04 mayo, 2011

Los golpes de Humala

Peru: Los golpes de Humala – por Jaime Bayly

UNO
El señor Alberto Fujimori dio un golpe de Estado en abril de 1992. Fue un grave error. Nada justifica atropellar el imperio de la ley. Sin embargo, la gran mayoría de los peruanos lo aplaudió entonces y lo reeligió años después. ¿Todos esos peruanos que celebraron el golpe del señor Fujimori y lo convalidaron votando por él en 1995 se habrán muerto ya? ¿Tanta gente se muere tan rápido?

DOS

Cuando el señor Fujimori dio el golpe de 1992, su hija Keiko tenía apenas 16 años. Era menor de edad. Estudiaba en el colegio Recoleta. No tiene sentido suponer que Keiko tramó el golpe o participó del golpe o animó a su padre a dar el golpe. Keiko era una adolescente que cumplía deberes escolares. Por lo tanto, es injusto y abusivo culparla del golpe de su padre. A los hijos menores de edad no se les culpa por los errores o los delitos de sus padres.

TRES
Cuando el señor Fujimori dio el golpe de 1992, el señor Ollanta Humala era oficial del Ejército peruano. Tenía 29 años, estaba a punto de cumplir 30 años. Era un soldado hacía ya 10 años desde 1982. Como todos saben, el señor Fujimori dio el golpe de Estado con el apoyo explícito del Ejército peruano. Para que no quedaran dudas, sacó los tanques a la calle y los jefes militares apoyaron públicamente el golpe. El Ejército fue, pues, cómplice del golpe, aliado del golpe, pieza clave del golpe. Sin el apoyo del Ejército, el golpe no hubiera sido posible. El señor Ollanta Humala no era menor de edad cuando el señor Fujimori dio el golpe. El señor Ollanta Humala estaba a dos meses de cumplir 30 años cuando el señor Fujimori dio el golpe. El señor Humala pudo renunciar al Ejército en protesta por el golpe. El señor Ollanta Humala debió renunciar al Ejército en protesta por el golpe. No lo hizo. El señor Humala siguió sirviendo leal y diligentemente al Ejército golpista de Fujimori durante ocho largos años más. En todo ese tiempo, el señor Humala, miembro activo del Ejército golpista al servicio de Fujimori, fue por consiguiente un aliado tácito del Jefe Supremo de su Ejército golpista. Si el señor Ollanta Humala fuese un demócrata, hubiese renunciado al Ejército cuando Fujimori dio el golpe del 92. No lo hizo. De modo que, como todos los militares que formaron parte del Ejército golpista a la órdenes de Fujimori y Montesinos, el señor Ollanta Humala también es responsable por apoyar con su silencio cómplice ese golpe de Estado.

CUATRO
Cuando el señor Fujimori dio el golpe de 1992, yo tenía 27 años, vivía en Lima y presentaba un programa en Canal 5. Al día siguiente renuncié y me fui del Perú. Si yo pude renunciar a la televisión para no apoyar el golpe, el señor Humala también pudo renunciar al Ejército para no apoyar el golpe. El señor Humala no renunció ese año, ni el siguiente, ni el subsiguiente. Bien callado y contento se quedó sirviendo al Ejército golpista. Durante ocho años fue un peón del ajedrez de Fujimori y Montesinos. No tuvo el coraje ni la decencia de renunciar a un Ejército que todos sabían acanallado y envilecido y que era el sostén de la dictadura.

CINCO
Si el señor Humala fue cómplice del golpe del señor Fujimori en 1992 (el que calla, otorga), a finales de octubre del 2000, coludido con su hermano Antauro, lideró una rebelión militar el mismo día que huyó del Perú el bribón de Montesinos. Ocho años y medio necesitó el señor Humala para darse cuenta de que el Ejército abusivo al que servía con entusiasmo era, en la práctica, el partido político sin escrúpulos del señor Fujimori. Cuando por fin advirtió algo tan evidente, no renunció a dicho Ejército en forma pacífica. Lo que los hermanos Ollanta y Antauro Humala hicieron a finales de octubre del 2000 fue dar un golpe militar. Lo que pretendían era capturar el poder. No lo consiguieron. Fue un golpe torpe, fallido. Pero fue un golpe militar a una dictadura que se desplomaba. Por consiguiente, es rigurosamente cierto que el señor Ollanta Humala, junto con su hermano Antauro, se alzó en armas para tomar el poder de un modo violento los últimos meses del 2000. Si los hermanos Humala hubiesen tenido éxito en dicha sublevación golpista, ¿habría democracia ahora en el Perú? Yo creo que no.

