25 abril, 2011

¿POR QUÉ EL PUPULISMO ES TAN POPULAR EN AMÉRICA LATINA?

¿POR QUÉ EL PUPULISMO ES TAN POPULAR EN AMÉRICA LATINA?

¿POR QUÉ EL POPULISMO ES TAN POPULAR EN AMÉRICA LATINA?

Texto de la ponencia presentada en la Mont Pelerin Society el Martes 19 de este mes.

1. Populismo en general.

¿Por qué las propuestas demagógicas e intervencionistas, con grados diversos de autoritarismos, son en general aceptadas por la gran mayoría de la población?

Es una pregunta que choca con el habitual racionalismo de ciertos liberales (1), que presupone que explicando racionalmente las bondades del libre mercado y el gobierno limitado, debería bastar para su aceptación. Si ello no es así, es que aún no hemos encontrado la forma de “explicarlo y-o comunicarlo bien y adecuadamente”. Sin embargo, la naturaleza humana no es racional “de ese modo”. Freud, en su obra “Psicología de las masas y análisis del yo” (2), nos explica algo sobre la naturaleza humana que los liberales clásicos deberíamos incorporar más a nuestros análisis políticos. La evolución de la psiquis no es tan fácil. La ambivalencia sobre la figura paterna puede general a veces una identificación y una regresión infantil a la figura del padre (como un proceso inconsciente para evitar “el asesinato del padre”). Estas personas con esta regresión quedan perfectamente preparadas para una alienación y masificación con el “jefe de la horda”, expresión muy significativa utilizada por Freud. O sea que en el psiquismo de muchos adultos existe una bomba de tiempo: un proceso de regresión por medio de la identificación con la figura paterna que se proyecta en el líder autoritario. Por eso las personas masificadas se sienten “hermanadas” en el amor al líder, y son propensas por ello a procesos de igualación que los identifique precisamente como los hermanos ante el padre. Esta es una explicación de los fenómenos de masas que explica muy bien los procesos de autoritarismos políticos, y la mala noticia es que estas personas no están precisamente preparadas para ejercer el juicio crítico contra el dictadorzuelo que ha capturado la debilidad de ese yo que padece una profunda regresión hacia sus etapas más infantiles.

Vìctor Frankl, otro psicólogo y psiquíatra vienés, fundador de la “logoterapia”, da una explicación complementaria, en mi opinión (3). Frankl sostiene que la principal neurosis que afecta al ser humano es la “neurosis noógena”, esto es, la neurosis fruto de la angustia por perder el sentido de la existencia. Al ser humano le es difícil preguntarse verdaderamente por el sentido de su vida; habitualmente, para huir de esa difícil pregunta, se aliena, esto es, toma el sentido prestado de otra existencia, “convirtiéndose en el otro”, “siendo el otro”. Una de esas posibles alienaciones es precisamente seguir los mandatos de otro, y encontrar en el plan y en las órdenes de un sistema autoritario el sentido de la vida que no habíamos podido encontrar por nosotros mismos. El dictador autoritario, para Frankl, también vive en una peligrosa alienación, porque sólo encuentra el sentido de su vida en ese espacio de poder. “Amo y esclavo” para usar la famosa dialéctica, se retroalimentan en una vida sin sentido, anestesiada por esa relación enferma que a los dos los hace olvidar radicalmente de su propio yo. En ese sentido, quien ha encontrado el sentido de su propia vida ha encontrado también el sentido de su libertad individual, y es muy poco propenso, o casi nada, a los cantos de sirena de los sistemas autoritarios. En ese sentido, si la Ilustración es madurez, como decía Kant (4), la madurez es precisamente un psiquismo adulto, sin el padecimiento de estas dos clases de alienaciones, un psiquismo que pueda reflexionar sobre el sentido de la vida y encontrar en sí mismo el camino de su existencia. Pero, oh, mala noticia para los liberales, no es esa la situación del común de las personas, que más que vivir su propia existencia, son vividos, esto es, se dejan llevar por un sin fin de alienaciones diversas sin la más mínima conciencia existencial de ello. Esto es un grave problema para los liberales clásicos, y también para los liberales del s. XIX de orientación más positivistas que creyeron encontrar en la escolaridad estatal obligatoria un remedio para la ignorancia y el camino hacia un ciudadano “maduro” e ilustrado que no se deje llevar por caudillos autoritarios (5).Pero este diagnóstico sobre los problemas de la naturaleza humana, la alienación y el autoritarismo, no están hechos para América Latina en particular. Un norteamericano o un suizo no tienen nada en especial, genética y psíquicamente, por lo cual no caer en los procesos de alienación descriptos. Entonces, ¿qué hay de particular en América Latina?

