Excélsior: Cambiemos el discurso
Sí, Fidel Herrera dejó las bases operativas de un narcoestado. Y ahora veo más claro que nunca cómo su grupo beneficiario se está evidenciando ante todos.
Pedro Ferriz“No teman, quien les permitió asentarse en esta entidad, ya cumplió su tiempo como Gobernador. El señor Fidel Herrera Beltrán, alias el Z-1”. Ese es parte del contenido de un video que fue subido a YouTube, el 27 de julio, grabado a las cuatro de la tarde en algún lugar de Veracruz. Un grupo autoproclamado los “Matazetas, del Cártel de Jalisco, Nueva Generación” anuncia públicamente su arribo a la localidad, con la finalidad de matar Zs. El argumento es que éstos han afectado a muchos de sus compañeros, aparte de agraviado a una gran cantidad de ciudadanos veracruzanos, víctimas de vejaciones por parte de la organización delictiva que creció como la espuma en el sexenio del hoy ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. El documento leído por el líder aparente de esa agrupación —que no se identifica— pide a los lugareños que “denuncien Zs a las autoridades, donde quiera que se encuentren. Ellos —por su parte— seguirán cumpliendo con su función, matándolos, como hasta ahora”.
Condenan la muerte de dos reporteros del Diario Notiver y declaran que sus ejecuciones se debieron a que los Zs los eliminaron, ya que los periodistas habían pasado información sobre la identidad de algunos, acción que fue cobrada por el grupo delincuencial.
Ironías de esta guerra. Declaran en su manifiesto, que “todo aquel que sea enemigo de los Zs, será amigo de los Matazetas, del Cártel de Jalisco, Nueva Generación”, lo que en automático les genera una catarata de simpatía.
El video en cuestión no pudo haber resultado más oportuno, ahora que di a conocer la verdadera situación por la que está pasando Veracruz, lo que rompió el silencio de mucha gente que conociendo, sufriendo y viviendo esta realidad, se empezó a sentir; ya sea obligada, animada, comprometida a denunciar o por lo menos reconocer los hechos.
Sí, Fidel Herrera dejó las bases operativas de un NARCOESTADO. Y ahora veo más claro que nunca cómo su grupo beneficiario se está evidenciando ante todos. Incluso, hasta en aquellos que intentan “tapar el sol con un dedo”.
Este escenario nos fuerza a hacer un alto en el camino. Replantearlo todo resulta impostergable... ¿Quiénes son los Zs? Son mexicanos como tú y como yo. Con familia, necesidades y aspiraciones de una mejor vida. Seguro son creyentes de un Ser Supremo. Enojados —como todos— por el momento que pasamos, hasta el punto en el que han cometido atrocidades. Todo así, me lleva proponerles algo:
Zs, les hago un llamado a la reconciliación y reflexión. Si lo que los llevó a ser lo que son, se entiende, lo que los pudiera regresar a un ámbito de paz —con ustedes y el resto de la sociedad— resulta acuciante. Miren, las condiciones del país cambian todos los días. Las de Veracruz, no es que estén modificándose... ¡Es que ya son otras! Hasta Al Capone supo cuando debió cambiar su proceder al sentirse rodeado. La gente inteligente evoluciona en función de nuevas realidades. ¡Cambien! Incorpórense a la sociedad. No agredan a gente como ustedes. Es su espejo. No lleven dolor a quienes sufren igual. Estoy seguro de que no habrá quien no les abra los brazos para recibirlos. Si a cualquiera le llegara un hombre y le dijera: “Soy un Z arrepentido”, lo apoyaría incondicionalmente. No entiendo a nadie que no hiciera lo mismo. Autoridades incluidas. Este círculo oprobioso de violencia, conducirá a muchas penurias. Ustedes incluidos. Seamos conscientes. “Cambiemos el discurso”, como lo reza este diario. ¿A quién le gusta la oscuridad? Salgan a la luz.
Sé que nadie les ha hecho un exhorto a recapacitar. Se los hago en nombre de la sociedad. En nombre de sus familias. En nombre de México. Si quieren pasar a la historia como un grupo de valientes, depongan las armas y el odio. La sola actitud los hará sentirse aliviados. La maldad enferma el alma. No acaben con su destino. Dejen ya de resultar una amenaza para el pueblo. Ahora que ser Z, es una marca indeleble. Ahora que la sociedad los persigue... ¡y también la delincuencia!
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