23 agosto, 2011

¿Por qué no cambia Calderón la estrategia?

¿Cómo se vería que el Presidente admitiera que se equivocó a estas alturas del sexenio? Pues muy mal.

Leo Zuckermann

Muchos me han preguntado por qué el Presidente no cambia la estrategia en la guerra contra el crimen organizado. Parten de la premisa que la actual no está funcionando. Más allá de esta percepción, que no es compartida por la administración y de la cual hablaré más adelante, me parece que hay una razón obvia de por qué el gobierno no cambia ni cambiará: estamos a 15 meses de que termine este sexenio y es muy difícil que alguien, al cuarto para las doce, dé un golpe de timón.

La teoría económica dice, sin embargo, que el tiempo no importa: que cuando algo no funciona, hay que hundir los costos y punto. No hay necesidad de seguirle echando dinero bueno al malo. Pero esta lección —de los costos hundidos— es una de las más difíciles de aprender para los individuos, las empresas y los gobiernos. Nos cuesta un trabajo endemoniado asumir que algo no está funcionando y que llegó el tiempo de cambiar.

Pongamos un ejemplo. Digamos que usted decide ir un fin de semana al mejor hotel de Acapulco. Para reservar, paga la mitad de la tarifa. El resto se lo cobrarán al terminar su estadía. Va manejando por la carretera cuando escucha que entró un huracán a este puerto. Acapulco está inundado y, durante el fin de semana, lloverá a cántaros. Usted tiene dos opciones. Dar la vuelta, regresar a su hogar y perder la mitad de su dinero. O seguir a Acapulco, pasar un fin de semana encerrado en su cuarto de hotel viendo la televisión, lo cual puede hacer en su casa, y pagar el resto del 50% de su tarifa.

Lo racional es hundir los costos: dar la vuelta y perder sólo la mitad de su dinero. ¿Para qué perder la otra? Es más, cualquier dinero que pueda ahorrarse, aunque sea insignificante, es mejor que desperdiciarlo.

Supongamos que el Presidente se diera cuenta de que su estrategia de guerra contra el crimen organizado no está funcionando (repito: no es el caso, pero supongámoslo por un momento). Lo que racionalmente debería hacer es hundir los costos. No hay necesidad de seguir invirtiendo recursos humanos, materiales y financieros en un esfuerzo que no está dando los resultados esperados. Eso sería lo correcto. Pero, ¿cómo se vería que Calderón admitiera que se equivocó a estas alturas del sexenio? Pues muy mal. Sobre todo en vísperas de la siguiente elección presidencial. De ahí que sea políticamente imposible que el Presidente hunda los costos y cambie de estrategia.

Entro, finalmente, al tema de la percepción del Presidente sobre su estrategia: él está convencido de que es la correcta. No tanto por los resultados sino por una convicción personal. Así lo expresó, con toda claridad, en el diálogo que tuvo con el poeta Javier Sicilia. Incluso mencionó que a lo mejor la historia lo juzgará injustamente por actuar en la forma en que está actuando.Así lo dijo:

“En conciencia ética, yo no podía hacer lo que otros: esperarme a que algún día cambiaran las cosas, darme esta magnífica coartada de decir: dado que las instituciones están podridas. […] la verdad es que no vi en conciencia otra forma de actuar. Que me gustaría que esta violencia terminara, por supuesto me gustaría, por supuesto ser recordado por las cosas que he hecho en la educación, por los hospitales que ya comenté, por las carreteras que ahora se han hecho, como nunca, por la lucha, incluso, por la parte del medio ambiente. No. Probablemente voy a ser recordado por este tema y, probablemente, con mucha injusticia. Pero mire, don Javier, si algo comparto con usted es que cuando usted tiene un deber, tiene que hacerlo, y si cree que es su deber moral, tiene que cumplirlo, independientemente de lo que qué dirán. ¿Cómo voy a ser recordado? Yo creo que en esa ética.”

Eso es lo que piensa Calderón en su fuero interno: que no se equivocó. Aunque los resultados hablen de un incremento cuantitativo y cualitativo de la violencia, la convicción de Calderón es que hizo lo correcto al actuar como actuó.

Por todas estas razones, es imposible esperar un cambio en la estrategia a estas alturas del sexenio. Para que esto ocurra tendremos que esperar a que entre el nuevo Presidente en diciembre del año que entra.

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