En el siglo XXI el turno de “desafiar” al capitalismo es de la revolución bolivariana
Por Orlando Ochoa Terán
Después del inútil esfuerzo de imponer la utopía comunista en el pasado siglo, sólo quedan Corea del Norte, Cuba y el gobierno bolivariano. Este último como el único en el mundo que ha encontrado méritos entre esos escombros ideológicos.
El presidente Chávez ha reiterado recientemente que la única transición segura en Venezuela es del capitalismo al socialismo. Si nos atenemos a la experiencia histórica universal y suponemos que la sociedad venezolana ha vivido bajo un sistema capitalista, tendríamos el dudoso honor de ser la única sociedad capitalista de la historia que transita hacia socialismo o comunismo. Lo contrario ha sido la norma general, especialmente desde el colapso de la ex Unión Soviética.
Variadas formas de capitalismo existen desde los fenicios. La teoría capitalista moderna surge con Adam Smith en el siglo XVIII para dar paso en el siglo XIX al dominio mundial de los dos países capitalistas por excelencia, el Reino Unido y EE UU. El primero alcanza su apogeo a mitad de esa centuria. En ese tiempo, señala el historiador Paul Kennedy, el Reino Unido, era responsable de las dos terceras partes de la producción industrial de Europa; del 53% del hierro y del carbón del mundo; consumía la mitad de la producción global de algodón; su consumo de energía (carbón y petróleo) era 5 veces el de EE UU, o el de Prusia/Alemania y 155 veces el de Rusia; una tercera parte de la mercancía del mundo navegaba en buques con bandera británica. Con poco más de la mitad de los habitantes de Venezuela.
Entonces se acostumbraba a exclamar que Dios tenía que ser inglés.
Dios cambia de nacionalidad
La última década del siglo XIX es testigo del inmenso desarrollo del capitalismo americano, el gran rival del Reino Unido. El historiador George Herring, describe la economía de EE UU a fines de ese siglo como la “maravilla del mundo”. Entre 1897 y 1901, dice Herring, el producto nacional bruto de EE UU se cuadruplica, de .000 millones a .000 millones. La producción de acero aumenta de 77.000 toneladas en 1870 se eleva a 11.270.000 en 1900. La producción de trigo y maíz se dobla. Europa absorbe el 80% de las exportaciones de EE UU.
Cuando los mercados domésticos no son suficientes para este rápido crecimiento, la expansión hacia el resto del mundo es inevitable, como inevitable el carácter imperialista de su economía, tal como lo predijo Marx. “Somos el más avanzado pueblo sobre la Tierra”, observaba un senador en 1893, con más orgullo que realismo. El fin de siglo ve liquidar, por causa de EE UU, los últimos vestigios del Imperio Español y el amanecer de una nueva potencia mundial.
En 1859, Charles Darwin, publica su impactante teoría sobre el Origen de las Especies, donde sostiene que la vida animal evoluciona a través de una permanente competencia en el cual sólo los más “aptos” tienen éxito mientras los débiles son marginados. Con la aplicación de esta teoría a la política internacional naciones capitalistas encontraron imperativa una agresiva búsqueda del poder y la riqueza.
La “explotada” América Latina
Con el desarrollo económico capitalista corren paralelos la ciencia y la tecnología. El desarrollo de la medicina hace que se doble la población de Europa y EE UU. En este ambiente capitalista se inventa el ferrocarril, el telégrafo, la navegación a vapor, la producción industrial y agrícola. La industria y la globalización del capital hacen de EE UU un nuevo factor de influencia mundial.
Mientras tanto América Latina se declara en guerra consigo misma. En los primeros 20 años después de la independencia de Méjico, se suceden 20 presidentes y pierde la mitad de su territorio. La guerra de los Mil Días deja a Colombia devastada e impotente para evitar el desgarramiento de Panamá. La Guerra Federal tiene efectos semejantes en Venezuela. En la Guerra del Pacífico se enfrentan Chile, Perú y Bolivia. El fraccionalismo, guerras civiles y revoluciones crean el laboratorio ideal darwiniano para que países más “aptos” expolien sus riquezas. El ingenio latino se destaca en la búsqueda de justificaciones para explicar un fracaso colectivo.
El capitalismo sólo es desafiado por el comunismo soviético que colapsa 70 años después de su irrupción en Rusia. En el siglo XXI el turno de “desafiar” al capitalismo es de la revolución bolivariana. Incluso China abandona el comunismo para disfrazarlo con su nueva y exitosa versión de capitalismo.
Del inútil esfuerzo socialista del pasado siglo sólo queda Cuba y Corea del Norte junto con la incomprensible determinación del gobierno bolivariano de ser el único que todavía encuentra méritos entre los escombros ideológicos y económicos de ese histórico deslave.
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