Basta con ofrecerles ropa y unos cuantos dólares para que estos jovencitos se rindan a la tentación y comiencen una vida agobiada que terminará o en la muerte o en la cárcel.
Las maneras de reclutarlos son diversas. Una es ir a los barrios y cazarlos; muchos anhelan pertenecer a las filas de los narcos desde niños. La otra es acechar a estudiantes a la salida de los colegios, donde surgen los reclutadores como leviatanes que buscan sirvientes para el mal, cautivándolos con una falsa ilusión de ser poderosos al cargar un arma y tener drogas y fiestas desenfrenadas.
También lo hacen a través de la Internet en Facebook y la red social llamada Metroflog. El año pasado se supo que grupos delincuenciales del cartel de Sinaloa reclutaban adolescentes para convertirlos en sicarios. Usando datos falsos atraían a los menores ofreciéndoles plata. Los grupos se hacían llamar “Ántrax” y los “Sanguinarios del M1” y operaban en Sinaloa, Ciudad Juárez y hasta El Paso, Texas.
Esta semana, el obispo de Saltillo, en el norte de México, Raúl Vera, denunció que los carteles de la droga están reclutando niños para que sirvan como “halcones” en las esquinas de los barrios con el fin de avisar a los jefes narcos de la presencia de las autoridades. Semanalmente les pagan 130 dólares.
Una primera razón por la cual usan menores de edad es por las bajas condenas que se aplican en la justicia; un segundo motivo es la belleza y la inocencia, señuelos que los narcotraficantes aprovechan, en especial incorporando a jovencitas, porque les sirven para seducir a sus víctimas. Niñas bonitas que atraen a los ingenuos o a individuos que esconden perversiones, cayendo con facilidad en sus redes.
Pero esto no es novedoso. Los carteles mexicanos imitan a los colombianos donde, desde hace mucho tiempo, los narcotraficantes y la guerrilla comunista de las Farc emplean menores de edad para cometer delitos. Se cree que en los últimos años la cifra de niños en las filas insurgentes llega a más de 15 mil.
En México la estadística podría alcanzar alrededor de 20 mil. En ese país se vaticina una crisis social y moral peor a la que se está padeciendo. La violencia del narcotráfico ha generado en los últimos 4 años y medio, más de 40 mil muertos. Muchos de estos crímenes son causados por menores.
Por una razón inexplicable, los niños y jóvenes son más despiadados que muchos adultos. Matan sin miedo y descuartizan cuerpos como si estuvieran divirtiéndose en juegos de video.
Un caso famoso es el de “El Ponchis”, un niño de 14 años, perteneciente al cartel de los Beltrán Leyva. Con una amplia carrera criminal secuestrando, torturando y matando, reconoció, cuando fue detenido, haber degollado a decenas de personas a sangre fría.
El problema de extiende por América Latina, donde la sociedad y los gobiernos parecen impotentes ante esta enfermedad social que se multiplica como metástasis cancerosa.
Los menores deberían estar en las escuelas estudiando, jugando pelota o recibiendo el amor de sus padres, pero el denominador común es que son hijos de hogares pobres, que padecen disgregación familiar, alejamiento de la fe y por esta razón el destino los entrega a las manos del hampa.
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