Las ciudades modelo: ¿El ideal anarco-capitalista?
Ya hemos tratado el debate entre liberalismo clásico y anarco-capitalismo, aunque por supuesto volveremos en reiteradas ocasiones a él. En esta oportunidad, planteamos tratar el tema de las ciudades modelo.
¿Puede este proyecto convertir en realidad el ideal anarcocapitalista?
Comencemos con una cita de un artículo de Hans Hermann Hoppe, uno de los más reconocidos defensores del anarcocapitalismo:
“En vez de integración política supranacional, gobierno mundial, constituciones, tribunales, bancos, y dinero, los liberales anarquistas proponen la descomposición del estado-nación. Como sus antepasados clásicos, los nuevos liberales no buscan el gobierno para apoderarse de él. Lo ignoran y quieren que los deje en paz, y quieren también aislarse de su jurisdicción para organizar su propia protección. A diferencia de sus precursores que simplemente procuraron sustituir un gobierno más grande por uno más pequeño, los nuevos liberales persiguen la lógica de la secesión para ponerle fin. Proponen una secesión ilimitada, es decir, la proliferación sin restricción de territorios libres independientes, hasta que el rango de la jurisdicción del estado finalmente se marchite con el tiempo. ¡Con este fin – y en total contraste con los proyectos estatistas de ‘Integración Europea’ y de un ‘Nuevo Orden Mundial’ – los nuevos liberales promueven la visión de un mundo con decenas de miles de países, regiones, y cantones libres, de cientos de miles de ciudades libres – como las singularidades actuales de Mónaco, Andorra, San Marino, Liechtenstein, (el anterior) Hong Kong, y Singapur – y distritos aún más libres y vecindades económicamente integradas por el mercado libre (mientras más pequeño sea el territorio, mayor es la presión económica para optar por el libre comercio!) y por el estándar del oro como base monetaria internacional.”
Ahora, ¿en qué consite el proyecto de ciudades libres que hoy puede ser posible en Honduras y otros países?
Mary Anastasia O´Grady nos ofrece una explicación en un artículo publicado en The Wall Street Journal, traducido al español por el Independent Institute bajo el título: Honduras y su Ciudad Modelo. Básicamente plantea que en Honduras se espera que el Congreso apruebe una enmienda constitucional que permite experimentar con este proyecto.
“La idea es simple: una considerable porción de terreno del gobierno inhabitado es designada para ser usada como una ciudad modelo. Se redacta un estatuto para gobernar la ciudad y el Congreso lo aprueba. El gobierno designa una autoridad de desarrollo del territorio, que firma contratos con inversionistas dispuestos a desarrollar infraestructura. La ciudad se abre a los negocios bajo reglas que actúan como un imán para la inversión.”
El debate queda abierto, aunque por supuesto la literatura se va extendiendo en la web. No podemos dejar de citar la síntesis que ofrece el Centro de Estudio del Capitalsmo, de la UFM, así como la conferencia que Roberto Blum ofreció sobre “free cities” en la misma universidad.
Ciudades libres
Ciudades libres: Métodos más allá de la política
Escrito por Luis Eduardo Barrueto
Una reciente discusión acerca de la viabilidad de la política como medio para avanzar la libertad, me hizo recordar cómo descubrí que hay más métodos que no necesariamente requieren la sola participación política para lograrlo, sino opciones de creciente importancia que involucran el uso ingenioso del marco legal y la tecnología para el beneficio de la humanidad. Métodos más allá de la política que giran básicamente en torno a la idea de Ciudades libres o Free Cities, inicio hablando de ciudades charter y continúo con la colonización de los mares.
Me opongo fehacientemente a la imposición fiscal, a la expoliación de la propiedad, a la metodología de algunos de colectivizar a los seres humanos, que nacen, crecen y se desarrollan individualmente. Favorezco, por el contrario, la libertad como una precondición necesaria para que grandes cosas puedan existir.
Desde este sitio he estado defendiendo las ideas que favorecen la libertad de las personas, y por lo mismo, la responsabilidad individual sobre las acciones propias, con el propósito de hacer que seamos más y más los que pensamos afín. Sin embargo, no puedo evitar sentir como que estoy cantándole a los miembros del mismo coro.
Recientemente me he topado con métodos que varias personas han identificado como viables para llevar este choque de ideologías a una nueva arena, más allá de la participación política, más allá de la transmisión de ideas (labor a la que continuaré dedicándome) a través de los medios, a través del mejoramiento del sistema educativo y demás.
