problemas de salud. Además fallan los métodos de entrenamiento. No se puede mantener al maratonista tomando siempre esteroides. El modelo procíclico de permanente estímulo a la demanda doméstica en una economía sin output gap es inadecuado. Con un Banco Central que convalida tasas de expansión monetaria del 35

40%, tasas reales negativas, crédito creciendo al 44% interanual y el gasto público al 35%, la estrategia oficial es claramente expansiva y eleva las tensiones inflacionarias. Además, el intervencionismo estatal castiga a la inversión y desalienta la producción. También hay que revisar la estrategia de cerrar la economía con cupos a las exportaciones y trabas a las importaciones. Otra falla pasa por el modelo de financiamiento del sector público dependiente del BCRA. En 2010, de un total de $ 55.000 millones de necesidades de financiamiento (netas de pagos intraestatales), el 81% se cubrió con emisión ($ 19.500 millones) y reservas (US$ 6500 millones). O sea, "volvimos a las andadas", desempolvando la "maquinita" y retrocediendo 20 años en materia de financiamiento.

En la última década, no aprovechamos a pleno la mejor oportunidad en 110 años que nos ha dado el mundo. Pero todavía hay 20 años por delante de bonanza. El mundo emergente explica hoy el 75% del crecimiento mundial y (tras la crisis internacional) también el 75% del aumento de la demanda global. En este contexto, se estima que 1200

1500 millones de personas en el mundo emergente se incorporarán a la clase media demandando carnes, cereales y todo lo que producimos. ¡A no desaprovechar la oportunidad! El maratonista no está tan enfermo, pero requiere, sin falta, que le ajusten el entrenamiento.

Los autores son economistas

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