19 mayo, 2011

La libertad y el desarrollo económico

El decano

La libertad y el desarrollo económico

Juan Velarde

La libertad económica no sólo engendra mayor prosperidad, sino también un crecimiento más rápido.

Dentro de pocos días los españoles acudirán a votar en elecciones autonómicas y municipales. No sería malo que tuviesen en cuenta un par de cosas.

La Comunidadde Madrid ha crecido espectacularmente. En el trabajo, de consulta obligada, de Pablo Alcaide Guindo, Balance económico regional (Autonomías y provincias. Años 2000 a 2009), contemplamos cómo, en comparación provincial, Madrid era –tras, lógicamente Melilla y Ceuta– la provincia con mayor densidad demográfica: en 2009, 792,7 habitantes por km2. Al restar de la Renta Interior Bruta la demanda interna, en 2009 era la comunidad autónoma con mayor saldo externo. Y por habitante este saldo externo positivo madrileño era el segundo de las autonomías españolas, tras Navarra. El aumento real y anual del PIB de la autonomía de Madrid en el periodo 2000-2009 fue del 2,51% –el de España, el 2,021%– y sólo lo superó Murcia con el 2,83%. Y para 100 el PIB a precios de mercado por habitante de España en 2009, fue de 129,97, el mayor de nuestra nación. Como la presión fiscal directa, a causa del concierto económico, es mucho menor en el País Vasco y Navarra, Madrid se sitúa, tras estas dos autonomías, en el tercer puesto español en renta familiar bruta. Pero en consumo privado por habitante, con 125,86 –para España, 100– está en primer lugar. Y el índice de convergencia, en el 2009, de Madrid con la Unión Europea de los 15 (100), fue de 131’35.

Saltemos a otro documento, el libro de Francisco Cabrillo, Rogelio Biazzi y Rocío Albert, Libertad económica en España 2011 (Civitas. Thompson Reuters, 2011). El Índice de Libertad Económica (ILE), o Índice Cabrillo, pues este profesor ya lo construyó para 2008, muestra que es para Madrid de 0,184, o sea, de mucha mayor libertad económica que la comunidad autónoma que ocupa el segundo puesto, con un ILE de 0,312, que es Navarra. Cierra la serie Andalucía con un ILE de 0,609 y Extremadura con uno de 0,619.

Enlacemos lo uno con lo otro. Se confirma que lo que sostiene John Dawson en su trabajo Macroeconomic Volatility and economic freedom: que la libertad económica no sólo engendra mayor prosperidad, sino también un crecimiento más rápido. Basta una correlación por rangos para darnos cuenta de la vinculación de estos dos fenómenos: libertad económica y prosperidad.

Desde luego todo esto debe ser objeto de meditación, no ya por los madrileños, sino por todos los españoles cuando depositen su voto el próximo día 22.

Juan Verlarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid

Draghi, una mala noticia para el euro

El balance
Draghi, una mala noticia para el euro
Manuel Llamas

Draghi es el candidato de Francia, firme defensora de los rescates soberanos, los bajos tipos de interés, la monetización de deuda pública, la homogeneización fiscal en la zona euro y la creación de los denominados "eurobonos".

El francés Jean-Claude Trichet ha sido un buen banquero central... en comparación con sus colegas Greenspan y Bernanke al frente de la Reserva Federal de EEUU (Fed). O, dicho de otro modo, siendo todos nefastos, Trichet culminará su función al frente del Banco Central Europeo (BCE) como el tuerto en el país de los ciegos. No obstante, su laxa y duradera política monetaria, impuesta al compás de la batuta de los bajos tipos estadounidenses, fue la causante de la burbuja crediticia que, años más tarde, acabó estallando en el seno de la zona euro.

Por si fuera poco, su gestión de la crisis financiera no ha sido, precisamente, la más idónea para resolver los graves problemas estructurales que padece la Unión. Así, Trichet no dudó en bajar los tipos de interés hasta mínimos históricos (1%); inyectó decenas de miles de millones de euros a la banca continental para frenar una crisis de liquidez cuando, en realidad, se trataba de un problema de solvencia; apoyó, al menos temporalmente, los monstruosos planes de "estímulo" recomendados por el G-20 y el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el ilusorio fin de combatir la recesión e impulsar la ansiada recuperación; y, por último, pero no menos importante, el francés firmó la carta de defunción del originario BCE tras empezar a comprar deuda pública de forma directa a los estados más débiles de la zona euro y aceptar como colateral ingentes montañas de bonos basura para mantener en pie a la banca de esos mismos países, violando así los tratados fundacionales de la UE.