Charter Cities
Una charter city es la creación de una ciudad con un fuero autónomo del Estado, por ello lo de charter traducido del inglés como “fuero” o “cédula”, que sirva como ciudad modelo y polo de desarrollo dentro de una región para que gente en estado de pobreza o subsistencia media pueda escapar de sus medios convencionales (léase: agricultura).
Las charter cities dejan que las personas puedan mudarse a un lugar regido por reglas que provean seguridad, oportunidades económicas y una mejor condición de vida. También permiten que se mejoren los métodos de gobierno y que se generen proyectos de infraestructura o que sean socialmente beneficiosos. Todo ello puede o no tomar lugar dentro de estos marcos normativos que, en general, buscan que se respeten los derechos individuales.
Lo único que hace falta es una pieza desocupada de tierra y un acta constitutiva. El material humano llegará ulteriormente, atraídos por las oportunidades de trabajar bajo las reglas que la carta constitutiva especifique. Un elemento clave es permitir el tráfico tanto de entrada como de salida a estas ciudades.
Una ciudad es la escala perfecta para implementar nuevas reglas, porque puede permitir que millones de personas trabajen y produzcan dentro de un trozo de tierra considerablemente pequeño, además de que puede diferir, en cuanto al marco normativo, con sus socios comerciales. La urbanización es el elemento concreto gracias al cual podemos visualizar el éxodo del campo hacia las ciudades; una transformación inevitable y cada vez más acelerada. La calidad de vida de todas estas vidas dependerán inevitablemente del marco legal o los principios básicos que los rijan.
La falta de los mismos es lo que provoca que la gente actualmente se mude a ciudades disfuncionales, donde escasea el agua corriente, los índices de criminalidad son altos, la estabilidad laboral es poco común y haga falta un sistema de drenajes adecuado. La ausencia de reglas claras es lo que provoca que estas ciudades evolucionen hacia un estado mejor, donde el cambio venga desde adentro.
Las charter cities únicamente son un atajo hacia reglas más claras y mejor elaboradas. En última instancia esto es lo más importante para permitir que la sociedad, tan dinámica como es, pueda desarrollarse más y mejor. Un ejemplo muy claro es Hong Kong, con un “juego” de reglas mucho mejores que las del resto de la República Popular China, pero que ha tenido tanto éxito que ha permeado en el sistema que rige esta última y se ha puesto en práctica en otras ciudades portuarias. La más importante de ellas es Shanghai.
Para más información, Paul Rommer, economista graduado de Stanford fundó el sitio Chartercities.org para reunir recursos y casos de estudio al respecto. Échele un vistazo.
Seasteading
Este vocablo en inglés, surgido de la contracción entre sea y homesteading, quiere decir literalmente “colonización del mar”. Es la creación de viviendas permanentes en el mar, fuera de los territorios reclamados por los gobiernos de cualquier nación. Intentos anteriores han consistido en plataformas petroleras e islas flotantes, por ejemplo, sin que nadie tuviera éxito en crear un estado en altamar que fuera reconocido como nación soberana.
Un antecedente directo es el principado de Sealand, que a pesar de que se autoproclama nación, no ha sido reconocida como tal por ningún país o entidad supranacional.
Legalmente, más allá de 200 millas náuticas o 370 km de las costas de los países, el mar no está sujeto a las leyes de ninguna nación. Existen varias organizaciones que aprovechan esta falla legal como radios piratas y grupos que facilitan procedimientos para practicar el aborto de manera legal y más segura que en los lugares donde está prohibido por la ley. Pero además, hay un instituto que tiene por propósito algo mucho más elaborado e interesante:
El Seasteading Institute
Fundado en 2008 por Patri Friedman, el Seasteading Institute con sede en Palo Alto, California, tiene como propósito construir plataformas marinas que permitan experimentar con modelos sociales, dada la dificultad de provocar cualquier forma de cambio significativo a través de la mera participación política y, aunque me duela decirlo, en la participación mediática.
En el Seasteading tienen la visión de algo muy parecido a la web, donde muchos pequeños gobiernos sirvan distintos nichos de mercado y donde el sistema sea dinámico y amigable a la experimentación (prueba y error). “Se toma y se copia lo que funciona y se descarta lo que no”.
“Piensa sobre los disensos políticos más grandes- libertad vs. seguridad, riqueza absoluta vs. desigualdad, fronteras abiertas vs. fronteras cerradas- que se deciden a través de la retórica y los votos de unos cuantos congresistas que deciden por décenas o cientos de millones de personas a la vez. Ahora imagina si pequeños grupos tuvieran la capacidad de probar sus propias ideas a pequeña escala y ver qué pasa. La gente podría crear sociedades con distintas prioridades y nosotros podríamos comprobar con rapidez qué tan bien funcionan esas ideas una vez puestas en práctica”.
