Interpol emite una orden para capturar al dictador, a su hijo y a su cuñado
FRANCISCO PEREGIL (ENVIADO ESPECIAL) - Trípoli
Hasta ayer solo quedaban cuatro ciudades en manos de Gadafi. Los rebeldes habían concedido una tregua a los leales para que las entregaran. El ultimátum concluía hoy, pero los tiros comenzaron ayer. Anoche, los rebeldes aseguraban haber entrado en la ciudad de Bani Walid, la más cercana a Trípoli y tal vez la más importante de las cuatro junto con Sirte.
El Gobierno interino ya tenía preparada la respuesta para explicar su ataque: los gadafistas estaban disparando artillería pesada contra ellos y no tenían más remedio que responder. Los rebeldes esperaban enfrentarse a unos 600 hombres y auguraban la caída del sitio en unas horas. De momento, luchaban contra los francotiradores del norte de la ciudad.
Por la mañana se supo que uno de los generales más fieles a Gadafi, Alí Kana, encargado de combatir en el sur de Libia, había huido a Trípoli. Y que Interpol había emitido una orden de busca y captura contra Muamar el Gadafi, su hijo Saif al Islam y su cuñado, Abdulá el Senusi, exdirector de espionaje militar. El cerco parecía estrecharse más cada hora y el ambiente festivo en Trípoli rozaba el delirio.
Cientos de familias tomaron la plaza Verde las dos últimas noches en una especie de euforia colectiva bañada con el humo de miles y miles de disparos al aire. Por más que el primer ministro del Gobierno interino, Mahmud Yibril, llegó el jueves a la capital para advertir de que la guerra no ha terminado, el ambiente festivo es imparable. Hace una semana a nadie se le ocurría llevar a los niños a la plaza Verde y apenas se veían mujeres. Anoche había una pantalla de vídeo gigante y un inmenso castillo de plástico para los niños, como en las ferias. A 150 kilómetros al sur morían decenas, tal vez cientos, de personas.
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