18 septiembre, 2011

Más corrupción bolivariana

TRIBUNA

algunas empresas "constructoras" jóvenes (de menos de cuatro años de existencia) se han transformado en sociedades muy "exitosas"
Emilio J. Cárdenas

Desde hace rato ya venimos alertando periódicamente a nuestros lectores acerca de la inmensa ola de “corrupción bolivariana” que parece flotar sobre la administración de Daniel Ortega Saavedra, en Nicaragua. La información difundida por “La Prensa” de ese país es clave en esto. El respetado diario de la familia Chamorro, un verdadero símbolo de la libertad en Managua, es particularmente esclarecedor.

Ahora acaba de revelar que algunas empresas “constructoras” jóvenes (de menos de cuatro años de existencia) se han transformado en sociedades muy “exitosas” porque concentran en sus manos una enorme tajada de los contratos de obra pública, obviamente por su cercanía con el poder. No por otra razón, desde que experiencia en el rubro no tienen. Este es un esquema bastante conocido, uno que, por ejemplo, ha sido muy frecuente en algunas de las provincias de la Patagonia argentina. Una forma de “alimentar” a la política. Mejor dicho, a los políticos.

Nos referimos en este caso particular a “Constructora Nicaragua”, empresa más conocida como “Construnicsa”. Su presidente es, curiosamente, el hermano del actual Viceministro de Educación del gobierno sandinista que encabeza el mencionado Daniel Ortega, José Treminio Zeledón.

La Alcaldía de Managua y la cuenta “Alba Solidaria” (vinculada a Hugo Chávez) le han “adjudicado” (a dedo) contratos por casi cinco millones de dólares. Sus oficinas societarias son casi inexistentes, alimentando la sospecha de que se trata de una mera “empresa de papel” que ejecuta obras viales “tercerizando” en rigor su labor; esto es a través de otras empresas contratistas, percibiendo así lo que puede ser calificado como una suerte de “comisión de intermediación”. Apenas eso. Pero la tajada que así se percibe puede ser sabrosa. Por hacer y arriesgar poco, además.

Hay además, aparentemente, otra empresa muy parecida. Se trata, en este caso, de “Construcciones Verticales” (mas conocida como “Coverh SA”), que está gerenciada, también curiosamente, por el hermano del Ministro de Hacienda y Crédito Público, Don Alberto Guevara. Pese a su declamada “verticalidad”, la firma construye carreteras, horizontalmente por supuesto. Cinco millones de dólares de obras para construir apenas 11 kilómetros de pavimento desde Puerto Sandino hasta la localidad de El Velero, o sea el acceso a la refinería bolivariana en construcción que lleva el increíble nombre de: “El Supremo Sueño de Bolívar”. Todo es bueno para hacer propaganda e impactar en la opinión pública. Todo es mediático ahora.

Esta segunda empresa también recibe contratos de la Alcaldía de Managua. En sus oficinas declaradas sólo aparece gente humilde, que abre las puertas a los periodistas aclarando que no tienen vinculación alguna con la empresa que dice tener allí su domicilio.

Además, está asimismo la empresa “Ceico SA” que, una vez más curiosamente, también construye carreteras en Nicaragua. Ella es de propiedad del Ministro de Transporte, Don Pablo Fernández Martínez. En este caso, adoquina el tramo de la ruta que se extiende entre El Sauce y Achuapa. Percibe por ello unos 9 millones de dólares por unos 23 kilómetros de carreteras. Para el Ministro Fernández Martínez su empresa contrata con financiación consistente en fondos “privados” venezolanos, suministrados obviamente por el “compañero” Hugo Chávez a través del Alba y vinculados con el acuerdo petrolero suscripto por la petrolera oficial venezolana con Albanisa, la empresa de la familia Ortega con una participación estatal del 49%. Por eso el Ministro cree aparentemente que no tiene inhibición alguna, ni ética ni jurídica, para contratar así obras públicas con el Estado.

Curiosa simbiosis entre lo público y lo privado la de los “ministros constructores” nicaragüenses. Todo un ejemplo de la visión prevaleciente en el universo bolivariano, donde la función pública pareciera ser, entre otras cosas, un camino para el enriquecimiento personal de los funcionarios. Como si no hubiera incompatibilidad alguna. Ni ética, ni legal. Increíble.

De esta manera aparece en Nicaragua una nueva y floreciente “oligarquía”, la sandinista, que concentra a la vez el poder político y el económico en sus manos. De no creer. Pero esa es la moral sandinista y no otra. Y tiene imitadores por todas partes en la región. Cada vez más.


Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

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