Obsesionados con la política española prestamos poca atención a las tendencias que comienzan a destacar en EE.UU., y que afectarán al mundo si su actual presidente, Barack Obama, pierde las elecciones de 2012 por su caída constante de popularidad.
Quien podría relevar al primer presidente mulato del gran país quizás sea totalmente negro, Herman Cain, miembro del Partido Republicano y uno de los líderes del Tea Party, movimiento conservador que sus rivales presentan como racista.
Recordemos que el triunfo electoral de Obama en 2008 parecía representar, visto desde Europa, el nacimiento de un nuevo país similar al de las socialdemocracias europeas. Después del desconcierto inicial, los mismos norteamericanos le atribuyeron ese carácter.
Tras el malvado Bush su buenismo y optimismo recordaban a Zapatero, que llevaba cuatro años de mandato en España y todavía producía más sonrisas que lágrimas.
Obama resultó un blando en un mundo complejo y violento. Un nuevo Carter que ha roto promesas como el cierre de Guantánamo y mantiene guerras de las que promete retirarse aún derrotado, lo que lo erosiona como presidente y daña el prestigio de su país ante las potencias renacientes, como China.
Estos días comienza a dirimirse en EE.UU. quién se opondrá a finales de 2012 a Obama desde el Partido Republicano, que fue el de Abrahan Lincoln, el liberador de los esclavos, mientras el Demócrata era el esclavista: constantemente lo recuerda Cain, importante y respetado economista y financiero descendiente de esclavos.
Hay media docena de candidatos republicanos que se identifican crecientemente con el Tea Party, un movimiento que ya es multirracial, y que más que de ultraderecha, como se afirma en España, es libertario.
Alberga gente muy religiosa, pero también agnóstica, que ve en el igualitarismo dulzón de Obama un peligro para el espíritu individualista del país.
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