01 septiembre, 2011

Las drogas y yo

Mi actitud hacia las drogas es peculiar, por un lado me desagradan a nivel personal y por otro estoy a favor de que se liberalicen.

Mi razonamiento:

- No creo que la legalización de las drogas aumente su consumo. Aquí en España ya están disponibles en abundancia, aunque más caras que si fueran legales. Al venir a vivir a España descubrí que muchas cosas que en USA (donde vivía antes) eran ilegales aquí son legales, o casi legales, y no por eso la sociedad se ha colapsado. Lo que más me sorprendió es que robar algo de menos de 300 euros no es punible en España, lo que significa que es como si fuera legal. Que si alguien se roba algo de una tienda, el dueño le tiene que pedir por favor que lo devuelva. Que al final la gente en España no roba por miedo al castigo, sino por educación. Con las drogas tendría que pasar lo mismo: Más tratamiento, más educación, menos policía. Las drogas son un problema de salud mental, no un crimen.

- Creo que hay gente que consume drogas sin por ello ser adictos, y en general estoy a favor de la libertad de elección. No veo mal que la gente consuma drogas, siempre que no pongan en riesgo a nadie. Lo que hay que legislar son cosas como conducir drogado, pero eso ya está legislado. También habría que diferenciar las drogas blandas de las drogas duras, porque no produce el mismo efecto fumarse un porro que esnifar una raya de coca.

- Que alguien se muera de sobredosis es terrible, pero peor aún es que que alguien mate para comprar drogas. La prohibición de drogas repercute en gente que no tiene nada que ver con el tema. Consumir o no consumir es cosa de cada uno, pero si se consume hay que ser responsable y no poner la vida de nadie en peligro, ni la propia ni la de los demás.

- La droga criminalizada termina diseminando enfermedades como el SIDA. Si la droga fuera legal, el control sobre ella permitiría que la gente se drogara en condiciones más higiénicas y además aseguraría su pureza, que es muy importante: La droga adulterada (que es demasiado común) provoca muchos daños permanentes e incluso la muerte.

- Combatir la droga sube el precio de la misma, y le termina dando dinero a gente horrible que mata y corrompe. La enorme cantidad de dinero que se usa en combatir las drogas se podría usar en tratar a los drogadictos, que al final sufren de una enfermedad como cualquier otra pero con pocos recursos para combatirla.

- El tabaco y el alcohol son las drogas más letales y, curiosamente, son legales. Esto supone que todos sufrimos sus efectos negativos aunque nos las consumamos.

Lo curioso del tema de las drogas es que, así como estoy a favor de su legalización controlada y con impuestos, a título personal mi experiencia con ellas ha sido una total “desilusión”. Como no soy candidato a ningún puesto político y vivo en un país muy tolerante como es España, puedo decir contar en este blog que durante mi vida he probado casi todas las drogas y que paradójicamente, ninguna me gustó. Es más, muchas no solo no me gustaron, sino que me causaron mucho rechazo. Concretamente he probado tabaco, marijuana, hachís, cocaína, opio, todo tipo de bebidas alcóholicas, café, mate, té y puros. De toda esta lista lo único que me gusta algo es el vino (solo Rioja y Ribera del Duero y en blancos Albariño y Rueda) y bastante el café. Las demás, nada.

Creo que la “apetencia” de las drogas debe tener algo de genético, o si tienes una personalidad adictiva o no. En mi caso no debo tener los genes que hacen que necesites o te gusten las drogas, algo que no considero una desventaja. Mi experiencia con casi todas las drogas fue siempre la misma: “No puedo creer que esto sea cocaína”, o “no puedo creer que esto sea el tabaco y que la gente se desespere por él”, y así con el resto. Se supone que la cocaína es súper adictiva, pero está claro que yo no tengo el gen para que me guste. Me pareció como tomarme 10 cafés de golpe. Yo soy normalmente bastante activo y positivo, así que es como que ya tengo los efectos de la coca, pero sin que me pique la nariz. El alcohol tampoco me gusta nada. Odio la cerveza, detesto la ginebra, el vodka, el whisky y todo ese tipo de bebidas. No me he emborrachado nuna porque antes de hacerlo vomito, algo que descubrí a los 13 años. No tengo tolerancia por el alcohol, y hasta hace unos años no bebía nada de nada hasta que empecé con el vino, y solo porque me lo recomendó el médico. El tabaco ni hablar de él, detesto el humo, me arruina una comida y dificulta amistades. Para mí es como si los que fuman se tiraran pedos delante mío, del asco que me da el olor. Además el humo me hace toser. No entiendo como alguien puede querer fumar, y directamente me voy si un sitio tiene mucho humo. Me da rabia vivir en la única ciudad europea en la que aún se puede fumar en casi todos los sitios, y espero con ansiedad que se prohíba. Así como no me importaría entrar a un sitio y que la gente esté esnifando cocaina, sí me molesta el tabaco, porque lo que me molesta es el humo, no la “droga” en sí. Los porros me parecen quizás lo más simpático, pero hace años que no fumo uno y tienen la pega de que se fuman, y yo no sé fumar. El efecto es algo muy liviano y que puede ser agradable en ciertos momentos, por ejemplo navegando. Me cuesta entender que esté prohibido fumar porros en casi todos lo países (en España el consumo no está penado pero sí pueden poner una multa de unos 450€ si te cazan fumando, y además requisarte la droga), y que esté permitido el vodka o las bebidas de mucho alcohol, ya que el efecto es mucho más potente.

Conclusión: A mí no me gustan las drogas y, aunque respeto que otros las tomen, no termino de comprender su atractivo. Me pasa lo mismo que con muchas otras cosas: Estoy a favor del matrimonio gay pero no soy gay; estoy a favor de legalizar la prostitución pero me parece triste e innecesaria; detesto la violencia pero entiendo que los ejércitos a veces son necesarios y la policía también; estoy en contra de las armas pero si alguien las quiere tener y realmente no pone en peligro a los demás, que las tenga. En la vida no te tienen que gustar las cosas para aceptar que a otros le gusten. Con las drogas me pasa lo mismo

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