17 abril, 2011

La crisis no ha terminado...

España: La crisis no ha terminado...

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por Lorenzo Bernaldo de Quirós

Lorenzo Bernaldo de Quirós Lorenzo Bernaldo de Quirós es Presidente de Freemarket International Consulting y es académico asociado del Cato Institute. Este informe fue publicado originalmente el 14 de marzo de 2011 por Freemarket Corporate Intelligence. Aquí puede obtener el ensayo completo en formato PDF.


Una economía sobre arenas movedizas

Después de la mayor recesión económica sufrida por nuestro país desde la guerra civil, la economía española se ha instalado en una fase de estancamiento, entendido este fenómeno, como un período de bajo crecimiento incapaz de generar empleo. Esto no era ni es inexorable, ni una consecuencia de la falta de dinamismo del sector privado que ha desplegado un rápido e intenso proceso de ajuste ante la crisis —recorte de su endeudamiento y de sus costes, aumento del ahorro etc.—, sino de una serie de problemas estructurales que no se han corregido y, en consecuencia, lastran vigor a la recuperación. Estos obstáculos retrasan la reactivación de la economía de manera artificial en tanto son el efecto directo de la ausencia de una política económica orientada a afrontarlos. Las familias, las empresas, los inversores internacionales responden a incentivos y los ofrecidos por la estrategia gubernamental son escasos cuando no negativos.

La programación fiscal y presupuestaria destinada a disminuir el binomio déficit-deuda es de alcance limitado, no ofrece continuidad en el tiempo y no es sostenible. Los planes para solventar los problemas del sistema financiero han sido ineficaces; no han logrado ni sanearlo ni reestructurarlo. Para complicar la situación, las necesidades de capitalización definidas por el Banco de España (BCE) minimizan de manera extraordinaria los problemas de capital del sector, no permitirán reactivar el crédito y carecen de credibilidad. Los precios de la vivienda no han disminuido con la intensidad previsible y necesaria tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Las medidas fragmentarias para reformar el mercado de trabajo ni sirven para reducir el paro ni para facilitar la creación de empleo. La falta de iniciativas liberalizadoras en los mercados de productos y en el laboral frenan el crecimiento así como las mejoras de la competitividad y de la productividad de la economía nacional, elementos centrales para crecer de manera sostenida, generar puestos de trabajo y rebajar el endeudamiento del sector público.

El resultado de ese conjunto de factores se ha traducido en un hecho: España es el único de los grandes estados de la OCDE que no salió de la crisis en 2010 y sus expectativas de crecimiento para 2011 se sitúan por debajo de las previstas para el resto de las economías desarrolladas, incluyendo las proyectadas para otros dos estados de la periferia europea, Italia y un país que ha sido intervenido, Irlanda. Los mercados no desconfían de España, sino de la capacidad de su gobierno de adoptar las medidas necesarias para estabilizar la economía y relanzar la actividad productiva. Esta situación resulta muy inquietante en un entorno en el que el inevitable rescate de Portugal y la probable reestructuración de la deuda soberana de Irlanda y de Grecia vuelve a hacer planear sobre la Eurozona la amenaza de una reproducción de las crisis soberanas que sacudieron el continente hace unos meses aunque, si la flexibilización del Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (FEEF) permite que éste compre bonos en el mercado primario, las presiones podrían remitir en el corto plazo. Para complicar el panorama, la anunciada subida de tipos de interés por parte del BCE y la incertidumbre sobre la evolución del precio del crudo constituyen severos shocks para un país aún convaleciente de la recesión, con una elevada sensibilidad al precio del dinero, con una alta dependencia del crudo y sin perspectivas de un retorno a la senda de un crecimiento estable y sostenido.

Por último, la alta probabilidad de que los cambios de gobierno en las administraciones locales y autonómicas a partir de las próximas elecciones de mayo produzcan la afloración de deuda oculta en muchas o algunas de ellas, como ha sucedido en Cataluña, pondrá en entredicho la credibilidad de las cuentas públicas españolas y, de manifiesto, la insuficiencia de los modestos esfuerzos de consolidación presupuestaria llevada a cabo por el gobierno central. Ante esa tesitura, el actual cierre de los mercados mayoristas a las autonomías se fortalecerá y el gobierno se vería obligado a suministrarles recursos para evitar su bancarrota. Esto llevaría a España a un panorama parecido al griego en el sentido de que los inversores internacionales cuestionarán la totalidad de las cuentas públicas, lo que desencadenará un movimiento desestabilizador sobre la ya precaria posición económico-financiera de la economía española.