2. El autoritarismo latinoamericano.

En otra oportunidad (6) he desarrollado una hipótesis de por qué son más visibles en América Latina estos procesos de alienación psíquica con el líder (obsérvese que no dije “más frecuentes”). La cuestión es el marco institucional, y ello es lo que en América Latina estuvo debilitado desde su origen. Las instituciones liberales clásicas son precisamente usos y costumbres jurídicas y políticas que retardan o hacen más difícil los procesos de alienación descriptos (aún así, observemos el camino creciente de los EEUU hacia el autoritarismo, igual que la Europa de la post-guerra).Pero mientras que en los EEUU podríamos hablar de una vuelta a dichas instituciones, América Latina nunca las tuvo. Lo que hubo es un enfrentamiento entre dos fuerzas culturales opuestas. ¿Cuáles fueron esas dos fuerzas culturales? Como ya dije en otra oportunidad, América Latina se basó en la estructura monárquica de origen español, donde la estructura era jerárquica del Rey a los Virreyes. A ello sumemos los diversos caudillos locales que se movían con un sistema de privilegios con el Virrey de turno, más una tradición cultural de unión entre el catolicismo y la corona española, ante lo cual la “sana laicidad del estado”, defendida hoy por todo el Vaticano II y Benedicto XVI (7), brillaba por su ausencia. Los intentos del liberalismo no fueron, por ende, en América Latina, una evolución del Estado de Derecho como describe Hayek (8). No hubo evolución, sino revolución. Los que querían cambiar el sistema se basaron más en la tradición iluminista francesa, fuertemente antireligiosa, que se imponía habitualmente por la fuerza, de la mano de un militar con pensadores civiles que importaban los códigos napoleónicos y estructuras republicanas más bien continentales imponiendo un proceso de secularización también por la fuerza. Esto, como conjetura general.América Latina nació por ende en ese drama cultural, con esas dos fuerzas enfrentadas. Excepto Alberdi, no hubo en América Latina (AL) ese “limited goverment” de origen anglosajón y evolutivo defendido por Hayek. El resultado fue, por ende, un liberalismo más bien constructivista, en términos de Hayek, contra un tradicionalismo donde tampoco existían las libertades individuales (esencial diferencia con tradicionalismos como los de Edmund Burke). Por ende, AL es una tierra de revoluciones y de autoritarismos contrapuestos. Los golpes cívico-militares antirreligiosos, muchos de los cuales acompañaron los movimientos de emancipación de la corona española, no pudieron borrar los usos y costumbres culturales anteriores; más bien los retro-alimentaban porque dependían también del grupo de “hombres fuertes” que imponían la revolución. Claro, por un tiempo, como por ejemplo en Argentina, la cosa pareció funcionar, porque los códigos civiles y penales estructurados sobre la base de los derechos de vida, libertad y propiedad estabilizaron por un tiempo la anarquía anterior. Pero luego de un tiempo los horizontes autoritarios ocultos se hacen manifiestos, como un conflicto inconsciente tapado por una fuerte negación. Argentina no podría ser un mejor y dramático ejemplo. Primero, la revolución contra la corona, iluminista-racionalista. Luego, la revolución contra la revolución racionalista: el Perón nacionalista mussoliniano de los años 40. Luego, la revolución de izquierda contra el “imperialismo norteamericano”, la nueva corona de la cual había que liberarse: la guerrilla de los años 70. Años 70 de los cuales no hemos salido (9), sino que estamos en ellos cada vez más.Todas las instituciones de AL, por ende, son débiles, porque nunca florecieron en medio de esas fuerzas autoritarias antagónicas, y los intentos del s. XIX de trasplantar una Constitución liberal en ese terreno fracasaron obviamente. Siempre dependemos del “hombre fuerte”, llámese Uribe o Chávez. En ese sentido el “populismo” en AL tiene esa base que lo retroalimenta. No es que sus habitantes son más propensos a los procesos de masificación y alienación, sino que no tienen incorporados, en términos psicoanalíticos, “la ley del padre”, siendo esa ley usos y costumbres institucionales fuertemente arraigados. Según Freud quien no incorpora la ley del padre es perverso o psicótico. Bien, eso es AL: una perversión política, fruto de su debilidad institucional.