SEIS
No fue aquella la única vez que los hermanos Ollanta y Antauro Humala dieron un golpe militar fallido para capturar el poder. Lo intentaron de nuevo años después. El 1 de enero del 2005, el señor Ollanta Humala, desde Seúl, fue el autor intelectual del golpe militar frustrado que su hermano Antauro, siguiendo sus órdenes, perpetró en el Perú. Dicho golpe había sido anunciado una y otra vez en el panfleto “Ollanta” que se repartía gratuitamente en el Perú. En ese pasquín, que llevaba el nombre de Ollanta Humala, se pedía el derrocamiento del gobierno del señor Toledo y el fusilamiento del presidente Toledo y de varios de sus ministros, entre ellos el señor Kuczynski. El señor Ollanta Humala era agregado militar del presidente Toledo en Seúl. El señor Ollanta Humala no podía ignorar que en el Perú su hermano Antauro repartía, mes a mes, miles de ejemplares de un libelo venenoso precisamente llamado “Ollanta” (no muchos peruanos se llaman Ollanta) que exigía el golpe sangriento contra el gobierno legítimo del señor Toledo y reclamaba “ajusticiar” (léase asesinar) a varios miembros de ese gobierno democrático. Si el señor Ollanta Humala permitió que durante meses su hermano Antauro distribuyese aquel periódico inmundo que llevaba el nombre de “Ollanta” y que pedía el golpe contra el presidente Toledo, es porque el señor Ollanta Humala estaba de acuerdo con las barbaridades antidemocráticas que dicho periódico publicaba. Pero, además, para confirmar que el golpe militar fallido del 1 de enero de 2005 fue una decisión tomada conjuntamente por los hermanos Ollanta y Antauro Humala, es preciso recordar que ese mismo día pasaba el retiro como militar el señor Ollanta Humala. Por si eso fuera poco, luego de que Antauro Humala capturase una comisaría de Andahuaylas, matando a cuatro policías y dando vivas desaforadas a su hermano Ollanta como próximo presidente del Perú, el propio señor Ollanta Humala declaró desde Seúl a Radioprogramas del Perú que apoyaba la rebelión de su hermano Antauro. Allí están como pruebas irrefutables las grabaciones en las que, a viva voz, desde Seúl, el señor Ollanta Humala aplaude con entusiasmo el golpe militar de su hermano Antauro. Ambos pensaban (deliraban) que capturarían el poder de un zarpazo, no importaba si matando policías inocentes. Como a finales del 2000, en enero de 2005 ambos pensaban (deliraban) que llegarían al gobierno a balazos. Si el señor Antauro Humala hubiese tenido éxito en su golpe militar de enero de 2005, ¿no es razonable suponer que enseguida habría llegado como un héroe al Perú su apandillado hermano Ollanta y que a continuación hubieran implantado una dictadura? Si ambos hubiesen tomado violentamente el poder en enero del 2005, ¿habría democracia ahora en el Perú? Yo creo que no.

SIETE
La señora Keiko Fujimori no ha tramado nunca un golpe militar. Su padre dio un golpe de Estado cuando ella tenía 16 años. La señora Keiko era menor de edad y, por tanto, no es responsable de los desmanes autoritarios en que incurrió su padre. Pero el señor Ollanta Humala fue cómplice de ese golpe porque no renunció (estando a punto de cumplir 30 años) al Ejército golpista de Fujimori y Montesinos, a quienes continuó sirviendo durante ocho años. Años más tarde, el 2000 y el 2005, el señor Ollanta Humala y su hermano Antauro trataron de tomar el poder violentamente en el Perú. Dieron dos golpes militares. Ambos golpes resultaron fallidos. Es decir que, además de golpistas, los hermanos Humala son un par de inútiles como golpistas. Si hemos de comparar las credenciales democráticas de la señora Fujimori y del señor Humala, la señora Fujimori no ha dado nunca un golpe militar y el señor Humala ha perpetrado dos golpes militares fallidos en el Perú.

OCHO
Los venezolanos que votaron por el señor Hugo Chávez en 1998 lo hicieron a sabiendas de que había encabezado un golpe militar contra Carlos Andrés Pérez en 1992. Chávez era un golpista probado. Sin embargo, lo eligieron presidente y, por supuesto, no tardó en destruir la democracia venezolana. Los peruanos que voten el próximo 5 de junio por el señor Ollanta Humala estarán votando por un golpista probado no una sino dos veces. Como Chávez, si Humala llega al gobierno, no tardará en socavar la democracia peruana (convocará a una Asamblea Constituyente y terminará cerrando el Congreso, tal como hizo el presidente Correa en Ecuador) y en implantar un gobierno autoritario basado en el poder militar.