En suma, ceteris paribus, la coyuntura económica nacional oscila en estos momentos entre la consolidación de un ciclo de bajo crecimiento incapaz de generar empleo y la hipótesis de una recaída en la recesión si se consolidan al alza algunos de los shocks externos enunciados. Así pues no existen razones de peso para pensar que la crisis ha terminado y que se inicia un nuevo período alcista. En este contexto, la sostenibilidad de la deuda pública y la solvencia de una parte sustancial del sistema financiero son cuestionables y serán cuestionadas lo que constituye una seria fuente de preocupación. En la práctica, este es el efecto de la acción de un gobierno que ha ido siempre por detrás de lo que la realidad económica y los mercados exigían. Llegó tarde a la crisis económica. Ha llegado tarde a la financiera y nunca llegó a aplicar las reformas estructurales, lo que prolonga la fase baja del ciclo.

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Corrupción en Venezuela

Los cuatro focos de corrupción en Venezuela

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por Gustavo Coronel

Gustavo Coronel fue director de Petróleos de Venezuela (1976-79) y representante en Venezuela de Transparencia Internacional (1996-2000) y autor del estudio "Corrupción, administración deficiente y abuso de poder en la Venezuela de Hugo Chávez" publicado por el Cato Institute (Noviembre 2006).

Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela en 1998 con la fuerza de sus promesas de acabar con la corrupción. Venezuela había sido un ejemplo de democracia para el hemisferio entre 1958 y principios de los setentas pero después de recibir un gigantesco ingreso petrolero a mediados de esa década, la calidad del gobierno se deterioró y el despilfarro y la corrupción se establecieron. Para 1998, la mayoría de los venezolanos estaban profundamente decepcionados y querían un cambio radical. Lo consiguieron con Hugo Chávez. Lo que nunca se imaginaron fue que el cambio empeoraría la situación.

Durante los 13 años del gobierno —cada vez más autoritario— de Hugo Chávez, la administración de nuestra riqueza nacional ha pasado de ser no satisfactoria a caótica. Alrededor de un billón de dólares del ingreso nacional ha sido, en gran medida, despilfarrado en proyectos improvisados y costosos, distribuido a venezolanos en la forma de subsidios que compran un bienestar temporal (dar pescado pero no enseñar a pescar) o utilizado para comprar influencia política para Chávez en el hemisferio y el mundo.

Durante el gobierno de Chávez dos de las principales medidas de corrupción: (1) la incidencia (número de casos de corrupción), y (2) la intensidad (cantidad de dinero y recursos involucrados) han sido las peores en la historia venezolana. El Índice de Percepción de Corrupción preparado anualmente por Transparencia Internacional muestra a Venezuela, en 2010, entre los doce países más corruptos del mundo.

La intensidad de la corrupción en la Venezuela de Chávez tiene un fuerte componente político y social, además del puramente financiero. La conversión de la Venezuela democrática en un estado paria ha estado basada en violaciones sistemáticas a la constitución y las leyes y en la eliminación progresiva de los pesos y contrapesos administrativos e institucionales. La transparencia y la rendición de cuentas han desaparecido. Los procedimientos democráticos han dado paso a un sistema en el cual un hombre toma todas las decisiones y después le informa a la nación.

Podría decirse que la corrupción es el único componente del sistema político de Chávez que se ha vuelto más democrático. En contraste con las dictaduras del pasado, donde el ejercicio de la corrupción era un privilegio de una élite, Chávez ha permitido que una masa considerable de sus seguidores participen, en distinto grado, de la “piñata” del dinero, la tierra y los recursos nacionales.

Cantidades significativas de dinero han sido utilizadas en subsidios que han llegado a grandes segmentos de la población. Aunque esto explica la continua popularidad de Chávez, tal estrategia sólo ha servido para aumentar el número de venezolanos que dependen de un gobierno paternalista, incapaces de valerse por sí mismos. Las soluciones estructurales para la pobreza y la ignorancia brillan por su ausencia.

Una nueva y corrupta clase social ha surgido en reemplazo de la tradicional clase media de Venezuela. Esta nueva clase está conformada por contratistas del Estado, familiares y amigos de las personas en posiciones de poder, oficiales de las fuerzas armadas y miembros de la burocracia estatal.
Hoy, la mayoría de la corrupción se genera en cuatro focos principales:

  1. El palacio presidencial de Miraflores, el centro de operaciones del presidente Chávez.

    Aquí la naturaleza de la corrupción es en gran medida política, aunque mucho dinero en efectivo es mantenido en este edificio para ser utilizado como la necesidad lo determine. La forma casual en que el dinero es administrado ha sido ilustrada por el periodista Nelson Bocaranda: “En octubre de 2010 guardaespaldas cubanos fueron enviados al Banco Central para obtener cinco millones de dólares en efectivo para un viaje de Chávez al extranjero. Este dinero nunca llegó a Miraflores, que se encuentra sólo a dos cuadras”. Nunca fue recuperado.

