Aprendió joven a obedecer y también a desobedecer...
José CárdenasLe “choca” que lo llamen así. Se sulfura. Ni modo.
Martí Batres es político precoz, siempre con sonrisa de eterno adolescente. Aprendió joven a obedecer y también a desobedecer, únicos caminos para quienes viven la política desde sus extremos. Como sumisión o como traición. En ambas tiene experiencia e instinto.
Trataba a su jefe nominal, Marcelo Ebrard, peor que a un opositor. Seguro lo seguirá hostigando con plantones y movilizaciones “espontáneas” para hacerle la vida de cuadritos. Ahora con más ganas.
Siete palabras oficializaron el cese fulminante de Batres. “He tenido a bien removerlo del cargo”, le dijo Ebrard.
Llevaba varios avisos. El último, cuando le organizó a Marcelo una rechifla durante el Congreso perredista de diciembre pasado, en Oaxtepec.
Que Ebrard, presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, saludara de mano al presidente Felipe Calderón, provocó calambres en el sistema nervioso de Martí. Y fue la gota que derramó su bilis. Pero…
Martí deja a dos de sus incondicionales políticos en el gabinete de Marcelo, los secretarios Laura Velázquez, de Desarrollo Económico, y Benito Mirón Lince, del Trabajo. Su mancuerna con el profesor René Bejarano (aunque estén distanciados) puede ser reconstruida en cualquier momento. Ambos son líderes de algunas de las más tribalizadas expresiones (léase grupos) del PRD. Huestes que aplauden o abuchean por consigna.
El verdadero jefe de Batres ha sido otro: Andrés Manuel López Obrador, aunque, en este lance fulminante, El Peje haya dicho que el cese de su pupilo sea una controversia en la que no se va a meter.
Día de “coincidencias”. La misma casa encuestadora que en 2006 dio a conocer el “empate técnico” entre Calderón y Andrés Manuel en las preferencias electorales informa que, con datos de agosto, Ebrard alcanza 53 puntos y el tabasqueño 34.
“Otro fraude contra AMLO vía encuestas del CISEN”, cabeceó el SDP (Sendero del Peje), voz oficiosa del tabasqueño en la red.
En el alambique donde el (es)pejismo destila y procesa la política, es traición saludar de mano a Felipe Calderón. Cualquier medición de opinión, si muestra a Ebrard mejor colocado, es farsa cuchareada.
Los analistas más serios apuestan triple contra sencillo: las tribus del PRD, y el bloque (es)pejista del PT, Movimiento Ciudadano (ex Convergencia) y MoReNa han consignado: ¡Ebrard no pasará!
Marcelo no corrió a Batres. No, corrió a Andrés Manuel. Si entre López Obrador y Marcelo ya había una guerra, hoy, además, hay un guerrillero en las calles.
MONJE LOCO: Cuando AMLO decidió salvarle la vida a Marcelo Ebrard, destituido por Vicente Fox tras sus graves omisiones en el linchamiento de dos policías en Tláhuac, también lo tomó en serio para sucederlo en el cargo. Le entregó la Secretaría de Desarrollo Social, desde donde podría operar políticamente con un tercio del Presupuesto del DF. Eso hizo y Marcelo ganó “caminando” la elección en la capital del país y se puso en la ruta de contender por la candidatura a la Presidencia, a pesar de entrar en colisión contra su antiguo protector y mejor enemigo. Ya se sabe, ya se supo.
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