¿Wikileaks, un aparato mediático de la CIA?
“Wikileaks es una estafa grande y peligrosa de la inteligencia estadounidense que probablemente se utilizará para controlar Internet…Se trata de una historia muy real de espionaje, control mental y política”. Esta es la hipótesis que plantea en su último libro el escritor ruso-candiense Daniel Estulin, conocido por sus investigaciones bibliográficas sobre el Club Bilderberg, una especie de gobierno soterrado a nivel global integrado por las personas más potentadas y los más destacados traficantes de influencias del planeta como David Rockefeller, Henry Kissinger, inescrupulosos banqueros y especuladores financieros norteamericanos, judíos y europeos que deciden la suerte del mundo a puerta cerrada.
Estulin estuvo en Bogotá el pasado 27 de julio presentado su libro “Desmontando Wikileaks” (Editorial Planeta, febrero de 2011), y en desarrollo de su charla señaló que esta herramienta interactiva en cabeza del misterioso hacker australiano Julian Assange, no es más que una estrategia de operación sicológica diseñada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con dos propósitos definidos: 1) controlar el acceso libre a Internet, y 2) preparar el terreno para mentalizar al mundo del cambio de paradigma de la sociedad capitalista ante la crisis por la que atraviesa.
Ante los últimos coletazos de la crisis del capitalismo mundial se busca, arguye Estulin, que el desplome sea “organizado” y que los amos del mundo reunidos en el Club Bilderberg, sigan manteniendo los hilos del poder planetario. Al fin y al cabo hay que tener en cuenta que las crisis financieras y las guerras son los mecanismos con que cuenta el capitalismo para reproducirse.
En el mundo del espionaje y el contraespionaje un proyecto de las características de Wikileaks constituye un “chiste” y un “engañó” por las múltiples falencias y rendijas que deja entrever y las cuales Estulin en un análisis bien documentado se permite analizar y develar en su último libro.
Caso similar al de los Papeles del Pentágono
Para este periodista, exagente de contraespionaje de la KGB, Wikileaks se asimila a “los papeles del Pentágono”, un estudio que mandó a elaborar en 1967 el secretario de Defensa, Robert McNamara sobre el rol desempeñado por Estados Unidos en Indochina. Según la versión oficial, un funcionario del Pentrágon, Daniel Ellsberg, filtró la investigación de alto secreto contenida en más de tres mil páginas y otro tanto de apéndices documentales a The New York Times que comenzó a publicar una serie de artículos a partir de junio de 1971.
“La verdadera historia de los papeles del Pentágono fue bastante diferente. El quid fundamental del proyecto –cuenta Estulin- era el ensamblaje de documentos auténticos seleccionados, muchos creados inicialmente por la CIA o basados en los informes de dicha Agencia, y de materiales adicionales, con el objetivo de exonerar a la CIA de las responsabilidades de una gran variedad de acontecimientos impopulares, militares y similares que la propia CIA había autorizado”.
“En este momento –agrega el periodista ruso-canadiense- nos hallamos ante una repetición de los papeles del Pentágono, pero en la era cibernética… Assange bien podría ser el Daniel Ellsberg de hoy en día”.
Una operación encubierta, como pudiera ser Wikileaks, “siempre finge ser algo que no es, y nunca afirma ser lo que es. En otras palabras, no puede presentarse como un proyecto oficial de la CIA, así que tienen que ocultarlo de alguna manera. Por tanto, en el mundo de la inteligencia, para que una operación de bandera falsa sea eficaz, el 90 por ciento de lo que publica tiene que ser información legítima”.
Estulin parte de la hipótesis de que Wikileaks busca denunciar las mentiras del gobierno estadounidense. Ha revelado información importante en torno a los crímenes de guerra de Estados Unidos. Pero una vez que el proyecto se introduce en el molde del monopolio de la prensa del establecimiento internacional, se emplea como instrumento de desinformación mediática. Filtró el manual de operaciones de la prisión de Guantánamo, así como un informe de la CIA sobre cómo manipular la opinión pública de Francia y Alemania para que mantengan sus tropas en Afganistán.
Un medio “alternativo” al servicio del monopolio de la prensa mundial
Aunque Assange insiste en que su proyecto Wikileaks es un medio “alternativo” que busca develar los secretos de los gobiernos y de las corporaciones que dominan el mundo, lo cierto como lo hace ver Estulin en su trabajo investigativo, es que los miles de archivos que ha filtrado se han publicado, previo acuerdo, en los medios más conservadores que están controlados por los sectores oligopólicos del mundo.
Además, no es un secreto que de la junta directiva de Wikileaks hace parte el cuestionado magnate de medios de comunicación Rupert Murdoch y que uno de los financiadores de este proyecto es el especulador financiero internacional George Soros.