NUEVE
Votar por la señora Fujimori es votar por la preservación de la democracia peruana y por un modelo exitoso de crecimiento económico. Votar por el señor Humala es votar por un golpista probado que dinamitará la democracia y el crecimiento económico. Los verdaderos demócratas no votan por golpistas probados. El señor Ollanta Humala es un golpista probado. Por el bien del Perú, es hora de votar por la señora Keiko Fujimori.

DIEZ
No pocos temen que si la señora Fujimori gana, su padre saldrá en libertad. Del mismo modo, no pocos temen que si el señor Humala gana, su hermano Antauro, asesino convicto de policías, saldrá de la cárcel. Puestos a elegir el menor de los males, creo que el señor Fujimori en libertad será menos peligroso para el Perú que el golpista confeso y asesino de policías inocentes, Antauro Humala.

Mexico: Miedo a Chávez –

Mexico: Miedo a Chávez – por Sergio Sarmiento

Uno de los absurdos más grandes que se viven hoy en Latinoamérica es que mientras gobiernos autoritarios, como el de Venezuela o el de Nicaragua, son aceptados oficialmente como democracias por la Organización de Estados Americanos, Honduras, un país con un gobierno electo democráticamente que respeta los derechos de sus habitantes, sigue fuera de la OEA. La razón es que el venezolano Hugo Chávez no permite la reintegración de Honduras y ningún país, ni siquiera México, tiene el valor de enfrentársele.

El tema salió a flote con fuerza en la reunión regional latinoamericana del Foro Económico Mundial que se llevó a cabo en Río de Janeiro del 27 al 29 de abril. María Corina Machado, la articulada opositora a Chávez, cuestionó al secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, por no tomar medidas contra Chávez ante sus abiertas y cada vez más frecuentes violaciones a las garantías individuales de los venezolanos. Todos sus connacionales presentes apoyaron la posición de María Corina.

Es comprensible la exasperación de los venezolanos ante un gobernante que viola de manera sistemática las garantías individuales y que ha señalado que su intención es mantenerse como dictador vitalicio. Quizá la última oportunidad para detener las ambiciones de Chávez a través de las urnas se dará en las elecciones presidenciales de 2012; pero precisamente por ello el dictador está tomando cada vez mayores medidas para desmantelar cualquier equilibrio a su poder.

El problema es que Insulza, un respetado diplomático y académico chileno, no tiene los instrumentos para detener la concentración de poder de Chávez. Si algún dirigente de la OEA ha ofrecido palabras de crítica al mandatario de un país miembro de la organización ha sido Insulza en el caso de Chávez. Pero el secretario general no es el dueño de la OEA, sino un funcionario cuya función es ejecutar las políticas que definen los países miembros.

Son éstos, y entre ellos México, los responsables de la hipocresía que permite que Chávez maneje a su antojo a la OEA, al grado que puede impedir que Honduras se reintegre a la institución por haber derrocado a un títere suyo, Manuel Zelaya, y evitar cualquier cuestionamiento a los abusos que él y sus aliados cometen contra sus ciudadanos.

A algunos países, como los centroamericanos, se les puede perdonar la cobardía, porque Chávez directamente compra a sus gobiernos con dinero y petróleo. Brasil es un caso lamentable porque el régimen mantiene un apoyo acrítico a Chávez para aplacar a su izquierda radical, insatisfecha por la decisión de mantener políticas económicas moderadas en lo interno.

Es inaceptable, sin embargo, que México se preste a esta hipocresía. Si nuestro país realmente tuviera la preocupación que predica por los derechos humanos y políticos, debería estar exigiendo la restitución inmediata de Honduras a la OEA y la expulsión de Venezuela. Sin embargo, el gobierno del presidente Felipe Calderón, como tantos otros de Latinoamérica, no se atreve a enfrentarse a Chávez. Quizá no quiere salir “espinado”, como el de Vicente Fox. Pero el resultado es una política que finge que en América, Honduras es el único país no democrático mientras que Hugo Chávez es un ejemplo de democracia y libertades para el mundo.

Si México no quiere cambiar esta política hipócrita, quizá el presidente Calderón debería otorgar a Chávez un premio nacional a los derechos humanos y a la defensa de la democracia, como la Universidad de La Plata de Argentina le dio recientemente al mayor censor que nos ha dado Latinoamérica en los años recientes, un premio a la libertad de expresión.

