Por eso estamos como estamos
Detrás del éxito chino o brasileño está una élite política y económica que cree que puede construir un mejor futuro logrando transmitir ese espíritu a sectores amplios de la población.
Francisco Martín MorenoCarlos Elizondo Mayer-Serra ha publicado una nueva obra intitulada Por eso estamos como estamos. La economía política de un crecimiento mediocre. El libro está escrito en un lenguaje accesible sin complejos cálculos matemáticos ni teorías metodológicas inentendibles ni términos técnicos. Su lectura es obligatoria para quien esté involucrado o desee estarlo, en la construcción de un México moderno y próspero como el que todos creemos merecernos. Se explican en detalle y con gran claridad, las razones de nuestro crecimiento mediocre, así como se revelan las estrategias a adoptar para adquirir niveles de desarrollo económico superiores a los que ya hemos disfrutado en diversos periodos del siglo XIX y XX. No sólo se trata de hacer un diagnóstico más para explicar los orígenes y las razones del atraso mexicano, sino de aportar soluciones inteligentes y eficaces para salir rápidamente del empantanamiento económico, legislativo, político y social en que está sepultado México.
México es el resultado de lo que hemos hecho y dejado de hacer. Las razones de nuestro bajo crecimiento o de nuestra creciente inseguridad son el resultado de políticas equivocadas. Sostiene que el problema central se encuentra en la capacidad de ciertos grupos para evitar la formulación y puesta en práctica de políticas públicas favorables al interés general que premien el mérito y doten a los mexicanos de derechos universales. Es claro que lo que ha fallado es el sistema en lo general, pues sobra el ejemplo de miles de mexicanos que han alcanzado éxitos notables en el extranjero, objetivos que no pudieron lograr en su país ante la manifiesta incapacidad de generar los incentivos para propiciar cambios de utilidad general, imposibles de alcanzar en el contexto de un Estado débil y permeado que no puede enfrentar a los intereses más poderosos que frenan al país, incluida su propia burocracia. ¿Por qué tantos mexicanos triunfan en el extranjero y son incapaces de hacerlo en su país?
Estamos como estamos por lo que hacemos y de ninguna manera por lo que somos. Detrás del éxito chino o brasileño está una élite política y económica que cree que puede construir y construye en los hechos, un mejor futuro logrando transmitir ese espíritu de cambio a sectores muy amplios de la población.
Cuando hemos logrado alinear los intereses de corto plazo de los distintos actores que tienen poder con una cierta visión de largo plazo, y hemos creído en dicha visión, hemos logrado crecer en forma acelerada, tal y como aconteció de 1880 a 1910 y de 1950 a 1980 con un proceso de desarrollo industrial protegido del exterior. En ambos casos llegamos a ser un ejemplo para el mundo. Sin embargo, por lo general, no hemos logrado construir una sociedad ni justa ni competitiva en la que se premien el esfuerzo y el mérito que permitan una razonable igualdad de oportunidades. De 1990 a 2000 el crecimiento económico y la creación de empleos formales fueron tan modestos que el promedio anual fue de 1.86%, en la inteligencia que de 2000 a 2010 dicho crecimiento tan sólo llegó a un bajísimo 0.66% anual. Sólo la economía informal y la emigración a Estados Unidos amortiguaron el efecto del crecimiento de la demanda de trabajo, sobre todo entre los jóvenes que buscaban ingresar al mercado laboral.
La economía industrial de México exporta más que la de Brasil, sin embargo si actuáramos con pragmatismo, sin ataduras ideológicas y con liderazgos competentes que buscan el interés general lograríamos converger con los niveles de vida de los países ricos. La clave para lograr estos objetivos se encuentra en la apertura de la economía y en la competencia en todos los niveles de la sociedad mexicana. Apertura en la industria petrolera y en la eléctrica, apertura en el orden político mediante la incorporación de candidatos independientes, de una segunda vuelta, de un referéndum, de un plebiscito y de fórmulas legislativas que permitan superar el estancamiento. Entre otras razones Pemex está quebrado por falta de competencia. Si en México hubiera varias empresas petroleras y eléctricas los precios del combustible o del fluido variarían en beneficio del consumidor que no sólo recibiría litros de mil mililitros y no de 800 o menos, sino que los precios tenderían a la baja en la misma medida en que habrían varios actores dispuestos a ganarse lo mejor del mercado. El problema no está en el exceso de competencia sino en la falta de ésta. Los monopolios públicos, privados y políticos nos asfixian, al igual que las restricciones de todo tipo, las burocracias y sus prestaciones y los sindicatos sofocan las posibilidades de evolución en un país en el que el poder de los intereses particulares es superior al del Estado que no puede imponer su autoridad.
Liberalicemos nuestra economía, democraticemos nuestro sistema político, convirtámonos en una sociedad competitiva desde los primeros años de escolaridad, abramos al país en todos los órdenes, apartémonos de los proteccionismos y de los paternalismos y veremos crecer al país que todos los mexicanos merecemos, siempre y cuando contemos con un poderoso y eficiente sistema de impartición de justicia y se ejecute puntualmente la reforma educativa.
Cualquier mexicano con el más elemental sentido de la modernidad debe leer Por eso estamos como estamos, para entender las necesidades de nuestro país.
1 comentario:
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