    Miraflores es el lugar donde las violaciones de la constitución son decididas y donde el presidente ejerce su abuso de poder. Las regulaciones electorales han cambiado para favorecer al gobierno. Este es el lugar donde los cubanos controlan cuestiones sensibles de inteligencia. Aquí es donde se asigna el financiamiento ilegal y el soborno de líderes amigables en el hemisferio y donde los alineamientos son establecidos con las dictaduras aliadas en Bielorrusia, Siria, Irán, Libia o Zimbabwe.

  2. En La Campiña, la sede principal de Petróleos de Venezuela (PDVSA).

    Las oficinas centrales de Petróleos de Venezuela, al lado oriental de Caracas, es donde hacen oficina la junta directiva y los principales funcionarios de planificación y finanzas de la empresa.

    PDVSA ya no es una empresa petrolera sino un conglomerado incoherente de diversos negocios que van desde la importación y distribución de alimentos hasta el entrenamiento de atletas. La corrupción es principalmente generada mediante contratos sin licitación que son asignados a los amigos del régimen. Los sobornos son habituales. El gobierno ignora descaradamente los escándalos pequeños y grandes de PDVSA, como la contratación de la plataforma de perforación mar adentro Aban Pearl a una empresa fantasma o el uso ilegal del Fondo de Pensiones de los empleados con fines especulativos. El presidente de la empresa es un mentiroso patológico que sistemáticamente ha desviado los fondos de PDVSA hacia los bolsillos de la rama ejecutiva, para ser utilizados en actividades sin una rendición de cuentas.

  3. El Ministerio de Defensa y la Guardia Nacional.

    Un reporte realizado por la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés) para el Congreso de EE.UU. informó acerca de una creciente corrupción entre las fuerzas armadas venezolanas, especialmente la Guardia Nacional. La corrupción, dijo el informe, ha llegado al nivel ministerial del gobierno. En particular, los vínculos entre las fuerzas armadas y las FARC habían sido claramente establecidos, como demostraron los contenidos de las laptops pertenecientes al fallecido líder de las FARC Raúl Reyes.

    La corrupción de las fuerzas armadas venezolanas condujo a que el gobierno estadounidense nombre a tres miembros de rango alto en el gobierno como capos de drogas “por proveer respaldo material a las FARC”. Estas tres personas son los generales Henry Rangel Silva y Hugo Carvajal y el ex Ministro del Interior Ramón Rodríguez Chacín, quienes todavía son miembros del círculo íntimo de Chávez. De hecho, Rangel Silva fue promovido recientemente al nivel más alto en las fuerzas armadas. Venezuela no sólo es un petro-estado sino también que se está convirtiendo en un narco-estado.

  4. El Ministerio de Finanzas.

    La administración de las finanzas de Venezuela durante el régimen de Chávez ha sido extremadamente irregular, por no decir algo peor. Jugando criminalmente con los tipos de cambio duales, los funcionarios del Ministerio de Finanzas y los banqueros y corredores de bolsa asociados se han convertido en millonarios instantáneos. Los fondos paralelos, los cuales operan sin rendición de cuentas e ignorando las leyes de la nación, han promovido una híper-corrupción. Al eliminar la autonomía del Banco Central de Venezuela, las reservas internacionales han sido desviadas a las manos del Poder Ejecutivo, para poder ser utilizadas con fines políticos.

Trece años y un billón de dólares más tarde, el régimen de Hugo Chávez ha demostrado ser la peor pesadilla de Venezuela. A estas alturas estamos, nuevamente, presionando para que haya un cambio. Si hemos aprendido nuestra lección deberíamos ser mucho más cuidadosos en esta ocasión.

Venezuela: Una manera de gobernar para empobrecer a los países ricos

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por Manuel Hinds

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).

El Socialismo del Siglo XXI no es un sistema de gobierno sino una manera de gobernar de acuerdo a los deseos arbitrarios de un dictador. Aunque no tiene ninguna definición específica de nada —ni objetivos ni medios ni procesos— sí ha mostrado que es una manera de gobernar que no es para países pobres, ya que aun a los ricos los empobrece.

