13 octubre, 2011

'Concierto para Leah'

NARRATIVA

Por Carlos Alberto Montaner

Concierto para Leah, de Maira Landa. Me ha gustado mucho. Me ha atrapado. Una llamada de Juan Manuel Salvat me lo advirtió: una novelista cubana radicada en Puerto Rico había escrito un libro muy meritorio sobre la peripecia del barco San Luis en 1939. Un tema para mí muy interesante; un tema que, precisamente, toco en una novela que estoy escribiendo.

El barco San Luis llegó al puerto de La Habana a finales de 1939, procedente de Hamburgo, con casi un millar de refugiados judíos. Los judíos tenían visados concedidos por el gobierno cubano. Se los habían vendido al precio de 500 dólares cada uno; sin embargo, el gobierno de Laredo Bru canceló las visas y los refugiados fueron devueltos a Europa. Una parte sustancial murió en los campos de exterminio nazis.

Pero la novela de Maira es mucho más que eso. El barco San Luis ocupa unas pocas páginas. Las mejores y más terribles son las dedicadas a los campos de concentración y exterminio.

Un tema universal, muy bien tratado. Celebro que haya elegido un asunto de esta naturaleza. Especialmente porque Maira no es judía y nadie podrá acusarla de parcialidad.

Concierto para Leah tiene todo lo que podemos pedir a una buena novela: una historia muy interesante, narrada con buena prosa, dotada de un elemento de suspense que nos precipita a seguir leyendo y trufada con elementos musicales que crean una atmósfera muy seductora.

***

El Holocausto es el gran tema del siglo XX. No es cierto que haya que dejar de hablar de este doloroso asunto. Hay que examinarlo desde todos los ángulos, mil veces, hasta que nadie dude de su vital importancia.

Cuando dicen que el tema del Holocausto ha sido demasiado tratado y ya fatiga a los lectores y espectadores, yo respondo que hay que volver una y otra vez sobre este tema, para que cada generación tenga conciencia de lo que fue ese horror.

Ahí están todas las contradicciones de lo peor de la naturaleza humana: el dogmatismo, el odio injustificado, la estupidez, la crueldad sin límites, la ausencia de empatía, el terror inducido, la codicia. Si uno tuviera que describir el Mal –así, con mayúscula–, no hay episodio en la historia humana semejante al Holocausto. Cuanto se escriba siempre será poco y nunca conseguirá describir fielmente el horror de ese vergonzoso periodo de la historia europea.

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