3. ¿Hay alguna solución?

A simple vista, no. Los liberales que más han bebido en el libertarianismo de Rothbard se colocan habitualmente en una posición anti-sistema. No les queda sino la revolución, lo cual, si mi hipótesis es correcta, retro-alimenta el problema. Lo otro que les queda (que nos queda) es el exilio.

Una perspectiva más hayekiana, más evolutiva, es integrarse a los partidos políticos tradicionales tratando de llevar ciertas ideas a ciertos líderes que, aunque claramente no liberales, sin embargo estén en una clara posición anti-chávez y más propensos a aliarse con Chile o Brasil. Esos líderes tienen más apoyo popular y, ubicados en el poder, al menos darán más tiempo y oportunidad para un mayor progreso institucional (hasta llegar a una reforma constitucional liberal clásica). Ello es lo único realista y posible en ese momento y al menos podría frenar (o hubiera podido frenar) dramas como los Kirchner y otros peligrosísimos dictadorzuelos pro-marxistas.

Por supuesto lo que propongo es totalmente falible. Si me dan otra solución mejor, excelente. Pero les ruego que me disculpen un lugar común. La violencia sólo engendra violencia. Las sociedades, los sistemas, evolucionan o colapsan, pero no cambian por la fuerza. Mientras tanto, yo no sólo respeto el exilio en quien pueda hacerlo, sino que a veces lo exhorto. Sólo que en la situación mundial actual, queda otra pregunta: ¿hacia dónde?

El dinero fiduciario

El dinero fiduciario: Más deflacionista que el oro

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por Juan Ramón Rallo

Juan Ramón Rallo Julián es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España).

En general, el público y los economistas convencionales entienden muy mal cómo funciona y cuáles son los efectos del dinero fiduciario. Se nos dice que éste es preferible al patrón oro porque resulta más flexible a la hora de adaptarse a los eventuales desequilibrios o shocks que puede padecer una economía. Sin embargo, lo que quieren significar cuando así se expresan sólo es que el dinero fiduciario es más flexible que el oro a la hora de promover expansiones crediticias inflacionarias por parte del banco central.

Con el dinero fiduciario, el banco central puede controlar, a través del resto del sistema bancario, la oferta de crédito. El problema, escasamente comprendido por los monetaristas y sí algo más por los keynesianos, es que no puede controlar la demanda y, por tanto, en ciertas coyunturas como la actual el ritmo de expansión crediticia se vuelve absolutamente ingobernable desde ese órgano de planificación que pretenden ser los bancos centrales modernos.

Pero no quería reflexionar sobre el poder que a día de hoy poseen (o creen que poseen) los bancos centrales sobre la economía. Me interesa más bien que pensemos acerca de cuáles son las implicaciones de esa mayor flexibilidad crediticia que sin duda sí acarrea el dinero fiduciario.

Como sabemos, los bancos han adquirido desde hace siglos la pésima costumbre de crear medios de pago (billetes o depósitos) contra activos a largo plazo. Dicho de otro modo, el sistema de cobros y pagos por el que intercambiamos bienes y servicios presentes pasa a estar ligado a la oferta incierta de bienes futuros por parte de esos activos. La virtud del oro (o su defecto para los partidarios del dinero fiduciario) es que pone coto a este inestable proceso: dado que los medios de pago que crea la banca deben poder transformarse en todo momento en oro, ni las entidades privadas ni el banco central tienen mucho margen para que dure mucho tiempo la expansión de sus pasivos no respaldados por oro o por bienes convertibles rápidamente en oro (las famosas letras de cambio).