La magnitud del desastre económico que el desaforado gasto del gobierno del presidente Chávez ha inflingido en Venezuela, puede apreciarse en el hecho que no sólo tiene la tasa de inflación más alta de Latinoamérica, sino que además tiene una enorme escasez de dólares. Esto sucede a pesar de que el promedio anual de las exportaciones del país, que había sido de cerca de $25.000 millones de 1990 a 2005, se triplicó a $74.000 millones anuales de 2004 a 2009. Sólo en 2009 el país exportó $97.000 millones, lo que exportaba en tres años a principios de la década. Todo esto no es porque el país haya ganado en competitividad sino porque el precio del petróleo ha subido exponencialmente.

Los dólares son tan escasos y caros que cada vez es más difícil para las empresas suplirse de materias primas y materiales necesarios para la producción. Así como era en El Salvador en tiempos del presidente Duarte, en Venezuela hay varios precios para el dólar. Hasta fines de diciembre de 2010, había tres precios oficiales, dependiendo de a qué ventanilla lo mandaran, más el precio del mercado negro. Es decir, había cuatro precios. El sistema que el Banco Central tiene para asignar el precio a distintas personas no es transparente. La verdad es que usted paga más barato o más caro dependiendo de sus influencias políticas.

La primera ventanilla era supuestamente para empresas importando cosas muy necesarias, como comida, medicinas y otras cosas que el gobierno especificaba. El precio en esta ventanilla era de 2,60 bolívares fuertes por dólar. En la segunda ventanilla había dólares para empresas importando cosas que el gobierno considera importantes pero no tanto, como carros, petroquímicos y productos electrónicos. En esta ventanilla el dólar valía 4,30 bolívares fuertes por dólar.

Había una tercera ventanilla para las empresas que importan bienes que eran menos importantes. El Banco Central provee los dólares de una manera bastante complicada en esta ventanilla, llamada el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme). En este sistema, el Banco Central de Venezuela no da dólares en efectivo a los que los necesitan y son aprobados para recibirlos, sino que les da bonos del gobierno de Venezuela denominados en dólares, para que los vendan en el extranjero. Es decir, si usted es un importador y el Banco Central le aprueba la venta de $1.000.000, no le dará los dólares sino bonos del gobierno por $1.000.000. Usted tiene que ir a venderlos a Nueva York, en donde hay un mercado para ellos. El precio nominal en esta ventanilla es de 5,30 bolívares fuertes por dólar. Sin embargo, el precio real es mucho mayor porque el mercado de Nueva York compra estos bonos, que pertenecen sólidamente a la clase de bonos chatarra, al 74 por ciento de su valor nominal, de tal manera que si el Banco Central de Venezuela le dio bonos por $1.000.000, usted recibe sólo $740.000 cuando los vende. Esto hace que el verdadero precio que usted paga en el sistema Sitme sea 7,16 bolívares fuertes por dólar.

Finalmente, todas las demás empresas, y todos los ciudadanos que no son parte de la rosca del gobierno, tienen que irse al mercado negro, en donde pagan entre 8,40 y 9,00 bolívares fuertes por dólar.

Esto era así hasta fines del 2010. En enero, el Banco Central cerró la ventanilla de 2,60 bolívares fuertes por dólar, de forma que hoy aun las empresas que el gobierno considera que son las más importantes pagarán 4,30 bolívares fuertes por dólar. Esto es equivalente a haber devaluado el llamado Bolívar fuerte en un 65 por ciento para estas empresas. Pero ellas no son las únicas que sufrieron una devaluación, ya que las empresas que pagaban 4,30 pasaron al Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), y han tenido que comenzar a vender bonos en Nueva York. Para ellas la devaluación también será de 65 por ciento. Y ellas harán que las que estaban en esa categoría caigan del Sitme al mercado negro. Al final, el efecto es un encarecimiento de todas las importaciones en Venezuela, que a su vez encarecen todos los bienes y servicios.

El costo económico de este sistema es astronómico. Tiene dos componentes. En primer lugar está el costo causado por la inflación misma, que golpea principalmente a los pobres y marginados. Con los precios subiendo al 27 por ciento anual y los salarios estancados por la crisis económica la situación de esta gente es realmente desesperada. En segundo lugar, está el desperdicio de tiempo para las empresas, que en vez de concentrar su gerencia en mejorar su productividad tienen que dedicar su tiempo y esfuerzo a conseguir los dólares.

Esta es sólo una pequeña muestra de cómo el gobierno de Chávez ha logrado convertir lo que debería ser un período de abundancia en uno de crisis y escasez. Eso es parte, la más pequeña, del costo que el pueblo venezolano está pagando por el populismo del gobierno. Peor aún es la pérdida de la libertad.

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