El proyecto adquirió la atención mundial en 2008 luego de que Peter Thiel, fundador de PayPal e inversionista en varias compañías de internet como Facebook y Linkedin, invirtiera $500,000 en el instituto y hablara en defensa de su viabilidad en un artículo titulado “The Education of a Libertarian”. El instituto también recibió cobertura mediática de CNN, CBS, Wired Magazine y Reason Magazine.
Personalmente, conocí a Thiel el noviembre pasado cuando fue recipiente de un doctorado honorífico en la UFM y me encanta que sea uno de esos empresarios que actúan en base a principios libertarios y que realmente merece ostentar el título de héroe de la libertad. El artículo que escribió en Cato Unbound está super recomendado.
Diseñando ciudades flotantes
El instituto se enfoca en tres áreas principales, que son la construcción de una comunidad, la realización de investigación y la construcción del primer seastead fuera de las costas de San Francisco. En enero del año pasado, se patentó el diseño del ClubStead, una ciudad de más o menos una cuadra de tamaño que marca el primer gran paso en el desarrollo de la tecnología y la ingeniería que permitiría la realización del proyecto.
El punto es que las plataformas sean autosostenibles y que las innovaciones que permitirían vivir a tiempo completo en el mar sean descubiertas y desarrolladas. La evolución de la industria de los cruceros nos da pistas sobre que así sucederá con mucha probabilidad.
Por el momento, vemos que hay varios diseños para la construcción de las plataformas, tal como indica la cobertura de National Geographic y es interesante ver la posible línea del tiempo que el instituto ha trazado a futuro. Parece que la frontera de nuestra defensa de la libertad ha sido extendida más allá de los mares.
Ciudades charter
Ciudades charter
Escrito por Albert Esplugas
Una ciudad charter es una nueva ciudad creada en territorio deshabitado y con unos fueros o estatutos garantizando una serie de normas que son ejecutadas por un gobierno existente o conjunto de gobiernos. Si la nueva ciudad establece normas atractivas, crecerá y prosperará de forma natural con la entrada de inmigrantes, empresarios e inversiones en infraestructuras.
El proponente más destacado de las ciudades charter es Paul Romer, experto en crecimiento económico de la universidad de Stanford. En su artículo For richer, for poorer para la revista Prospect sintetiza su visión y sostiene que lo que necesitan los pobres de Haití que se han quedado sin techo después de la catástrofe son nuevas ciudades con normas distintas a las que poder inmigrar, construidas y gestionadas por Estados occidentales.
Entre las lentas reformas internas y la recolonización
Muchos países pobres están atrapados en un círculo vicioso de malas normas. Las garantías de los gobiernos a los potenciales inversores no tienen la credibilidad suficiente. Sus líderes pueden combatir la corrupción, establecer tribunales independientes y mejorar las normas sobre los derechos de propiedad, pero estas reformas encuentran resistencia y se implementan muy lentamente.
Una vía más rápida sería imponer un marco normativo funcional desde fuera por la fuerza, como sucedió en el período colonial. Paul Romer señala que hay evidencias de que algunas ex colonias son hoy más prósperas gracias a las normas establecidas durante la ocupación. Pero este beneficio económico raramente compensó los años de dominación y la oposición violenta que provocó. Las intervenciones militares humanitarias solo se justifican en circunstancias extremas. Romer sugiere una opción a medio camino entre los intentos de recolonización y las lentas reformas internas: las ciudades charter.
Ciudades charter administradas por Occidente
Romer explica cómo podría desarrollarse una ciudad charter. Un gobierno en un país pobre invitaría a un Estado occidental a administrar una zona deshabitada fiel a unos estatutos previamente acordados. Personas de ese país pobre y de otras partes del mundo se desplazarían para trabajar y vivir en la ciudad emergente. Las normas de la nueva urbe crearían oportunidades laborales y de inversión, y el hecho de ubicarse en territorio antes deshabitado garantizaría que todos sus residentes han elegido vivir allí con pleno conocimiento de sus normas.
El mundo tiende a la urbanización y, según encuestas de Gallup, 700 millones de personas estarían dispuestas a desplazarse permanentemente a un país que les ofreciera seguridad y oportunidades económicas. En lugar de expandir las barriadas pobres de los grandes centros urbanos en el Tercer Mundo, los inmigrantes podrían ser acogidos en ciudades charter que ofrezcan viviendas de bajo coste, trabajo, un ambiente seguro y normas más eficientes.
