10 junio, 2011

Un brasileño se declara propietario de 12 millones de hectáreas en la selva amazónica

Falb Saraiva de Farias, de 78 años, y considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, afirma tener en su poder los títulos de propiedad

JUAN ARIAS | Río de Janeiro

En Brasil, el Gobierno de Dilma Rousseff está pendiente del voto del Senado sobre el nuevo Código Forestal, que admite la amnistía para los que han destruido la selva amazónica hasta 2008, tras la derrota sufrida en el Parlamento. Si el Senado corroborara el voto de la Cámara baja, la presidenta Rousseff podría vetar dicha amnistía.

Mientras tanto, es emblemática del laberinto de irregularidades perpetradas durante años en el gran patrimonio de la selva amazónica, que aloja la mayor biodiversidad del planeta, la historia de novela de Falb Saraiva de Farias, de 78 años, sin más estudios que la escuela primaria, que se confiesa propietario de nada menos que de 12 millones de hectáreas de tierras amazónicas.

Asegura que tiene un baúl de documentos que certifican que es dueño de esas tierras desde el año 1800. Este hombre, considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, con un agudo sentido común y una no despreciable habilidad para los negocios de la tierra, ya ha sido encarcelado varias veces, aunque nunca ha permanecido en prisión más de ocho meses, acusado de falsificación de documentos, de ocupación ilegal de tierras y de mil delitos más. Hubo hasta una Comisión de Investigación del Parlamento (CPI) sobre el tema de las tierras ilegales en la Amazonia que le llevó derecho a la cárcel. "Fue una payasada lo que hicieron conmigo", afirma angelicalmente, y añade: "No me dejaron ni hablar con los periodistas. Muchos aún piensan que sigo en la cárcel". No lo está. Ha sido absuelto varias veces, hasta por el Tribunal Superior de Justicia, del supuesto delito de falsificación de documentos.

Uno de sus mayores entretenimientos hoy es manosear y acariciar las decenas de carpetas con cientos de documentos, que esconde en su casa, con los supuestos títulos de propiedad de los 12 millones de hectáreas que asegura que son suyas.

En una entrevista para este diario, hace años, un etnólogo ya fallecido, que creó una de las mayores reservas en el corazón de la Amazonia -donde se pueden recorrer hectáreas de selva intacta, como hace cien años- explicaba el marasmo jurídico de las propiedades de la selva amazónica donde particulares, con mil subterfugios y complicidades de abogados y notarios, se fueron haciendo propietarios de tierras que pertenecían al Estado. Uno de los trucos era, por ejemplo, envejecer pergaminos para falsificar antiguos documentos de propiedad.

Lo que resulta increíble es que un personaje como este, hoy uno de los mayores propietarios de tierras del mundo, haya podido conseguir juntar tanta tierra sin tener apenas preparación académica. Comenzó a trabajar a los 11 años, con un barquito con el que compraba y revendía productos de los ríos de la Amazonia. Un día su barco se quemó en el río Iaco. "Era todo lo que tenía. Me quedé en la orilla viendo cómo ardía mi barco. Pasé dos años de hambre y trabajé como recadero", cuenta el empresario.

Todo cambió cuando se casó con la viuda María Luisa Hidalgo Lima Barrios, heredera de tierras. Juntos crearon un imperio. No fue indiferente a su epopeya el haber ingresado en la secta evangélica Iglesia Universal, mientras estaba detenido por la policía federal. El empresario fue ayudado por varios pastores evangélicos y redactó el documento Planificación de la futura vida familiar y económica con la bendición de Dios.

En 16 páginas, con la bendición de la Iglesia Universal, planificaba construir una casa de 3.600 metros cuadrados con piscinas y campos de deportes, adquirir dos lanchas de lujo, un avión bimotor y cinco coches nuevos de importación. Sus proyectos con la Iglesia Universal suponen también la creación de la Mega Preser, SA para la preservación ambiental, y de la Mega Solidario, SA para la asistencia social.

