18 mayo, 2011

Estados Unidos versus China

Estados Unidos versus China: ¿Qué economía es más grande, mejor?

Dr. Derek Scissors

Resumen: El avance de China desde la pobreza debido a las increíblemente exitosas reformas de mercado introducidas en 1978 han ocultado fuertes debilidades en su economía — especialmente en comparación con la economía de Estados Unidos. Estas debilidades se han exacerbado por la renovada intervención estatal china que comenzó alrededor de 2003. Muchos parecen convencidos de que China está a punto de sobrepasar a Estados Unidos económicamente. Pero los americanos no deberían perder de vista las amplias ventajas sobre los chinos — en ingresos, en recursos naturales y en áreas que pueden sorprender, como la fuerza laboral. Derek Scissors, experto en China de la Fundación Heritage, explica por qué es vital que Estados Unidos tenga presente sus puntos fuertes y reconozca las profundas debilidades chinas.

Cada vez es más común oír que China adelantará a América en puro tamaño económico en la próxima década o, ajustando al poder adquisitivo, tan pronto como este año mismo. Algunas de estas alegaciones son claramente inexactas, la mayoría son engañosas y todas ellas son potencialmente dañinas.

Estas alegaciones contribuyen a crear falsas impresiones sobre el futuro de la región Asia–Pacífico, incluso del mundo en su conjunto. Las percepciones sobre la fuerza e importancia económicas de China promueven su presencia global, desde sus fronteras hasta el África subsahariana y América Latina. Una mirada en profundidad, sin embargo, muestra que la República Popular de China (RPC) es todavía mucho más pequeña y pobre que Estados Unidos en los más importantes indicadores económicos, de forma que su verdadero peso económico global es, correspondientemente, limitado.

Aunque este trabajo se centra en la economía, toda política de Estados Unidos debe fundamentarse en buena información sobre la posición relativa actual de China y sobre la que tendrá en el futuro. Estados Unidos tiene una enorme ventaja económica que debería durar varias generaciones, como poco. La mejor estrategia para competir con la RPC, por tanto, empieza por poner en orden la casa americana — y al hacerlo, de ninguna forma Estados Unidos debe imitar a la RPC. Una guerra con Pekín sobre qué gobierno puede intervenir más en su economía está condenada al fracaso y vendría con feos inconvenientes que se han quedado perdido en la histeria sobre China.

América puede y debe ganar la competición económica. Sin embargo, no debería poner sus esperanzas en el fracaso de China. Una China que se debilite o estanque económicamente perjudica al resto del mundo. Al contrario, una China en un camino más sostenible beneficia a todos, incluyendo Estados Unidos.

América contra China: Hoy

Uno de los desarrollos más sorprendentes que resultan de la crisis financiera es la creencia entre los americanos de a pie de que China se ha convertido en la economía líder del mundo. Esa forma de verlo hizo su aparición en los momentos más duros de 2009 y ha persistido incluso aunque el impacto de la crisis ha empezado a retroceder. Los medios de comunicación en Estados Unidos han transmitido con frecuencia esa misma creencia [1]. Sin embargo, es patentemente absurda.

La principal razón para la decepción de los americanos es el empleo: El índice de desempleo oficial de Estados Unidos rompió el techo psicológico del 9% en los pasados dos años. Es incluso mayor si contamos aquellos que han dejado de buscar trabajo pero que trabajarían si pudieran. Por el contrario, Pekín tiene un desempleo en las ciudades por debajo del 4.5%, pero eso solo incluye aquellos reconocido oficialmente y nadie cree que sea una cifra correcta – y eso incluye a los cargos del Ministerio de Recursos Humanos y Seguro Social [2].

La Academia China de Ciencias Sociales, controlada por el Estado, situó el desempleo de las ciudades en el 9.4% antes de que el impacto de la crisis financiera se dejara sentir por completo. El desempleo rural en la RPC excede de largo el 20% [3]. El verdadero desempleo chino es ciertamente mayor que el verdadero desempleo americano y, dependiendo de cómo se mida, puede ser mucho mayor.

