LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Los jerarcas fidelistas depuestos en la primavera de 2009, registrados por los “raulistas” como la banda de los siete: Otto Rivero, Felipe Pérez Roque, Francisco Soberón, José Luis Rodríguez, Carlos Lage, Carlos Valenciaga y Fernando Rodríguez Estenoz, padecen de estrés y algunos de crisis depresivas.
El ex vicepresidente del Consejo de Ministros y encargado de la Batalla de Ideas, Otto Rivero, ha intentado suicidarse dos veces. El ahora empleado de la impresora Federico Engels, adscripta al Consejo de Estado, está bajo licencia médica.
Felipe Pérez Roque, ex canciller, en diciembre de 2010 sufrió un infarto del miocardio. No se resigna a ser ingeniero de comunicaciones. Este verano fue visto en las playas de los cayos Jardines del Rey, vacacionando con su suegro Jaime Crombet, vicepresidente de la Asamblea Nacional.
Francisco Soberón, ex presidente del Banco Central, encerrado en su casa, escribe sus memorias. Ya publicó “La crisis financiera internacional”. El estrés le ha provocado insomnio. Escribe de noche y duerme de día. Teme que lo infecten con alguna enfermedad o lo envenenen.
José Luis Rodríguez, ex vicepresidente del Consejo de Ministros, ministro de Economía y Planificación y miembro del Buró Político, escribe artículos sobre planificación desde el Centro de Investigación de la Economía Mundial (CIEM). Le publica el periódico Trabajadores. Se muestra esquivo y tiene miedo a las relaciones sociales.
Los dos Carlos, Lage y Valenciaga, son tipos que no padecen de nada, sólo un poco de estrés. Ahora andan en bicicleta, algo bueno para la salud. Valenciaga, ex secretario personal de Fidel Castro, es empleado de la Biblioteca Nacional. Lage, ex Secretario Ejecutivo del Consejo de Ministros y zar de las finanzas, trabaja como médico; se ocupa de enfermedades del trabajo. Ambos, sobreviven matando el tiempo y en aparente paz con sus respectivas familias.
Fernando Rodríguez Estenoz, ex coronel y ex jefe del Departamento de América del Partido Comunista de Cuba, trabaja en una brigada de fumigación con soldados del servicio militar en el municipio capitalino Diez de octubre. Le llaman “el estadístico”, por llevar los controles de las fumigaciones. Siempre deprimido, se mantiene a base de psicofármacos.
El Departamento de América del Partido Comunista, con fachada de órgano político, tiene como función entrometerse en las actividades de sindicatos, partidos políticos y ONGs del continente. Desertores y ex retirados de esa agencia alegan que es la mayor división de la Dirección General de Investigaciones (DGI), y que para sus actividades de espionaje posee fondos bancarios multimillonarios.
Así están las cosas en Cuba. Los depredadores, cuando caen en desgracia, sobreviven una perra vida.
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