PRIMERO DE MAYO

¿Y qué festejamos? ¿Qué tenemos una legislación regresiva que da un monopolio a los sindicatos, que enriquece a sus líderes, que empobrece a los trabajadores y que obstaculiza la creación de empleos formales? Mejor olvidar la fecha.

Sombras sobre la operación que liquidó a Bin Laden

Sombras sobre la operación que liquidó a Bin Laden

El exlider de Al Qaeda ni iba armado ni utilizó a una mujer como escudo humano, según reconocieron ayer la CIA y la Casa Blanca.-Ex altos cargos de la Administración Bush atribuyen el éxito de la operación a técnicas de interrogatorio como el 'waterboarding'

EL PAÍS - Madrid -

La operación de comandos que acabó con la vida de Osama Bin Laden el pasado lunes en Pakistán ha sido un éxito militar sin apenas resquicios y en el plano político ha supuesto un logro sin precedentes para la presidencia de Barack Obama. Pero según pasan las horas, se van conociendo más detalles que ponen de relieve serias contradicciones entre los miembros del Gobierno estadounidense a la hora de relatar lo acaecido en esos 40 minutos de operación. La propia Casa Blanca ha sembrado las dudas en las últimas horas al adornar con nuevos detalles el relato de los hechos. Además, el supuesto uso de torturas para recopilar pistas sobre el paradero de Bin Laden, práctica reconocida anoche por el director de la CIA, Leon Panetta, pone en cuestión la política antiterrorista de Obama.

Restos del helicóptero
Ampliar

Paquistaníes subidos a bordo de un camión que transporta los restos de un helicóptero del ejército de EEUU que se estrelló durante la operación.- MD NADEEM (EFE)

Según la última versión oficial, ofrecida por el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, el exlíder de Al Qaeda ni estaba armado ni empleó como escudo humano a una mujer cuando el comando de fuerzas especiales le disparó en la cabeza y en el pecho en su escondite de Abbottabad. Este relato contradice en parte la primera versión ofrecida por el principal asesor de seguridad del presidente, John Brennan, quien aseguró que Bin Laden "estuvo implicado en el tiroteo".

La pregunta que muchos se hacen ahora es por qué el comando optó por matar al terrorista internacional en vez de detenerlo. "Se resistió. El personal estadounidense en el terreno se manejó con la máxima profesionalidad y [Bin Laden] fue abatido en la operación por la resistencia que opuso", explicó Carney, quien añadió que el hecho de estuviera desarmado no modifica la calificación de resistencia, ya que "existen muchos modos de resistencia que esgrimir un arma".

En paralelo a estas declaraciones, el director de la CIA despejó anoche cualquier duda sobre la misión específica de los militares. "Teníamos autorización para matarlo, eso estaba claro. Pero también, si en el enfrentamiento [Bin Laden] de repente levantaba los brazos y se rendía, para capturarlo, si se hubiera dado la oportunidad. Pero eso no sucedió", explicó Panetta en declaraciones a la televisión NBC.

Estas últimas revelaciones han puesto a la Administración Obama a la defensiva y a la opinión pública ante la tesitura de si Washington exageró en un primer momento los elementos que rodearon la arriesgada operación terrestre con meros fines propagandísticos, informa The Washington Post.

Sin garantías de la presencia de Osama

Al mismo tiempo, detalles adicionales revelan que el asalto estuvo plagado de incertidumbres hasta el último momento. Panetta, que supervisó todo el operativo, ha reconocido que la inteligencia estadounidense nunca obtuvo fotografías ni recopiló otras pruebas que garantizaran que Bin Laden vivía dentro del complejo residencial atacado. Panetta ha asegurado a la revista Time que solo existía entre un 60 y un 80% de probabilidades de que Bin Laden se encontrara en la casa. "La verdad es que podríamos haber entrado allí y no haber encontrado a Bin Laden", ha admitido Panetta en otra entrevista con PBS NewsHour.

Pero las declaraciones más espinosas de Panetta fueron las relativas a la tortura, al asegurar que quizá ahora haya cuestiones "que deben someterse a debate". Quizá el modo en como se consiguió la información que ayudó a capturar al líder del terrorismo yihadista. Según sus declaraciones, la información obtenida de los detenidos en las cárceles secretas de la CIA, entre ellas Guantánamo, mediante la polémica técnica de asfixia simulada ayudó a trazar el plan que acabó con la vida de Bin Laden. Aunque en la entrevista, Panetta reconoce, que las claves que llevaron a los servicios de espionaje a hallar el escondite del líder de Al Qaeda procedieron de "muchas fuentes de información", y no sólo de ésta.

