13 abril, 2011

Pandilla criminal

Pandilla criminal

Al gobierno de Felipe Calderón le tiembla la mano para hacer valer la ley en el caso de la banda criminal de Esparza, debido al costo político.

Ricardo Alemán

En medio de la violencia y el terror desatados en todo el país por las bandas del crimen organizado y el narcotráfico, se había convertido en retórica cotidiana la violencia y el terror que en los últimos 18 meses desató en la Ciudad de México la pandilla de ex trabajadores electricistas que comanda Martín Esparza.

Y no era para menos. Ante expresiones de violencia extrema, como decapitados, descuartizados, asesinatos masivos, secuestros de alto impacto y verdaderas masacres de decenas de personas, la violencia generada por un puñado de pillos sindicales parecía peccata minuta, a pesar de que en todos sus lances los pandilleros de Martín Esparza cometían delitos que —por quién sabe qué extraña razón política— no sólo no eran perseguidos por autoridad alguna, sino que permanecían impunes.

Así, durante 18 meses, los ciudadanos de a pie se acostumbraron a ver las imágenes de la violencia criminal, al lado de las imágenes de la violencia sindical, sólo que diferenciadas por una sutil tolerancia. En el caso de las bandas del crimen organizado y el narcotráfico, la violencia desatada contra los ciudadanos y —generada por sus peleas territoriales— siempre fue combatida por las fuerzas represoras del Estado —policías y militares—, en tanto la violencia criminal de la pandilla que encabeza Martín Esparza, no sólo era solapada, sino que parecía ser estimulada.

Y para los que tengan dudas, están a la vista de todos los videos de pandilleros del SME cuando lo mismo asaltan a ciudadanos, que golpean a transeúntes; martirizan a trabajadores de la CFE a los que envían graves a hospitales a causa de las lesiones, en tanto los pandilleros destrozan vehículos oficiales y particulares y destruyen instalaciones eléctricas, al grado de que existen mil 200 denuncias ante las autoridades, de sabotajes a instalaciones eléctricas federales, lo cual en rigor debiera ser castigado con muchos años de cárcel.

Y aquí es donde surge la gran pregunta. ¿Por qué las instituciones del Estado combaten con las fuerzas públicas a criminales y a narcotraficantes, en tanto los pandilleros de Martín Esparza son protegidos, solapados y hasta cuidados cuando cometen sus fechorías? ¿De qué privilegios y prebendas metalegales —más allá de la ley— gozan pillos como Martín Esparza y su claque de criminales?

La respuesta, por increíble que resulta, está en el terreno político. Resulta que la pandilla criminal de Martín Esparza es un grupo de intocables por conveniencia político-electoral. Es decir, que al gobierno de Felipe Calderón le tiembla la mano para hacer valer la ley —luego de que no le tembló la mano para declarar desaparecida Luz y Fuerza del Centro— en el caso de la banda criminal de Esparza. ¿Y por qué le tiembla la mano? Por el costo político que puede significar que la fuerza pública haga respetar la ley a una pandilla criminal como la del SME.

Meter en cintura a los pillos y delincuentes que medran en torno a ese negocio familiar de transa, engaño y violencia en que se convirtió el SME de Martín Esparza, le significaría al gobierno federal un flanco de choque con parte del sindicalismo oficial. Y los tiempos político-electorales que se viven, aconsejan la impunidad para la pandilla criminal de Esparza.

Algo parecido ocurre con Marcelo Ebrard, el timorato jefe de Gobierno capitalino, quien no sólo tiene miedo, sino verdadero pavor a que la pandilla criminal de Martín Esparza acuse al jefe de Gobierno con el jefe de otra pandilla política, la de AMLO. Es decir, Marcelo Ebrard no toca ni con el pétalo de una orden de aprehensión a Esparza y sus pandilleros, porque eso desataría la furia del mesías tropical.

Así pues, en su calidad de intocables por el gobierno federal y protegidos de la mafia de AMLO en el GDF, la pandilla criminal de Martín Esparza seguirá depredando la capital del país, en tanto los ciudadanos deberemos soportar pacientes, comprensivos, sumisos e impotentes, que esa pandilla criminal disloque el tránsito, golpee a transeúntes, a automovilistas, queme vehículos y, de tanto en tanto, nos deje sin luz porque se le ocurrió sabotear tal o cual mufa. ¿Hasta cuándo?

No se vale quejarse. ¿Qué, no querían gobiernos del PAN y del PRD? Al tiempo.

EN EL CAMINO

Por cierto, cuando los horribles gobiernos del PAN o del PRI agraden a un periodista, los voceros mediáticos de la dizque izquierda ponen el grito en el cielo. Y nada dicen cuando la mafia del SME golpea a un reportero… En solidaridad con Juan Carlos Santoyo, reportero ejemplar.

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