HISPANOAMÉRICA
Por Axel Kaiser
La relevancia del asunto amerita algo de autorreferencia. En 2007 publiqué un libro, titulado El Chile que viene, en el que afirmaba que el país se encaminaba hacia el fracaso. |
Observé entonces que estábamos abandonando la fórmula que nos había convertido en la nación líder de América Latina y abrazando el esquema del dirigismo estatal, que había probado su fracaso hasta la saciedad. También advertí de que era por el lado de los jóvenes por donde se iban a presentar las fracturas antisistema que desestabilizarían la sociedad. Y agregué que las responsables del fracaso serían las élites económica y política.
En 2009 publiqué otro libro, titulado La fatal ignorancia: la anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista. En él alertaba de que el consenso en torno al modelo económico se estaba resquebrajando. Expliqué que estábamos experimentando una reideologización del país y que las ideas de izquierda estaban imponiéndose sin que se les estuviera oponiendo las ideas de defensoras de la libertad. Sostuve que si buena parte de la derecha no superaba su flojera intelectual, su comodidad y cobardía características, veríamos destruido el país que con tanto esfuerzo y sacrificio nos había costado levantar.
Pues bien, ahora, y por primera vez desde el retorno de la democracia, se está poniendo en cuestión de manera categórica y masiva el modelo económico que nos ha permitido progresar. No se equivoque, estimado lector: este movimiento estudiantil, liderado por comunistas, no tiene por finalidad mejorar la educación, sino asestar un golpe al pilar central del modelo económico: la subsidiariedad del Estado. Y como, debido a su falta de integridad, la derecha lleva años jugando a arrebatarle banderas a la izquierda, la Concertación ha tenido que desplazarse más a la izquierda, al punto de compartir casi por completo el programa de gobierno del marxista Jorge Arrate. (Ya dijo Jaime Guzmán que jamás había que tratar de arrebatarle banderas a la izquierda, porque ésta siempre podía moverlas más a la izquierda).
Todo esto, por cierto, no es responsabilidad de la izquierda. Como escribió Ayn Rand, refiriéndose a las grotescas distorsiones de la realidad de la propaganda socialista:
Los culpables no son los colectivistas, sino aquellos que carecen del coraje necesario para (...) defender el único sistema moral y racional de la historia de la humanidad, el capitalismo.
Tampoco cabe cargar contra los colectivistas: como en la fábula del escorpión y la rana, simplemente no saben hacer otra cosa. No: los responsables son los líderes políticos, intelectuales y empresariales que, sabedores de la superioridad económica y moral del sistema liberal legado por los Chicago Boys, poco o nada han hecho por defenderlo.
Es hora de despertar y tomar parte en esta batalla de manera decidida. Llegó el momento de comportarse, por una vez, como una élite genuina; una élite que no destaque por sus autos de lujo y sus mansiones, sino por ejercer su poder para encauzar el país hacia un destino mejor.
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