Romer apunta que hay amplias áreas deshabitadas en la costa de África sub-sahariana que son demasiado secas para la agricultura. Una ciudad puede crecer incluso en la localización más seca, con ayuda de desalinizadoras y agua reciclada si es preciso. La ciudad no tiene por qué ser directamente administrada por el Estado occidental asociado, pues los residentes podrían ejecutar ellos mismos las normas de los estatutos siempre que aquél retuviera el poder último de decisión.
La experiencia de Mauricio, Singapur y Hong Kong
En la República de Mauricio el tribunal de apelación de última instancia es aún el British Privy Council, el tribunal de la antigua metrópolis inglesa. Romer cita este ejemplo como uno de los muchos tipos de combinaciones posibles en el contexto de las ciudades charter.
En los años 90 Singapur, bajo la dirección del primer ministro Lee Kuan Yew, había experimentado con una idea similar, contribuyendo a crear nuevas ciudades en China e Indonesia que luego ayudaría a administrar. Pero los gobiernos nacionales retuvieron poderes discrecionales que interferían con la gestión de Singapur. Por este motivo sería necesaria la firma de tratados que asignasen explícitamente el control de la ciudad.
Romer considera que la administración de Hong Kong por parte del Reino Unido ha sido el ejemplo más cercano de ciudad charter. China proporcionaba la tierra y la gente, y el Reino Unido las normas para una economía de mercado y una convivencia ordenada. Este escenario no nació de un acuerdo entre los dos países, pero el resultado fue positivo y el éxito de Hong Kong contribuyó a las reformas económicas en la China continental.
Una ciudad charter para los haitianos
Tras el terremoto de Haití, Paul Romer ha sugerido la creación de ciudades charter que acojan a inmigrantes haitianos dispuestos a trabajar y a empezar una nueva vida. La presión competitiva de la emigración también podría acelerar la mejora de las instituciones y las normas en Haití. Si las naciones de la región crearan sólo dos ciudades charter en territorios cercanos, podrían albergar a toda la población.
En respuesta al terremoto el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade, hizo una oferta de tierra a inmigrantes haitianos. El gobernante ha dicho que “Senegal está dispuesto a ofrecer parcelas de tierra, incluso una región entera”. Pero no está claro que esta posibilidad vaya a materializarse.
Zonas económicas libres y ciudades privadas
Las zonas económicas libres o zonas francas en territorio nacional también permiten la aplicación de normas más eficientes para atraer empresas y capital. El Dubai International Financial Centre se rige por leyes distintas a las del resto del emirato. Un juez británico retirado es el principal responsable de gestionar el derecho anglosajón que rige en los 110 acres de la zona económica libre. El Gobierno de Dubai, ávido por captar inversores, se plantea la administración de la zona en términos puramente empresariales.
En Corea del Sur operan varias zonas económicas libres que ofrecen notables ventajas a los inversores: exenciones y rebajas fiscales temporales en impuestos sobre la renta y beneficios, exenciones en tarifas a la importación de bienes de capital, regulaciones mínimas sobre el uso del suelo para la construcción y ampliación de factorías.
El Gobierno coreano propuso a la empresa americana Gale International la creación de una ciudad comercial, verde y tecnológicamente avanzada, en una de esas zonas económicas libres. Gale ha tomado prestado 35.000 millones de dólares de bancos coreanos para erigir sobre terreno yermo Songdo City, una ciudad de seis kilómetros cuadrados con rascacielos de oficinas, aeropuerto, puerto, residencias y parques. Este distrito de negocios internacional tendrá capacidad para 300.000 personas durante el día, y Cisco se ha sumado al proyecto para desarrollar una tecnología que haga que la ciudad sea “inteligente”. Songdo City no estará terminada hasta 2015.
Abu Dhabi también está desarrollando un proyecto similar: Masdar City, una ciudad de negocios diseñada por Foster + Partners que dependerá exclusivamente de energías renovables y no emitirá contaminación.
Comunidades en alta mar
El concepto de ciudades charter enlaza con la iniciativa de Patri Friedman y el Seasteading Institute, que busca aumentar la competencia entre unidades políticas y la experimentación con distintas normas y sistemas legales. En particular abogan por la creación de plataformas o ciudades en alta mar, fuera de la jurisdicción de otros países, abiertas a la incorporación de familias y empresas que acepten las normas de la comunidad.
