Crisis Económica
The Guardian Londres
Con los Gobiernos preparando los presupuestos de 2012 y la clase media lista para ajustarse el cinturón de la austeridad, en los países cada vez aparecen más multimillonarios que se dicen dispuestos a compartir la carga de las cuentas públicas pagando con más impuestos.
Primero fue Warren Buffett el que anunció que tanto él como sus colegas habían sido "mimados durante mucho tiempo por un Congreso que beneficia a los multimillonarios". Luego Liliane Bettencourt, la mujer más rica de Francia y protagonista de un escándalo fiscal el año pasado, firmó un comunicado junto a otros 15 multimillonarios que rogaban realizar una contribución especial al tesoro para ayudar a Francia a recuperarse de la crisis financiera.
Incluso un italiano reaccionó: el jefe de Ferrari afirmó que, como era rico, lo "justo" es que aportara más dinero. Y ahora que tanto Francia como España están contemplando la posibilidad de aplicar un impuesto a los más acaudalados, un grupo de 50 alemanes ricos se han unido al movimiento de "súbanme los impuestos" al reiterar su llamamiento a Angela Merkel para que "actúe para que deje de aumentar la diferencia entre ricos y pobres".
El grupo alemán, Vermögende für eine Vermögensabgabe (Ricos a favor de un impuesto sobre el capital) es la última manifestación de un sentimiento entre algunas personas acomodadas cuyo dinero sobrante en las cuentas bancarias podría aliviar, o incluso resolver, las crisis financieras que amenazan con paralizar a sus países. "Ninguno de nosotros estamos en la liga de Buffett o de Bettencourt", afirmaba el fundador Dieter Lehmkuhl, un médico jubilado cuyos activos ascienden a 1,5 millones de euros (1,3 millones de libras). "Somos un grupo muy diverso: profesores, doctores, empresarios. La mayor parte de nuestra riqueza es heredada. Pero tenemos más dinero del que necesitamos".
"Las subidas de impuestos son la forma de salir de este caos"
El manifiesto del grupo estima que Alemania podría recaudar 100.000 millones de euros si los más ricos pagaran un impuesto sobre el patrimonio del 5% durante dos años. El lunes, Lehmkuhl afirmaba que reiteraba su petición, que expuso por primera vez hace dos años, de que el Gobierno de Merkel se volviera a plantear sus políticas fiscales. Actualmente, los más ricos en Alemania pagan un impuesto máximo del 42%. El canciller anterior, Gerhard Schröder, bajó el máximo del 53% impuesto por su predecesor, Helmut Kohl.
"Le diría a Merkel que la solución a los problemas financieros de Alemania y a la deuda pública no son los recortes, que afectarán de forma desproporcionada a los más pobres, sino aplicar más impuestos a los más ricos", afirmaba Lehmkuhl. "No dejamos de escuchar noticias sobre paquetes de ahorro, nunca de aumentos de impuestos. Pero las subidas de impuestos son la forma de salir de este caos. Y el dinero está en la gente rica".
"Hay que hacer algo para que no siga aumentando la diferencia entre pobres y ricos". Según los planes del grupo, el nuevo impuesto afectaría a las personas cuyo capital supere los 500.000 euros. Inicialmente, a todo el dinero que supere ese máximo se le aplicaría un impuesto del 5% durante los dos primeros años y después del 1% o más.
La maniobra vacía de Sarkozy
En Francia, la semana pasada Nicolas Sarkozy propuso una idea parecida: un impuesto temporal a los más ricos. Adoptaría la forma de una "contribución excepcional" del 3% en los ingresos sujetos a impuestos de los que ganen más de 500.000 euros. Probablemente sólo duraría hasta 2013.
La iniciativa se ha tachado de maniobra vacía incluso antes de que haya arrancado, e incluso por parte de personas de su propio partido. La izquierda lo considera una cortina de humo para ocultar el hecho de que Sarkozy renunciara a miles de millones de euros con las exenciones fiscales a los ricos, mientras que esta medida sólo aportaría 200 millones de euros. Chantal Brunel, parlamentaria del UPM, el partido gobernante de derecha de Sarkozy, afirmaba que debían aplicarse impuestos superiores y permanentes a las "grandes fortunas" porque "los ricos deben aportar más".
