Ebrard: ni ética ni tolerancia
Un demócrata legítimo no incurre en los evidentes abusos de poder en los que ha caído el jefe del GDF
Martín MorenoMarcelo Ebrard pide congruencia a sus colaboradores, pero carece de ella —y de ética—, al utilizar recursos públicos del GDF para beneficiar a sus mujeres: la ex esposa, Francesca Ramos Morgan, secretaria de Asuntos Internacionales. Sueldo: 71 mil pesos mensuales. Su actual novia, Rosalinda Bueso, cobró 424 mil pesos por “honorarios asimilados a salario” durante ocho meses.
El gobierno de Ebrard es incluyente, tolerante y a nadie se persigue por sus opiniones… ¿Qué dijo en realidad Batres? “Felipe Calderón usurpó la Presidencia y yo, en lo personal, no lo he reconocido nunca como Presidente y no lo voy a reconocer. Voy a defender el proyecto por el que he luchado toda mi vida”.
¿Dónde está la ofensa de Batres contra Ebrard en esta frase? No la hay. Cierto: choca con la postura de Marcelo quien, al saludar de mano a Calderón, manifiesta un reconocimiento tácito a su investidura. Pero, ¿dónde queda entonces la tolerancia proclamada por Marcelo? ¿No que a nadie se le persigue por sus opiniones o posiciones políticas? ¿Acaso quiere que todos los que trabajan en su gobierno piensen, sientan y actúen como lo hace él?
Lo cierto es que, en las últimas horas, el verdadero Marcelo Ebrard se ha desnudado bajo profundos rasgos de intolerancia, con marcada tendencia a utilizar dineros públicos para beneficiar indebidamente a su entorno personal y, sobre todo, demostrar que el calificativo de falso izquierdista le queda a la talla.
Un demócrata legítimo no incurre en los evidentes abusos de poder en los que ha caído el jefe de Gobierno del DF. En el nepotismo insultante. En la intolerancia represora. En el cinismo permanente.
Ebrard sólo confirma que tiene formación, entraña y corazón priistas. Es hechura del PRI más represivo e intolerante. Formado al lado de Manuel Camacho y de Carlos Salinas de Gortari. Las prácticas políticas, los abusos y las mañas no se olvidan ni se eliminan. Quedan ahí, para siempre, indelebles, como cicatriz.
Qué lástima que Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Carlos Navarrete y cabezas de la legítima izquierda mexicana guarden un silencio cómplice en lo que, a todas luces, fue una muestra de intolerancia. Batres en ningún momento ofendió a Ebrard. Sólo pensó diferente. Qué pena que agachen la cabeza y, más, que por su odio a AMLO, sigan apoyando al falso izquierdista rumbo a 2012.
Pero ya les llegará su recompensa. Los Batres de hoy serán los Ortega o Zambrano o Navarrete de mañana. ¿Que Martí Batres le respondía a AMLO y no a Marcelo? Es cierto.
Pero así lo aceptó, desde un principio, Ebrard. Y podrá cuestionarse la labor de Batres, lo que hizo o dejó de hacer, sus posturas ideológicas o sus preferencias políticas, pero correrlo porque no piensa igual que el jefe, es intolerancia. Aquí y en China.
Eso por lo político.
Lo publicado ayer en Reforma por el reportero Manuel Durán —que sólo tuvo que consultar el portal del GDF—, nos revela otro de los abusos preferidos de Marcelo Ebrard: ingresar a la nómina a sus afectos personales.
Lo hizo con Francesca Ramos Morgan, en un típico caso de nepotismo —abuso del cual hemos insistido en esta columna—, con un sueldo superior a los 70 mil pesos mensuales.
En la praxis, son los capitalinos quienes pagan la pensión de la ex esposa de Marcelo.
Podrá ser legal, pero no es ético ni moral. y repite el abuso con su futura esposa, Rosalinda Bueso, a quien mantuvo en nómina durante 16 quincenas.
Ayer, vía Twitter, Marcelo Ebrard trató de justificar lo injustificable.
Primero: dice que “para los que me están atacando porque Rosi trabajaba en la Oficialía Mayor…” Otra vez la intolerancia, la manipulación del falso izquierdista: no son “ataques”, sino enfado ciudadano ante un evidente abuso de poder. ¿Qué quiere Marcelo, que todos actúen como sus secretarios: sumisos, lacayunos?
Segundo: asegura que invitó a “Rosi”, a petición de embajadores de América Latina, “para evitar su regreso a su país (Honduras) después del golpe….”. ¡Vaya generosidad! Entonces, el jefe de Gobierno del DF puede darle empleo a cualquiera, sin importar su capacidad profesional, eficacia como funcionario (a) o compromiso con un proyecto, si basta con que “embajadores” (no precisa Marcelo quiénes, por lo que la veracidad de esta versión está en duda) le pidan que le dé chamba a una ex funcionaria extranjera que tiene problemas políticos en su país. Así, sin más.
¿Qué tal? No sólo es generoso. También es abusivo con sus facultades legales. Y, si fuera congruente, entonces que todos aquellos que tengan mayores méritos profesionales que “Rosi”, sean puestos en la nómina —que no significa precisamente trabajar—, por Ebrard.
Y no confundamos: los casos de Batres, Ramos Morgan y Bueso no son privados. Son públicos.
Es abuso de poder.
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