La competición en ingresos, mientras tanto, es fuertemente desigual. El producto interior bruto americano (PIB) fue en 2009 casi $15 billones, mientras que el de China fue de $5 billones, a pesar de tener una población más de cuatro veces mayor. El americano promedio tenía unos ingresos de $48,000 en 2009, el chino promedio tenía menos de $4,000. Ambas diferencias se hicieron menores en 2010, como ha ocurrido casi todos los años de los pasados treinta, pero siguen siendo enormes.

Es cierto que muchos bienes de consumo son más baratos en China, algunos mucho más baratos. Los economistas intentan formalizar los diferentes precios en los distintos países comparando el poder adquisitivo de la misma cantidad de dinero. La idea es que el mismo dinero debería comprar la misma cantidad de bienes o servicios en cualquier sitio. Cuando no sucede porque un país tiene precios mucho más bajos que otro, por ejemplo, puede ser útil comparar los ingresos usando las diferencias en precios. Esta diferencia se llama paridad del poder adquisitivo (PPA). El PPA toma cuenta de que ganar $50,000 anuales en Londres es muy diferente que $50,000 anualmente en Luanda, Angola. Pero el PPA es, a menudo, poco exacto.

El PPA es una de las razones por las que se dice que China va a adelantar a Estados Unidos. Ajustando por el poder adquisitivo, la CIA estima que el PIB de China está cerca de $10 billones en 2010 [4]. Las estimaciones de PPA son imprecisas y algunas cifras para China son aún mayores. Debido a que China está creciendo rápidamente, el agujero de $5 billones que PPA muestra entre Estados Unidos y China podría, si el crecimiento americano se estanca, desaparecer en tan poco tiempo como cinco años.

Aunque el PPA es un paso en principio en la buena dirección, hay múltiples desventajas en el método. Para economías tan grandes y diversas como América y China, las diferencias en poder adquisitivo dentro de cada uno son enormes. Está casi desprovisto de sentido tener un precio promedio para todo Estados Unidos o toda China. Quizá incluso más importante al comparar dos economías, el PPA cambia con el tiempo. Debido a que los precios cambian a diferentes tasas en cada sitio, las comparaciones de poder adquisitivo hechas en cierto momento pueden ser bastante engañosas tras unos pocos años, e incluso más engañosas si se proyectan hacia el futuro.

La RPC ofrece un ejemplo muy claro. La inflación china ha sido generalmente mayor que la americana desde cerca de 1999. Debido al efecto acumulativo, el Banco Mundial ha reducido retroactivamente el tamaño de su estimación del PPA para el PIB de China en 2005 en más de un 40% [6]. De golpe, la economía china se ha hecho un 40% más pequeña. Si esto no hubiese ocurrido, el PIB chino sería comparable con el americano justo ahora. Además, desde 2005, la inflación china ha sido otra vez más rápida que la americana. El Banco Mundial no repercutido aún en sus cifras esta mayor inflación. Casi todas proyecciones económicas que sitúan a China por delante de Estados Unidos en los próximos años se basan en un PPA que está obsoleto. Estas proyecciones magnifican el PIB chino considerablemente y no se puede confiar en ellas [7].

Si la economía de China está ahora claramente por detrás de Estados Unidos, ¿cuánto durará eso? Aunque los datos chinos son ciertamente malos, es también cierto que el crecimiento chino ha superado el americano por un gran margen en los pasados treinta años [8]. Entre 1981 y 2010, el PIB de Estados Unidos se incrementó unas impresionantes 4.7 veces [9]. Las cifras chinas son menos precisas que parece que el PIB de China se ha incrementado aproximadamente treinta veces en el mismo periodo. Tal rendimiento sobresaliente parece que casi garantiza que China superará a Estados Unidos en los próximos treinta años, y probablemente incluso antes. De hecho, el notabilísimo rendimiento de la RPC ha llevado a algunas proyecciones excepcionalmente inexactas de su trayectoria para las próximas tres décadas y más allá de estas.

¿Adónde va el crecimiento chino?

Los resultados económicos no están determinados por la historia. Si lo estuvieran, las reformas chinas habrían fracasado y el sufrimiento previo a 1978 habría continuado. Si lo estuvieran, Estados Unidos seguiría siendo la mayor economía mundial simplemente porque lo había sido durante más de un siglo. Si 30 años de crecimiento rápido garantizasen 30 más, Japón sería ahora la mayor economía del mundo. En vez de eso, a 40 años de acelerado empuje de Japón por la escalera global le han seguido 20 años de estancamiento.