La soberanía de los Estados termina a 12 millas de la costa, en el océano. Existen jurisdicciones parciales sobre zonas de pesca, recursos marinos etc. pero es concebible establecer plataformas flotantes u otras instalaciones artificiales en las zonas económicas exclusivas o en aguas internacionales, donde al principio sería necesario comprar banderas de conveniencia a los países que propusieran la mejor oferta.
Tanto las ciudades charter de Romer como las comunidades en alta mar de Friedman apuntan en una misma dirección: la creación de nuevas entidades políticas en zonas deshabitadas, con normas atractivas que promuevan la inmigración y la inversión.
Ciudad libre. Una marca ciudad
Ciudad libre. Una marca ciudad
Escrito por Carolina Tkachuk, de Citymarketing Consulting. Ciudades con estatuto independiente, con su propia legislación autónoma, quizás los primeros pasos hacia el final de los estados-nación. Aquí presentamos un enfoque desde el marketing, economía y competitividad urbana para la generación de una identidad o marca ciudad.
Definir el modelo de ciudad que se desea alcanzar es proyectarse internacionalmente en función de identidades propias dentro de un contexto global. Cuando una ciudad define su modelo se está referenciando globalmente. A su vez, esos modelos de ciudad que van definiendo un primer conjunto de ciudades pioneras-vanguardistas, replican (directa o indirectamente) sobre otras ciudades durante su proceso de creación/diseño de su modelo; aparece la articulación entre lo local y lo global.
A fin de comprender la legitimidad internacional que un proyecto de ciudad pueda alcanzar, necesitamos ubicarnos en un contexto de globalización de la economía y mundialización de la cultura, desde donde el surgimiento de una ciudad como “modelo” se genera a partir de procesos renovadores de reestructuración del espacio en diversas escalas territoriales, junto con la reorganización de las formas y sentidos del poder, crecientemente endógeno y no planificado centralmente, de las ciudades. En este sentido, las “buenas prácticas” inherentes a un proyecto de ciudad mantienen siempre cierto perfil referencial a los modelos.
Ciudad modelo. Identidad local/empresarial con conexión global
La idea de ciudades-modelo esta fuertemente vinculada a una eficiente optimización de la competitividad antes que a intervenciones urbanísticas estratégicas. Esa competitividad es el reflejo de una ciudad globalizada, conectada, flexible, administrada bajo perfiles empresariales, con fuertes estrategias de marketing, a fin de presentarse atractiva al mercado y a las inversiones.
Un caso interesante para considerar las diversas formas que puede tomar el desarrollo de ciudades modelo se ubica en Honduras, que recientemente avanza en la propuesta de crear una “ciudad modelo” sobre una porción de territorio inhabitado con “estatuto independiente”, con leyes y reglas propias que enfatizan el protagonismo del mercado como impulsor del crecimiento y la competitividad, bajo una economía libre que estimula la cultura de negocios, la apertura a inversiones, empleando las best practices surgidas de modelos similares. Claramente, una propuesta que implica un interesante desafío desde lo económico, político y legal, que puede convertirse en un modelo a imitar.
El proceso de conversión de una ciudad en modelo requiere tiempo, estrategias innovadoras, e implica reforzar el modo en que la ciudad está siendo mencionada, mostrada, visitada y, fundamentalmente, imitada en diversas regiones. Representa el momento en que la ciudad “vende” su modelo, exporta su know how y sus estrategias comienzan a valer no sólo por sus cualidades intrínsecas sino también por su lugar de origen. Esta es una de las formas en que una ciudad se convierte en producto, una marca en sí misma, y comienza a competir con otras ciudades, otros modelos.
Los flujos de imagen de ciudad son reforzados por el mercado de la cultura, el rol promotor del turismo y las nuevas formas de acumulación del capital. La imagen de ciudad se transforma en un producto de consumo internacional.
Una interesante profundización acerca de las Charters Cities (ciudades modelo) nos la brinda el economista Paul Romer en la siguiente exposición:
Ciudad libre. La planificación dinámica de ciudades orgánicas
En consonancia con lo dicho sobre las Charter Cities y en directa vinculación con los procesos de desarrollo endógeno plasmados en diversos modelos de desarrollo local, es interesante detenernos en la forma que podría tomar la “planificación” en ciudades que advierten este tipo de experiencias tan particulares como las referenciadas.
