30 octubre, 2011

¿Dónde enterrar a Fidel Castro?

Por Alvaro Alba

Diario Las Americas

A mediados de este verano, en la localidad alemana de Wunsiedel, por orden del alcalde fueron exhumados los restos de Rudolf Hess, en su tiempo el número dos del partido nacional-socialista nazi. Se suicidó en 1987 cuando cumplía cadena perpetua en una cárcel de Berlín Occidental. Fue enterrado según su testamento, pero la tumba se convirtió en un centro de peregrinación neonazi. Miles de admiradores del nazismo viajaban hasta Wunsiedel para rendir tributo.

En el 2005 una corte alemana prohibió las reuniones de los neonazis en esa localidad. Ya la tumba fue demolida, el cuerpo incinerado y diseminada las cenizas sobre un lago cercano. El cadáver de Adolf Hitler nunca apareció y teorías de su escape a Latinoamérica siguen vigentes. Iosef V. Stalin está enterrado en la muralla del Kremlin y ni en Georgia, su país natal, hacen intento para pedir los restos. Solo unos cientos fanáticos comunistas visitan la tumba en diciembre y marzo para recordar el natalicio y la fecha de su muerte.

Tal como lo expuso en vida, Francisco Franco descansa en el Valle de los Caídos en San Lorenzo de El Escorial, junto a correligionarios y enemigos. El dictador paraguayo Alfredo Stroessner fue enterrado en Brasilia, y Anastasio Somoza reposa en el cementerio Woodlawn Park de la Pequeña Habana. Mobutu Sese Seko, el dictador de Zaire, fue enterrado en Marruecos, donde estaba exiliado, y el germanoriental Erich Honecker recibió sepultura en Santiago de Chile, donde terminó viviendo. Unos pocos saben ahora donde se encuentra el cadáver de Muamar el Gadafi.

Fidel Castro es pieza de museo para los invitados extranjeros que pasan por la isla, y todos desean un minuto con el sujeto, desde un escritor de teorías de las conspiraciones hasta el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Separado de los cargos, aun crea problemas a su hermano menor, quien bien podría fallecer primero. Los funerales de Fidel Castro son como su salud, un secreto de Estado. Con ironía en Cuba decían que la despedida del duelo a Vilma Espín en el 2007 y al general Julio Casas Regueiro en el 2011 fueron ensayos para el gran funeral de La Habana. La cuestión estriba en donde pondrá sus huesos.

La Habana siempre le fue ajena, lejana, vista solo desde el asiento del auto. Urbe irreverente, llena de conspiraciones y desafectos, listos a recibir a otro gobierno como le recibieron en enero de 1959. El centro y occidente del país fueron territorios donde mayormente había cubanos alzados en armas. Le queda solo Oriente, ahora dividida en cinco provincias; pero ya Raúl dijo que iba para el Segundo Frente, en Guantánamo.

Tendrá Fidel Castro que escoger entre su natal Holguín y Santiago de Cuba, porque no hay mucho por optar en las ahora provincias de Granma y Las Tunas. La ciudad de Santiago no es su terruño, y al natal Birán no le gustaba ir. En el Cementerio de Santa Ifigenia, donde está el Mausoleo a José Martí, ya existe el llamado Retablo de los Héroes, donde se colocaron los restos de los asaltantes al Cuartel Moncada y de Haydee Santamaría, aunque ella se quitó la vida en 1980. Pero cualquiera que sea su decisión la interrogante vendrá después. En un país de derecho, ninguna localidad deseará tener en su suelo al autor de más de cinco décadas de totalitarismo, miseria y subdesarrollo. Vendrán las propuestas para exhumarlos y que lo entierren en otro lugar.

Existirán sus fanáticos que con camisetas estampadas con la imagen del Che Guevara prefieren peregrinar a la tumba y lanzar allí consignas antiestadounidenses, contra la globalización de la economía, contra las multinacionales y pedir el fin del capitalismo. Enojados cubanos optaran por impedir esa romería castrista y como los residentes de Wunsiedel en Alemania, propondrán exhumarlo para incinerarlo y esparcir las cenizas en cualquier lugar. Siempre ha sido Castro partidario de aquella frase de Luis XV – aprés moi, le déluge. Una traducción libre a buen castellano sería algo así como que se j…. los que vienen después. Para evitar ese maná es mejor cremarlo rápidamente y las cenizas al agua o al viento. No habrá diluvio posterior.

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