Los resultados están determinados más bien por los recursos y políticas de una nación. Los recursos incluyen, pero no está limitados a, recursos naturales; también hay importantísimos recursos humanos y financieros. Pekín en particular ha forzado sin descanso la inversión durante una década. En 2001, la inversión fija fue el equivalente del 38% del PIB. En 2010, debido a que su crecimiento sobrepasaba fácilmente el PIB cada año desde 2001, la inversión fija fue el equivalente del 70% del PIB [10]. No es posible exceder el 100% del PIB. La política de propulsión del crecimiento simplemente por la pura cantidad de dinero gastado no puede extenderse en la siguiente década como hizo en la anterior — China debe cambiar el rumbo o enfrentarse a ganancias del PIB fuertemente menores.

En términos de recursos naturales, las dificultades medioambientales de la RPC son ampliamente conocidas, como lo es su fuerte dependencia de la importación de materias primas [11]. China es el segundo importador mundial de petróleo, el mayor de carbón, el mayor importador de soya y representa dos tercios del comercio mundial en mineral de hierro por sí sola. Lo mismo sucede con muchos otros metales y el maíz podría ser lo siguiente.

La dependencia del grano alimentario se debe a la sobreexplotación de la tierra. Más de un cuarto de la tierra de China se puede clasificar como desierto y casi la mitad sufre de erosión del suelo. Relacionado con esto y quizás incluso peor, es raro pero China está pobremente dotada de agua, elemento necesario para la actividad agrícola e industrial [12]. La mayor productividad agrícola dirigió el crecimiento chino y ayudó a compensar los ingresos en los 1980, pero los recursos naturales se han convertido hace mucho en un obstáculo principal para el crecimiento, en vez de un propulsor.

El Partido Comunista ha usado diestramente el valor económico de la rápida expansión de la fuerza laboral para ayudar a crear un acelerado crecimiento del PIB. El periodo de expansión demográfica se detendrá en la próxima década, sin embargo, y será seguido de un periodo de excepcionalmente profunda contracción, debida en parte a la política china de un solo hijo. A partir de mediados de la década, las siguientes dos generaciones serán hasta un quinto más pequeñas que la anterior.

Para 2035, cerca de un 20% de la población tendrá 65 años o más. La figura análoga para Japón fue, en 2008, de algo por encima del 20% con 65 años de edad o superior. A partir de aproximadamente 2014 y sobre el curso de dos décadas, la cantidad pura de horas trabajadas pasará de contribuir casi 2 puntos porcentuales al crecimiento del PIB a restar cerca de un punto porcentual [13].

Los límites de inversión, recursos físicos agotados y el hundimiento que se cierne de la cantidad de trabajo aportado dejan como directores del futuro crecimiento al uso más eficiente del trabajo y el capital. Los burócratas del gobierno pueden adivinar acertadamente, pero inevitablemente cometerán serios errores. Sólo los mercados competitivos promueven ganancias duraderas de la eficiencia.

A principios de los 90, Japón se enfrentó a una situación similar — debilitamiento de recursos, declive en los retornos de capital y reducción de la fuerza laboral. Repetidamente, Tokio eligió el estímulo fiscal por encima de las reformas. El resultado ha sido poco agradable.

Tras más de dos décadas de reformas continuadas de mercado, China intensificó su estímulo gubernamental en 2002 y de nuevo en 2008. La fuerza laboral no ha empezado aún a reducirse y una economía mixta puede soportar inversiones de bajo rendimiento mucho más tiempo que una economía de mercado. Sin embargo, en una década el Partido Comunista deberá apretar los dientes y volver a la senda del mercado o sufrirá la suerte de Japón. Si falta voluntad política, la historia del crecimiento de China se desvanecerá como hizo la de Japón y las muchas proyecciones sobre el predominio chino probarán ser tan ilusorias como fueron las de Japón hace veinte años.

