17 septiembre, 2011

LA VERDADERA HISTORIA DE EVO MORALES

JOSE BRECHNER

Como sin­di­ca­lista que diri­gía al grupo más revol­toso, acau­da­lado y nume­roso de cam­pe­si­nos, en cons­tante obser­van­cia por el gobierno y las fuer­zas del orden, debido a su con­tro­ver­tida acti­vi­dad que lin­daba con lo delin­cuen­cial. Evo empieza a ganar popularidad.

Enton­ces es ele­gido dipu­tado nacio­nal. Cargo que apro­ve­chó para come­ter incon­ta­bles actos de van­da­lismo y sedi­ción, jac­tán­dose de su inmu­ni­dad par­la­men­ta­ria. Nadie se atre­vió a des­afo­rarlo y enjuiciarlo.

Durante ese tra­jín, afianzó su aso­cia­ción con Hugo Chá­vez, quien le llenó los bol­si­llos con cien­tos de millo­nes de dóla­res para ini­ciar una acción polí­tica mejor organizada.

Con su ili­mi­tado poder eco­nó­mico, incita a la vio­len­cia, blo­quea cami­nos, fomenta paros y pro­tes­tas, y finan­cia todo acto de pro­vo­ca­ción al gobierno, des­tru­yendo la tran­qui­li­dad interior.

El pro­ceso de agi­ta­ción duró apro­xi­ma­da­mente seis años, en que los ciu­da­da­nos no podían cir­cu­lar, tra­ba­jar, via­jar; y los niños no podían ir a las escue­las. El caos era per­ma­nente. Rara­mente pasó un mes entero sin dis­tur­bios entre 1998 y 2005.

Esas ner­vio­sas cir­cuns­tan­cias, mane­ja­das con su abun­dante dinero que le per­mi­tía con­tra­tar cen­te­na­res de camio­nes y movi­li­zar a miles de cam­pe­si­nos a cual­quier punto del país, a quie­nes cos­teaba su ali­men­ta­ción durante los días de con­mo­ción, hicie­ron que explo­tara la violencia.

El gobierno repri­mió con dureza, la situa­ción se agravó, y Gon­zalo Sán­chez de Lozada deci­dió dejar pre­ma­tu­ra­mente la pre­si­den­cia en 2003, for­zado por la trai­ción de su vice­pre­si­dente, Car­los Mesa, que se puso de lado de Mora­les y los pique­te­ros. Mesa fue la bisa­gra que per­mi­tió a Evo acce­der al poder.

La efí­mera admi­nis­tra­ción de Mesa fue la peor de la his­to­ria demo­crá­tica moderna, y des­ta­cará como la cau­sante de que Mora­les, a quien le regaló varios minis­te­rios y secre­ta­rías de su gobierno, adqui­riese ver­da­dera fuerza.

Para enton­ces comen­za­ron a lle­gar a Boli­via, estra­te­gas polí­ti­cos cuba­nos, vene­zo­la­nos y espa­ño­les, que ase­so­ra­ban a Mora­les. Pos­te­rior­mente ope­ra­rían su cam­paña presidencial.

Para 2004 la pobla­ción estaba decep­cio­nada por la inca­pa­ci­dad de Mesa. Muchos comen­za­ron a pen­sar que si Evo lle­gaba a gober­nar, ya no habría quien arme líos. (Tenían razón). Tam­bién pen­sa­ron que no dura­ría como pre­si­dente. (Grave equivocación).

Final­mente, el 18 de Diciem­bre de 2005, Evo Mora­les gana las elec­cio­nes con 53, 7 por ciento de los votos. Una vic­to­ria sin pre­ce­den­tes en 20 años de democracia.

En el ínte­rin, se inventa la his­to­ria del indi­ge­nismo, que se con­vir­tió en el emblema del pre­si­dente boli­viano y la pro­gre­sía. Esa es una manu­fac­tura polí­tica falsa, creada con odio, inte­li­gen­cia, y nin­guna decencia.

Desde 1952, todos los gobier­nos: civi­les y mili­ta­res, demo­crá­ti­cos y dic­ta­to­ria­les, izquier­dis­tas y dere­chis­tas, tra­ta­ron de inte­grar a los indí­ge­nas a la socie­dad gene­ral. Acción que se logró admirablemente.

Con la moder­ni­za­ción que trajo la demo­cra­cia libe­ral desde 1985 en ade­lante, Boli­via entró en la mejor etapa de su vida. Sur­gió una clase media mes­tiza, pujante y exi­tosa. Hasta que ascen­dió Mora­les con sus rencores.

Hoy el país es un estado fuera de la ley, donde el nar­co­trá­fico cam­pea. Se está con­vir­tiendo en nido de malean­tes, gue­rri­lle­ros y terro­ris­tas. Nunca hubo tan­tos muer­tos por repre­sión polí­tica en los últi­mos 40 años, ni durante las peo­res dictaduras.

Pulu­lan sinuo­sos cuba­nos, vene­zo­la­nos e ira­níes, alia­dos de Mora­les, que nada bueno traen entre manos.

Evo desea que­darse en el poder para siem­pre, impo­niendo un gobierno comu­nista, tota­li­ta­rista, dis­cri­mi­na­to­rio, donde los indí­ge­nas ten­gan pri­vi­le­gios por encima de los demás. Para­le­la­mente, el jefe de Mora­les y ver­da­dero dueño de Boli­via es Hugo Chávez.

La prensa pro­gre ha ter­gi­ver­sado la ver­dad sobre Evo Mora­les, este gro­tesco e infan­til per­so­naje que es capaz de salirse de una reunión cum­bre para ir a jugar fút­bol. Insulta a dig­na­ta­rios. Pro­voca y ame­naza a pre­si­den­tes. Inti­mida y per­si­gue a perio­dis­tas. Urde com­plots y ase­si­na­tos. Comenta necia­mente sobre cual­quier tema. Gobierna de forma auto­ri­ta­ria, into­le­rante, agre­siva e inci­vi­li­zada. Sin embargo con­si­gue que ins­ti­tu­cio­nes apa­ren­te­mente de pres­ti­gio, pero caren­tes de dig­ni­dad, lo invi­ten a dar char­las en uni­ver­si­da­des y hasta piden que se lo pos­tule al pre­mio Nobel.

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