En el 2010, el candidato que propugnara por el apaciguamiento con la banda terrorista Farc se metía en esta paradoja: ganaba 1) el aplauso cerrado de la mayoría de los columnistas bogotanos, de ciertas cadenas radiales y de esas fotografías que deambulan de coctel en coctel, y 2) también, una muenda electoral.
Santos, como candidato, fue ‘antiapaciguacionista’. Hizo cálculos y prefirió el costo -insultos de los columnistas- para garantizar el beneficio -la Presidencia-. Ya posesionado, se pasó al discurso ‘apaciguacionista’ con las Farc y con los socios externos de la banda -Chávez y Correa-. Eso le volteó la torta: ganó el favor de los columnistas; los pies de foto de las páginas sociales son todo amabilidad con él, y la socialbacanería empotrada en organismos internacionales no tiene trapito con que cogerlo. El pueblo, en cambio, que votó por la Seguridad Democrática, ¡bueh…! En las próximas elecciones se verá.
El ‘apaciguacionismo’ es una pandemia política con dos fuertes componentes virales: hipocresía y cobardía. Los ‘apaciguacionistas’ creen que reconocer que el enemigo existe es comportamiento de guaches y que permitir la polarización política es cosa de mal gusto. Por eso tramitan insaciablemente, en las mesas de los clubes, una apariencia de unidad; y adulan al enemigo y hablan en abstracto de soluciones negociadas. Los ‘apaciguacionistas’ son supersticiosos. Creen que si una palabra deja de pronunciarse, las ideas, hechos o personas contenidas en tal palabra dejarán de existir o, por lo menos, perderán su capacidad de hacer daño.
Un nombre tabú para los ‘apaciguacionistas’ es ‘Partido Comunista’. Ese partido, a la vez que va a las urnas, usa las armas. A eso llama ‘combinación de formas de lucha’. Los ‘apaciguacionistas’ no se sulfuran con los ‘combinadores’. Prefieren hacerse los de la oreja mocha y disfrutar con ellos un whisky bien paladeado. ¡Cómo no va ser mejor abrazar a la senadora Gloria Inés Ramírez, adular al representante Iván Cepeda, guiñarle el ojo al director de Voz y referirse a Jorge Enrique Botero como ‘corresponsal de guerra’, que preguntarles por qué son mencionados recurrentemente en el Archivo Reyes! “Que el ‘guerrerista’ de Uribe” se enrede con esos archivos inútiles”, pensarán. “Mientras, nosotros nos vamos con los ‘combinadores’ para la ONU a hacer tratativas de paz y a buscar votos calificados -de países, por ejemplo- para acceder a más altas dignidades que la presidencia de un país ‘pichurrio’.”
El archivo Reyes es una enciclopedia y un manual sobre combinación de formas de lucha. Escribí en el buscador ‘combinación’ y me llegaron datos y datos. Por ejemplo, Reyes, en carta a Granda, lo felicita por entablar contacto directo y tener una larga conversación con la senadora Gloria Ramírez, “una compañera muy interesante, muy buena, bastante comprometida con la lucha y clara de (sic) los objetivos de la combinación de todas las formas de lucha”. El Secretario General del partido Comunista también responde al llamado de la palabra ‘combinación’. Reyes le dice a cierto corresponsal venezolano: “Muy bueno que de (sic) Colombia haya participado el mismo Jaime Caicedo, el camarada está en la línea defendiendo la política de combinación de las formas de lucha”. ¿Cómo les parece?
Iván Cepeda es el rey de la ‘combinación’. En un artículo mostré que la marcha del 6 de marzo fue operación encubierta del secretariado de las Farc. Cepeda, en cambio, hizo creer al mundo que lo denunciaba una banda fascista (para muestra, ver este botón:http://www.dhcolombia.com/spip.php?article556). Así como previne certeramente sobre la marcha del 2008, ahora prevengo sobre las tareas de hoy: quieren volver a hacerse fuertes en Magdalena Medio, Urabá y Montes de María. Su fachada actual: unas reuniones agraristas (ahí les dejo otro botón de muestra: http://prensarural.org/spip/spip.php?article6556).
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