Las preguntas obvias son si y cuándo empezará la RPC las reformas. Aquí, el ejercicio de escrutinio de China es todavía adivinación. Es cierto que cuanto más espere Pekín, más dolorosa será la vuelta al mercado. La economía está ahora distorsionada por inversiones de modo similar a cómo está distorsionada la economía de Estados Unidos por el déficit. Como ha pasado con los avisos acerca de los presupuestos americanos desde 2007, el Consejo de Estado de China ya mencionó la dependencia de la inversión como un problema en 2004 y desde entonces ha empeorado [14].

Es más fácil que se hagan profundos cambios de política en China que la mayoría de países debido a que la toma de decisiones es centralizada. Aun así, un final repentino a los subsidios gubernamentales de la inversión podría causar varios años de crecimiento lento e incluso contracción, tanto si el partido lo reconoce como si no. Es mucho más probable un cambio gradual de dirección, pero esto extendería el periodo de ineficiencia económica y destrucción medioambiental. Tal extensión podría costar a China muy caro al irse deteriorando la situación laboral al final de esta década.

¿De quién es este siglo entonces?

Comparando Estados Unidos y China, el siguiente ajuste de inflación del Banco Mundial bajará aun más la posición de China (y traerá la comparación por PPA más cercana a la simple comparación por PIB). La tasa de crecimiento de América es obviamente otra variable principal. Sin embargo, la mera alta población significa que la RPC probablemente adelantará a Estados Unidos en algún punto tras reiniciar las reformas de mercado.

Por ejemplo, si el Congreso del Partido Comunista de 2012 anulase acciones tomadas en el Congreso del Partido en 2002 y restaurase el modelo económico de Deng Xiaoping, esto habilitaría aproximadamente dos décadas más de rápido crecimiento, quizá en el rango del 7—8% para después descender suavemente al del 5—6%, con el tiempo. China entonces adelantaría a Estados Unidos en tamaño de la economía, ajustado por PPA, antes de 2025 y en tamaño simple del PIB, sin ajustar, en tres o cuatro años después de eso. Retrasar las reformas u otros pasos en falso pospondría las fechas. Finalmente, el ejemplo, algo extremo, de Japón, parece indicar que China podría también rechazar reformarse, sufrir un estancamiento de largo plazo y nunca sobrepasar a Estados Unidos después de todo.

El mero tamaño de la economía, sin embargo, está lejos de ser toda la historia. En el momento de la convergencia de PIBs, los ingresos del americano medio serían todavía más de cuatro veces mayores que los del chino medio. A pesar de las encuestas que describen a China como el líder en lo económico, nadie en Estados Unidos cambiaría una rebaja del 75% en el sueldo por estar en el puesto número uno del PIB. Si vuelve rápidamente a la senda de las reformas, la RPC será más grande que Estados Unidos en menos de una generación, pero América seguirá siendo mucho más rica de forma indefinida.

¿Y qué ocurre con otras medidas? El liderazgo económico no puede separarse de la tecnología. Hay muchos indicadores tecnológicos y éstos cambian con el tiempo. En este momento, las computadoras personales (PC) representan hasta cierto punto tanto la productividad de los ciudadanos a través de la tecnología como la herramienta de la innovación. Los resultados siguen al PIB: las ventas anuales chinas en breve sobrepasarán las americanas, pero si medimos por habitante, Estados Unidos está muy por delante. Esto sugiere que China como nación aumentará sus capacidades, mientras que los americanos, como individuos, seguirán siendo más productivos.

La productividad se refleja en el empleo, área en la que las cifras podrían sorprender a los que ven a la RPC como el líder global. Es generalmente aceptado que la política china está dirigida primeramente por la necesidad de crear empleos, pero no se comprende bien la magnitud de la tarea. Cuando el desempleo se mide por aquellos que quieren trabajo y no lo tienen, el desempleo en China es el doble del de Estados Unidos, incluso en un muy mal año para la economía americana. Esta es una carga difícil de superar para China.

Las aseveraciones que la RPC hace de ser líder son más fuertes en otras áreas. La enormidad de reservas de divisas que tiene China se cita a menudo como prueba de su poder. La cifra oficial es de $2.85 billones al final de 2010 y aun sigue aumentando [15]. Sin embargo, se suelen ignorar dos hechos importantes sobre las reservas. El primero es que, por razones técnicas, no se puede gastar en necesidades imperiosas dentro de la propia China y se deben mantener en el extranjero [16]. Incluso eso sugiere gran influencia financiera china en todo el mundo. El segundo hecho es que las inversiones americanas en todo el mundo son más grandes. A finales de 2009, la última cifra disponible, la cartera de inversiones de Estados Unidos fue de casi $6 billones. Las inversiones directas de Estados Unidos en el extranjero excedieron los $3.5 billones [17]. Incluso cuando consideramos la inversión china más allá de las reservas oficiales, las inversiones totales americanas son cerca de tres veces mayores que el total de inversiones chinas[18].

