07 octubre, 2011

Daniel Ortega, ''Violador ilustre''

Por Claudio Paolillo

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El 26 de mayo pasado, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fue declarado "Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Montevideo" por el gobierno de la capital uruguaya, dirigido por el izquierdista Frente Amplio. La condecoración a Ortega despertó una sensación de repugnancia visceral entre quienes conocen la trayectoria completa de este dirigente que, como se sabe, es uno de los principales aliados del presidente venezolano Hugo Chávez en su "proyecto bolivariano".

Mientras estuvo en Montevideo para clausurar una reunión del "Foro de San Pablo", Ortega fue repudiado por movimientos feministas luego de haber vuelto a penalizar en Nicaragua el aborto terapéutico para conseguir el apoyo de la Iglesia Católica en las últimas elecciones y por las denuncias que lo involucran en la violación de su hijastra. Ya en la cumbre presidencial de Lima (Perú), organizaciones feministas de toda la región habían calificado a Ortega como "uno de los grandes violadores de derechos contra las mujeres y de los derechos humanos en general".

El gobierno de Montevideo suele distinguir a individuos como "Ciudadanos Ilustres" de la ciudad para "premiar méritos de extraordinaria singularidad".

Es, pues, un honor recibir ese galardón. Pero resulta que el honor es la "cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo" y la "gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea". Nada de esto puede ostentar el presidente Ortega, quien enfrenta denuncias ante estrados nacionales e internacionales como violador contumaz de su hijastra desde que ella era una niña de 11 años de edad y arrastra esa pesada carga, que le acompañará hasta su muerte.

Al plasmar el homenaje, el intendente (gobernador) de Montevideo, Ricardo Ehrlich, dijo ante el monumento a Augusto César Sandino que Ortega es un "testimonio de la vigencia de los principios de solidaridad y justicia social, que marcan el camino de la construcción de la patria latinoamericana". ¿Ni él ni nadie de quienes le rodean en el gobierno sabían que ese "testimonio" lleva sobre sus espaldas una pesada mochila como violador de niños y que ni Ortega ni cualquier otro abusador de menores "esté o no ocupando un cargo en el poder" puede merecer las llaves de la ciudad y ser declarado "Ciudadano Ilustre"?

En el colmo de su desparpajo, Ortega se refirió en su discurso a la necesidad de pensar en el desarrollo y en la educación de los niños y dialogó y repartió saludos entre una docena de alumnos de la Escuela "República de Nicaragua" que habían asistido a la fiesta, junto con la directora.

El 22 de mayo de 1998, Zoilamérica Narváez, militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, decidió publicar su testimonio contra quien había sido su padre adoptivo desde que éste se juntó en Costa Rica con Rosario Murillo, su madre biológica, actual primera dama de Nicaragua y coordinadora de Comunicación del gobierno que preside su esposo. Murillo ha repudiado a su propia hija, acusándola de enlodar la imagen de Ortega. Pero, luego de que Ortega se amparara en sus fueros parlamentarios para evitar ser investigado, una jueza nicaragüense lo absolvió sólo porque los delitos sexuales habían prescripto "no porque no se hubiesen cometido" y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró en 2002 "admisible" la denuncia de Narváez contra su ex padrastro, caso que continúa abierto y sobre el cual Narváez no ha aceptado una fórmula de arreglo a través de una compensación económica. Todo esto, más el propio testimonio de la víctima, fundamenta y justifica la indignación de los movimientos feministas que no olvidan ni dejan morir el tema.

¿Qué dijo en 1998 la joven Zoilamérica Narváez? Todo el documento está en Internet, pero por lo visto hay que recordarlo. Para ignorantes, para desmemoriados y para perezozos.

Narváez dijo que fue "acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, desde la edad de 11 años", que "desde el poder, sus aparatos de seguridad y recursos disponibles, (Ortega) se aseguró durante dos décadas a una víctima sometida a sus designios y voluntad individual" y que este individuo "se abusó en (su) condición de niña, se abusó en (su) condición de mujer, se abusó de (su) cuerpo, se abusó de (sus) emociones, se abusó de (su) condición de militante sandinista y se abusó de (sus) concepciones".

Narváez relató su calvario con lujo de detalles, a cual de ellos más asqueante. Afirmó que cuando ella tenía 11 años y Ortega 34, su madre se había afincado en Costa Rica desde donde se desarrollaba la lucha de los sandinistas contra la dictadura de Anastasio Somoza. Ortega pasó a convivir con ellas y, casi de inmediato, "comenzó su acoso" contra Zoilamérica "manoseándola", "asaltándola sorpresivamente en lugares oscuros para tocarla" y "espiándola" durante sus baños "por encima de la cortina".

Por las noches, cuando la madre de la niña dormía, Ortega "se arrecostaba" en su cama para "rozar con su pene partes de su cuerpo" y por las mañanas irrumpía en el baño mientras ella se duchaba antes de salir hacia el colegio "para masturbarse". Ortega "se introducía en el cuarto que compartía con Rafael (hermano menor de Narváez), procedía a separar parte de la cobija de mi cuerpo, continuaba con manoseos y luego concluía masturbándose. Me decía que no hiciera bulla para no despertar a Rafael (...) y decía: 'ya verás que con el tiempo, esto te va a gustar'".

Ya en Nicaragua, y con Ortega en la cúspide del poder tras la caída de Somoza, la niña lo intentó todo para evitar la presencia de su padrastro degenerado: puso llaves en su cuarto, arrimó muebles contra la puerta, se bañó con la ropa puesta para evitar ser observada, pero sus esfuerzos fueron vanos.

Los manoseos y abusos aumentaron en intensidad, hasta que en 1982, Ortega consumó la violación en el piso de la habitación de la entonces adolescente de 14 años. Zoilamérica continuó siendo vejada durante años por Ortega, ya en conocimiento de su propia madre, quien sólo tenía ante sus ojos la ambición del poder. Incluso, Ortega "construyó justificaciones a su conducta, bajo el argumento de que yo, mediante la consumación del acto sexual, le proporcionaba estabilidad emocional (...). Él pensaba que alguien tan ocupado sólo necesitaba sexo y que yo era la indicada para dárselo. Él me manipuló y me concibió como objeto sexual de un líder que se lo merecía todo, haciéndome creer que con mi sacrificio aportaba y protegía a la Revolución", dijo la víctima.

El intendente uruguayo Ehrlich está a tiempo de enmendar el tremendo error de haber honrado a Ortega como "Ciudadano Ilustre" de Montevideo. Excepto que el salvoconducto en que se ha convertido desde hace algunos años en América Latina autodefinirse como "de izquierda", "socialista" o "progresista" alcance, también, para pasar por alto la discriminación y el abuso contra las mujeres, la violencia doméstica y las violaciones de menores perpetradas por delincuentes sexuales. (Dicho sea de paso, luchar contra esas lacras, ¿no era antes considerado por la izquierda como "de izquierda"?

Pero si el intendente Ehrlich, así y todo, aún quiere congraciarse con el presidente de Nicaragua, puede apelar a uno de los problemas endémicos de Montevideo y designar a uno de ellos con el nombre de "Daniel Ortega". Me refiero, claro, a un basural.

Claudio Paolillo es director del semanario uruguayo "Búsqueda" y Vicepresidente Regional de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

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