Por eso no es gratuito que Assange haya suscrito acuerdos para que sus documentos digitales, previamente seleccionados, sean publicados en periódicos como The New York Times (controlado por el Club Bilderberg y el Consejo de Relaciones Exteriores); Der Spiegel (la mayor revista semanal de Europa de origen alemán, controlada por el Club Bilderberg); The Guardian (periódico de izquierda de las agencias de inteligencia británicas como el MI6); la revista inglesa The Economist (la biblia neoliberal de propiedad de la dinastía de banqueros Rothschild financiadora del Club Bilderberg desde su fundación en 1954). En el caso de Colombia, el periódico que suscribió convenio con Assange para publicar sus filtraciones es El Espectador de Bogotá, de propiedad del magnate Julio Mario Santo Domingo.
Lo anterior demuestra que el “latifundio mediático” internacional y Wikileaks son socios, de ahí que Assange haya recibido el Premio al Nuevo Medio de Comunicación de The Economist en 2008.
Campaña de desinformación mediática
Estulin no duda en señalar que Wikileaks cumple “con todos los requisitos para ser una operación encubierta de propaganda llevada a cabo por las propias agencias de inteligencia en un sentido amplio, cuando se incluye entre ellas a organismos como el Proyecto Democracia por parte de Estados Unidos, o el grupo de fundaciones Soros, que forma parte de la comunidad de inteligencia y que es una campaña de desinformación mediática muy bien organizada que tiene por objeto demonizar a un poderoso enemigo regional, Irán”, al que han acusado de ser una amenaza para Occidente por un supuesto programa de armas nucleares.
Las filtraciones de Assange, en ese sentido, una vez editadas y reescritas por los grandes medios de manipulación mediática al servicio de Estados Unidos y el gran capital financiero especulativo internacional sirven exclusivamente a sus intereses, entre ellos a los preparativos de ataque bélico que Washington, Israel y la OTAN dirigen contra Irán. Adicionalmente, los documentos de Wikileaks se concentran también en fabricar la idea de que Pakistán es peligroso y satanizan al servicio de inteligencia pakistaní, ISI, haciéndolo ver como instrumento terrorista ya que apoya a los muyahidines, los que en la década de los años 80, Estados Unidos entrenó y armó para que colaboraran en los ataques a las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán.
Sobre el tráfico de drogas, ni una sola palabra
En consonancia con los intereses de Estados Unidos, Wikileaks en el casi un millón de documentos que posee no toca absolutamente nada respecto de temas que son comprometedores para el decadente imperio. Sobre el papel del ejército norteamericano en el pujante comercio de la droga en Afganistán no existe ninguna referencia.
“Lo que es indudable es que el ejército norteamericano está en el punto de mira por ayudar a los señores de la guerra afganos a transportar el opio y la heroína. Además, la CIA y el Pentágono están envueltos en una guerra dialéctica que los enfrenta el uno al otro. Ambos organismos se acusan de llevar las riendas del tráfico de drogas en Afganistán”, actualmente ocupado por Washington, señala Estulin en su libro.
Cabe anotar que durante la ocupación estadounidense, “el negocio del opio afgano se disparó hasta el punto que, desde 2007, Afganistán ha producido el 95 por ciento del opio y la heroína del mundo. El silencio de Wikileaks se debe a que la “droga es el lubricante de la economía mundial que proporciona al mercado financiero más de novecientos mil millones de dólares en dinero líquido. Las tropas de la OTAN se niegan a erradicar la droga porque esta se lava a través de Wall Street y proporciona grandes ganancias a las principales empresas internacionales”.
Según una investigación del Congreso de Estados Unidos realizada en el año 2001, “los bancos estadounidenses y europeos blanquean al año entre quinientos mil y un billón de dólares del crimen internacional, la mitad de los cuales los lavan en solitario bancos norteamericanos. Ello significa que durante la década de los 90 las entidades bancarias estadounidenses lavaron entre dos billones y medio y cinco billones de dólares a través de circuitos financieros”, lo cual quiere decir, colige Estulin, que sin este “dinero ilegal, la economía estadounidenses se hundiría”.
Llegados a este punto, cabe preguntarse qué representa Wikileaks: ¿periodismo o política? Estulin responde que Wikileaks representa un cambio en el statu quo, una interferencia internacional y no corporativa en el negocio de la información. Se trata, sostiene, de “una conspiración que hurga profundamente en el sanctasanctórum de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la CIA. Una operación encubierta oficialmente autorizada que nos induce a un tenebroso mundo de intrigas, compartimentación, operaciones secretas y ficticias”.
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