Los enemigos de los ciudadanos ingleses: Saqueadores, Gobierno y Policía
"La defensa propia es un derecho natural que ningún gobierno puede privar a las personas, ya que ningún gobierno puede proteger al individuo en momentos de necesidad". *- William Jackstone, Jurista inglés del S. XVIII
Un estudio del Gobierno británico realizado en los periodos 1890-92 reveló que en la isla solo hubo tres asesinatos con arma de fuego (uno al año). En aquel momento el país tenía unos 30 millones de habitantes. En 1904 solo hubo cuatro robos a mano armada en Londres[1]. La capital inglesa era la ciudad más segura del mundo. En aquella época, Reino Unido disfrutaba de una libertad de armas bastante grande. Más de cien años después, la población ha aumentado a unos 60 millones de habitantes y las sucesivas restricciones a la defensa individual han provocado que el año pasado el país haya tenido más de 640 asesinatos, casi 9.500 intentos de homicidio, más de 14.000 violaciones[2] y casi 3 millones de atentados contra la propiedad. De hecho, desde la última gran prohibición a las armas (1997), que impide totalmente acceso a ellas para defenderse, el crimen se multiplicó por 10 hasta doce años después. Bajo el titular: A pesar de la prohibición a las armas de fugo, el crimen se dispara, la BBC se sorprendía. No entendía cómo dos años después de la prohibición total, el crimen armado había aumentado un 40%. (Aquí la evolución del los asesinatos en Reino Unido y Gales desde la prohibición).
La violación de los derechos civiles por parte del Gobierno británico hacia su población no solo ha significado que el país haya pasado de ser uno de los más seguros de Europa a la capital del crimen europeo, sino que tal desorden gubernamental sale carísimo al ciudadano. En los temas de: control de armas, lucha contra las bandas y ‘prevención del crimen’, el Gobierno británico piensa gastarse en los próximos dos años más de 18 millones de libras (20,5 millones de euros). ¿Y para qué? Su política de Estado Policial y del Bienestar solo ha minado la libertad individual e intimidad del hombre libre convirtiendo el país en el que más cámaras de vigilancia tiene del mundo. Sí, más que China. Cámaras que, según el propio Scotland Yard, no ofrecen ninguna seguridad. El Gobierno, con el tema de la seguridad, como en tantos otros temas, no hace sino quemar el dinero sin ofrecer soluciones reales.
Los altercados de la semana pasada ya fueron la locura total del Estado Policial británico y las consecuencias del Estado del Bienestar. Habían prohibido, ley tras ley, que los ciudadanos se defendieran de las agresiones. Salió la policía y el Gobierno en los medios diciendo a la población que no se defendiera, que permaneciera en sus casas viendo cómo los delincuentes destrozaban sus negocios o maltrataban a sus vecinos, hijos, familiares y amigos. Quien se defienda en la isla es tratado por el Estado como un enemigo público, algo que no les ocurre a los delincuentes. El enemigo del Pueblo no solo son los rentistas estatales y saqueadores, sino el Gobierno y la propia policía que detiene y acosa a padres de familia por defender a sus vecinos y comercios.
El propio Cameron ha admitido que su actuación policial ha sido ‘mala’. ¿Solo mala? Los policías miraban lo que ocurría, pero no hacían nada. La estupidez policial no tiene perdón. Hace unos años, por ejemplo, exculparon a un violador de niñas porque la ‘policía había perdido su expediente’. Nadie respondió de ese grave error. Es más, la ‘eficiente’ policía británica solo realiza un 5% de arrestos de todos los casos que investiga. La policía es fuerte con el débil —el ciudadano— y débil con el fuerte, el delincuente que ataca la propiedad y vida ajena. ¡Y luego el Gobierno dice que ‘dejen a la policía hacer su trabajo’! ¿Cuál, poner multas al ciudadano honrado?
La historia nos lo ha enseñado una y mil veces. Lo hemos lamentado ahora con los incidentes de Reino Unido que han costado varias vidas y pérdidas materiales por valor de 224,5 millones de euros. Solo el ciudadano, por sí mismo, con patrullas ciudadanas o empresas privadas de seguridad contratadas, puede combatir el crimen con las herramientas que considere. Si el Gobierno prohíbe las armas, solo los delincuentes tendrán acceso a ellas. Reino Unido se ha convertido en un gun free zone, y por lo tanto en una fiesta continua para los delincuentes y rentistas estatales. Afortunadamente, no todos los ingleses han acatado como borregos las amenazas del Gobierno y se lanzaron a defender sus vidas y propiedades tal y como informa The Guardian. De no haber sido así, de no haberse tomado los ciudadanos ‘la justicia por su mano’, como diría algún propagandista antiderechos humanos, el desastre habría sido peor.
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