10 mayo, 2011

Sicilia: Una exigencia cuestionable

Sicilia: Una exigencia cuestionable

Por: Salvador Camarena

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El sábado en Ciudad Universitaria, Javier Sicilia escuchó en una escalera parte del Réquiem de Mozart, durante la tercera jornada de la Marcha que durante cuatro días encabezó.

La llamada marcha nacional por la paz con justicia y dignidad concluyó este domingo con la demanda al presidente Felipe Calderón de que, para mostrar que ha escuchado el clamor, cese a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública.

La petición la realizó Javier Sicilia, el poeta y activista que el 27 de marzo pasado sufrió el asesinato de su hijo Juan Francisco, quien apareció muerto junto con seis personas más en la zona conurbada de Cuernavaca, a 100 kilómetros de la capital mexicana. Tras la muerte de su vástago, en un incidente por demás estúpido según las indagatorias, Sicilia ha convocado en un mes y con éxito a dos demostraciones masivas de repudio a la violencia que vive el país. Antes de su discurso del domingo pasado en el Zócalo de la capital mexicana, acto principal con el que cerraba una caminata de 4 días desde Cuernavaca y que ayer fue acompañada por decenas de miles de personas, el poeta exigió al presidente Calderón que eche a García Luna.

Pero, ¿remover a García Luna de verdad ayuda al combate al crimen? ¿Significaría un cambio de enfoque en el combate a los cárteles del crimen organizado, como demandaron los manifestantes? ¿Sería una señal que la población en general en México vería como "rectificación"? ¿Es García Luna "el señor de la guerra" de Calderón? ¿Qué sabe Sicilia sobre García Luna para hacerlo el blanco de su pulso con las autoridades federales? Porque Sicilia personalizó en García Luna la moneda de cambio para, en palabras del solicitante, "oír el mensaje del Presidente de la República con esa renuncia (...) mensaje diciendo que sí nos oyó (...) Estamos pidiendo esta renuncia para evitar más violencia".

García Luna es un personaje complejo. De presencia pública irregular, es un policía que ha pugnado por el establecimiento de mandos policiacos unificados en cada uno de los 32 estados de la república, lo que supondría la desaparición de dos millares de endebles organizaciones policiacas municipales. Ha recibido el apoyo de Calderón para crear una sofisticada policía federal y en el inicio del gobierno sostuvo, y ganó, una pugna soterrada con el ex procurador general de la República Eduardo Medina Mora. En la hoja de servicio de García Luna el peor momento ocurrió en 2005, cuando organizó un montaje para que las cámaras de televisión grabaran la detención "en directo" de una banda criminal cuyos supuestos integrantes habían sido detenidos 24 horas antes. El montaje fue descubierto meses después. Entre esos detenidos está la francesa Florence Cassez. Por las irregularidades de proceso, Francia reclama la extradición de su ciudadana, la negativa de México ha llevado a punto muerto las relaciones entre los presidentes de ambos países.

Calderón ha sostenido su combate al crimen en una suerte de mesa de tres patas: la policía federal de García Luna, el Ejército y la Armada. Desde hace dos meses hay una nueva procuradora, habrá que ver si ésta logra que la fiscalía general se convierta, como siempre debió ser, en una más de las piezas que soporte la estrategia anticrimen.

A diferencia de otros líderes mexicanos que han surgido de recientes crisis de inseguridad, Sicilia no era un ciudadano desconocido antes de la tragedia de su hijo. Colaborador de la revista Proceso, editor de publicaciones, el también poeta posee un discurso sofisticado que logra conmover a audiencias por su coloquial elocuencia, y que hasta ayer había marcado distancia de los argumentos facilones que pretenden culpar de toda la violencia sólo a las autoridades.

La petición de Sicilia para que García Luna sea removido le robó los titulares a la presentación de una inicial hoja de ruta de lo que podría ser un nuevo movimiento ciudadano. Lo que debió ser estelar, quedó relegado. Ahora, en vez de discutir ese documento, que en un mes será revisado en Ciudad Juárez (por cierto, resguardada desde hace un año por la Policía Federal) la opinión pública es invitada a tomar partido: ¿quién prevalecerá, Sicilia o García Luna?

Quizá sólo fue un error táctico de un nuevo líder en medio del calor de un mitin. Cuando parte de la masa gritaba el domingo "fuera Calderón", Sicilia lanzó la exigencia de que la salida necesaria es la del policía mayor. Viene la parte más difícil para el movimiento del poeta y sus acompañantes: consolidarse como una voz colectiva que perdure más allá de la indignación y que traiga a la mesa pública demandas atendibles, propuestas innovadoras, no exigencias que ganan el aplauso de la galería pero cuya pertinencia por sí misma es poco clara.

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