18 septiembre, 2011

Peña, AMLO y los demás hacia el 2012

Juego de espejos

Federico Berrueto

La competencia habrá de prevalecer en las próximas elecciones y, aunque el desenlace pueda dar un claro ganador, la lucha por el voto prevé que no será fácil transitar ese periodo. Piel dura, lo mejor para lo que viene. El Presidente empeñó su palabra sobre la imparcialidad en los comicios. Eso es lo que hay que esperar, al igual que de los gobernadores, pues el compromiso es de todos.

Juego rudo. Septiembre de 2011. Foto: Mónica González

La elección presidencial de 2012 no será día de campo para alguien. La competencia habrá de prevalecer y, aunque el desenlace pueda dar un claro ganador, la lucha por el voto anticipa que no será fácil transitar ese periodo. Piel dura, lo mejor para lo que viene. Será un juego rudo, como es toda disputa por el poder político. El presidente Calderón empeñó su palabra sobre la imparcialidad en los comicios. Eso es lo que hay que esperar. Los gobernadores y los alcaldes deberán ser consecuentes con el posicionamiento presidencial. El compromiso es de todos, más allá de que, de muchas formas, todas las autoridades electas son parte de la contienda.

AMLO es el único prospecto de candidato con seis años de campaña. Sus malquerientes ahora sí lo quieren dar por muerto. Su mayor debilidad es que se ha diluido en el imaginario colectivo su principal fortaleza de hace seis años: una buena y moderada conducción del gobierno de la Ciudad de México. Ahora queda presente su intransigencia y su condición de líder popular y su lucha, cada vez más próxima a la de un movimiento religioso: verdades reveladas, condenas fulminantes a sus demonios y la promesa de vida eterna a sus seguidores. En estos momentos eso da para sobrevivir no para ganar, aunque no se puede subestimar el anhelo popular por el regreso del Mesías. Queda claro que habrá de entenderse con Marcelo. El cese de Martí Batres así lo demuestra.

Peña ha concluido su ciclo local. Desde allí pudo proyectarse hacia todo el país. Sus niveles de aceptación no guardan precedente. Además, resolvió con acierto los dos retos políticos internos: la elección intermedia y el proceso sucesorio local. El remanente del madracismo es su mayor amenaza, sobre todo si se asocia, como lo ha hecho, con los adversarios externos. Iban por Moreira, quien ha dado en la diana con una modalidad de elección abierta. A Manlio y Gamboa los ha tomado por sorpresa. El primero, muy a destiempo intenta hacer exigencia propia la propuesta y, el segundo, infructuosamente intentó posponer el voto de gobernadores que resultó unánime. En el ánimo de contener a Peña, en el ataque a Moreira se han dado las más extrañas alianzas, involuntarias, evidente.

La lucha entre el PRI y el PRD tiene territorio: el Distrito Federal. La izquierda sabe que su situación está muy comprometida. Que enfrentan un reto serio por parte del PRI de Peña y, si es el caso, por Beatriz Paredes. En la izquierda el espectro de derrota debiera hacer superar diferencias; sin embargo, la unidad no está en su ADN. Lo peor es que no hay candidato fuerte de la izquierda y figuras externas quisieran que la alianza fuera, al menos, PAN y PRD. Un candidato externo, sobre todo si viene del PRI, puede ser el inicio de la derrota programática de los partidos que lo postulan. Allí está el caso de Sinaloa.

Gustavo Madero ha hecho la tarea. Su mayor derrota ha sido el tema Larrazabal y ha interrumpido un proceso de recuperación después de los comicios de julio. Tiene condiciones óptimas para ganar Michoacán, donde el candidato del PRD ha pasado a un distante tercer lugar. La candidata Luisa María Calderón ha revertido la diferencia y en las últimas mediciones ya ha ganado una modesta ventaja sobre el candidato tricolor, Fausto Vallejo, quien no ha crecido porque los suyos le han impuesto condiciones y ha tenido que dispensar el inicio de campaña en resolver las exigencias internas. Morelia es su territorio, pero no le da para revertir la ventaja a favor de la candidata del PAN, a quien los ciudadanos aprecian, por su propia trayectoria, en sus propios términos y no como una extensión del poder de Los Pinos. El PRD no sólo tiene dificultades de campaña, el gobierno de Leonel Godoy está muy mal evaluado, mientras que el PAN se perfila a cerrar el ciclo local con una victoria.

Cordero inicia con todo. Tiene más apoyo en los medios que en el PAN. No es suficiente, debe anticiparse que la cúpula hará todo para mejorar su situación. Un error mayúsculo reciente salir a la defensa de Larrazabal, según consigna Reforma, sobre todo, cuando se presenta el tema de la situación fiscal de los casinos. Para la interna en el PAN se habla de una elección de tercios, haciendo menos a Emilio González, quien apostó a los Juegos Panamericanos para ganar posicionamiento, como si él fuera a ser medallista. La realidad es que nada puede conocerse con precisión sobre el desenlace de la contienda interna, porque es difícil tener idea clara sobre la intención de voto de los electores reales del proceso. Lo cierto es que crece dentro y fuera del PAN la propuesta de Josefina Vázquez Mota como candidata.

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