Para ello, nos basamos en una entrevista realizada por Luis Eduardo Barrueto al Ph. Arq. Gonzalo Melián quien nos propone el desafío de (re) pensar los modos de ordenamiento territorial en las “free cities” más allá de la planificación urbana estratégica tradicional, donde los diversos actores de la economía urbana se desarrollen y organicen funcionalmente de acuerdo a sus objetivos y necesidades a partir de acuerdos contractuales con sus pares. La propuesta se enfoca a concebir la planificación urbana hacia un modelo más dinámico y orgánico, donde se quiebre la horizontalidad generada por las políticas de arriba hacia abajo, dando lugar a una masa homogénea en cuanto a la forma de crear ciudad y riqueza, y tengan lugar procesos verticales donde cada ciudad se desarrolle en base a los acuerdos contractuales celebrados por sus diversos actores a fin de generar riqueza en los circuitos de la economía urbana en función de objetivos particulares (no colectivos).
En esta línea, en el Dynamic Urban Planning Workshop, uno de los cursos dictados por Gonzalo Melián a estudiantes de Arquitectura de la UFM (Universidad Francisco Marroquín) propone analizar la economía urbana de las ciudades a través del modelo de “free cities” ó “free market cities”; bajo este paradigma, se tornan relevantes conceptos clave tales como teoría del valor, cultura entrepreneur, procesos innovativos, y derechos de propiedad, entre otros.
A su vez, ¿qué implicancias tiene para el citymarketing los modelos de ciudades libres? En los términos del citymarketing, la idea de ciudades libres coadyuva a la formación y generación de identidades para la creación de la marca de este tipo de ciudades, a partir del (re) surgimiento genuino de una cultura urbana propia (sin intervención ni coerción estatal) donde se refuerce la implicación ciudadana necesaria para el proceso de marketing en las ciudades. El nuevo paradigma de “free cities” supone un importante desafío para el citymarketing, ya que plantea una reestructuración del proceso en un marco de ciudades que comienzan a funcionar con reglas distintas y orgánicamente independientes; en este sentido, cabría plantearnos qué factores se vuelven más o menos relevantes, y cuál es el nuevo rol que juega el citymarketing en estos modelos.
Sin duda, éste será un punto a analizar y reflexionar, para lo cual quedan invitados, como siempre, a acompañar y participar a fin de enriquecer el análisis.
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges, el anarquista libertario
La filosofía política de Jorge Luis Borges. Escrito por Martín Krause. En este artículo Krause expone cuáles eran las ideas políticas de Borges, cuyo paradigma fue un anarquismo liberal de raíces spencerianas al cual llegó por las enseñanzas filosóficas de su padre y por su reflexión individual. Este anarquismo es lo que en la actualidad llamaríamos anarquismo libertario.
Soy anarquista. Siempre he creído fervorosamente en el anarquismo. Y en esto sigo las ideas de mi padre. Es decir, estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados. -JLB
Ojalá merezcamos no tener gobierno, en ningún país del mundo. Acaso un mínimo de gobierno, un gobierno municipal, un gobierno de Spencer. -JLB
Borges y la política han dado mucho que hablar, pero la atención que sus opiniones en tal sentido generaran se han referido generalmente a la anécdota de aquél personaje que poca atención prestaba a las noticias diarias y que basaba buena parte de las mismas en criterios estéticos, y particularmente épicos: desde su admiración por los militares patrios y su lucha por la independencia y libertad argentinas hasta su afiliación al Partido Conservador porque sólo los caballeros se suman a las causas perdidas.
Sin embargo, y pese a que pueden encontrarse en su historia decisiones y opiniones políticas diversas, y hasta contrapuestas, es opinión de quien escribe que existe una clara filosofía política en Borges, la que se mantuvo durante el trascurso de su larga vida sin modificaciones y es intención de este artículo presentarla.
