Al hacer un resumen sobre las elecciones presidenciales que se definiran pronto en Guatemala, hay que iniciar con la figura presidenciable, ya que a pesar de que el país tiene casi 30 años de vida democrática, aún no ha logrado instaurar un sistema de partidos políticos estables.
Los partidos nacen, crecen y mueren alrededor de un solo liderazgo; alcaldes y diputados se unen a los nuevos proyectos políticos sin importar su ideología ni mística, simplemente siguen al candidato que más posibilidades tenga de ganar y así garantizarse la reelección y una buena relación con el organismo Ejecutivo.
La vida de los partidos es corta. A la fecha, ninguno ha logrado una transición ordenada hacia nuevos liderazgos, por eso la importancia de analizar candidatos en Guatemala, y no partidos, ya que el poder se ejerce del líder hacia abajo, dejando muy poca capacidad de influir a las bases del partido.
En Guatemala cada cuatro años se renuevan corporaciones municipales, el total del Congreso y la presidencia. Es decir, los partidos pueden crecer, mantenerse o morir. En cada elección ingresan en promedio cinco partidos políticos y desaparecen otros cinco, manteniéndose de 10 a 15 partidos políticos activos.
El líder que gane la elección presidencial en Guatemala enfrentará tres macro problemas: el primero, los niveles de inseguridad que se reflejan en 17 muertos diarios para un país de 13 millones de habitantes. Más del 65% de la población asegura sentirse insegura, y a esto hay que sumarle que dentro del gobierno, y por supuesto, dentro de las fuerzas policiales y en los juzgados, hay niveles de corrupción altos, que ayudan a que el porcentaje de casos que llegan a ser condenados sea menor al 5%. Además, por presiones de EE.UU., deberá perseguir al narcotráfico, a riesgo de aumentar la violencia con una guerra entre gobierno y varones de la droga, a niveles iguales o superiores a los que ya enfrentan los estados fronterizos de México.
Segundo problema: la pobreza y el subdesarrollo, que alcanzan a más de la mitad de la población. Hay que mejorar hospitales, escuelas, carreteras, combatir la desnutrición. Y por supuesto, generar un crecimiento económico superior al 6% para los próximos años.
El tercer problema es el presupuesto. El actual gobierno generó una expectativa de gasto social (remesas condicionadas, bolsa solidaria) muy por encima de lo que Hacienda puede recaudar (déficit del 3% del PIB durante cada año de gobierno), por lo que la población espera seguir recibiendo beneficios (los cuales todos los políticos están ofreciendo en campaña), aunque no haya ingresos fiscales para pagarlos. El próximo gobierno deberá reducir gastos o seguir la lógica política de endeudarse o aumentar impuestos, ambas acciones con costos políticos altos que muchas veces dificultan la gobernabilidad.
En la segunda vuelta de esta elección se enfrentaran: Otto Pérez Molina y Manuel Baldizón.
El general retirado Otto Pérez Molina (quien en la anterior elección quedó en primera vuelta en segundo lugar, con 30%). Una estimación realista es que alcance 40% de los asientos en el Congreso de la República, lo que le facilitará los procesos de negociación política, ayudando a mejorar la gobernabilidad tradicional en el corto plazo, y facilitar, por ejemplo: prestamos, aumentos de algunos impuestos, reajustes al presupuesto y todo en un rango muy pequeño.
La estrategia usada por Pérez para llegar a la presidencia es igual a la usada por sus antecesores, una inversión muy por encima de la del resto de los candidatos. Lo que se puede predecir con esto es que será un gobernante pasivo, que no hará cambios drásticos, pues los financistas tradicionales ya pagaron por mantener sus privilegios. De ese modo, se ve un panorama estable los primeros dos o tres años, y de nuevo agitación política, pues no se logrará hacer los cambios de fondo que requiere el país.
Por su parte Manuel Baldizón es un político de trayectoria. Ha sido diputado y cuenta con un partido (LIDER) bien organizado. Baldizón representa a la izquierda moderada en Guatemala, y con la salida de la candidata oficial, la ex esposa del actual presidente, su candidatura se ha visto fortalecida.
Hay dos grupos más que merecen un vistazo. Primero, los partidos que están por desaparecer, entre los que se encuentra el partido de gobierno que logrará pocos representantes en el Congreso. Sus simpatizantes tendrán que buscar otro partido con más probabilidades de éxito para la siguiente elección. Ellos contarán esta vez con 20% de los diputados. Segundo, hay un grupo de cuatro partidos políticos, VIVA, EG, CREO, ADN, que tendrán 20% de escaños en el Congreso y que representan una nueva generación de políticos, que parece que al fin alcanzarán a constituir partidos políticos que piensen en una agenda de cambio para Guatemala, más que en hacer de la política un proceso de pagar favores.
La segunda vuelta sera en breve y no hay cambios de fondo a la vista, pero tampoco tenemos una amenaza como el chavismo, así que seguiremos con más de lo mismo; aunque sí creo que mejoraremos en seguridad ciudadana. Todos los candidatos están claros que deben combatir la delincuencia común, lo cual sí es posible.
* Cristián Álvarez es director del centro de análisis de las decisiones públicas (Cadep) de la Universidad Francisco de Marroquín de Guatemala. Graduado de Administración de empresas, con una maestría en economía empresarial, ha ejercido cargos gerenciales en el sector farmacéutico y de la construcción. También es consultor en organizaciones laborales y ha realizado asesorías al Congreso de la nación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario