23 octubre, 2011

Economistas argentinos en vilo ante la casi segura reelección de Kirchner

MATT MOFFETT

BUENOS AIRES—Al tiempo que Cristina Fernández de Kirchner se encamina a una reelección por margen abrumador en los comicios presidenciales del domingo, pocos argentinos están más intranquilos que 12 consultores económicos que encaran sanciones del gobierno por contradecir su cálculo de la tasa de inflación.

En un aciago desafío, los 12 consultores están eludiendo investigaciones del gobierno, acompañadas en la mayoría de los casos de multas de 500.000 pesos (US$119.000) bajo un oscuro estatuto de protección al consumidor llamado "Ley de lealtad comercial". Tres de los consultores más francos son blancos de cargos penales adicionales bajo una ley de especulación financiera. Su ofensa, a los ojos del gobierno, es insistir en entrevistas con la prensa o en sus propios informes publicados que la verdadera tasa de inflación de Argentina es de alrededor de dos a tres veces la tasa oficial del gobierno de 9,9% anual.

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Associated Press

Kirchner, quien se beneficia de una economía en rápido crecimiento y una oposición fragmentada, se encamina a ganar el domingo con más de 50% de los votos, unos 35 puntos porcentuales más que su rival más cercano, indican los sondeos. Los consultores no están seguros de que Kirchner se moderará tras la elección, o si el mandato por abrumadora mayoría le dará más fortaleza para perseguir con incluso más dureza el disenso.

Graciela Bevacqua, quien supervisaba el índice de inflación antes de ser obligada a renunciar a comienzos de 2007 por el difunto esposo y predecesor de la presidenta, Néstor Kirchner, casi llora cuando habla de las tensiones causadas por los cargos penales y otras acciones legales del gobierno. Dijo que en su peor momento debió ser medicada por depresión.

Bevacqua, que es matemática y no economista, ha tenido que buscar trabajo de consultoría fuera de Argentina, porque dice que potenciales empleadores argentinos han sentido presión para no contratarla. La Secretaría de Comercio Interior, que ha estado encabezando las acciones contra los consultores, no respondió a los llamados telefónicos.

Orlando Ferreres, otro economista que encara cargos penales, dice que el litigio del gobierno lo ha obligado a costear onerosos gastos legales, como también le ha impuesto una carga mental. Ferreres dice que, de hecho, ha conseguido nuevos clientes desde que el gobierno emprendió acciones judiciales en su contra. Afirma que sus clientes valoran que "prefiramos ir presos que mentir".

Políticamente, el gobierno ha comprometido mucho de su credibilidad en afirmar la precisión de su índice y la mala fe de sus consultores. El índice de inflación también afecta los propios resultados del gobierno. Informar de un mayor nivel de inflación elevaría los costos de servicio de deuda del gobierno sobre bonos cuyo valor está vinculado con la tasa de inflación.

De esta manera, parece improbable que Kirchner se retracte a menos que una crisis económica —como una marcada caída en los precios de materias primas agropecuarias que mantienen a flote el país— obligue al gobierno a tratar de reparar su deteriorada relación con la comunidad financiera internacional, dice Alberto Bernal, economista de Bulltick Capital Markets en Miami. Políticas populistas como el dudoso índice de inflación, así como el impago de deuda de Argentina en 2001, han mantenido a Argentina alejada de los mercados de capital internacionales la década pasada.

Norberto Itzcovich, el actual director técnico de la agencia estadística del gobierno, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, recientemente fustigó a los consultores en los medios argentinos, diciendo que muchos de sus cálculos "carecen del mínimo rigor técnico" y son "impresentables".

La controversia comenzó hace unos cinco años cuando la inflación comenzó a acelerarse durante el final del gobierno de Néstor Kirchner. Renuente a enfriar la economía mientras Cristina Kirchner estaba en campaña para suceder a su esposo en las elecciones a finales de 2007, el gobierno comenzó a tratar con mano dura a la agencia de estadísticas.

De acuerdo con el gobierno, los críticos han exagerado los cambios que los Kirchner hicieron al índice. "El Indec no era precisamente la Capilla Sixtina" antes de los cambios, dijo la reemplazante inicial de Bevacqua nombrada por el gobierno, Beatriz Paglieri, durante un reciente seminario.

Pero los consultores dicen que la flagrante manipulación de estadísticas es inusual incluso en un país que ha tenido una historia financiera tumultuosa repleta de devaluaciones de la moneda, hiperinflación y cesaciones de pagos. En la década de los 70, Ferreres recuerda que Argentina tuvo un ministro de Economía que decretó una política de "inflación cero", en la cual se congelaron los precios, lo cual llevó al surgimiento de un enorme mercado negro. "Antes manipulaban la realidad, pero no manipulaban los números", dice Ferreres.

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