Libre albedrío e individualismo
Sorprendía a muchos el escepticismo de Borges sobre el libre albedrío, pero esto nunca significó que cayera por eso en las redes del determinismo. Su posición podría sintetizarse de la siguiente forma: el ser humano no existe fuera de las relaciones causa-efecto; está determinado pero le resulta imposible saber qué es lo que lo determina entre las innumerables causas existentes. En sus palabras: “Uno siente que el Universo responde a un dibujo. Las cosas no son absolutamente arbitrarias: hay cuatro estaciones, nuestra vida va pasando por etapas: nacimiento, niñez, juventud… Podrían ser indicios de que hay una trama, de que este mundo no es caótico sino laberíntico. Es como el libre albedrío. Posiblemente no exista, pero uno no puede pensar que en este momento no es libre ¿no?”[:ref 1:]
Y también: “…si me dicen que todo mi pasado ha sido fatal, ha sido obligatorio, no me importa; pero si me dicen que yo, en este momento, no puedo obrar con libertad, me desespero.”[:ref 2:]
Esta capacidad de accionar libremente lleva a Borges a lo que en las ciencias sociales se denomina individualismo metodológico, el cual descarta de plano la “hipóstasis” de ciertos conceptos, es decir hacer sujetos de existencia real a ideas tales como “la sociedad”, “el pueblo”, “la nación”, “la clase obrera” y otros: “… la muchedumbre es una entidad ficticia, lo que realmente existe es cada individuo.”[:ref 4:] , “yo creo que sólo existen los individuos: todo lo demás, las nacionalidades y las clases sociales son meras comodidades intelectuales.”[:ref 4:] , “Las masas son una entidad abstracta y posiblemente irreal. Suponer la existencia de la masa es como suponer que todas las personas cuyo nombre empieza con la letra “b” forman una sociedad.”[:ref 5:]
Inclusive tiene una página literaria específica sobre el tema, “Tú”[:ref 6:], que comienza “Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, es una adición imposible. No menos imposible que sumar el olor de la lluvia y el sueño que anoche soñaste”.
Este enfoque se extiende a su idea de “patria”, más venerada por Borges por la epopeya histórica que como concepto social. Así en la “Elegía de la Patria”[:ref 7:] culmina:
Cifras rojas de los aniversarios,
Pompas de mármol, arduos monumentos,
Pompas de la palabra, parlamentos,
Centenarios y sesquicentenarios,
Son la ceniza apenas, la soflama
De los vestigios de esa antigua llama
Patria, País, Estado
Borges tuvo muchas patrias, si bien nunca pensó en desprenderse de ésta, llevando la concepción individualista también a este campo. Le preguntan, “¿cuántas Argentinas hay? ¿Más de una?”, y contesta “Muchas, tantas como individuos. Los países son falsos, los individuos quizás no lo sean -si es que el individuo es el mismo al cabo de muchos años.” [:ref 8:]
Gustaba de “coleccionar” patrias (Argentina, Uruguay, Suiza, Inglaterra, entre otras) y descreía de las fronteras y los países: “Desdichadamente para los hombres, el planeta ha sido parcelado en países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de una mitología particular, de derechos, de agravios, de fronteras, de banderas, de escudos y de mapas. Mientras dure este arbitrario estado de cosas, serán inevitables las guerras.”[:ref 9:] “Soy un cosmopolita que atraviesa fronteras porque no le gustan” [:ref 10:]
El libre albedrío y el individualismo le permitían desplegar una preocupación ética, individualista, como no puede ser de otra forma, “…creo que si cada uno de nosotros pensara en ser un hombre ético, y tratara de serlo, ya habríamos hecho mucho; ya que al fin de todo, la suma de las conductas depende de cada individuo.” [:ref 11:]
Y al pretender buscar lo máximo de individuo y el mínimo de Estado, descreía profundamente de éste:
“El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes.” [:ref 12:]
“…se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y no que todo ‘quede abandonado al caos, o a circunstancias individuales’; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza siendo una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión.” [:ref 13:]
Sin dejar de ser optimista pensando que algún día ya no existirían más. Pregunta el personaje Eudoro Acevedo:
“¿Qué sucedió con los gobiernos? Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más completa que este resumen.” [:ref 14:]
Y dice Borges “… para mí el Estado es el enemigo común ahora; yo querría -eso lo he dicho muchas veces- un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Pero, quizá sea preciso esperar… no sé si algunos decenios o algunos siglos -lo cual históricamente no es nada-, aunque yo, ciertamente no llegaré a ese mundo sin Estados. Para eso se necesitaría una humanidad ética, y además, una humanidad intelectualmente más fuerte de lo que es ahora, de lo que somos nosotros; ya que, sin duda, somos muy inmorales y muy poco inteligentes comparados con esos hombres del porvenir, por eso estoy de acuerdo con la frase: “Yo creo dogmáticamente en el progreso”. [:ref 15:]
“Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos.” [:ref 16:].
Política y democracia
El descreimiento del Estado no podía sino estar acompañando por una baja consideración de la política, algo que, tal vez no entonces, comparten muchos de los argentinos de hoy. Le dicen que no tiene una buena opinión de los políticos, contesta:
- “No. En primer lugar no son hombres éticos; son hombres que han contraído el hábito de mentir, el hábito de sobornar, el hábito de sonreír todo el tiempo, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularidad….
