JOSE BRECHNER
Como sindicalista que dirigía al grupo más revoltoso, acaudalado y numeroso de campesinos, en constante observancia por el gobierno y las fuerzas del orden, debido a su controvertida actividad que lindaba con lo delincuencial. Evo empieza a ganar popularidad.
Entonces es elegido diputado nacional. Cargo que aprovechó para cometer incontables actos de vandalismo y sedición, jactándose de su inmunidad parlamentaria. Nadie se atrevió a desaforarlo y enjuiciarlo.
Durante ese trajín, afianzó su asociación con Hugo Chávez, quien le llenó los bolsillos con cientos de millones de dólares para iniciar una acción política mejor organizada.
Con su ilimitado poder económico, incita a la violencia, bloquea caminos, fomenta paros y protestas, y financia todo acto de provocación al gobierno, destruyendo la tranquilidad interior.
El proceso de agitación duró aproximadamente seis años, en que los ciudadanos no podían circular, trabajar, viajar; y los niños no podían ir a las escuelas. El caos era permanente. Raramente pasó un mes entero sin disturbios entre 1998 y 2005.
Esas nerviosas circunstancias, manejadas con su abundante dinero que le permitía contratar centenares de camiones y movilizar a miles de campesinos a cualquier punto del país, a quienes costeaba su alimentación durante los días de conmoción, hicieron que explotara la violencia.
El gobierno reprimió con dureza, la situación se agravó, y Gonzalo Sánchez de Lozada decidió dejar prematuramente la presidencia en 2003, forzado por la traición de su vicepresidente, Carlos Mesa, que se puso de lado de Morales y los piqueteros. Mesa fue la bisagra que permitió a Evo acceder al poder.
La efímera administración de Mesa fue la peor de la historia democrática moderna, y destacará como la causante de que Morales, a quien le regaló varios ministerios y secretarías de su gobierno, adquiriese verdadera fuerza.
Para entonces comenzaron a llegar a Bolivia, estrategas políticos cubanos, venezolanos y españoles, que asesoraban a Morales. Posteriormente operarían su campaña presidencial.
Para 2004 la población estaba decepcionada por la incapacidad de Mesa. Muchos comenzaron a pensar que si Evo llegaba a gobernar, ya no habría quien arme líos. (Tenían razón). También pensaron que no duraría como presidente. (Grave equivocación).
Finalmente, el 18 de Diciembre de 2005, Evo Morales gana las elecciones con 53, 7 por ciento de los votos. Una victoria sin precedentes en 20 años de democracia.
En el ínterin, se inventa la historia del indigenismo, que se convirtió en el emblema del presidente boliviano y la progresía. Esa es una manufactura política falsa, creada con odio, inteligencia, y ninguna decencia.
Desde 1952, todos los gobiernos: civiles y militares, democráticos y dictatoriales, izquierdistas y derechistas, trataron de integrar a los indígenas a la sociedad general. Acción que se logró admirablemente.
Con la modernización que trajo la democracia liberal desde 1985 en adelante, Bolivia entró en la mejor etapa de su vida. Surgió una clase media mestiza, pujante y exitosa. Hasta que ascendió Morales con sus rencores.
Hoy el país es un estado fuera de la ley, donde el narcotráfico campea. Se está convirtiendo en nido de maleantes, guerrilleros y terroristas. Nunca hubo tantos muertos por represión política en los últimos 40 años, ni durante las peores dictaduras.
Pululan sinuosos cubanos, venezolanos e iraníes, aliados de Morales, que nada bueno traen entre manos.
Evo desea quedarse en el poder para siempre, imponiendo un gobierno comunista, totalitarista, discriminatorio, donde los indígenas tengan privilegios por encima de los demás. Paralelamente, el jefe de Morales y verdadero dueño de Bolivia es Hugo Chávez.
La prensa progre ha tergiversado la verdad sobre Evo Morales, este grotesco e infantil personaje que es capaz de salirse de una reunión cumbre para ir a jugar fútbol. Insulta a dignatarios. Provoca y amenaza a presidentes. Intimida y persigue a periodistas. Urde complots y asesinatos. Comenta neciamente sobre cualquier tema. Gobierna de forma autoritaria, intolerante, agresiva e incivilizada. Sin embargo consigue que instituciones aparentemente de prestigio, pero carentes de dignidad, lo inviten a dar charlas en universidades y hasta piden que se lo postule al premio Nobel.
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