29 junio, 2011

El debate en las bancadas

EL COMENTARIO

El debate en las bancadas

me parece hasta saludable que un diputado se acalore ante los argumentos y lance su aserto al aire del hemiciclo
Pablo Izquierdo

"El debate, salpicado de murmullos, aplausos y aspavientos". No es un titular muy afortunado. "Murmullos, aspavientos, llamadas de atención del presidente del Congreso, José Bono, e incluso guerra de aplausos han sido protagonistas del duelo parlamentario", escribía el cronista. Son epítetos negativos elevados a un protagonismo que, en mi opinión, nada tienen que ver con lo que pude observar en el debate sobre el estado de la Nación. Mejor dicho: son anécdotas normales que se producen en cualquier parlamento democrático y que habitualmente son desechadas, por insignificantes, en el análisis parlamentario.

Cuesta un poco entender, aún en España, que lo normal es la discrepancia o el apoyo fervoroso al jefe de filas mediante el aplauso o los sonoros "muy bien", "bien dicho", "si señor" o el castizo "¡torero, torero!". También es verdad que el actual presidente del Congreso, el señor Bono, dicho con todo el respeto, magnifica el incidente repartiendo regañinas innecesarias, pues en ningún momento pude yo ver a nadie impedir el normal desarrollo del debate. Cómo se añora, en la carrera de San Jerónimo, al presidente Félix Pons.

No seré yo quien censure la imaginación literaria de algunos pero me apena que, sin querer o queriendo, den del Parlamento esa imagen; cuando me parece hasta saludable que un diputado se acalore ante los argumentos y lance su aserto al aire del hemiciclo. Algunos a lo mejor prefieren los acompasados aplausos de las olvidadas Asambleas Populares que hoy perduran, como un mal sueño, en la Cuba de los hermanos Castro y la Corea del Norte.

He visto yo un normal comportamiento democrático en los escaños. He visto al grupo de la mayoría apoyar a un presidente en forzada prórroga y a todos pendientes de la fecha electoral. He visto a los más forofos jalear las veladas descalificaciones personales de Zapatero a Rajoy y el atisbo de insultos producto de "los nervios". La sangre no ha llegado al río. He visto a la oposición aplaudir a su líder cuando le cantaba a Zapatero esas “verdades del barquero" que en la calle están de sobra juzgadas. He visto a Rajoy desear a Zapatero lo mejor para su vida personal y familiar y a Zapatero agradecérselo con matices. Todo normal.

En fin. Leo crónicas que hablan de "encendida sesión", "rifirrafes", "risas del auditorio", "aspavientos", "guerra de aplausos", "diputados puestos en pie" y "ovaciones". Bendita democracia. Deberíamos cuidarla un poco más entre todos y no dar causa a los dogmáticos defensores del pensamiento único o a falsos indignados antisistema y violentos. ¡Pobres señorías! La que tienen encima es grande. Por méritos propios (o de algunos) y también ajenos méritos, que duda cabe.

1 comentario:

Margarida V dijo...

muy bien escrito