Preguntado por el periodista Altino Machado sobre lo que piensa del nuevo y polémico Código Forestal responde sin titubeos: "Me encanta. Con él, el productor tendrá ahora el derecho de destruir una parte mayor de la selva". ¿Y si la presidenta Rousseff vetara la amnistía aprobada por el Congreso de los destructores de la Amazonia? "Ah, en ese caso", dice, "no volvería a ser elegida ni como concejal".

El fujimorismo busca su futuro

El fujimorismo busca su futuro tras la derrota electoral

La victoria electoral de Ollanta Humala pone en duda la supervivencia del partido y frena, al menos de momento, una maniobra para excarcelar al líder

FERNANDO GUALDONI | Lima

La derrota electoral de Keiko Fujimori ha hundido la moral del partido fujimorista y ha frustrado, según las organizaciones de derechos humanos, el plan para liberar al ex presidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por crímenes contra la humanidad y corrupción. El movimiento populista de derechas será la segunda fuerza del nuevo Congreso, pero entre los analistas hay muchas dudas de que Keiko pueda organizar un partido capaz de tener un proyecto de futuro ajeno al legado del padre. La ex candidata presidencial solo ha dicho de momento que seguirá trabajando para garantizar el desarrollo de Perú, sin dar detalles de cómo recompondrá el partido.

"Keiko no es carismática, no estará en el nuevo Congreso, hasta ahora no ha sido capaz de forjar un grupo político propio, y la sombra de su padre es demasiado alargada", explica el analista y escritor Julio Cotler. Keiko Fujimori logró un escaño en 2006 pero prácticamente estuvo ausente en toda la legislatura por las bajas por maternidad y por sus constantes viajes a Nueva York para acabar sus estudios empresariales en la Universidad de Columbia. En todo su periodo como legisladora presentó solo seis proyectos de leyes, según la prensa local. Kenji Fujimori, el menor de los hermanos, no entra en las quinielas como posible líder del movimiento a pesar de haber sido el congresista más votado. No tiene buen carácter y encarna el pasado.

Los analistas coinciden en que la única oportunidad que tiene Keiko Fujimori para mantenerse a la cabeza del movimiento es a través de un férreo control de los 37 parlamentarios con los que Fuerza 2011 contará en el futuro Congreso y evitar deserciones que la debiliten. El transfuguismo es una práctica habitual en la política peruana: el actual Congreso se inauguró en 2006 con cinco grupos y acabará con nueve. El fujimorismo sigue siendo un grupo poderoso: en su agenda están los móviles de muchos militares de alto rango que participaron en la guerra contra Sendero Luminoso y empresarios que hicieron su fortuna amparados por el régimen.

El movimiento populista arranca en el nuevo Congreso con 10 puestos menos de los que obtuvo el bloque nacionalista de Gana Perú, que probablemente gobierne en alianza con Perú Posible, el partido del ex presidente Alejandro Toledo, quien apoyó abiertamente a Humala para la segunda vuelta electoral. Entre ambos grupos tendrán 67 de un total de 130 escaños. La parlamentaria fujimorista reelecta Cecilia Chacón afirmó ayer, tras la reanudación de las sesiones del Congreso, que el partido cerrará filas detrás del liderazgo de Keiko y que hará una oposición responsable, vetando cualquier medida que ponga en peligro la marcha de la economía de mercado que ha permitido al país crecer a tasas récord.

La victoria electoral de Ollanta Humala no solo ha puesto en duda la supervivencia del fujimorismo a largo plazo, también ha frenado, al menos de momento, una maniobra para excarcelar al líder. La operación para liberar al shogun, como algún periodista peruano la ha bautizado con ironía, no busca la amnistía del ex presidente, sino desmontar todo el proceso judicial para demostrar que fue víctima de la parcialidad de los jueces que lo metieron entre rejas.

Ronald Gamarra, uno de los fiscales que logró que condenaran al Chino y que ahora trabaja como abogado defensor de los derechos humanos, afirma que "lo que busca el fujimorismo es forjar una coyuntura política que permita al Tribunal Constitucional anular una decisión judicial que ratificó la condena del líder sin provocar un gran escándalo. Creo que el actual tribunal, modificado durante el Gobierno del presidente saliente, el aprista Alan García, se prestaría a esta maniobra y, si lo hace, allanará el camino hacia la liberación de Alberto Fujimori".