Esta es la rigidez, la camisa de fuerza, de la que hablan los detractores del patrón oro. Y es que, en efecto, el dinero fiduciario, dado que no tiene por qué convertirse en nada, puede ser creado por el banco central contra cualquier otro activo, incluyendo las inversiones a largo plazo de la banca. ¿Cuál es el problema de todo ello? El primero, excelentemente expuesto por la teoría austriaca del ciclo económico, es que las malas inversiones continúan acumulándose: la gente desea medios de pago para disponer de ellos en cualquier momento (es decir, demanda estructuras productivas muy cercanas al consumo y con gran flexibilidad para reconvertirse en cuanto varíe la demanda) y los bancos, a través de sus préstamos, impiden una disposición no inflacionista de los mismos (la estructura productiva se concentra en inversiones a largo plazo y, por tanto, muy difícilmente readaptables a los cambios de la demanda).

Hay, sin embargo, otro problema del que los austriacos no suelen hablar y que sí supo ver, al menos superficialmente, Milton Friedman. Con el dinero fiduciario, no es sólo que las malas inversiones, y por tanto la pérdida de capital, sigan incrementándose, es que además vamos ligando de manera creciente la viabilidad de nuestro sistema de cobros y pagos a esas malas inversiones. Dicho de otra manera, cuando, entrados en la crisis, los activos de mala calidad de la banca pierden su valor, no sólo sufren los capitalistas que habían depositado sus ahorros en ellos, sino que también los cuentacorrentistas ven desaparecer el efectivo del que creían que disponían: si un banco quiebra, sus depósitos —las cuentas corrientes de sus clientes— sufren una quita muy considerable.

Y aquí es cuando las cosas comienzan a complicarse y a agravarse. Una deflación súbita y drástica de los medios de pago genera la necesidad de que todos los precios de la economía se readapten, lo cual prácticamente nunca será posible, sobre todo a corto plazo: hay numerosos precios que vienen fijados por contrato a medio o largo plazo —la deuda, los salarios, los alquileres, los suministros…— que, salvo cláusulas de indexación, permanecerán constantes, lo que dará lugar a reajustes no ya nominales sino reales dentro de la economía: quiebras empresariales, despidos, abandono de factores productivos, depreciación de activos, etc. (por eso Keynes confunde las consecuencias de la crisis —la merma en la demanda— con sus causas).

La alternativa a esa severísima deflación es que los Estados rescaten a toda la banca, independientemente de la calidad de sus inversiones. Pero apuntalar las malas inversiones implica estancamiento y no recuperación. Una economía que merced al dinero fiduciario ha acumulado cantidades enormes de mala deuda (de malas inversiones) sólo tiene dos alternativas: o una crisis profundísima que se lleve por delante buenas y malas inversiones en el proceso alocado de liquidación, o una consolidación de esas malas inversiones en forma de estancamiento secular (Japón).

Con el patrón oro, todos estos procesos serían mucho más suaves (aunque también más recurrentes, de ahí el mito de que el patrón oro es inestable): primero, porque las malas inversiones no alcanzan proporciones tan elevadas y se liquidan mucho antes. Y segundo, y fundamental, porque con patrón oro siempre hay una parte de los medios de pago que no dependen de la deuda (justamente, la cantidad de oro en circulación). Recordemos que con el dinero fiduciario todo el dinero es deuda (los billetes de dólares o euros son deuda impagada del banco central), de modo que toda su cuantía (su poder adquisitivo) fluctúa con el valor de los activos que los respaldan.

Paradójicamente, los gobiernos destruyeron el patrón oro con la pueril excusa de evitar las deflaciones a las que recurrentemente daba lugar y lo único que han conseguido es instaurar un sistema de dinero fiduciario donde, para purgar de raíz las malas inversiones que él mismo incentiva a crear, se hace necesario una deflación muchísimo más intensa que la del oro. Es de puro sentido común: si el dinero fiduciario es durante un tiempo más inflacionista que el oro porque permite crear más crédito, también será, en el momento en que haya que amortizar o impagar ese crédito, más deflacionista que el oro. O eso o el estancamiento en forma de economía esclerotizada y esquilmada por los altísimos impuestos necesarios para hacer frente a la deuda pública que hubo que emitir para salvar a la banca (y con ella al sistema de cobros y pagos).