China es el mayor exportador del mundo y probablemente se convertirá en 2012 en el mayor comerciante del mundo (es decir, considerando la suma de importaciones y exportaciones). Su impacto en la demanda global para muchos bienes rivalizará con y a menudo excederá el de Estados Unidos. Hay, por supuesto, un problema habitual asociado al comercio: China es más dependiente de los mercados y suministros extranjeros que América. Las exportaciones puras son unas tres veces más importantes para el PIB chino que para el americano. La dependencia energética de la RPC es comparable a la de América, pero China es mucho más dependiente de grano y metales extranjeros de lo que es Estados Unidos. La posición líder de China en comercio es evidente, pero viene acompañada de un precio que es también crecientemente evidente.

Competir y ganar

La economía de China está, obviamente, alcanzando a la de América y es probable que tome el liderazgo en importantes indicadores económicos y de comercio en breve, incluso aunque siga yendo detrás en otros. América nunca ha encarado este tipo de test económico. Durante más de 60 años, Estados Unidos ha permanecido, simplemente, sin enfrentarse a ningún desafío; durante 160 años antes de eso, Estados Unidos fue subiendo la escalera de la economía global.

A pesar de esto, América conserva múltiples ventajas de tipo crítico con respecto de China. Como se ha comentado, los resultados económicos tienen su raíz en elecciones políticas y la posesión de varios tipos de recursos. En recursos naturales, Estados Unidos tiene una ventaja clara. Dependiendo del indicador utilizado, Estados Unidos puede tener el doble de agua que la RPC. Estados Unidos tiene más tierra cultivable que China con menos de un cuarto de población que alimentar [19]. América tiene mayores reservas de carbón y a la vez depende menos de él [20]. La polución, en cualquiera de sus modalidades, es un problema mucho menor en Estados Unidos, lo que indica que el valor de los recursos físicos seguirá siendo mayor en el futuro lejano [21].

La comparación de recursos tiene implicaciones inmediatas para la otra mitad del éxito económico — la política. En todo el mundo y a lo largo de la historia, se ha comprobado que mayores derechos de propiedad individual mejoran el valor de los recursos, tanto a corto como a largo plazo. Esto puede verse de forma espectacular en la China de los 80, donde un mínimo de derechos de propiedad para los granjeros causó una explosión de productividad agrícola y de ingresos en las áreas rurales [22]. Desafortunadamente, los pasados años hemos visto a la RPC volver a adherirse a la propiedad “estatal”, que difumina la responsabilidad y menoscaba la sostenibilidad. Los subsidios empeoran las cosas, promoviendo patrones de desarrollo insostenibles [23].

Respecto a la contribución del trabajo a la economía, un indicador sencillo de la ventaja de América es el ratio PIB por empleado — Estados Unidos tiene una economía mayor a pesar de una fuerza laboral menor. La ventaja americana es del orden de once veces superior(11:1); el trabajador americano es once veces más productivo. La manufactura, donde se piensa que China es el nuevo líder mundial, requiere más de ocho trabajadores chinos para igualar la producción de un trabajador americano [24]. Aunque la productividad ha ido aumentando en la RPC, el giro demográfico que va a experimentar significa que la fuerza laboral se reducirá. Durante la próxima generación, China se transformará de una sociedad más joven que la de América a una más vieja, con proporcionalmente menos trabajadores.

La mayor productividad hace al trabajador promedio americano mucho más próspero que el chino. Y tampoco esta prosperidad se alcanzó a expensas del empleo; hay más fuerza laboral empleada en Estados Unidos que en la RPC. La buena política pública incluye educación y formación eficaces y una fuerza laboral joven. Hay también un componente financiero en los cambios de la fuerza laboral: en algún momento se tendrán que afrontar las futuras pensiones sin fondos que las respalden. Tan grandes como son en Estados Unidos, son más pequeñas en relación con el PIB de lo que lo son para China [25].

En lo referente al capital, el desempeño actual de ambos países es pobre. Hace solo unos pocos años, Estados Unidos disfrutaba de un crecimiento del 2 al 3% del PIB sin necesitar financiar déficits con préstamos de $1.5 billones. Hasta 2003, la inversión china creció tan rápidamente como el PIB; desde ese año ha crecido más del doble de rápido. El retorno de la inversión, pública y privada, de ambos países está cayendo según más recursos financieros se desvían al estado y este los aplica en proyectos antieconómicos, repitiendo los errores hechos, y que continúan, en Japón. También por imitación de Japón, los tipos reales de interés estuvieron por debajo del 2% en 2010, mientras que las tasas reales chinas fueron negativas. Las tasas peligrosamente bajas en América y China están ligadas entre sí por un conjunto de penosas políticas que van más allá de simples objetivos de tasas de interés y han creado exceso de liquidez en todo el mundo.

Como el Índice de Libertad Económica ha mostrado tanto en el tiempo como en los países, cuanto más rápido que cualquier nación contenga la financiación pública más ventaja tendrá para contribuir al crecimiento económico [26]. Tanto si es el gobierno americano pidiendo prestado como si se trata de las muchas políticas chinas que propulsan el papel de la inversión en la economía, con el tiempo se corregirán los excesos, voluntaria o involuntariamente.

Entretanto, se debe frenar el deseo de imitar los subsidios chinos de algunos políticos americanos. Los subsidios chinos van casi exclusivamente a entidades estatales fuertemente ligadas al partido tanto a nivel institucional como personal. Los subsidios han amplificado las disparidades de ingresos, cuando estos se contuvieron en la primera década de reformas (cuando se recortaron los subsidios). Aunque parece que los subsidios incrementan el crecimiento, con el tiempo son insostenibles y las aparentes ganancias son ilusorias. El gobierno no está estructurado para crear riqueza y los subsidios estimulan el desarrollo de una economía menos eficiente.

Qué debería hacer Estados Unidos

Para competir exitosamente con China, Estados Unidos debería:

  • Limitar el control federal de territorios a las necesidades de defensa así como a la conservación de los fenómenos naturales y culturales. El Departamento de Interior debería evitar la gestión de recursos que, según se ha comprobado, distorsiona la economía y reduce la prosperidad.
  • Reducir inmediata y fuertemente el déficit federal. El Congreso debe ignorar las aseveraciones de que el déficit crea riqueza de alguna forma, ya que en realidad fuerza al capital de la nación a menor rentabilidad.
  • En particular, debe reducir los subsidios de todo tipo. En este momento, los energéticos son especialmente perjudiciales.
  • Asegurar una fuerza laboral creciente y bien educada. Los Departamentos de Educación y Justicia deberían concentrarse en la transparencia inmigratoria y la diversidad educativa, donde Estados Unidos tiene ventajas sobre China.

Para promover el desarrollo chino de forma mutuamente beneficiosa, Estados Unidos debería:

  • Centrarse en los subsidios como la mayor distorsión del comercio chino. El Departamento del Tesoro, el Representante Comercial de Estados Unidos y el Departamento de Comercio deberían calcular una estimación de los subsidios chinos para reducirlos a través de negociaciones bilaterales y multilaterales; y
  • como parte de estas negociaciones, debería ofrecer una buena acogida a las inversiones chinas en recursos naturales a cambio de mayor acceso americano al mercado de la RPC.

Estados Unidos tiene las cartas en la mano

El ascenso de la RPC desde la pobreza debida a las tremendamente exitosas reformas de mercado introducidas en 1978 han ocultado serias debilidades al comparar a China con Estados Unidos. Estas debilidades se han exacerbado de forma importante por la renovada intervención estatal china a principios de 2003. América no debería perder de vista sus ventajas sobre China — ni en riqueza ni en recursos naturales, ni en áreas sorprendentes como el empleo. Más importante aun, Estados Unidos no debería cometer el error de copiar políticas chinas equivocadas y debería, en vez de eso, centrarse en poner su propia casa en orden.

El Dr. Derek Scissors es investigador de Política Económica Asiática en el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.

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