31 agosto, 2011

Es la hora de indignarse, Europa

Crisis de la Eurozona

Der Spiegel Hamburgo
Ante la crisis y la revuelta de los jóvenes solo cabe una solución: más Europa. Un camino tan importante como la Ostpolitik de los años 70 y que Angela Merkel debería de tener el valor de tomar sin demora, opina el sociólogo Ulrich Beck.

La política europea de Alemania está a punto de sufrir una transformación tan importante como lo fue a comienzos de la década de los setenta la Ostpolitik para mejorar las relaciones con el bloque soviético del país. Aunque esa política se caracterizaba por el eslogan "cambiar a través del acercamiento" el nuevo enfoque de Berlín podría titularse "más justicia con más Europa".

En ambos casos, se trata de superar una división, entre el Este y el Oeste en los setenta y entre el Norte y el Sur actualmente. La amenaza existencial que ha impuesto la crisis financiera y el euro es lo que está haciendo a los europeos ser conscientes de que no viven en Alemania ni en Francia, sino en Europa.

Por primera vez, la juventud europea está sintiendo su propio "destino europeo". Poseen la mejor formación de la historia y grandes expectativas, pero se enfrentan al declive de los mercados laborales, desencadenado por la amenaza de las bancarrotas nacionales y la crisis económica. Actualmente, uno de cada cinco europeos menor de 25 años está en el paro.

Cooperar o fracasar

En los lugares en los que han montado sus tiendas de campaña y alzado sus voces, exigen justicia social. En España y en Portugal, al igual que en Túnez, Egipto e Israel (y a diferencia de Gran Bretaña), exponen sus demandas de una forma tan pacífica como poderosa. Europa y su juventud están unidas en su ira contra los políticos, que están dispuestos a gastar sumas ingentes de dinero para rescatar bancos, aunque se estén jugando el futuro de las juventudes de sus países. Si las esperanzas de la juventud europea se ven truncadas por la crisis del euro, ¿qué futuro le depara a una Europa cuya población envejece cada vez más?

Hay algo que sin duda ha logrado la crisis financiera: todo el mundo (incluidos los expertos y los políticos) se ha visto catapultados a un mundo que ya nadie entiende. En lo que respecta a las reacciones políticas, se pueden yuxtaponer dos perspectivas extremas. La primera es una perspectiva hegeliana, en la que, dadas las amenazas que genera el capitalismo de riesgos globales, se le concede una oportunidad histórica a la "astucia de la razón". Es el imperativo cosmopolita: cooperar o fracasar, lograr juntos el éxito o fracasar individualmente.

Leyes comunes y principio del "nunca más"

Al mismo tiempo, la incapacidad de controlar los riesgos financieros (junto al cambio climático y los movimientos migratorios) presenta un escenario propio de Carl Schmitt, un juego de poder estratégico, que abre la puerta a la política étnica y nacionalista.

Paradójicamente, el éxito de la UE es también uno de sus mayores obstáculos. La gente ha acabado dando por supuestos muchos de sus logros, hasta el punto que puede que solo sea consciente de ellos si estos dejasen de existir. Solo hay que imaginarse una UE en la que se vuelven a adoptar los controles de pasaporte en las fronteras, en la que ya no existan en todos los lugares normativas de seguridad alimentarias fiables, en la que no exista libertad de expresión y de prensa según los estándares actuales (algo que ya infringe Hungría y por lo que ya se está exponiendo a un estricto escrutinio) y que los europeos que viajan a Budapest, Copenhague o Praga, o incluso a París, Madrid y Roma, tengan que cambiar de moneda y mantenerse al día sobre los tipos de cambio. Para nosotros, la noción de Europa como nuestro hogar se ha convertido en algo evidente. Quizás esto explique por qué estamos dispuestos a poner en peligro su existencia tan a la ligera.

Debemos reconocer y aceptar la realidad de que Alemania se ha convertido en parte de la comunidad de destino europea. A diferencia de la comunidad de destino existente entre dos rivales como Estados Unidos y China, la comunidad de destino de Europa se basa en leyes comunes, una moneda común y fronteras comunes, pero también en el principio del "nunca más".

Europa se percibe como un cúmulo de imposiciones

En lugar de evocar un pasado noble, la UE intenta asegurarse de que el pasado nunca se repita. En lugar de convertirse en un súper Estado o en un mecanismo que represente los intereses nacionales ilustrados en el mejor de los casos, la UE ha adoptado una tercera forma. Su función más importante es organizar. Facilita la conexión de compromisos y entidades, entre las que se incluyen Estados soberanos, así como organizaciones transnacionales, Gobiernos municipales y regionales y organizaciones de la sociedad civil.

En este contexto, los fondos de rescate para los países europeos del sur han generado una lógica de conflictos entre las naciones donantes y las deudoras. Las naciones donantes deben adoptar programas domésticos de austeridad y por este motivo, ejercen una presión política en las naciones deudoras hasta un nivel que supera el umbral del dolor. Por el contrario, las naciones deudoras se sienten sometidas a un dictado de la UE que infringe su autonomía nacional y su dignidad. En ambos casos se despierta el odio por Europa, porque todo el mundo considera a Europa como un cúmulo de imposiciones.

Cuando se trata de la crisis eterna llamada Europa, este conflicto sobre el modelo del futuro plantea las siguientes preguntas: ¿Hasta qué punto la revolución de la juventud indignada traspasa realmente las fronteras nacionales y fomenta la solidaridad? ¿Hasta qué punto el hecho de sentirse abandonado desemboca en una experiencia generacional europea y en nuevas iniciativas políticas europeas? ¿Cómo están reaccionando los trabajadores, los sindicatos y el centro de la sociedad europea? ¿Cuál de los principales partidos en Alemania, por ejemplo, tiene el valor de explicar a los ciudadanos el valor que tiene para ellos Europa como patria?

La hora de SPD y los Verdes

La introducción de eurobonos no constituiría una traición a los intereses alemanes. ¿Por qué no debería introducir Europa un impuesto de transacciones financieras, que establecería un ámbito financiero para una Europa social y medioambiental, que a su vez aportaría seguridad a los trabajadores en toda Europa y al hacerlo se tratarían las mayores preocupaciones de los jóvenes europeos?

El enfoque de Merkel hacia atrás y hacia delante, hacia arriba y hacia abajo también podría ser una oportunidad para un proyecto futuro en el que participen los social-demócratas y el partido ecologista. En el momento en que el SPD y los Verdes expliquen que una Europa social más que una tacañería introvertida es una necesidad histórica, empleando el argumento de Hegel, incluso el SPD cobrará más importancia y ganará las elecciones. Por supuesto es algo que depende de que tenga el valor de declarar que Europa es su principal proyecto, al igual que lo fue la Ostpolitik hace más de 40 años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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