Emilio J. González
La izquierda de los países desarrollados se ha obsesionado con los ricos o, mejor dicho, con que los ricos paguen más y más impuestos, al menos sobre el papel, porque cuando llega la hora de la verdad quien tiene que asumir la carga de esa mayor presión fiscal es la clase media, que carece de medios, asesores y vehículos legales como las sicavs para eludir el pago de impuestos. En España, Zapatero y Rubalcaba han resucitado el impuesto sobre el patrimonio, y ahora Obama presenta un plan para reducir el déficit público estadounidense que tiene a los ricos en el punto de mira.
Todo esto resulta muy revelador. En primer lugar, porque demuestra que la izquierda no tiene ideas para resolver esta crisis económica, que también es de naturaleza fiscal. Obama y Zapatero se han empeñado en tirar de la chequera para tratar de relanzar la economía a golpe de gasto público. Los resultados de semejante política ya los estamos viendo: después de un primer impulso artificial a la actividad productiva, tanto Estados Unidos como España se encaminan a una nueva recesión. El gasto público, por tanto, no es la solución. Ahora, sin embargo, llega la hora de pagar las facturas de tanta alegría presupuestaria como hubo a comienzos de la crisis en los dos países, pero no hay dinero para ello. En estas circunstancias, lo que se impone es una redefinición profunda del papel del sector público en ambas naciones y acabar con todo aquel gasto que no sea estrictamente necesario, con el fin de que las cuentas vuelvan a cuadrar y la financiación del déficit no deje a las empresas sin esos recursos financieros que necesitan para sobrevivir y crear empleo. Pero como, por razones ideológicas, esta izquierda occidental ni cree en la empresa, ni está dispuesta a someter al Estado a la cura de adelgazamiento que necesita, ni tiene la menor idea de cómo sacarnos de la crisis, pues actúa conforme a su naturaleza y no se le ocurre otra cosa que freír a impuestos a todo el mundo, sin querer entender que así nos hunde más y más en la crisis.
En este contexto, tanto a Zapatero-Rubalcaba como a Obama se les ha venido a la cabeza lo de gravar más a los ricos, no porque con ello vayan a resolver los problemas presupuestarios, que no lo van a hacer, sino porque eso de alimentar la lucha de clases es bien recibido por ciertos sectores radicales de la sociedad. No es casualidad, además, que ambos mandatarios hayan puesto el punto de mira fiscal en los ricos. La popularidad y las perspectivas electorales del PSOE son tan malas como las posibilidades de que Obama pueda salir reelegido en las presidenciales de noviembre de 2012. Así es que, como la necesidad de votos aprieta, lo poco que pudieran saber de economía estos personajes lo han dejado arrinconado para caer en la más burda de las demagogias. Todo vale con tal de ganar las elecciones. Lo malo es que, en materia fiscal, el ciudadano estadounidense es muy sensible y, por estos pagos, el españolito de a pie ya sabe que cuanto más dure el PSOE en el poder, peor lo va a pasar él.
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