My new look” (mi nuevo aspecto), bromeó el presidente venezolano Hugo Chávez al presentarse una vez más en cadena de televisión ayer: cabello rapado, lentes para poder leer, impecable traje civil en lugar de su chaqueta verde-oliva sobre camisa roja.
Dirigió un consejo de ministros, también formalmente trajeados y encorbatados, a todos los cuales pidió cuidar la salud personal y les anunció que viaja a una nueva sesión de quimioterapia en Cuba.
Sólo preventiva, siguiendo consejos, según dijo, pues ya se le extirpó el tumor canceroso, “del tamaño de una pelota de béisbol”, en algún lugar de su cuerpo que se niega obstinadamente a revelar.
El 30 de junio Chávez admitió públicamente haber sido alcanzado por un cáncer, que le llevó dos veces al quirófano en La Habana, y cerró ese discurso con la afirmación de que “me consumiré gustosamente, al servicio del pueblo sufriente”, pero luego hizo a un lado sus llamados a desafiar frontalmente a la muerte y a ofrendar la vida en defensa de la revolución, de la patria socialista o contra el imperialismo.
Hace varios años impuso a la Fuerza Armada, a su Partido Socialista Unido y a sus segundos en el gobierno la consigna “Patria, Socialismo o Muerte”, que después de pintada muchas veces en cuarteles, murales y documentos redactó mejor como “Patria Socialista o Muerte”.
En las últimas semanas la despojó del mal agüero de la “muerte”.
“Independencia, Patria Socialista y Victoria. ¡Viviremos y venceremos!” es la nueva consigna que acuñó en medio de fastos los últimos días de julio por su cumpleaños número 57 y el bicentenario de la independencia de Venezuela.
“¿Quién quiere morirse? Como para la inmensa mayoría de la gente, morirse no aparecía entre los planes del presidente, pero un político como él le saca provecho a la enfermedad”, observó a este diario el analista político Fausto Masó.
La enfermedad del presidente, su manejo reservado (ningún médico ha dado parte alguno) y al mismo tiempo muy público (el mandatario habla de ella en cadenas de radio y tv, en medio de actos oficiales, se organizan mítines y misas a favor de su salud) ha dado lugar a todo tipo de consejas, interpretaciones y rumores.
Éstos últimos van desde quienes dicen tener información de primera mano acerca de la irreversible gravedad del mandatario hasta de quienes lo acusan de fingirse enfermo para concitar solidaridad y recuperar la popularidad perdida.
Según varias encuestas, la aceptación popular de Chávez ronda 50%, 20 puntos menos que en su mejor momento en 2006, y la intención de voto a su favor, para reelegirse en 2012, apenas roza 40%, casi alcanzado por algún candidato de la oposición unida.
Pero un drama que los seguidores de Chávez admiten en privado es la falta de un sucesor o sucesores en el liderazgo de la “revolución bolivariana”.
Chávez rehusó entregar temporalmente su cargo al vicepresidente ejecutivo (designado, no electo) Elías Jaua, mientras cobran algún protagonismo el diputado Diosdado Cabello, quien fue su mano derecha hace algunos años, su hermano Adán Chávez (quien militó en grupos radicales marxistas) y hasta su hija Rosa Virginia Chávez.
Por eso el mandatario repite, para no dejar dudas, que será candidato en 2012, gobernará el sexenio 2013-2019 y se mantendrá en el poder quizá 20 años más.
Y no ha dejado de asestar nuevos golpes a la iniciativa privada, como un decreto-ley de Costos y Precios Justos, que se propone meter en cintura a productores, importadores y comerciantes.
Pero en paralelo envía otras señales. El día de su cumpleaños salió al balcón del palacio de gobierno a saludar a sus seguidores luciendo una camisa amarillo intenso.
“¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo de camisas rojas?”, se preguntó.
“Esa gente que anda hasta con ropa interior roja pudiera ser sospechoso. Lo mismo pasa con la palabra socialismo, de la que se ha abusado mucho. Hay gente que quiere ser más papista que el Papa, más marxistas que Marx.
Tenemos que revisar nuestras apreciaciones, no podemos regalarle la clase media a la burguesía”, aseveró.
“Yo ando cambiando radicalmente mi vida, estoy comenzando una nueva vida, en verdad os digo”, aseguró. Pero la enfermedad no se traduce, al menos por ahora, en un cambio de política, pues sigue el lenguaje frontal y duro para el combate entre el “chavismo” y la oposición reunida en la Mesa de Unidad Democrática.
El 62% de los encuestados en julio por la firma Hinterlaces opinó que el oficialismo perderá en 2012 si Chávez no es candidato. A su vez, líderes opositores expresan deseos de que Chávez se recupere y sea candidato, pues sin ese contendiente al frente difícilmente sus adversarios podrán reunirse alrededor de una candidatura presidencial unitaria.
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