Como colofón, muy posiblemente, abandonará el cargo con una tasa de inflación en la zona euro superior al 2%, incumpliendo su único y principal mandato: garantizar la estabilidad de precios. Visto lo visto, sin duda, un currículum intachable el del francés. Pero, tal y como dice el refranero popular, a veces más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Axel Weber, ex presidente del Bundesbank (banco central alemán), era el principal aspirante a suceder a Trichet hasta hace bien poco. Sin embargo, sus duras críticas a la gestión desempeñada por Trichet y su firme posicionamiento en contra de los rescates soberanos y la monetización de deuda (compra y aceptación de bonos basura) le granjeó importantes enemigos dentro y fuera de la institución monetaria. Weber fue obligado a dimitir tras las fuertes presiones ejercidas por los socios comunitarios a la canciller Merkel. Su eliminación de la carrera sucesoria fue interpretada como una mala noticia –el euro reaccionó a la baja tras el anuncio–. Y es que con Weber se fue el candidato más firme y sólido para implementar una política monetaria ortodoxa, responsable y seria.

Eliminado el obstáculo, el italiano Mario Draghi ocupará el cargo de Trichet el próximo otoño. A la espera de poder evaluar su futuro mandato, lo cierto es que su mera designación en sustitución de Weber es ya de por sí negativo para la moneda común. Sin embargo, no es la única razón. Para empezar, Draghi es el candidato de Francia, firme defensora de los rescates soberanos, los bajos tipos de interés, la monetización de deuda pública, la homogeneización fiscal en la zona euro y la creación de los denominados "eurobonos".

Draghi es, además, el banquero central de Italia, uno de los países englobados bajo el despectivo término PIIGS. Es decir, proviene, precisamente, de uno de los países más débiles y con mayor riesgo de la Eurozona. Además, su pasado arroja serias dudas acerca de su gestión. Draghi dirigió las operaciones de Goldman Sachs en Europa entre 2002 y 2006, justo cuando se fraguó la ocultación de deuda pública griega con la ayuda del banco estadounidense. El escándalo de Goldman Sachs y la deuda griega estalló a principios de 2010. Draghi alegó entonces desconocer tales operaciones, pero resulta cuando menos sospechoso que uno de los máximos responsables de Goldman en Europa no estuviera al tanto de tal negocio. Sobre todo, si se tiene en cuenta que en los años 90, cuando dirigía el Tesoro italiano, se llevó a cabo una ocultación de deuda municipal similar a la orquestada por Grecia poco después.

¿Casualidad? Quién sabe, pero lo que sí es seguro es que el regocijo de Salgado ante la elección de Draghi tampoco es buena señal. Claro que su éxito o fracaso dependerá de su objetivo. Y es que quizás sea el candidato idóneo para impulsar los Estados Unidos de Europa que ansían Merkel y Sakozy, e incluso su antecesor Trichet. La creación de un superestado, bueno para los políticos, pero todo lo contrario para los individuos.

Manuel Llamas es jefe de Economía de Libertad Digital y miembro del Instituto Juan de Mariana.

UN CANAL ALTERNATIVO AL DE PANAMÁ

UN CANAL ALTERNATIVO AL DE PANAMÁ

China quiere construir un canal interoceánico a través de Colombia.

YURI CORTEZ/AFP/Gettyimage

“Una propuesta real... y está muy avanzada”. Así definió el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, la posibilidad de construir un canal alternativo al de Panamá a través de las fronteras de su país. Con estas declaraciones, el pasado mes de febrero la prensa hizo eco del interés del Gobierno chino por construir un paso interoceánico que atraviese el territorio colombiano.

Del proyecto se dijo que uniría los mares a través de 220 kilómetros de vía férrea, con un coste estimado en 7.600 millones de dólares (unos 5.000 euros), que sería financiado por el Banco de Desarrollo de China y operado por el Grupo Ferroviario del gigante asiático. Más aún, Santos declaró que en la salida hacia el Caribe de la nueva construcción se levantarían una nueva ciudad diseñada por el arquitecto español Ricardo Bofill y una planta de ensamblaje de productos provenientes de China para su comercio en América Latina.

Las halagüeñas declaraciones dadas por el mandatario colombiano a los diarios The New York Times y Financial Times fueron seguidas por un atronador silencio. Lo cual hace que sea necesario revisar la propuesta, con el fin de entender el verdadero calado y factibilidad de una noticia como esta.

Alternativas al canal de Panamá, se han propuesto desde antes de su construcción. Una de las más sonadas fue la que recorría Nicaragua, propuesta por el presidente Ortega, a la que defiende como un derecho de los nicaragüenses y que incluso ha llegado a sugerir podría contar con la financiación de Venezuela e Irán. Lo cierto es que nunca se ha ido más allá de defender el carácter nacionalista del proyecto pero sin ninguna proposición real.

Otra más reciente la lanzaron sectores privados en Panamá sugiriendo la construcción de un segundo canal en el país con mayor capacidad que el primero y que uniría Bayano y Carti, una zona en la que el istmo centroamericano es más angosto y permitiría sacar partido del curso del río Bayano y del Golfo de San Blas.








El interés de Pekín es estrictamente comercial






Se suman así tres proposiciones cada una con sus ventajas e inconvenientes pero todas difícilmente realizables. Y es que construir un canal nuevo, más con la crisis económica global dando aún coletazos, es una idea cuanto menos arriesgada. Bien es cierto que con la capacidad financiera de Pekín, podría llegar a permitirse una empresa tan costosa. Además, cualquier país elegido para la obra estaría encantado de acogerla.

Ahora bien, el debate que cada cierto tiempo nutren los países interesados en la construcción tiene más un carácter político, que de factibilidad técnica. Si la obra del actual canal tuvo un importante impacto geopolítico en el siglo XX, la propuesta de uno nuevo deja entrever intereses de política exterior muy claros.

El lanzamiento de la noticia del interés chino por la construcción de la obra en Colombia, por parte del presidente Santos, no parece un hecho fortuito. Más aún, sirvió como medio para llamar la atención de EE UU, ante la demora en la firma del Tratado de Libre Comercio con Bogotá, y resultó un oportuno reclamo previo a la gira de Barack Obama, que no incluyó en su agenda la visita al país, a pesar de ser el socio tradicional de Washington en la región.

Santos ha hecho importantes esfuerzos por sacar a Colombia del aislamiento internacional, sin restar la importancia que la relación con Estados Unidos (su primer socio comercial y principal donante de ayuda militar) merece. Mostrar que la relación con China avanza no solo en términos de intercambio comercial, sino de inversión a largo plazo, es una apuesta por mostrar que el país se ha adelantado a otros de la zona en implementar la relación con el gigante asiático. Para llegar a una asociación estratégica.

Por otro lado también implica revitalizar el papel de Colombia como Estado bisagra entre el centro y el sur del continente, papel en el que el presidente incide continuamente, basado en criterios geográficos, y a través de su interés en jugar en los espacios de integración del Caribe y Sudamérica y de su reciente labor de intermediación entre Honduras y Venezuela.

Ahora bien, revisar el interés chino en la construcción del canal resulta un poco más complejo. Por un lado, el precio de la obra frente a su capacidad de transporte podría resultar en una relación no muy beneficiosa, ya que para trasladar la carga de un solo buque que transite por Panamá, podrían necesitarse hasta 30 trenes. No obstante, si el interés chino se asienta en la extracción del carbón del norte de Colombia, la obra adquiere mayor sentido. Aún así, resulta un coste bastante elevado para conseguir el mineral colombiano, ya que éste se ha encarecido debido a la subida de los precios de los carburantes.

¿Es posible que China tenga un interés de penetración política en la zona? Hasta ahora, Pekín ha sido especialmente pragmática en sus relaciones, sus intereses son estrictamente comerciales: compra materias primas y vende procesados. No quiere intromisión en sus asuntos internos ni ha mostrado interés en actuar como superpotencia en América Latina, más allá de los espacios de gobernanza global en los que sí ha realizado esfuerzos por aliarse a Brasil en la defensa de sus intereses.

No es materia de este espacio discutir si el gigante asiático ejerce a través de su capacidad económica un poder blando o suave. Lo cierto es que de intentar tomar posiciones geográficas estratégicas en el mundo, qué sentido tiene embarcarse en un canal que a todas luces resulta más ineficiente que el ya existente. ¿Sería esto una verdadera apuesta estratégica? Más allá de demostrar el poder económico, que ya todos sabemos que tiene, no es un desafío político. En todo caso, es más provocativo la participación china en la inversión extranjera directa en Estados Unidos que la construcción de un tren en Colombia.

El canal es una apuesta que políticamente tiene mayor calado en el marco de las relaciones americanas internas que en el global. Si a pesar de los argumentos en contra, se inicia la obra, habrá que pedir a Colombia que verdaderamente asuma el papel de liderazgo que intenta vender e inaugure para el subcontinente una relación de segunda generación con China, en el que la presencia económica del país asiático se concierte en función de los intereses de los Estados latinoamericanos de cara a pasar de la complementariedad económica hacia una verdadera asociación para el desarrollo.

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