Las organizaciones de derechos humanos sospechan que el aprismo estaba dispuesto a compensar el apoyo recibido por los fujimoristas durante el mandato que ahora concluye con un dictamen judicial favorable a los intereses del ex mandatario. Sin embargo, coinciden en que tras la defenestración del Apra en las urnas (pasó de 36 escaños a seis) y la derrota de Keiko Fujimori el plan se ha quedado en el aire.

El abogado de Alberto Fujimori, César Nakasaki, ha presentado 18 recursos de habeas corpus a favor de su cliente y ha maniobrado para intentar lograr la excarcelación por razones de salud. "Fujimori no tiene un cáncer mortal", afirma Gamarra. "Padece una leucoplasia oral y recibe el tratamiento médico que necesita. Nadie debe morir en la cárcel, en esos coincidimos todos, pero a pesar de los malestares propios de una persona de más de 70 años, el ex presidente Fujimori goza de salud para permanecer entre rejas", concluye.

Tuve que gobernar desde el infierno

"Tuve que gobernar desde el infierno", afirma Fujimori

Alegato final del ex presidente peruano ante el tribunal que le juzga por violaciones de los derechos humanos

JAIME CORDERO - Lima - 02/04/2009

Alberto Fujimori fue ayer el protagonista del penúltimo acto de su juicio. El ex presidente peruano, el primer procesado por violaciones de los derechos humanos en un tribunal de su propio país, ejerció su derecho a la autodefensa, en un discurso de más de dos horas que continuará mañana. Es el último trámite de un juicio que ha durado 15 meses, y por el que han pasado un centenar de testigos. Se espera que la sentencia se firme después de Semana Santa.

Fujimori volvió a declararse inocente, pero su discurso pareció más un testamento político que una defensa. El ex mandatario entre 1990 y 2000 hizo un detallado recuento de su política antiterrorista, dividido en temas como la recuperación de las prisiones, la intervención en las universidades y la participación de población en la lucha.

"Tuve que gobernar desde el infierno, ningún presidente recibió un país peor", señaló al inicio, para luego añadir: "Transcurridos los años puedo decir con convicción que mi estrategia de pacificación fue la correcta". Fujimori, en cambio, apenas mencionó las matanzas de Barrios Altos y la universidad La Cantuta, por las que es juzgado y en las que en total murieron 25 personas.

"¿Cómo podría concebirse que la matanza de Barrios Altos, apenas a 500 metros de palacio de Gobierno, pudiera formar parte de mi política? No tiene ninguna lógica", dijo sobre la primera. Y sobre la segunda, señaló: "Como hombre universitario, me dolió en el alma que un grupo de militares causara un daño irreparable a miembros de la comunidad universitaria". Fujimori no se ocupó del otro delito que se le imputa, el secuestro del empresario Samuel Dyer y el periodista Gustavo Gorriti, en 1992. Tampoco responsabilizó de los actos a su asesor Vladimiro Montesinos Torres, aunque todavía resta una sesión más.

El ex presidente alegó que la fiscalía no ha presentado pruebas firmes que demuestren que él ordenó, conoció o encubrió las actividades del grupo Colina (destacamento clandestino del ejército al que se atribuyen las matanzas). Para la fiscalía, que pide 30 años de prisión, están plenamente demostrados el conocimiento y la participación de Fujimori en la guerra sucia a partir de hechos como una felicitación presidencial a los militares que participaron en las matanzas, entre otros.

Fujimori pareció más preocupado por el juicio de la historia que por el que tenía enfrente. "Cuando el Perú esté depurado de pasiones nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos estudiarán los sucesos. ¿Qué nombre leerán cuando estudien el capítulo de la paz?", inquirió.

"El presidente tiene un poder..."