Claro que el cuento de acaba cuando ya no existe un rescatador de última instancia. En ese caso, la hiperdeflación del dinero fiduciario se vuelve inevitable a menos que el banco central la combata con una impresión masiva y desproporcionada de billetes, lo que nos conduciría a la hiperinflación: en ambos casos, el sistema de cobros y pagos moriría: por eso Antal Fekete dice que la hiperinflación y la hiperdeflación son dos caras de la misma moneda. En Europa, si los PIGS siguen haciendo de las suyas y Alemania no se pone verdaderamente seria, podríamos tener la desgracia de comprobarlo.

SEGUNDA VUELTA DE TUERCA

SEGUNDA VUELTA DE TUERCA

Soy latinoamericano, y peruano de corazón pero no por nacimiento o DNI, no estoy en condición legal de votar en estas elecciones. Sé que por eso muchos me niegan mi derecho a opinar. No obstante, con humildad, respeto, y mucho agradecimiento y cariño por el Perú, deseo expresar mi punto de vista.

---- Desde los ’60 hasta la fecha, en el Perú se han soportado todas las variedades posibles e imaginables de estatismo. Bajo el primer gobierno del Sr. Belaúnde fue un estatismo populista. Después, bajo los jefes militares, un nazional-socialismo autoritario y totalitario. El estatismo prosiguió en los años del Sr. Belaúnde en su segundo mandato. Y el colectivismo alcanzó su clímax en el primer turno del Sr. Alan García, con la estatización de la banca. En ambos casos, en la vía o modalidad socialista democrática o socialdemocracia. Eso fue hasta 1990.

---- En 1990 hubo un golpe de timón y un viraje, y se pasó del estatismo de izquierda al estatismo de derecha. Con el Sr. Fujimori se aplicó el “Consenso de Washington”, recomendado por el FMI y el Banco Mundial. Una década del mal llamado “Neo” liberalismo, que muy poco o nada tiene del verdadero liberalismo clásico de los gobiernos limitados, mercados libres y propiedad privada, en el marco de un Estado de Derecho respetuoso de los derechos humanos y las libertades y garantías democráticas. Se combatió al terrorismo, aunque con excesos, y se creó riqueza, aunque no suficiente para todos, y en un proceso manchado por la corrupción. Pero con todos sus defectos, el régimen del Sr. Fujimori salvó a los peruanos de otra variante o modalidad de estatismo muchísimo peor: el terrorista. Sendero Luminoso y el MRTA estuvieron a punto de ensayar el estatismo comunista estilo Camboya de Pol Pot. Si hubieran triunfado, Perú sería como Cuba, Corea del Norte, Irán o Zimbabwe.

---- Pero ese “modelo Neo liberal” es en realidad un Neo mercantilismo retrógrado, incapaz de crear riqueza suficiente para todos a través de mercados plenamente abiertos y competitivos. Por esa razón dice ser combinado con la llamada “re-distribución de la riqueza”, un vulgar asistencialismo clientelista por parte del Estado. Si el “modelo” fuera tan bueno como dicen, no necesitaría de esas llamadas “medidas sociales de compensación”: servicios de educación, salud y jubilaciones estatales que son inefectivos, burocratizados e insuficientes, combinados con degradantes y adictivos repartos de comida y otras dádivas.

---- Ya en este siglo XXI, terminó la versión autoritaria de este “modelo”. Bajo los gobiernos de los Sres. Alejandro Toledo y Alan García otra vez, se probó la versión democrática del mal llamado “Neo liberalismo”, en esencia un social-mercantilismo: se crea riqueza, pero no en cantidad y calidad suficiente, no alcanza para todos; y las adictivas limosnas estatales no bastan. Varios millones de peruanos subsisten en condiciones de pobreza incluso extrema, inseguros, sin servicios públicos, sin justicia, y pensando sólo en emigrar, lo cual muchos ya han hecho. Por eso se impone un cambio. Y una consistente mayoría ha votado por un cambio el 11 de abril en la primera vuelta, y por eso el Sr. Humala llegó primero. Pero el socialismo castro-chavista no es lo indicado, no es la salida, no es un cambio para mejor. Es un “remedio” peor que la enfermedad, un sistema totalitario, corrupto y corruptor, adoctrinador y militarista, acompañado de una dictadura eterna, que no ofrece posibilidad alguna de ser sustituida por medios pacíficos y democráticos.