También en Italia, uno de los ciudadanos más ricos del país ha dado un paso al frente y se ha ofrecido a pagar más impuestos, pero únicamente si el Gobierno de Silvio Berlusconi se embarca en un programa de gran alcance de reformas neo-liberales. Luca di Montezemolo, el multimillonario presidente de Ferrari, realizó esta oferta en una entrevista que concedió al diario de centro-izquierda La Repubblica a comienzos de este mes.
La desaparición de un impuesto útil
Montezemolo, de 63 años, del que se sospecha que alberga ambiciones políticas, afirmó que quería que el Gobierno recaudara dinero con la venta de propiedades y reduciendo las prebendas de los mimados políticos de Italia. "Y entonces, pero sólo entonces, es necesaria la contribución de una parte de la población", afirmaba. "Hay que empezar pidiendo a los que tienen más, porque es un escándalo que tengan que pedirlo a la clase media".
Dijo que incluso antes de que cundiera el pánico en los mercados este mes ante la preocupación por la gigantesca deuda pública italiana, ya había propuesto un impuesto adicional en los ingresos anuales de entre 5 y 10 millones de euros. Pero la respuesta que obtuvo fue un "silencio ensordecedor".
En España, se ha anunciado que el Gobierno socialista está contemplando volver a aplicar un impuesto al patrimonio que se anuló hace tres años. Los expertos estiman que los impuestos en los activos, sin incluir la primera residencia, generarían más de 1.000 millones de ingresos, procedentes de tan sólo 50.000 personas ricas. La ministra de Economía Elena Salgado ha declarado públicamente que lamenta la desaparición del impuesto.
La Ira de algunos 'afectados'
Alfredo Pérez Rubalcaba, el nuevo candidato socialista a la presidencia en las elecciones generales del 20 noviembre en España, ya ha prometido que aumentará los impuestos a los más ricos si sale elegido. En Estados Unidos, se han burlado de Buffett por admitir en el New York Times este mes que se sentía mal por pagar sólo 6,9 millones en impuestos el año pasado, equivalente al 17,4% de sus ingresos sujetos a impuestos, mientras que sus empleados pagaban una media del 36%.
Sugirió un aumento de los impuestos en los ingresos y las inversiones para los que ganaran más de 1 millón de dólares (700.000 euros) en ingresos gravables, es decir, el 0,2% de las personas que presentaron la declaración de impuestos en 2009. El artículo generó una virulenta crítica. "Warren Buffett, hipócrita" fue el titular del New York Post. "Se preocupa más por ser cómplice del presidente Obama, que prácticamente ha hecho del golpe a los 'millonarios y multimillonarios' su lema para la reelección, que aportar más él mismo", afirmaba el periódico.
Harvey Golub, antiguo director ejecutivo de American Express, declaró al Wall Street Journal: "Antes de 'pedirnos' más impuestos a otros y a mí, recauda más equitativamente los 2,2 billones de dólares (1,5 billones de euros) que ya ingresas cada año y gástalos con más prudencia".
Opinión
El impuesto a la riqueza no ayudaría
En el diario portugués Público, el profesor y politólogo João Carlos Espada critica la idea de elevar un impuesto extrardinario a los multimillonarios. "Los impuestos no son la principal manera de mejorar las condiciones de vida de la mayoría. La riqueza de Europa y de Occidente -la cual es todavía hoy objeto de admiración en el resto del mundo- no llegó por la redistribución de la riqueza de ricos a pobres a través de la tributación. Llegó gracias la creación de riqueza en un clima económico regido por la libertad y generalmente asociado a una tasación más baja, gracias a una justicia más rápida y, por encima de todo esto, gracias a la ausencia de barreras de entrada a los nuevos competidores".
Espada argumenta que "la mejor contribución de los ricos al bien común radica en asegurar que la producción de bienes y servicios sea asequible para la mayor parte de gente; esto, por sí solo, constituye una garantía de que tal bien o tal servicio no está artificialmente protegido de la competencia y será elegido voluntariamente por los consumidores". El autor cree que este factor ha sido el principal "ascensor social" de Europa y de Occidente; el elemento que permitió a las sucesivas generaciones adquirir bienes y servicios que otras generaciones precedentes ni siquiera soñaron con tener.
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