"En el Perú, el presidente tiene un poder: no puede hacer presidente a quien él quiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere". La frase, rematada con un provocador "yo lo he demostrado", fue pronunciada por el actual mandatario, Alan García, en un encuentro público con banqueros de Latinoamérica el martes pasado y levantó una gran polvareda, porque trajo de vuelta el recuerdo de la campaña electoral de 1990, cuando Mario Vargas Llosa optó a la presidencia y fue derrotado por Alberto Fujimori, un candidato salido virtualmente de la nada, en una campaña en la que García —que debía entregar la banda presidencial al sucesor— tuvo una participación activa.

Aunque él mismo intentó aclarar sus palabras, y sus partidarios y ministros señalaron que lo que intentaba era demostrar ante los potenciales inversores que el orden político y económico del país iba a mantenerse, la oposición cargó contra el presidente por lo que se calificó como un grave exabrupto. Ollanta Humala, líder del Partido Nacionalista, se sintió directamente aludido y señaló que era un anuncio de que García pretendía interferir directamente en las elecciones de 2011.

El último sondeo de Ipsos Apoyo coloca a Humala en tercer lugar en la intención de voto, con un 13%. Le superan el alcalde de Lima, Luis Castañeda, y Keiko Fujimori, ambos, con un 16%. La popularidad de la hija del ex presidente Alberto Fujimori es de las más altas, pese a que su padre está sometido a juicio por las matanzas de Barrios Altos y la Universidad de La Cantuta; según la misma encuesta, sólo un 14% de los peruanos le considera inocente de los cargos.

Alberto Fujimori, hospitalizado

Alberto Fujimori, hospitalizado tras las elecciones

El estado de salud del expresidente de Perú ha empeorado en los últimos días

EFE - Lima -

El expresidente de Perú Alberto Fujimori fue trasladado en la tarde del jueves (madrugada del viernes en España) desde la base policial donde cumple condena a un hospital de Lima, después de que su estado de salud empeorase en los últimos días, según ha informado su médico de cabecera, el congresista Alejandro Aguinaga. Su hospitalización se produce cuatro días después de que su hija, Keiko Fujimori, perdiese las elecciones presidenciales ante el nacionalista Ollanta Humala.

Según explicó Aguinaga, el traslado del exmandatario se realizó hacia las 17.00, hora de Perú, (00.00 hora peninsular de España) y los médicos del Hospital de Neoplásicas aún no han finalizado la evaluación de su estado de salud. El exgobernante, de 72 y que cumple una condena de 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos y corrupción, fue operado en marzo pasado por cuarta vez de una lesión precancerosa en la lengua, conocida como leucoplasia.

Precisamente, y según señaló ayer Aguinaga, Fujimori presentó hace tres semanas un "importante sangrado" en la lengua, ante la cual el exmandatario prefirió no ser trasladado por encontrarse el país en las últimas semanas de la campaña electoral, en la que su hija Keiko era candidata en la segunda vuelta presidencial. "(Su estado de salud) se viene deteriorando, continúa perdiendo peso, le propuse hospitalizarlo pero él no quiso", explicó el médico. Aguinaga no pudo señalar hasta cuando deberá permanecer hospitalizado el expresidente, algo que dependerá de la evaluación que realizan los especialistas del centro médico.

Tras la derrota de Keiko Fujimori ante Ollanta Humala en la segunda vuelta del pasado domingo, el posible indulto por el estado de salud del exmandatario ha vuelto a tomar relevancia, ya que el congresista José Vargas, del gobernante Partido Aprista Peruano (PAP), señaló ayer esa posibilidad. El pasado domingo, tras la victoria de Humala, el segundo vicepresidente electo, Omar Chehade, señaló que el futuro gobierno deberá evaluar si Fujimori debe continuar cumpliendo su pena en la base policial o debe ser trasladado a un penal común.

Esta opinión no ha sido compartida por el presidente electo, quien ha declarado su disposición a otorgarle a Fujimori el indulto humanitario si es que su estado de salud se deteriora gravemente. Informaciones periodísticas denunciaron en las últimas semanas que Alberto Fujimori participaba activamente en la campaña de su hija desde su prisión, donde recibía hasta 300 visitas diarias y donde cuenta, supuesamente, con grandes beneficios penitenciarios, como un jardín propio o una sala de conferencias.

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