---- El estatismo es una indebida usurpación de funciones, competencias y recursos de la sociedad civil por el Estado. Inhibe el ahorro, la inversión, la empresarialidad y el empleo; y fomentando los privilegios y la pobreza, la miseria, y la dependencia política de los gobernantes. El estatismo de derecha es malo porque empobrece, y el de izquierda es peor porque además de empobrecer esclaviza, trascendiendo el marco de la economía, y aspirando a la sumisión total del individuo al Estado.

---- Para los cristianos el estatismo es particularmente repugnante porque contradice el modelo de Gobierno limitado que Dios establece como norma, y que desde el Antiguo Testamento se conoce como sistema de la “Judicatura” o Gobierno de los Jueces. En I Samuel 8 de cuenta que el pueblo rebelde entroniza el estatismo o “Monarquía”, el Gobierno de los Reyes, en contra de la Voluntad Perfecta de Dios. En I Reyes 12 se lee que los impuestos excesivos y abusos estatistas causaron la división de Israel, y consecuentes sufrimientos bajo reyes despóticos, que arrastraron a la nación a su ruina, y la pérdida de su libertad. En los pasados siglos estas consideraciones inspiraron a los cristianos en Europa occidental y EEUU para poner vigilancia y contención permanente a sus Gobiernos, a fin de impedirles que se “enseñoreen” sobre sus pueblos, y les subyuguen, mediante el dominio y control sobre todos los aspectos de la vida: la moneda y la economía, la educación y la cultura, la salud, la familia e incluso las iglesias.

---- Ahora el candidato Humala ya tiene poder suficiente en el Congreso, y en el apoyo de una mayoría de opinión desinformada y desorientada, que exige un cambio, pero no sabe bien en cuál rumbo, ni parece importarle mucho. Para el 5 de junio entonces parece preferible votar por la opción de la candidata Keiko Fujimori. No es una alternativa perfecta, pero al menos serviría de equilibrio y contención al castro-humalismo, y dejaría la posibilidad de volver a revisar las decisiones en las siguientes elecciones de 2014 y 2016. La otra opción no es un “salto en el vacío”: es un salto en el comunismo del siglo XXI, el sistema imperante en Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países, con pésimos resultados para todos a la vista.

---- ¿Pero qué necesita en realidad el Perú, más allá de esta coyuntura? Necesita justicia, orden, seguridad, libertad, paz, prosperidad, y oportunidades para todos, en un clima de amplias libertades democráticas, para bien de todos los peruanos. Y eso es mediante un sistema genuinamente liberal, no colectivista, socialista, estatista o “Neo” liberal. Se requiere un nuevo modelo de Gobierno fuerte y democrático, pero limitado a sus funciones propias naturales, que son las siguientes: 1) la defensa nacional y la seguridad ciudadana; 2) la administración de justicia pública; y 3) las obras de infraestructura; y limitado asimismo en sus poderes y recursos; y que además sea realmente descentralizado, desde los gobiernos municipales y regionales. Y en lo económico y social, mercados libres y sin privilegios, para producir riqueza en abundancia; y también de irrestricto respeto a la propiedad privada, garantía y sostén de libertades; todo ello en el marco de un verdadero Estado de Derecho y Justicia.

---- Y como medio para ese cambio de sistema, Cinco (5) Reformas de fondo, pendientes desde hace décadas: 1) reforma política y gubernativa de los poderes públicos; 2) económica, bancaria y financiera; 3) de la educación en todos sus niveles; 4) de la atención médica; y 5) de las administradoras de jubilaciones y pensiones. La meta es ganar más y vivir bien, con más y mejores oportunidades para todos, y en democracia. Esa tan loable aspiración de la ciudadanía, no se puede lograr con el actual sistema social-mercantilista, que sirve para enriquecer sólo a unas pocas elites económicas y políticas privilegiadas.

Pero mucho menos se puede lograr con el comunismo nazional-chavista, que empobrece y esclaviza a todos, excepto a los todopoderosos grupos gobernantes.

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