08 agosto, 2011

La bajada de ráting arrastra a Wall Street: el Dow sufre para mantener el nivel de los 11.000

Se esperaba un lunes negro en el mercado neoyorquino y los peores presagios se cumplieron. La bajada de ráting que S&P aplicó la semana pasada a EEUU pasó factura a Wall Street y el pánico de los inversores hizo mella especialmente en el sector bancario. El Dow Jones perdió los 11.000 y registró su mayor caída diaria desde diciembre de 2008. El oro acabó en máximos por encima de los 1.700 dólares.

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La intervención del presidente estadounidense no sirvió para calmar los ánimos en Wall Street. Barack Obama defendió la solvencia del país tras la rebaja de S&P y aseguró que EEUU es un país de triple A, pero sus palabras no calaron entre los inversores. Al final la bolsa neoyorquina registró su mayor caída diaria desde el 1 de diciembre de 2008 y acabó con el Dow Jones por debajo de los 11.000 puntos. El índice de industriales se dejó un 5,5%, hasta 10.809 puntos, mientras que el selectivo Standard & Poor´s 500 recortó un 6,6%, hasta 1.119 puntos. El índice tecnológico Nasdaq Composite cedió un 6,9%, hasta 2.357 puntos.

El miedo se ha instalado en los pasillos de Wall Street. Mercados e inversores no paran de recibir noticias inquietantes sobre el estado de salud de la economía, tanto a nivel nacional como a nivel global. La rebaja que S&P aplicó el viernes pasado ha sido la puntilla para un mercado que en las últimas semanas vive una auténtica sangría. Los tres principales índices acumulan ya un balance negativo en lo que va de año y si la economía no mejora, la caída será aún mayor. De momento la perspectiva no es precisamente halagüeña debido a la incapacidad de la clase política estadounidense para ponerse de acuerdo y enderezar el rumbo de la economía.

Esta es precisamente la razón por la que S&P recortó la triple A de EEUU y por la que hoy mismo lanzó una nueva advertencia a la principal potencia económica del mundo. La agencia aseguró que las posibilidades de una nueva rebaja son de una entre tres, algo que Wall Street no encajó nada bien. Desde Moody’s también dieron un aviso: podría rebajar la nota de la deuda soberana de EEUU antes de 2013 si el país no logra aplicar nuevas medidas encaminadas a lograr una mayor reducción del déficit público.

Las críticas no tardaron en lloverle a S&P. El secretario del Tesoro de EEUU, Tim Geithner, calificó de "verdaderamente pésima" la decisión de la agencia, a la que acusó de comportarse de forma "muy pobre". Iigualmente contrario se mostró Warren Buffett, para quien EEUU se merece una "cuádruple A".

Si al otro lado del Atlántico la bolsa sufrió hoy un severo varapalo, en Europa el castigo fue similar. En España el Ibex acabó con pérdidas del 2,4% a pesar de que por la mañana llegó a subir más de un 4%. El Dax Xetra germano se llevó la peor parte con pérdidas superiores al 5%. La compra de deuda española e italiana anunciada por el BCE no frenó la estampida.

En el mercado de materias primas el oro siguió escalando posiciones y hoy rebasó holgadamente la barrera de los 1.700 dólares la onza. El billete verde también se revalorizó con fuerza más de un 1,5% en su cruce con el euro, que se pagaba a 1,42 dólares. En cuanto al precio del crudo, el barril de West Texas Intermediate (WTI), de referencia en EEUU, se depreció más de 6 dólares y se pagaba por encima de los 80 dólares.

Desde el punto de vista empresarial el sector financiero se conviertió en un lastre más para Wall Street después de que S&P rebajara la calificación de las hipotecarias Fannie Mae (-17%) y Freddie Mac (-15%) y de que el merado conociera que AIG estudia demandar a Bank of America. Precisamente el banco fue uno de los más castigados en Wall Street con un desplome del 20%. En el caso de Citigroup el recorte fue del 15%, mientras que Morgan Stanley y JPMorgan se dejan un 14,5% y un 9%, respectivamente.

El Dow Jones se desploma

El Dow Jones se desploma: cae un 5,55% y alcanza su nivel más bajo en 10 meses

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Wall Street cerró hoy con fuertes pérdidas en respuesta a la rebaja de la calificación de la deuda soberana de EE.UU. y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, acabó con un acusado descenso del 5,55% con el que perdió los 11.000 puntos por primera vez desde noviembre pasado.

Según datos provisionales al cierre, ese índice, que agrupa a las 30 mayores empresas cotizadas de EE.UU., restó 634,76 puntos para cerrar en 10.809,85 unidades, al tiempo que el selectivo S&P 500 cayó el 6,66% y el índice compuesto del mercado Nasdaq descendió el 6,9%.

País de privilegios

País de privilegios

Denise Dresser

No logramos crecer a la velocidad que podríamos y deberíamos. No logramos avanzar al ritmo que deseamos y necesitamos. Y la culpa no es la cultura o la historia o el destino o la mala suerte. Tiene que ver con lo que hemos hecho y dejado de hacer. Con decisiones y omisiones y postergaciones internas.

Como argumenta Carlos Elizondo en su nuevo libro "Por eso estamos como estamos: la economía política de un crecimiento mediocre", el problema central se encuentra en nuestros persistentes "centros de veto"; en la capacidad reiterada de ciertos grupos para frenar políticas públicas en favor del interés público. Y ante ellos se erige una sociedad débil y un Estado capturado, incapaces de desmantelar la red de privilegios que ahora estrangula al País.

Muchos pensábamos que la transición democrática traería consigo una oleada reformista encaminada a ese fin: contener, regular, nivelar, competir, crecer. Pero la dispersión del poder que las urnas generó; el descrédito de las reformas modernizadoras que Carlos Salinas mal instrumentó; la poca claridad y capacidad con la cual el PAN hizo uso del poder que ganó; la permanencia del corporativismo cuyo margen de maniobra creció; la conversión del PRD y del PRI en herederos del "nacionalismo revolucionario" en lugar de sus sepultadores. Esa combinación tóxica explica la parálisis que nos define.

Muchos tienen interés en mantener el status quo prevaleciente; nadie tiene la fuerza suficiente para cambiarlo. Muchos siguen siendo beneficiarios del País tal y como está, pocos tienen incentivos para construir una nueva coalición que cambie el estado de las cosas.

Allí están los sindicatos rapaces del sector público. Los empresarios atrincherados en sectores monopólicos. Las organizaciones campesinas aprovechándose de Procampo. La burocracia obesa e improductiva apoltronada en el sector público. Actores dominantes que se comportan conforme a la lógica corporativa del pasado y así sabotean el futuro. Acostumbrados a defender privilegios en lugar de acumular méritos; acostumbrados a extraer rentas -cobros excesivos por sus bienes y servicios- en lugar de competir para disminuirlas. Y todos ellos protegidos por los partidos políticos que defienden su propio feudo, su propio monopolio, su propia carretada de dinero público. Cómplices de la mediocridad, artífices del anquilosamiento, arquitectos del México de más de lo mismo.

Lo peor es que nos hemos acostumbrado a que esto sea así. La normalidad anormal. La disfuncionalidad aceptada. Pensamos que los privilegios desmedidos y las rentas extraídas son una parte incambiable de nuestra identidad nacional. No comprendemos que el arraigo de la lógica clientelar en México es mucho mayor que en otros países y razón definitoria de nuestro rezago.

Importa más el derecho del sindicalizado que del ciudadano común y corriente. Importa más defender el arreglo político con Elba Esther Gordillo que educar mejor a los niños de México. Importa más seguir ordeñando a Pemex para financiar las clientelas de los gobernadores que obligarla a ser una empresa moderna, competitiva, productiva, eficiente. En vez de regular, el Estado claudica; en vez de promover la competencia, el Estado la inhibe; en vez de promover los intereses generales, el Estado acaba siendo rehén de los intereses particulares.

Y ésta es una situación inaceptable. Deja a México fuera de la pertenencia al BRIC -Brasil, Rusia, India, China- y al margen de los países en desarrollo con gran tamaño y enorme potencial. Condena a los mexicanos a vivir en un país pobre, rezagado, inseguro. Nos vuelve incapaces de promover la inversión, la competencia, la igualdad de oportunidades y el mérito como forma de ir ascendiendo el escalafón social. Lleva a salidas falsas y a propuestas contraproducentes como la idea -apoyada por Enrique Peña Nieto- de fomentar la sobrerrepresentación del partido mayoritario, para, ahora sí, aprobar "las reformas que el País necesita".

Pero como argumenta Carlos Elizondo, el poder unificado tampoco es la panacea. En el pasado el PRI lo tuvo; manejó la economía de forma centralizada, sin contrapesos y desde Los Pinos. Basta con recordar las crisis sucesivas y las devaluaciones destructivas para entender las implicaciones de esa forma fatídica de administrar la política pública. Como dijera famosamente Gabriel Zaid: "Así fue y así nos fue".

Insistimos tercamente en ser un país excepcional y único en tantas cosas. Excepcional en cuanto a la permanencia de tantos privilegios en tan pocas manos. Único en cuanto a la anuencia social ante ello. De allí que la verdadera solución no se halla tan sólo en la instrumentación de reformas institucionales desde arriba. Tiene que ver también con la creación de un contexto de exigencia desde abajo. Con el surgimiento de ciudadanos que asumen derechos exigibles y no simples concesiones o dádivas del Gobierno. Con partidos políticos que -de cara al 2012- contesten la siguiente pregunta: ¿quieren continuar con un país basado en privilegios, o transformarlo para que dejemos de estar como estamos?

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