Preguntado por si en esas "técnicas de interrogación coercitivas" se incluía la asfixia simulada, el director de la CIA, que próximamente tomará el relevo a Robert Gates al frente del Departamento de Defensa, respondió: "Correcto".

Pese a todos estos riesgos, el presidente Obama decidió seguir adelante con la operación, porque al menos, según ha explicado el jefe de la CIA, valdría para obtener más información sobre el paradero del hombre más buscado del planeta. Obama arriesgó. Y esta vez, tras 10 años de operaciones frustradas, acertó.

Debate sobre el uso de la tortura

¿Fueron los brutales interrogatorios a detenidos determinantes para recopilar los datos que condujeron a la CIA hasta el refugio de Bin Laden?. La pregunta se la hace hoy el diario The New York Times cuando se cumplen dos días de la muerte del terrorista más buscado de la historia en una operación relámpago llevada a cabo por un comando de fuerzas especiales de la Armada de EE UU y en pleno debate sobre el empleo de la tortura en los interrogatorios a sospechosos de terrorismo.

Varios exresponsables del anterior Gobierno del presidente republicano George W. Bush han visto en la muerte de Bin Laden la ocasión perfecta para reivindicar la política de las conocidas como "técnicas de interrogatorio mejoradas", como el waterboarding o ahogamiento simulado, para obtener información de los detenidos. Entre ellos está John Yoo, un exresponsable del Departamento de Justicia y que en su día escribió los memorandos secretos en los que se justificaba el uso de estos interrogatorios brutales. "El presidente Obama puede reivindicar, con todo derecho, el éxito alcanzado hoy", escribe Yoo este lunes en la publicación National Review, "pero se lo debe a las duras decisiones tomadas en su día por la Administración Bush."

Pero si se analiza en detalle los interrogatorios a prisioneros, como The New York Times asegura que ha hecho, se llega a la conclusión de que las técnicas agresivas para obtener información privilegiada jugaron un pequeño papel a la hora de identificar al mensajero de confianza de Bin Laden, el kuwaití Abu Ahmad, clave para dar con el paradero del responsable del peor ataque contra EE UU desde la II Guerra Mundial.

Un detenido, que aparentemente fue objeto de algún interrogatorio puntual con dureza, ofreció una descripción crucial del correo de Bin Laden, según responsables de esos interrogatorios. Pero dos prisioneros que sufrieron en sus carnes las técnicas más agresivas -uno de ellos es Khalid Shaikh Mohammed, al que se le sometió a waterboarding hasta en 183 ocasiones- mintió y confundió a los servicios de inteligencia estadounidenses sobre la identidad del hombre de confianza del líder de Al Qaeda.

La discusión sobre el entramado de inteligencia que culminó en la localización de Osama ha reabierto un viejo debate en la política estadounidense sobre el uso de la tortura que ya acaparó todos los focos durante la presidencia de George W. Buh a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Tanto el exmandatario como muchos de sus antiguos colaboradores han argumentado durante años que el uso de la fuerza era necesario para persuadir a los detenidos de Al Qaeda y que confesaran. Uno de los pilares de la campaña que aupó a Barack Obama a la presidencia fue su frontal oposición a la tortura, que, en palabras del propio Obama, contradecía los principios de la Constitución estadounidense a cambio de muy poco o nada.

Glenn L. Carle, un agente retirado de la CIA que participó en interrogatorios a detenidos en 2002, ha asegurado, en conversación telefónica con el diario neoyorquino, que las técnicas coercitivas "no proporcionaron información útil, significativa ni fidedigna". Este antiguo funcionario ha admitido que algunos de sus colegas defienden las medidas pero que "todos estaban profundamente preocupados y la mayoría sentía que era un técnica antiamericana y que no funcionaba".

"La conclusión es la siguiente: si hubiéramos obtenido alguna prueba determinante gracias al empleo del waterboarding en 2003, habríamos capturado a Osama Bin Laden en 2003", ha resumido por su parte Tommy Vietor, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, un órgano consultivo que depende directamente de la presidencia. "Nos llevó años de trabajo de recolección y análisis de múltiples fuentes para identificar el campamento, y llegar a la conclusión de que Bin Laden vivía allí", ha asegurado este responsable.

Mientras, miembros del Ejecutivo de Obama, todavía embarcados en la euforia, intentan sortear una lucha partidista entre demócratas y republicanos sobre la tortura que puede acabar por minar el máximo logro hasta la fecha de Obama en política exterior.

No hay comentarios.: