Un supercomité de seis demócratas y seis republicanos diseña los recortes - El presidente defiende que los problemas económicos son heredados
DAVID ALANDETE - Washington -
La semana pasada, la primera después de que la agencia de calificación Standard & Poor's degradara la calificación de la deuda pública de Estados Unidos, Barack Obama se esforzó en tratar de despejar dudas sobre la solidez de la economía norteamericana. El miércoles se reunió con su equipo económico y con el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, que había anunciado el día anterior que los tipos de interés se mantendrán muy bajos hasta 2013, una predicción pesimista. Luego prometió más empleos en una visita a una fábrica en Michigan. Y el viernes se reunió con representantes de las mayores empresas norteamericanas, buscando dinamizar el mercado laboral.
Un discurso de tintes patriotas, pronunciado el lunes antes del cierre de las Bolsas, erró en su objetivo y provocó que estas cayeran aún más. Fue, de nuevo, un lunes negro, con el índice industrial Dow Jones viviendo su sexta peor caída en los pasados 112 años. No hubo en la agenda de Obama de la semana nada que no tuviera que ver con la economía, a excepción de una recepción, el viernes, a los ganadores de la Super Bowl. Su equipo trabaja intensamente para lograr dos objetivos: reducir el desempleo y lograr que los recortes a los que se va a someter al gasto público vayan acompañados de un aumento de los impuestos sobre las rentas más altas.
En las negociaciones sobre el techo de endeudamiento, los republicanos pusieron como condición que se disminuyera drásticamente el gasto público. Después de muchos desaires, el Congreso y Obama aceptaron recortar 2,2 billones de dólares en la próxima década. Era la primera ocasión en que un presidente aceptaba un pacto semejante. Desde 1962, el techo de endeudamiento se había ampliado en 74 ocasiones.
La mitad de los recortes los concretará un "supercomité" conformado por seis republicanos y seis demócratas. Sus identidades fueron reveladas esta semana. Los miembros, según algunos analistas, son fieles a la ortodoxia de partido y no dados a acuerdos bipartidistas. Hay un experto en materia de austeridad, el senador republicano por Ohio Rob Portman, que fue director de presupuestos de la Casa Blanca con George W. Bush.
Hasta hoy, sigue habiendo una mayoría de votantes que considera que las condiciones económicas actuales no son responsabilidad de Obama, sino que las heredó. En un sondeo del Marist College para McClatchy, efectuado entre 1.000 personas, un 59% de los encuestados opina de ese modo. La cifra, sin embargo, es la más baja que registra Obama, en descenso desde el máximo de 80% que alcanzó en abril de 2009. Su popularidad, en el 41% según Gallup, vuelve rozar mínimos.
El presidente se ha esforzado, en sus diversas comparecencias públicas, por enumerar las muchas razones ajenas que, a su juicio, han complicado la recuperación económica de Estados Unidos. Dos son los principales motivos que ha destacado: factores externos, acaecidos en otros continentes, y la intensa división política escenificada en las negociaciones del techo de la deuda, que dejó a EE UU al borde del impago.
"Algunos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy están fuera de nuestro alcance", dijo en un discurso el jueves. "Mientras la economía se recuperaba, recibió el golpe de las revueltas en Oriente Próximo que provocaron un fuerte incremento de los precios de la gasolina. Europa está apurada, solventando todo tipo de problemas financieros que nos llegan hasta estas orillas. El trágico terremoto de Japón ha herido a economías de todo el mundo, incluida la nuestra", explicó.
En su primera comparecencia después de la degradación de la calificación de la deuda, el lunes pasado, Obama llamó a una mayor cooperación entre demócratas y republicanos y criticó duramente el espectáculo de división política del Congreso. Posteriormente, sin embargo, volvió a tomar parte en actos de recaudación de fondos para el Partido Demócrata y dio discursos más críticos con los republicanos.
"No podemos pedirle a las clases medias, a las familias trabajadoras, que carguen con todo el peso de esos ajustes", dijo el jueves. "Debemos acabar con esas bajadas de impuestos a los multimillonarios antes que tener que eliminar las becas para estudiantes", añadió. La campaña electoral arranca en seis meses.
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