La profesión de los políticos es mentir. El caso de un rey es distinto; un rey es alguien que recibe ese destino, y luego debe cumplirlo. Un político no; un político debe fingir todo el tiempo, debe sonreír, simular cortesía, debe someterse melancólicamente a los cócteles, a los actos oficiales, a las fechas patrias.” [:ref 17:]
“Creo que ningún político puede ser una persona totalmente sincera. Un político está buscando siempre electores y dice lo que esperan que diga. En el caso de un discurso político los que opinan son los oyentes, más que el orador. El orador es una especie de espejo o eco de lo que los demás piensan. Si no es así, fracasa.” [:ref 18:]
“…yo diría que los políticos vendrían a ser los últimos plagiarios, los últimos discípulos de los escritores. Pero, generalmente con un siglo de atraso, o un poco más también, sí. Porque todo lo que se llama actualidad es realmente…. y, es un museo, usualmente arcaico. Ahora estamos todos embelesados con la democracia; bueno, todo eso nos lleva a Paine, a Jefferson, a aquello que pudo ser una pasión cuando Walt Whitman escribió sus Hojas de Hierba. Año de 1855. Todo eso es la actualidad; de modo que los políticos serían lectores atrasados, ¿no?, lectores anticuados, lectores de viejas bibliotecas…” [:ref 19:]
Su acendrado individualismo lo llevaba hasta dudar de la posibilidad de la representación, y de la misma democracia, pero no por promover las dictaduras o las monarquías siendo que pensaba que lo importante no eran los sistemas políticos sino los individuos y sus valores. Dice en El Libro de Arena,
“Twirl, cuya inteligencia era lúcida, observó que el Congreso presuponía un problema de índole filosófica. Planear una asamblea que representara a todos los hombres era como fijar el número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha atareado durante siglos la perplejidad de los pensadores. Sugirió que, sin ir más lejos, don Alejandro Glencoe podía representar a los hacendados, pero también a los orientales y también a los grandes precursores y también a los hombres de barba roja y a los que están sentados en un sillón. Nora Erfjord era noruega. ¿Representaría a las secretarias, a las noruegas o simplemente a todas las mujeres hermosas? ¿Bastaba un ingeniero para representar a todos los ingenieros, incluso los de Nueva Zelanda?” [:ref 20:]
Y su opinión sobre la democracia es bien conocida: Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística.” [:ref 21:]
Volviendo a creer más en los individuos que en los gobiernos “Tengo la sospecha de que la forma de gobierno es muy poco importante, de que lo importante es el país. Vamos a suponer que hubiera una república en Inglaterra o que hubiera una monarquía en Suiza: no sé si cambiarían mucho las cosas; posiblemente no cambiarían nada. Porque la gente seguiría siendo la misma. De modo que no creo que una forma de gobierno determinada sea una especie de panacea. Quizá les demos demasiada importancia ahora a las formas de gobierno, y quizá sean más importantes los individuos” [:ref 22:]
Borges libertario
En sus propias palabras, Borges se consideraba un anarquista, si bien pacífico: “actualmente yo me definiría como un inofensivo anarquista; es decir, un hombre que quiere un mínimo de gobierno y un máximo de individuo.” [:ref 23:]
“Soy anarquista. Siempre ha creído fervorosamente en el anarquismo. Y en esto sigo las ideas de mi padre. Es decir, estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados”. [:ref 24:]
Pero esa definición de “anarquista pacífico” era presentada para diferenciarse del anarquismo violento de fines del siglo XIX y principios del XX. En la actualidad su posición sería clasificada como de “libertario”, ya que el ideal de su admirado Spencer ha sido recreado en este siglo por Popper, Hayek, Nozick o Mises.
El diccionario define la anarquía como “falta de todo gobierno en un estado”, o “desorden, confusión, por ausencia o flaqueza de la autoridad pública”. Teniendo en cuenta esto, Borges no sería estrictamente “anarquista” si lo interpretamos (en su significado coloquial o vulgar) como la falta completa de normas y orden, sino un “libertario”, palabra que define actualmente a un rango amplio de posiciones que se extienden desde la preferencia por un estado mínimo hasta pequeñas agencias en competencia (esto último a fin de cuentas es la anarquía libertaria del anarcocapitalismo. N. del E.)
Dicha filosofía política pondría a Borges a contrapelo de la sociedad argentina, la que ante la bancarrota del Estado espera aun salvarse a través del mismo y de los políticos que lo manejan o de otros que puedan llegar. Sin embargo, Borges pensaba que el argentino es esencialmente individualista:
“El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar, porque el valor cifrado en aquel por las tradiciones orales no esta al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano.” [:ref 25:]
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